EL OLIVAR
EN LA SIERRA SUR(II)
EL OLIVAR Y LOS DIEZMOS
Desde el siglo XIV, tras la conquista de Alfonso XI, el
viñedo junto con los cereales fueron los productos más importantes,
en una comarca en la que la ganadería jugaba un gran papel económico. No
obstante, por los datos indirectos a través de documentos eclesiales
de recogida de diezmos, podemos comprobar que , mientras
que en Priego y el Castillo de Locubín los olivares
solían encuadrarse dentro del diezmo, en Alcalá y Carcabuey se
recogía la imposición a través de las minucias por la escasa importancia de su
producción y los pocos terrenos que se plantaban de olivares. Un
claro ejemplo es cualquier recuento de un año en las que las cifras
de los diezmos de la ganadería en cualquier
rama animal superaban con creces al conjunto de las minucias, en las que se
comprendía junto al aceite la miel, la caña, las hortalizas, los productos de
huerto, las habichuelas y una gama
muy heterogénea.
El carácter testimonial del olivo en el
término alcalaíno contrasta con
el de Alcaudete que poco a poco va progresando la
introducción de este cultivo. Así en Alcalá, conforme los viñedos viejos de los
alrededores de la ciudad se perdían y los solares de los barrios
antiguos se abandonaban en las faldas de la Mota y San Bartolomé, el
olivo aparecía distribuido sin control ni cuerda en los linderos o en medio de
las viñas. Lo mismo le acontecía a los Villares
y Valdepeñas en muchos de los pagos de las nuevas parcelaciones
agrarias que se otorgaban a los vecinos con motivo de las compensaciones
fiscales producidas por las medidas hacendísticas de los periodos de los
Austrias . Sin embargo, en Alcaudete, las fincas de
olivar se hacen más extensivas y se prodigan los molinos.
XVI Y XVII
El olivar no se desarrolló intensamente, en la comarca, salvo en
el Castillo de Locubín y Alcaudete; en su inmensa mayor parte, la población se
abastecía del aceite de los mercados de los pueblos cordobeses y jiennenses
de la Campiña Sur.
Prueba de ello
es la nueva ordenanza del vino y aceite que aprobó el cabildo alcalaíno en el
año 1603. Simplemente era una traslación de la normativa de la ciudad de Jaén,
realizada por don Pedro de Vera el 11 de enero de 1602. En ella se refleja
que la mayoría de los artículos, que hacen referencia al vino,
regulan todo tipo de sus actividades como el comercio, los corredores, los
controles, el almacenamiento y la vigilancia de los viñedos, mientras omiten
aspectos como la molienda y la venta de aceite en los molinos de aceite y , por
otro parte, estas normas reguladoras del olivar, en su mayor parte, aluden
a la villa del Castillo de Locubín e, incluso, ni recogen artículos aplicados
en la capital del Santo Reino donde la producción del aceite era mucho más
significativa.
Otro hacía referencia a los hurtos de aceitunas en costales y zurrones y
sus correspondientes castigos. Como la parte sur de esta comarca era una zona
de paso para los pueblos de los caminos de Levante( Noalejo, Guadix, Iznalloz y
Campillo) e, incluso, para Granada, Motril, y Málaga, se regulaba el paso de
los arrieros y de los comerciantes que traían el aceite de otros lugares
anteriormente mencionados.
De su aspecto de mercado, inferior a la producción vitivinícola,
y en posesión de los pequeños propietarios son las ordenanzas del siglo XVIII,
impidiendo que se comprara aceitunas al
por menor, que procedía de hurtos y obligando a traer cédulas de los alcaldes
ordinario indicando de donde procedía el fruto.
En el Castillo, unos años más tarde, en el 1628, los mayores
hacendados declararon todos sus bienes con el fin de conseguir la independencia
de Alcalá y , más tarde, para impedir la compra de ella por parte del Marqués
de los Trujillo, y en muchos de ellos se encuentran pequeños pagos de olivar
que no alcanzan la fanega de tierra en los sitios de la
Viñuelas, Picacho, Pozuelo, Hoya del Peñón, Picacho,
zonas junto al río y Camino de la Nava, Colmenillas, Pozuelo, Barrero,
Colmenero, Primaltos y el Batán . A veces, se encontraba
mezclado con el viñedo como fue el caso de dos aranzadas y viña en el
cerro de la Cogolla.
Por los pregones que se realizaban en las
ciudades que exportaban el aceite, se observa que
Alcaudete ya en el siglo XVI lo producía , pero los puntos más frecuentes de
los abastecedores de las tiendas de aceite de la fortaleza de la Mota y del
resto de la ciudad eran Martos, Torredonjimeno, Arjona, Lopera, Arjonilla,
Bujalance, Écija, Córdoba, Montilla, Aguilar, Castro,
Montemayor, Rambla, Lucena, Priego, Espejo y
Baena. Conforme nos acercamos al siglo XIX, Martos es el pueblo
regulador del mercado de todas ellas y exporta la mayor parte de
aceite a Alcalá. La distribución se llevaba a cabo mediante una subasta que
obligaba al mejor postor a tener a disposición de las tiendas de la
ciudad el aceite almacenado en sus bodegas con
un precio establecido previamente en la subasta, que generalmente difería entre
los meses de campaña y el resto del año.
A finales
del siglo XVII, en una declaración de bienes de los
propietarios alcalaínos y castilleros, se encuentran datos
importantes para toda la comarca Sur. Se confirma que el Castillo de Locubín y
Alcaudete poseían algunas extensiones de olivar en las mismas tierras que
principios de siglo, añadiendo a las anteriores pagos del
Castillo Paguillo en los ruedos del pueblo, como el Calvario,
Dornajo, Buenos Vinos, Zorrero, capellanía de Alonso Sánchez,
Lagunilla, Hornero, Cuesta del Roble, Cañada del Pozolín, Endrinal, Cruz de San
Roque, vadillo de Jaén, erilla el Collado, Muladar, la Zarza, Romero, Cerro de
la Postiga, Nacimiento del río, Redondal y Cañaverejo. Incluso, se
constata la presencia de un molino de aceite, propiedad de la hidalga alcalaína
doña María de Valenzuela y probablemente, uno de los molinos de don Bernardo de
Aranda en el caz del río.
Alcaudete debió
se importante, pues aparece, incluso, un escribano alcalaíno Juan Rodríguez de
Cebreros que poseía un cortijo de con mayor número
de tierras de olivar que de secano y un molino de aceite.
Curiosamente, ni un solo caso, se encuentra en Alcalá por lo que
respecta al olivar en ninguna tierra del mencionado registro,
salvo algunos topónimos que pueden hacer referencia al olivar
salvaje como el paraje de la Cornicabra y las propiedades de los
alcalaínos en el Castillo.
El mismo
anterior escribano refiere que posee una aranzada y media de olivar en
Valdepeñas, lo que nos demuestra la presencia del olivar en estas sierras. A
ello se añade que los diezmos también se imponen sobre el aceite.
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