CÍRCULO DE PABLO DE ROJAS
María Elena Gómez-Moreno:
Pablo de Rojas, nacido hacia 1560, trabajó en Granada entre 1581 y
1607, sin que se sepa la fecha de su muerte; colaboró en el citado retablo de
San Jerónimo e hizo numerosos retablos e imágenes, en que abandona las normas
italianizantes para inspirarse en la realidad, aunque manteniendo una gran
corrección anatómica. Sin ser Rojas un artista genial, tiene una simpática
sencillez y el extraordinario mérito de ser el verdadero padre de la escultura
andaluza, no sólo en Granada, sino en Sevilla, como maestro de toda una
generación, en la que descuella Montañés, en cuyo estilo se advierte siempre la
huella de su maestro. Él creó varios de los tipos de la imaginería andaluza,
popularizados luego por Montañés y los granadinos: el Crucifijo, la Purísima,
los santos Juanes. Sus crucifijos forman serie, con escasas variantes; siempre
muertos, con tres clavos, la caída sobre el hombre y el perizoma, muy sobrio de
pliegues, sujeto con un nudo.
Jorge Bernales:
...Siloé y sus continuadores
representan el primer instante, el germen motor
de la escuela escultórica granadina. El segundo momento, extinguido ese
grupo que se formó al calor de la persoalidad del artista castellano,
corresponde a un escultor, Pablo de Rojas, que será capaz de lograr la síntesis
del declive renacentista y el comienzo de una época en que la escultura se
enfrentaría a la realidad...
“Rojas es artista de indiscutible calidad por la emoción y naturalismo
que confiere a sus imágenes, y debe reconocerse su prestigio por estos
conceptos y no solamente por haber sido maestro de Juan Martínez Montañés”.
Domingo Sánchez Mesa:
En conclusión, de los autores
manieristas, tales como Isidoro de Villoldo, Diego de Pesquera, Jerónimo
Hernández y, en parte, Juan Bautista el Viejo, reciben o practican estos otros,
coomo Vázquez el Mozo, Gaspar Núñez Delgado, Andrés de Ocampo, y el mismo Juan
de Oviedo, un arte preocupado aún por la tradición clasicista pero tendente
hacia un naturalismo que triunfará tras la genial obra del propio Martínez
Montañés que, sobre ellos,y aún practicando un mesurado y contenido manierismo
de concepto, hará escultura propiamente barroca.
Y esta veta,
distinta y nueva, hay que buscarla- primero y ante todo- en su propia
genialidad de escultor, atento a los nuevos aires que la cultura artística
imponía, y después en su maestro, esa otra figura también rompedora con
humanismo heredado y que fue el alcalaíno Pablo de Rojas González.
Gallego
Burín y Henares Cuellar consideran que lo importante en
estos trabajos (los retablos de San Jerónimo, Albolote y Santa Isabel la Real)
como en otros trabajos suyos es la definición que hace de nuevos tipos
iconográficos (San Juan, Cristo en la Cruz, la Inmaculada etc...), lo que
supone además de toda una revalorización de la imagen devocional. Gallego Burín
así lo manifiesta:
“Componer fue para
él siempre difícil...pero cuando desprende estas figuras de los tableros y los
hace descender de lo alto de los retablos, estas figuras se animan, se
movilizan y se rellenan de sentido humano, porque lo que Rojas sentía era ese
valor de humanidad de sus tipos religiosos, a los que, por eso mismo,
necesitaba acariciar íntegramente, gozar por entero de su tercera dimensión,
recibir sus volúmenes y contemplarlos envueltos en luz”
Juan Jesús Guadalupe Muñoz, entroncándolo
dentro de la evolución de la escuela granadina con su precedente en el caudal
emotivo de gran expresividad del dolor de Diego de Siloé, dice: ...se
trata de un escultor(Pablo de Rojas)
de singular talento en el que se logra la plena valoración de figura exenta a
través de un innato sentido plástico, además de dejar configurados los tipos
iconográficos fundamentales de la imaginería barroca. Es de destacar su Jesús
de la Paciencia, excelente muestra de estos valores en la iconografía de la
flagelación. También el Cristo de los Favores parece derivar de modelos del
maestro alcalaíno”
Emilio Orozco:
Hemos de reconocer, pues, que no es
posible explicar plenamente la espiritualidad montañesina, sin contar con ese
ambiente artístico intelectual de Sevilla; pero también hemos de reconocer que
la escultura sevillana que le precede y convive con él no explica nada
importante de su arte, ni contribuye a su formación de escultor. Esto es lo que
el gran alcalaíno realizó en Granada, sobre todo, con su maestro Pablo de
Rojas. Querer explicar el arte de Montañés, sin contar con esa etapa de
formación, sería aún más absurdo que intentar explicar la pintura de Velázquez
sin tener en cuenta su etapa sevillana....En realidad, no creo sea atrevido
afirmar rotundamente que el verdadero creador de la imaginería del barroco
andaluz es Pablo de Rojas; el que, no de
forma aislada ni como creación aparte de inferior calidad artística, cultiva y
fija una serie de tipos iconográficos que con cambios y variantes se mantienen
en la generación inmediata.
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