LA HUELLA JIENNENSE EN LA CATEDRAL DE SEVILLA
La
Semana recogió hace un año la presencia de los artistas jiennenses en otros
lugares de España. En concreto, se centró en el entorno de la familia
castillera de Ginés Martínez de Aranda. También, constató la huella de su
sobrino Juan de Aranda Salazar en la parroquia del Sagrario de Sevilla y la del
cantero Juan Roldán. Viene esto a cuenta de un documento de las escribanías del
Castillo de Locubín de los primeros decenios del siglo XVII, donde se constata
que las distancias no significaban dificultades para los artistas en siglos
anteriores. En concreto, intervinieron el propio Ginés y su yerno Luís González
ante el escribano Francisco Fernández Cabrera, para firmar un documento de aval
y fianza en 17 de junio de 1619. Lo hizo el primero como vecino del
Castillo de Locubín, en cuya villa se encontraba por aquellas fechas. Y
curiosamente, aparecían, a la hora de la firma como avalistas de Luís González varios
miembros de la familia de Martínez de Aranda: el propio Ginés, su mujer María
de Morales, su yerno Luís González y su hijo Ginés Martínez de Aranda, viudo.
Pero lo interesante de aquel documento era la participación artística de Luís
en la catedral sevillana. No es de extrañar que este arquitecto, hijo del
maestro prieguense Alonso González,
interviniera en las obras de esta sede catedralicia. Pues, al amparo de la duquesa
de Sesa, había adquirido una notoria fama como maestro de cantería, avecindado
en Cabra y estando casado con la castillera María de Aranda, hija de Ginés.
Este había
concertado y asentado con la Santa Iglesia Mayor de Sevilla (la catedral)
en hacer una obra mayor de jaspe mediante una
escritura entre el canónigo obrero mayor
en
el trascoro, con estas palabras ."en dos mil cien ducados, que la dicha
obra es una tribuna a las espaldas del coro, en la forma de unas traza
fecha por Miguel de Zumárraga, maestro mayor de la Santa Iglesia Mayor de
Sevilla, que está firmada del dicho canónigo Salto, obrero de la dicha Santa Iglesia
, y el dicho Luís González., la cual se obligó en el plazo de cuatro meses, con
que se ha de labrar, acabar y sentar todo el jaspe que era menester para la
dicha traza y obra de la dicha tribuna, llevando por su cuenta el jaspe
colorado que fuera menester el propio Luís González para toda la cornisa
dela dicha obra de las canteras de la villa, de Cabra y así mismo toda la
piedra negra que fuera menester para la dicha obra puesto en ella a
su costa, cobrada y acabada para el dicho efecto; y la demás piedra, andamios y
pertrechos, cimbras y bronces y todos los demás materiales que para la
dicha obra fueran necesarios, e dándole toda la demás piedra que fuere
necesario que han de venir de Portugal, y Aracena , puesta en ella
ha de ser por cuenta de la dicha iglesia, en tiempo que el dicho Luís González
pueda cumplir e hacer la dicha obra dentro de los dicho cuatro meses".
En el plazo de los cuatro meses del mismo mes y año,
debieron estar abonadas las fianzas, porque, en el caso de que no se cumplieran
las bases, tenía que arrostrar con los daños y menoscabos. También, se
comprometía a labrar, bruñir y asentar el dicho jaspe en este periodo de cuatro
meses. y, conforme a las condiciones, acabar la obra conforme al criterio del
Cabildo Eclesiástico de la Santa Iglesia y a vista de los oficiales nombrados
por ella de acuerdo con las condiciones y capitulaciones firmadas por las
partes.
No debieron marchar muy bien las obras y
se interrumpieron en 1620, y permanecieron paradas durante un decenio, hasta
que se finalizaron en 1635. Otra muestra de la presencia artística jienense en
tierras de España.
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