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domingo, 10 de abril de 2016

DIARIO DE UN RUTERO EN SEVILLA

He tenido la suerte de permanecer casi una semana en Sevilla. Eran días de preferia. Se palpaba en el ambiente. Por la Maestranza, escenas costumbristas en la mañana de los sorteos de los toros cantando flamenco algún que otro aficionado; en los bares de Triana junto al Guadalquivir, parejas de gitanos por bulerias. Y aunque contemplaba la torre que no quiero nombrar en lugar de la Giralda, por doquier se comentaba que la feria estaba llegando, daba con las narices a cualquiera y anunciaban los periódicos locales por doquier anunciando las novedades.
Pero, Sevilla no es solo feria sino que es una ciudad de encanto, hasta  sus puentes modernos que son como diversas peinetas que  rompen la cabellera líquida el Betis. S evilla es moderna y del Siglo de Oro. Huele a incienso y azahar. Capillita y hospitalaria. Verde, de las más grandes de España, y azul, ya que la marca el río. Adobe y piedra. Nuevas tecnologías y faroles de Triana.
Patio de Armas y Plaza de España. Modernismo y regionalismo. Barrio y ciudad de alturas. Quinto Centenario y San Telmo.Ocre-amarilla y blanco con ribetes rojizos. Heliópolis y Sánchez Pijuán. Museo de la Cartuja y el de Bellas Artes. Exposición de Francisco Pacheco y nuevas tendencias. Dulces trianeros y panes de Alcalá. Tranvía y bicicletas a porrillo. Universitaria y artesana.
Me ha encantado de nuevo el Museo de Bellas Artes. El arte plateresco, Murillo, Zurbarán, Velázquez, los Bécquer, Valdés Leal, Espinal y...mi vista convertida en un pincel moteado con las obras de nuestro paisano Juan Martínez Montañés. Lo he visto andar por la calle, en los nuevos cristos y dolorosas.
He recordado mi estancia hace años en la Expo, en aquellos pabellones y visitando la remodelada Cartuja de las Cuevas.
He tenido unos anfitriones excepcionale s, Javi y Ana. No será la única ruta prolongada. Prometo perderme por el Palacio de Dueñas, el Museo de Arte Contemporáneos, el barrio de Santa cruz ( como en otros desplazamientos), la Catedral, parque María Luisa, el museo arqueológico... y tapear la próxima ves. Esta vez me quedo con su  embrujo y su gracia natural, su cielo y agua azules, callejar en Triana y visitar Santa Ana y la Esperanza. La próxima por la Macarena y la Encarnación, saludaré a Martínez Montañés en la plaza del Salvador, Mesa en la Magdalena, y buscaré a los Rages entre ropajes policromados y estofados




























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