LOS PRIMEROS LABRIEGOS DE SAN ISIDRO
Hemos escrito varios años sobre las Caserías, sus vecinos recogidos en
el Catastro de la Ensenada a mediados del siglo XVII, o los que vivían en el siglo XIX, cuando
Madoz trató sobre dicho partido. También, de la organización vecinal, al frente
de la cual estaba el cura capellán, algún que otro pedáneo y de la dispersión de cortijos en dicho lugar,
como variante de otras aldeas.
Remontándonos a principios del siglo XVIII, esta zona estaba formada
por un terreno medio encinar y labrado por varios cortijos, que se componían de
monte y, tenían también, mieses, viñedos y pocos olivos. Con un paisaje muy
diferente al actual, que es
principalmente monocultivo del olivar,
estaba atravesado por varios caminos importantes que pasaban por Alcalá
: el de Priego, el de Baena, el de la Fuente la Encina, y el de Alcaudete.
Por una lista de soldados del año 1719, hemos podido comprender que había diversas formas de llamar esta
zona, pues una veces como partido de las Caserías, se agrupaban otras como la Fuente la Encina, Puertollano y el
Villar.
Es interesante descubrir sus primeros vecinos que no eran otros sino
los labradores de cortijos de los grandes hidalgos o monasterios- monjas, sobre
todo- de Alcalá, a quienes se les había arrendado sus cortijos, y solían disponer de varios hijos, gañanes y
pastores que compartían la labor de la agricultura y de ganadería. Por fuentes
indirectas, los cortijos eran el Albarizas, Bermejo, Manuel Cano, Cañada Honda
(aunque algunos pertenecían al Fuente Álamo), Fuente el Allozo, Encinar.
Monjas, Pedregales casería de los Ramírez,
Fuente la Negra. Cortijo de Moya y Lagarillo.
Las familias más importantes son
las de Melchor de Alba, Francisco Rosillo, José de Frías, Juan Cano,
Manuel del Castillo, Miguel Rufián, Alonso García, Juan Palomino, Bernabé
Serrano, Manuel de Castro y Tomás de Vera, Juan Molina. Más tarde, a mediados
de siglo se incorporaron Los Ramírez,
Peñalver, Nieto. Aguilera, Díaz, Rosales, Moyano y Rodríguez.
Ellos reclamaron una asistencia espiritual para
poder oír misa, y, además un cura para que pudiera beneficiarse de las
capellanías y del cobro de las tercias al ser nombrado sobresaliente de la zona o partido. Por otro lado, la iglesia era
el núcleo, donde se reunían los vecinos para conocer las noticias y los bandos
de Alcalá sobre los más diversos temas. Esta ermita se fundó, a finales del siglo
XVII, en el lugar actual, ligada con la
familia de los Arjona, cuyo escudo está en la iglesia. Podemos constatarlo
porque tenemos nombramientos de capellanes desde el año 1731 en los Libros de
Cámara de la Iglesia Mayor Abacial, en el Archivo Parroquial de Santa María la
Mayor.
F. MARTIN
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