Como muchos han estudiado, el oficio de los tintoreros se remonta al Antiguo Oriente, fueron famosos los tintoreros romanos, en la Edad Media de modo que cuentan que ", cierta desconfianza, algo que se agudizaría en la Europa medieval cristiana. Abundan fuentes que subrayan el carácter inquietante, si no diabólico, de un oficio prohibido a los clérigos y desaconsejado ‘al común de los creyentes’. Eso hacía que el tintorero siempre estuviera muy vigilado y marginado por competir con otros oficios como los curtidores en el empleo del agua, y con los mismos tejedores de paños, que comenzaban a abundar en la Alcalá la Real de mediados del siglo XVI. Eso no es óbilce que fuera objeto de ordenanzas y reglamentaciones, en donde se establecía su organización, enseñanza, derechos y obligaciones, además de una lista de colorantes permitidos y de los prohibidos. En estas ordenanzas gremiales se prohibían eñir una tela o trabajar con algunos colores si no se tenía licencia. Achacan con estas palabras estras restriccciones: "Esa estricta especialización de las actividades de teñido es una consecuencia más de la aversión bíblica por las mezclas, que impregna todo el medievo, tanto en los ámbitos teológico y simbólico como en la vida cotidiana y la cultura material. Mezclar, remover, fusionar, amalgamar son ‘actos’ que con frecuencia se consideran infernales, puesto que transgreden la naturaleza y el orden de las cosas impuesto por el Creador". No nos debe extrañar que este documento del noario alcalaíno que vamos a comentar, se contextualice en el hecho de que " los tintoreros fueron, hasta el siglo XVIII, artesanos reservados, misteriosos e inquietantes….Todos aquellos que se ven obligados a practicarlas debido a sus tareas profesionales (tintoreros, herreros, boticarios, alquimistas) despiertan desconfianza o son sospechosos de ‘hacer trampas’ con la materia.
Ante el escribano Pareja, se encuentra un documento relacionado con este oficio en seis de marzo de 1550- El tintorero alcaláino Diego Fernández de Baeza tenía arrendado del vecino de Alcaudete todo el tinte de esta ciudad por cierto tiempo que faltaban varios años. Es curioso que tenía asingado el tinte de todas las ropas de la ciudad de Alcalá la Real.
El litigio , cosa muy frecuente en estos oficio, redicó por el hecho de que se lo había dado a su yerno Francisco Fernández , y debía dar por nulo dicho arrendamiento y desistir de gozar el dicho oficio. Fiajaba la fecha a partir de Navidad para pagar el censo del arrendamiento y que vendiera una serie de ropas sacadas del dicho tinte hasta esa fecha para hacer frente al dicho corrido de censo por parte de su yerno o persona que delegare para pagar a Juan de Quesada.
Los tintes se solían hacer con productos, muchas veces importados, por eso no era de extrañar que estos enviaran a Sevilla para comprar dos productos mu apatecidos el pastel y el brasil (HERNÁN SÁNCHEZ, LEGAJO 4662. 1566, Poder al jurado Francisco de Molina, sevillano, para recoger en Sevilla estos productos).
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