Capítulo aparte y difícil de
investigar es la gran gama de obras que debió contratar para los pueblos de la
provincia granadina y otros lugares de la Andalucía Oriental. Está constatada
su presencia artística, al menos en obras atribuidas, en Priego, en Lucena, en
Antequera, Huétor Vega, Albolote, y pueblos de Almería,
En los últimos años de su vida,
poco a poco, Pablo de Rojas dio paso a la labor escultórica a su discípulo Bernabé de Gaviria, con el que las
iglesias, principalmente las de la provincia, contrataron muchas obras. Este es
el caso de la parroquia de Íllora que repite el conocido motivo de la
Encarnación. Curiosamente, el hecho de que no se haya podido afianzar la fecha
de su fallecimiento hasta hace unos años en torno al 1611, rechazaba algunas
atribuciones de los años comprendidos entre el 1608 hasta el 1613. Hoy con toda seguridad podemos asegurar que en 1611 ya había fallecido porque sus
sobrinos de Sevilla y de Alcalá acudieron a recoger la herencia de sus bienes
distribuida en unos cincuenta ducados a cada uno por esta fecha a Granada. Su
viuda doña Ana de Aguilar llevó a cabo la partición de bienes y el reparto de la
herencia entre todos sus sobrinos que acudieron a Granada y entre los
residentes en ella, que provenían en su mayor parte de sus cuñads Melchor y Nicolás.
Por eso, un nuevo replanteamiento nos permite
reconsiderar muchas obras atribuidas a su discípulo Bernabé de Gabiria como la
de los doce apóstoles de los intercolumnios de la girola de la catedral de
Granada, realizados entre los años 1612 y 1614: Pues deben ser atribuidos al
discípulo anteriormente mencionado, a Martín de Aranda y Alonso de Mena, como
lo hicieron algunos críticos, sin olvidar lo que manifestaron otros, que, sin embargo, ya intuían los
trazos de la impronta artística de Pablo de Rojas,- como Gallego Burín en la
figura de San Juan Bautista asemejándola a la de la parroquia del Zaidín-, o la
crítica de María Elena Gómez Moreno que hacía tan importante dicha obra, que
por sí sola revalorizaba a Bernabé de Gaviria. Por ello, compartimos el
criterio de Domingo Sánchez Mesa que debió ser una obra de Gaviria, aunque
Pablo de Rojas debió intervenir dando modelos o trabajando algunos de ellos,
pues le ocurrió el momento del fallecimiento. Y nos apoyamos en la amplitud de
volúmenes y desenvoltura de composición de las obras, lo que hoy día se ha ratificado en recientes publicaciones coordinadas por el profesor Lázaro Gila Medina.
En algunas imágenes, sobre todo,
los crucificados se percibe, al final de su vida, una evolución hacia un
modelado más naturalista, sin corona y más expresivo y dramático que el de la
Catedral de Granada. Claro representante de esta nueva variante son los
crucificados atribuidos de la antigua parroquia del Corpus Christi y el del Sagrario ( sin embargo, este último recientmente se le atribuye a Gaviria).
Incluso sus discípulos han asimilado este sentimiento trágico de concebir la
imagen del Crucificado como el del Convento de los Ángeles. Recientemente,
algunos autores le atribuyen el Cristo de la Salud, en la que participó en la
policomía su sobrino Pedro de Raxis. Con estas palabras desvela esta obra
anónima y desconocida el profesor Antonio Pérez Pineda:
"La obra se corresponde a una
etapa evolutiva de Rojas, en la que los rasgos de inflexión que caracterizan la
tipología reconocida de su estilo, acaban serenándose y haciéndose más
equilibrados....la armoniosa encarnadura del desnudo, resulta en los pálidos
matices más característicos de la paleta de Pedro de Raxis, el Viejo,
responsable de aplicar estofa a todas las esculturas del tallista alcalaíno(
Pablo de Rojas) es uno de los factores más distintivos y subyugantes de la
presente pieza”.
Entre sus epígonos, muchos críticos
consideran a Alonso de Mena como continuador de sus tipos de modo que su huella se
manifiesta en muchos temas. El profesor Bernales, incluso, refiere que debería
haber contactado con él algunos meses. Hoy día pude asegurarse que los últimos
años del maestro coincidieron con los del discípulo, pues hay que tener en
cuenta que Alonso de Mena nació en 1587, de familia de un tipógrafo granadino
que evidentemente lo puso en contacto con Pablo de Rojas que no murió hasta el
1611 Precismmente estos años fueron esenciales para su aprendizaje de Mena hasta que en 1604 probablemente estuvo con Andrés de Ocampo, pues desde los diez frecuentó otro taller que compartió obras de
Pablo que era del de Martín de Aranda.
Sin embargo, en este mundo tan interrelacionado de artistas, no es de
extrañar que se compartieran ideas y talleres a la hora de realizar obras
mancomunadas hasta tal punto que sus discípulos fácilmente convivieron unos con otros, cosa que nos hace comprensible que figuras del Crucificado como la de
la sacristía de la Catedral de Granada se le haya atribuido a Martínez
Montañés, cuando, de todos, es sabida la huella de los hermanos García, que a
su vez se verían influenciados por la gubia pablesca.
Todos ellos, miembros de la
escuela granadina, - Pablo de Rojas, los hermanos García, Bernabé de Gaviria y
Alonso de Mena, representan una primera etapa protobarroca con la que aún
perviven propuestas formales del manierismo bajorrenacentista y en la que estos
imagineros inician la escala del naturalismo. En Sevilla, con Juan Martínez Montañés,
el discípulo de Pablo de Rojas, se consiguen las cotas principales de este
impresionante naturalismo basado en una formación romanista y en su herencia
clásica.
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