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domingo, 9 de junio de 2019

EN SEMANA, JAÉN Y GRANADA EN JAÉN DE HOY.

LA HUELLA JIENNENSE EN LA CATEDRAL DE SEVILLA

        La Semana recogió hace un año la presencia de los artistas jiennenses en otros lugares de España. En concreto, se centró en el entorno de la familia castillera de Ginés Martínez de Aranda. También, constató la huella de su sobrino Juan de Aranda Salazar en la parroquia del Sagrario de Sevilla y la del cantero Juan Roldán. Viene esto a cuenta de un documento de las escribanías del Castillo de Locubín de los primeros decenios del siglo XVII, donde se constata que las distancias no significaban dificultades para los artistas en siglos anteriores. En concreto, intervinieron el propio Ginés y su yerno Luís González ante el escribano Francisco Fernández Cabrera, para firmar un documento de aval y fianza en 17 de junio de 1619. Lo hizo el primero como vecino del Castillo de Locubín, en cuya villa se encontraba por aquellas fechas. Y curiosamente, aparecían, a la hora de la firma como avalistas de Luís González varios miembros de la familia de Martínez de Aranda: el propio Ginés, su mujer María de Morales, su yerno Luís González y su hijo Ginés Martínez de Aranda, viudo. Pero lo interesante de aquel documento era la participación artística de Luís en la catedral sevillana. No es de extrañar que este arquitecto, hijo del maestro prieguense  Alonso González, interviniera en las obras de esta sede catedralicia. Pues, al amparo de la duquesa de Sesa, había adquirido una notoria fama como maestro de cantería, avecindado en Cabra y estando casado con la castillera María de Aranda, hija de Ginés.
 Este había concertado  y asentado con la Santa Iglesia Mayor de Sevilla (la catedral) en hacer  una  obra mayor de jaspe    mediante una escritura entre el canónigo obrero  mayor  en  el trascoro,  con estas palabras ."en dos mil cien ducados, que la dicha obra es una tribuna  a las espaldas del coro, en la forma de unas traza fecha  por Miguel de Zumárraga, maestro mayor de la Santa Iglesia Mayor de Sevilla, que está firmada del dicho canónigo Salto, obrero de la dicha Santa Iglesia , y el dicho Luís González., la cual se obligó en el plazo de cuatro meses, con que se ha de labrar, acabar y sentar todo el jaspe que era menester para la dicha traza y  obra de la dicha tribuna, llevando por su cuenta el jaspe colorado  que fuera menester el propio Luís González para toda la cornisa dela dicha obra de las canteras de la villa, de Cabra y así mismo  toda la piedra negra que fuera menester  para la dicha obra puesto en ella  a su costa, cobrada y acabada para el dicho efecto; y la demás piedra, andamios y pertrechos, cimbras y bronces y todos los demás materiales  que para la dicha obra fueran necesarios, e dándole toda la demás piedra que fuere necesario  que han de venir de Portugal, y Aracena , puesta en ella  ha de ser por cuenta de la dicha iglesia, en tiempo que el dicho Luís González pueda cumplir e hacer la dicha obra dentro de los dicho cuatro meses".
En el plazo de los cuatro meses del mismo mes y año, debieron estar abonadas las fianzas, porque, en el caso de que no se cumplieran las bases, tenía que arrostrar con los daños y menoscabos. También, se comprometía a labrar, bruñir y asentar el dicho jaspe en este periodo de cuatro meses. y, conforme a las condiciones, acabar la obra conforme al criterio del Cabildo Eclesiástico de la Santa Iglesia y a vista de los oficiales nombrados por ella de acuerdo con las condiciones y capitulaciones firmadas por las partes. 
No debieron marchar muy bien las obras y se interrumpieron en 1620, y permanecieron paradas durante un decenio, hasta que se finalizaron en 1635. Otra muestra de la presencia artística jienense en tierras de España.


  

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