A finales de siglo, entre 1581 y
en 1595, murieron su padre, sus hermano Melchor y Miguel. El hecho de no tener
descendencia y la fama adquirida en todo este tipo de obras que hemos
comentado, debió ahondar las diferencias entre ellos a la hora de repartir los
bienes heredados y, curiosamente, no se le citó ni siquiera en los testamentos
de sus familiares, pues no recibió bien ni dinero alguno, y eso que la herencia
de Miguel sobresalía por encima de lo normal de la época hasta tal punto que recompensó a todos los hermanos y
sobrinos con grandes cantidades sin mencionarlo ni siquiera.
Lázaro Gila ha datado en este periodo una obra suya en el
mes de mayo del año 1596 para el
En estos 1597, su prestigio y
fama fueron reconocidos por los diversos estamentos de la ciudad, pues se le
requirieron los servicios de supervisar y tasar la obra de otros artistas. Un
claro ejemplo de esta labor se encuentra con motivo de la tasación de los
ecudos y medallones realizados por Andrés de Ocampo para el palacio de Carlos V
en Granada.
En Alcalála Real , durante el reinado de Felipe II, se propagó mucho la devoción de san Blas, cuya imagen se hizo en los talleres de Pedro de Raxis en Granada.
Según una provisión real del 8 de agosto de 1595 y reflejada en una acta del Cabildo del 17 de enero de 1597, en la que se encargó la imagen de san Blas a Pedro de Raxis. Por los restos y el grabado conservado del museo de San Juan, la talla muy deteriorada y decapitada, ofrece restos del estofado y la elaboración de la familia de los Sardos, de estatura clásica y con el vestido episcopal, cae la capa sobre una túnica que refleja los pliegues y dragado en forma triangular ampulosa, propia del sobrino de Pablo de Rojas, de modo que insinúa que se hizo en su taller y tiene la influencia de las manos de los discípulos del maestro de Martínez Montañés.
En Alcalá
Según una provisión real del 8 de agosto de 1595 y reflejada en una acta del Cabildo del 17 de enero de 1597, en la que se encargó la imagen de san Blas a Pedro de Raxis. Por los restos y el grabado conservado del museo de San Juan, la talla muy deteriorada y decapitada, ofrece restos del estofado y la elaboración de la familia de los Sardos, de estatura clásica y con el vestido episcopal, cae la capa sobre una túnica que refleja los pliegues y dragado en forma triangular ampulosa, propia del sobrino de Pablo de Rojas, de modo que insinúa que se hizo en su taller y tiene la influencia de las manos de los discípulos del maestro de Martínez Montañés.
Años más tarde tuvo lugar una
más estrecha relación con el ensamblador Miguel Cano, padre de Alonso Cano, con
el que trabajó en varios retablos, entre ellos en el de Albolote y cuya
presencia es reconocida en los ensamblajes de las iglesias de Santa Escolástica, San Cecilio, San Ildefonso,
Santa Ana y San Bartolomé.
Estos retablos fueron proyectados entre los años 1600 y
1604, de clara tendencia posherreriana, y diseñados por Ambrosio de Vico.
Este arquitecto había acudido por los
años ochenta del siglo anterior a la ciudad natal de Pablo de Rojas,
interviniendo en varias obras fundamentales de la edilicia municipal: la
restauración de la muralla del Gabán y de la alcazaba; así como en el diseño
de obras religiosas como la capilla del
convento de San Francisco y en las trazas del cuerpo y presbiterio de la
Iglesia Mayor. Considerados sus
retablos por algunos críticos como
"secos de línea, desnudos y sin gracia", si embargo reflejan un
purismo arquitectónico basado en el
humanismo místico del momento, que daba pocas concesiones a lo anecdótico, y
claro ejemplo de la revisión clasicista y la escasez de medios económicos.
En estos retablos jugaban un
papel fundamental el dorado y la
policromía y en la pintura, como es lógico, en muchos de ellos no faltaba la
presencia del sobrino de Pablo de Rojas, Pedro de Raxis. Aunque predominan en
sus tableros la pintura sobre la escultura, el encasamiento central del primer piso suele ser completado con una
escultura o un relieve. Las figuras suelen ser pequeñas y, en los colores
abundaban los fríos. Salvo los dedicados a las figuras de santos como el de San
Bartolomé, en su mayoría aparece un crucificado en el segundo piso y en el
encasamiento central, obra de los pintores y, excepcionalmente, de escultura.
Sobre él, el Dios padre coronaba el dintel.
Suele compartir algunos retablos con su sobrino Gaviria el maestro
alcalaíno, pero Bernabé le sobresalía en la contratación de obras, como se
constata en los grupos centrales de Santa Ana, San Ildefonso e Íllora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario