Introducción:
Los
tres poderes ( el municipal, representado por los regidores, el
gubernativo-judicial por los corregidores y el eclesiástico por los
abades) se conjugan en el municipio de Alcalá la Real y se intrerrelacionan en un
juego de intereses económicos, sociales y culturales que dan a lugar a un
proceso histórico de colaboraciones , subsidiariedad, enfrentamientos y demostración de la
independencia y de limitaciones de sus competencias. Unidos por el vínculo común de la Corona que les sirve de acicate,
tratan de afrontar objetivos de mantenimiento de la Institución.
Por su
parte, La Corona como promotor de todo ellos en su nombramiento, en el control
de su gestión y en su destitución, es el garante para el mantenimiento del
sistema en la época moderna. Con unos visos de autonomía local en el gobierno y
en el mantenimiento de fueros o privilegios, en la autoridad delegada de sus
corregidores y en las constituciones de sus sínodos, Alcalá mantendrá un
perfecto equilibrio entre los tres poderes, en el que tan sólo las
circunstancias económicas, sociales o los protagonismos de las personas que
ocupan los cargos, alterará en ocasiones la situación de tranquilidad.
En
tiempos del Abad Alonso de Mendoza es un claro reflejo de esta situación, donde
se mantiene una armonía entre el municipio, el poder judicial-gubernativo y el
eclesiástico.
ALONSO
DE MENDOZA
Su
nombre completo era don Alonso Lasso de Mendoza. Perteneciente a la familia de
los Mendozas que habían ejercido cargos públicos en la Corte. Su padre Luis Lasso de
Mendoza, señor de la Junquera, estaba relacionado con los miembros del
Infantado, que tanta importancia tuvo en la Corte de aquellos años y , aunque
murió a finales del siglo XVI, dejó el señorío, en la persona de su nieto y sobrino Luis Lasso de Mendoza. En
su testamento aparecen citados como albaceas testamentarios el duque del
Infantado, que representaba el Almirante de Castilla ,por estar casado con Ana
de Mendoza, y don Francisco de Mendoza, almirante de Aragón. [1]
El propio abad lo reconocía como señor que le había otorgado hasta ahora todas
las mercedes. Refiriéndose a su sucesor Luis de Mendoza dice " suplico a su Exª del duque tenga a en
la memoria las obligaciones que tiene de hacer md. a mi sobrino don Luis de
Mendoza y a los demás sucesores de su cassa honrándoles como los de la su EXª an hecho siempre". Su madre era Ana de Toledo, que provenía de
la familia de Pedro de Toledo, segundo duque de Alba, emparentado con el
Marqués de Villafranca, a través del matrimonio con su hija María de Osorio.
Uno de sus descendientes Francisco de Toledo, virrey del Perú, intervino con
otros juristas y religiosos como José de Acosta en la organización política,
social y cultural de Perú. Tuvo varias hermanas bajo su tutela : María e
Inés. A María de Mendoza, que aparece citada como María de Osorio en
algunas ocasiones mantuvo hasta el final
de su vida y fue enterrada en la misma capilla que el abad en la iglesia Mayor
abacial, concediéndole los réditos de los beneficios de Tortosa[2].
Murió en torno al año 1606 y fueron los administradores de sus bienes en
tierras de Guadalajara Alvaro de Santa Cruz y Pedro de Robledo.[3]
Su hijo era Luis Lasso de Mendoza y su hermana Catalina de Mendoza.
A la otra hermana suya , Inés de Mendoza,
casada con licenciado don Juan de Herrera, primer provisor y vicario, sólo convivió los
primeros años hasta su matrimonio y se vio inmerso en un pleito de la legítima de sus padres.[4]
y también otros dos nuevos , uno acerca
de una parte de la herencia del tío don
Pedro de Mendoza y otro por el beneficiado de la villa Tortossa, que le
administró durante varios años fray Marcos de Salazar, ministro de la Santísima
Trinidad de Valladolid, juez apostólico. A pesar que la mantuvo varios años
consigo y la alimentó, sin embargo con motivo del casamiento se produjeron
estos conflictos familiares de los que el abad no se consideraba deudor en
parte alguna en el momento de la muerte., porque " demás de averle pagado
a la dicha Sª doña Ynes de Mendoça mi hermana su legítima enteramenta con los
réditos de ellas, la he sustentado y alimentado muchos años gastando de mi
propia hacienda". Esto no fue óbice para que le guardara todas las alhajas
de su hermana María de Ossorio que la
había dejado heredera suya.
Poesía
los juros de heredad de la ciudad de Jerez y Écija, que se los donó a su
heredero Luis de Mendoza.
Educado
probablemente en la Universidad de Alcalá, residió en Madrid, se ordenó
sacerdote, estudió también en Roma y disfrutó desde el principio diversos
beneficios en la diócesis de Tortosa, trasladándose a la abadía de Valladolid,
donde residió muchos años la Corte. En Tortosa alcanzó el priorato y el beneficiado
por oposición y no por concesión real, lo que demuestra que debió participar en
competencia con otros hombres de cultura y de la Iglesia. En Roma, recibió de
su Santidad el título de abad de Valladolid. Mantuvo contactos comerciales con
hombres de negocios, sobre todo de la seda, en Valladolid como Pedro de
Valverde, mercader, Cristobal de Villagoméz [5] y don Pedro Gómez de Duero, o el licenciado
Alonso de Maluenda y Medrano [6];
también en Madrid, Jusepe Gómez, con
quien le vemos hipotecándole una cadena de oro. Con ellos hacía de valedor
de préstamos y recibía prendas a cambio como Ana de la Vega y Barrios, que le
depositó otra cadena de oro por precio de cuatro mil reales.
Se relacionó también con los hombres de la cultura, ya que por
aquel tiempo residían en la ciudad, importantes teólogos, humanistas y
juristas, debido a su importancia comercial y política. Así entre las obras que disponía en su biblioteca
la de José de Acosta, sacerdote de la Compañía de Jesús, hombre de gran talento y preocupado por la
evangelización del Nuevo Mundo, donde residió, regentando Colegios y
escribiendo tratados de evangelización a los nuevos pueblos. Uno de los libros
que se editaron durante la estancia del abad que coincidió con la de la Prepositura
de Acosta era libro De Novisssimis temporibus, que influyó mucho en las
personas de su tiempo, así como sus conocimientos de la historia natural que
había experimentado en tierras americanas.
Curiosamente
en el momento que la abadía de Valladolid se transforma en Obispado, se le
nombra abad de Alcalá la Real. La ciudad
recibe la noticia el día trece de junio de 1597 por medio de una carta del
señor recién nombrado abad, acordándose los preparativos de su recibimiento[7].
Aunque la cédula real provenía del diez de mayo de 1597, el se incorporó a la
abadía en el mes de julio, celebrándose fiestas de toros en su honor.
Fue su
administrador de todas las rentas de primicias, decimales y votos su secretario
Juan de Santamaría, beneficiado de Santo Domingo de Silos. El Colector General
de la Abadía fue Pedro Jiménez de Castillo que le administró las frutos que le
pertenecían por rata , y las libranzas tanto de Alcalá y Juan de Armijo
adminsitraba las rentas decimales de la villa de Priego y Carcabuey. Su
provisor, capellán perpetuo beneficiado ,presidente del cabildo eclesiástico y
vicario, recayó durante dieciséis años en Gutierre de Pineda,- anteriormente en
Juan de Herrera y Pedro de Moya-, que se lo trajo del arzobispado de Granada en
tiempos del arzobispo Pedro de Castro, donde ejercía el cargo de visitador. Sus
buenas maneras como puso de manifiesto en la negociación de los moriscos de
Priego, en quien se le encomendaron las peticiones de los regidores de Priego,
nos hace ver el interés del abad por su persona , a quien le pagaba además de
su salario el alquiler de la casa , donde vivía. Comisario de la Santa Cruzada,
Diego de Aranda; Miguel de Madrigal , secretario del Santo Oficio. Otros curas
eran los licenciados Antonio Blázquez, don Miguel Muñoz, Francisco de Moya,
don Pedro de Armijo, don Juan de Alvaro,
don Juan de Frías Ruiz, don Gaspar de Clavijo, Martín Ortiz de Zarate, y el
secretario del cabildo eclesiástico Gaspar de Montenegro. Eran beneficiados
Alonso Carrillo, el licenciado Rodrigo Torres y Juan de Villalobos.
El capellán del Cabildo era
Diego de Castro. Los párrocos de Santo Domingo de Silos y Santa María la Mayor:
Diego de Pareja Barrionuevo y Juan de Villalobos. Sus criados eran Cristobal y Bernardino
Suares que se encargaban de los recados, los abastecimientos y del pago de las deudas, completando el cuadro de
servicios una esclava, de nombre María[8]
y Luis, comprado a Diego López de Zúñiga y una muchacha, Isabel de San José,
que se hizo monja del Convento de la Trinidad a la que donó diez ducados y
alguna ropa.[9]
Así
como otros miembros de los Mendoza,
perteneció al Consejo de Su Majestad
Felipe III y debió estar
preparado por importantes universidades, donde obtuvo el título de doctor en
Teología,[10]ya
que su extensa biblioteca manifiesta conocimientos del mundo clásico tanto de
escritores importantes como le poeta Publio Virgilio Morón , aunque abunda los
tratados desde el punto de vista moral como las obras de Plutarco.
Su
muerte se celebró con honras fúnebres solemnes, tal como lo pidió en su
testamento, repartiendo sus enseres y
concediendo en sus mandas donativos para el luto de sus criados y para celebrar misas por su alma tanto en el
altar privilegiado de Nuestra Señora de las Mercedes de la Iglesia Mayor
Abacial como en el resto de iglesias y conventos de la abadía.[11]
La ciudad suspendió el veintitrés de junio de 1616 todas las fiestas, porque
" se encontraba muy malo".
El
mismo día testó legando todos los bienes a su sobrino Luis de Mendoza,
casado con doña Andréa de Tamayo Bonifaz (animales, juros, bienes muebles e
inmuebles además de una dote de veintemil ducados con motivo de su casamiento).
Hizo mención especial de un escritorio de Alemania y dos cuadros de San José y
de la Magadalena para la sobrina Andréa. Tan sólo a su otra sobrina Ana de
Mendoza, duquesa de Medina, dejó reservados mil ducados con motivo de su futuro
casamiento. Murió el día veintitrés y el día veintinueve los albaceas
alcalaínos y el alcalde Mayor, Juan de Peralta, abrieron su testamento junto
con el heredero universal Luis Lasso de Mendoza.[12]
Su
patrimonio mueble, un testimonio de un abad de su época.
Por el
inventario que realizaron los albaceas y su administrador Juan de Santa María, se pueden conocer los
bienes muebles, obras artísticas, librería y documentos de un abad. Son muy
ilustrativos para el estudio de la época y para la vida de un abad de
procedencia nobiliaria. Cualquier comparación con el inventario de personas
como regidores de aquel tiempo manifiesta una gran austeridad por parte del
abad, difiriendo de éstos en su mobiliario, objetos de valores e inmobiliario. El ajuar de plata se componía de vajilla de
23 platos pequeños, siete grandes, una fuente pequeña, dos salvillas con sus
armas, salero dorado con sus armas, azucarero, dos jarritos pequeños, una
pimentera, y dos escudillas; una
cubertería, compuesta de seis cucharas y una pequeña, otra grande y tres Frinchinas
(?); dos vinajeras de aceite y vinagre, un barquillo liso, una copa de pie
alto, un bernegal dorado, dos candeleros grandes, otros dos de plata de bujías,
otros dos , de pie alto, que servían en la Iglesia.
Como
objetos religiosos, una cruz lisa para el altar, un cáliz de plata con su
patena , dos vinajeras, dos escritorios de Alemania y una paletilla de
plata que se sirve a la misa. En la puerta, una tabla en forma de cancel.
Para
remediar el frío y la luz tenía cajas de velas grandes y pequeñas, también
cuatro braceros, algunos con su caja, cuatro calentadores, algunos de ellos
pertenecían a su hermana y dos esteras de paño; para sentarse, un taburetillo ,
cuando su hermana bordaba en los tres bastidores ( dos grandes y uno Pequeño);
para guardar enseres tres cofres, y cinco
arcas de pino ; el color carmesí era la espaldera de la silla; como
adorno de la casa, los cuadros de San Francisco con cubierta de tafetán verde ,
otro de Santa María Magdalena del mismo tafetán, otro de San Francisco de Pádua,
otro cuadro bordado de San Idelfonso, otro pequeño de Nuestra Señora pintado a
lo gitano , lo mismo que el del Nacimiento. También tenía un Agnus Dei,
guarnecido en plata con tres cadenitas. Para entrar en la casa una pilita de barro de agua bendita. Las sillas eran trece , cuatro de color negro ,
dos verdes y un taburete colchado eran sus asientos.
La
cocina se componía de dos ollas grandes y una pequeña
de cobre, tres cazos 8 dos grandes y uno
pequeño, dos sartenes, tres cacicos pequeños y una coladera, dos cazuelas con
sus coberteras, otra con dos asas, un almirez, cinco cubiletes, un acebe de
sacar agua de las tinajas con su cabo de hierro, dos cucharas y una paleta, dos
cuchillas viejas, un peso viejo, cuatro asadores chicos y grandes, una barra con sus dos caballos y con tres
garabatos, una caldera vieja, un rayo, dos parrillas, un hornillo con su hoja y
cobertera, un mortero grande de majar arroz, un tazón de masa y tablón de
cocina con sus bancos de nogal, dos tinajas para el agua, una mesa grande y dos
bancos y un cedazo y una escarpia con doce garabatos. Diecinueve tablas de
manteles, tres de estopa para muebles,
entre ellos el aparador , un banco con cuatro cajones, un frutero.
Su
dormitorio se componía de ocho colchones (ocho llenos y
uno vacío) y trece sábanas mediadas de ruán y medianillo, una cama de grana con
flecos de oro y de madera; una cama de jerquetilla de madera negra dorada; otra
de verano de madera dorada con su colgadura de seda y oro , otra sin colgadura; veintidós
colchones eran para los criados y veintiuna sábanas y once camas de cordeles;
cinco almohadas blancas, azules y
moradas- tres grandes y dos pequeñas, y los acericos. Tenía siete colchas, dos
sábanas medias, otras tres almohadas de Holanda. Tres cobertores blancos y dos
paños blancos de grana, dos varas de medianillo y una almilla de lo mismo.
Para
el aseo personal, una escobilla doce
toallas de punto real y de seda, y siete sin estrenar, dos peinadores y cuatro lavadores de manos.
Su
vestimenta interior disponía de once camisas, dos pares de calzones
blancos, dos pares de calcetas, dos pares de carpines, cuatro gabadores, siete
bonetillos blancos. En un cofre solía guardar un jubón viejo de pilote de seda
negra, unos calzones negros de pelo de camello viejos, una loba de seda negra
en punto de lana y corte de mucetas,
forrada de tafetán ,otra en raja negra, un mantillo de paño negro de Segovia
con el cuello de rizo un ferrezuelo negro, una sotana negra y el pelo de
camello forrada de bayesta, una ropilla de lana negra, ropa vieja de Picardía
forrada de borreguillos; en otra gaveta, una almilla de tela colorada, otra de
tela blanca, ropa de mantas viejas, media sotana de camino de pelo de camello
aforrada de bayeta morada; en otros cofres tres sotanas, varias lobas y algunos
vestidos, un misal con tablas doradas dos sobrepellices, un roquete de Holanda
con sus puntas y bordado, un cíngulo con
hilera con sus borlas, tres pares de dominguelos y como zapatos, una botas de caminos y unos
pantuflos negros.
Poseía
un estudio donde tenía cuatro bufetes de nogal y otro escritorio con pinceta de cerrar
cartas, un pebetero de plata, cuatro gavetas de papeles, cartas, misivas y
otras menudencias como manuscritos, bulas de nombramiento, libros escritos en blanco, tinteros, cajitas y
bolsas, otro bufete pequeños, una mesa de pino larga, catorce sillas ( once de
cuero y dos terciopelo viejas y otra de lo mismo en la Iglesia) . Allí tenía sus medicamentos naturales como
piedras bezares y diversos antojos. Un
espejo pequeño, un bufete pequeño taraceado, otro de nogal. Un pomo de cobre
para aguas de olores del buffet de su hermana.
Para
transportar sus enseres y los viajes, disponía de dos acémilas aparejadas de
enjalma ( especie de aparejo ligero),
una litera con cuatro coreanas de chamelote de aguas, con
su cubierta y sillas, una mula negra para llevar el agua con silla, freno y albarda, una mula parda
regalada en sillada, y enfrenada, cuatro
canastillos de mimbre para la lana, cajas de madera de pino con redoma de
cordobán,
Un
escabelillo, una tabla con dos bancos, seis alfombras dos piedras cuadradas de
jaspes, una azul y otras de Cantera blanca y para juego, una caja de ajedrez y otra de tablas
con su ajedrez, que estaba en casa de don Alfonso de Aranda.
La
labor mediadora del abad.
Fiel a su personalidad moderada y culta, el
Abad manifiesta a lo largo de la estancia alcalaína grandes dotes de su labor mediadora.
Partiendo de resoluciones puramente protocolarias dentro del clero, estableció
un acuerdo que resolvía el conflicto permanente que surgió a mediados de siglo
anterior entre el clero regular y secular mediante un concierto de prelaciones,
que debió zanjar lo que no venía previsto en las Constituciones Sinodales,
establecidas con anterioridad a la erección y fundación de los Conventos de San
Francisco de la Orden Tercera, de Santo Domingo, y de los Observantes. En el
conflicto medió el abad Guardiola de
Santa Fe y tras la aprobación de los distintos cabildos regulares y el
eclesiástico se zanjó el asunto con una orden del Abad el ocho de enero de
1602.[13]
La
difícil competencia de rangos y protocolos entre el estamento civil y
eclesiástico no generó conflictos
durante su período, como había sucedido en tiempos del Abad Maximiliano
de Austria o de otros anteriores, que la altivez de algunos caballeros y la
tozudez de los provisores y abades dió lugar a retirarse de actos públicos o a
renunciar a prebendas especiales, sino que su labor mediadora se manifestó
siempre cumpliendo con la norma consuetidunaria y respetando la autoridad civil
en su protagonismo cuando adquiría el rango de ciudad en celebraciones festivas
como el Corpus o en todas las fechas de feria señaladas de tabla. No obstante,
una procesión de Letanías, los asientos de las capillas Mayores y, sobre todo,
las fiestas del Corpus provocaron en el año 16l0 algunos roces entre su
provisor y los miembros del Cabildo por permitir la entrada de caballeros no
regidores en la Capilla de la Iglesia Mayor y en el orden protocolario de la
procesión, ya que el provisor asumió el rango del Abad, acompañándose de
algunas prerrogativas sólo permitidas a éstos. A pesar de iniciarse un auto
para fijar el protocolo e , incluso, no acudir a la invitación de la ciudad con
motivo de la fiesta de San Pedro, al final sus buenas maneras lograron
apaciguar los ánimos y establecer el protocolo de todo lo relacionado con dicha
fiesta, y , especialmente, con las Varas de Palio.[14]
Aún más, fiel a todo lo que significara la
promoción espiritual de los fieles y a perseverar en el bien de la "
respublica" dentro del ámbito material y espiritual, coadyuvó a su
cooperación y promoción. En su tiempo apoyó el nuevo patronazgo de San Blas por
las enfermedades del garrotillo y no escatimó esfuerzos en su cooperación
espiritual con motivo de la peste para que " la misericordia de Dios
librara a nuestro pueblo del azote de la peste", que venía ocasionada
" por los muchos pecados de los mortales".[15]
No obstante, todavía se percibía el conflicto entre los caballeros hijodalgos y
los representantes de la ciudad , como se manifiesta en la fiesta de San
Sebastián que, invitados por el abad, llegaron a renunciar su asistencia a
pesar de ser una fiesta patronal y en aquel año con más razón por ser año de
nieves y aguas.[16]
No
obstante, no era fácil a veces mantener los equilibrios entre el sector
municipal- regidores y jurados-, los habitantes de la población, envueltos en
nuevos intereses comerciales, alejados de la fortaleza de la Mota, como centro
dinamizador, y la propia iglesia en su deseo de expandir su influencia en otros
lugares de la población. Claro ejemplo
de este difícil equilibrio es la fundación de nuevos conventos y ermitas,
provocando el traslado del centro
militar de la Mota a la nueva ciudad.
Tanto los munícipes muy preocupados en mantener sus privilegios por las nuevas
imposiciones de la Corona como la propia iglesia se resistieron a nuevos
impulsos de la nueva realidad urbanística: mantenimiento del control económico
con el desarrollo de la actividad comercial en la Mota y en los arrabales-, el
pósito, el peso de la harina, las tiendas, el nuevo Palacio de Justicia, la
renovación de las murallas, el mantenimiento de todos los servicios y fiestas
en la plaza; y, por parte de la iglesia, el mantenimiento de la iglesia mayor y
el palacio abacial amén de la fortaleza militar. Sin embargo, aquella ciudad
puramente burocrática contrasta con la nueva ciudad comercial a lo largo de la
calle Real y el nuevo arrabal de la Iglesia de la Veracruz. Por eso no es de
extrañar que, en este tiempo, resurja el deseo de algunos vecinos de convertir
en parroquia dicha ermita- por estar despoblada la parroquia de Santa María la
Mayor e, incluso, la de Santo Domingo de Silos. Y el abad, comparta con la
ciudad los planteamientos de los regidores en dicho pleito, abandonando los
intereses particulares y tratando de hacer justicia. A veces, como en el año
1602, la licencia de una pila bautismal dio lugar a antiguos pleitos , pues no
coincidían los fines religiosos de evangelización con los del Cabildo.[17]
Sin embargo, en otras ocasiones, los miembros del Cabildo se ven obligados a
pleitear por el traslado de las monjas de Encarnación al Llanillo, solicitando la ayuda del propio
abad. Este interviene promulgando la
excomunión de las monjas domínicas y curiosamente el propio cabildo que, al principio, había mantenido posturas intrasigentes
solicita la
desexcomunión de las monjas.[18]
Las
propias monjas hacen gestiones con el Hospital del Dulce Nombre de Jesús, que
les dan a cambio de la obra labrada un
solar de Alonso Ballartas; por el mes de diciembre el propio abad concede la
licencia. Varios censos cubren todos los gastos para afrontar la operación.
Venden las casas de la Mota a Francisco de Córdoba.[19]
Algo
parecido ocurre en Priego en el nacimiento de nuevas órdenes, que molestaban a
los intereses de anteriores órdenes religiosas como sucedió con la fundación del Convento de San Agustín y la
Hospedería.
En el
año 1599, tuvo lugar un conflicto entre los beneficiados y los feligreses que
incluso la ciudad debió intervenir por la subida del estipendio de los
enterramientos. Como es lógico el abad no podía dar la razón a sus feligreses y
hubo que buscarse un mediador del asunto. Para ello, en primer lugar , se
dirigen los regidores comisarios al abad para que"le den cuenta de este
negocio y pidan de parte de la ciudad a
S. Sª dé orden, como esto no se haga, y cumplan las Constituciones Sinodales,
puesto que no se puede alterar sin consentimiento de la Ciudad[20]".
El pretexto radicaba en un conflicto personal con motivo de un entierro de la
mujer del regidor don Miguel de Ortega hasta tal punto que ,debido a la
situación de los pobres, transcendió al resto de la población. Además los
miembros del cabildo se basaban en que las Constituciones habían sido aprobadas
y proveídas por el Corregidor y la Ciudad en 1542. Como no hubo acuerdo, se
acudió al Obispo de Jaén para que mediara en este conflicto. En el año 1600,
por mayo, ya se han elevado las diligencias al obispo de Jaén.[21]
Sin
embargo, fueron los primeros años, cuando el desajuste entre los dos cabildos
pudo alcanzar el grado de máxima tensión, como en el año 1603 con motivo de la
procesión de Letanías que se trasladó al Convento de la Trinidad y en ella el
clero marginó de sus prerrogativas a los miembros del Ayuntamiento. El asunto
debió llegar a la violencia hasta tal punto que debió mediar el propio abad,
impidiendo la misa que se debía celebrar tras la procesión y realizando
simplemente una oración. El cabildo del seis de mayo de dicho año se hace eco y
solicita al propio abada que rectifique
la conducta de sus clérigos. [22]
El tres de junio se asienta el acuerdo entre los dos cabildos , porque "no
se entendiese que las cabeças , eclesiástica y seglar, andaban con
diferencias". En el año 1612, los excesos de su provisor renacieron las
diferencias de protocolos por los asientos en la capilla Mayor. No queriendo
desligitimarlo el propio abad, media en el conflicto y les reponde con la
diplomacia típica de la autoridad de Mendoza " pesa mucho que su
indisposición tenga parte para que el
provsor hubiese hecho esto a la ciudad". Y logra que " se guarde la
concordia"[23]
En lo
social, intervino con sus buenas maneras en el conflicto de los moriscos. No
llegaban ni a siete familias que pagaban la farda y muchos ligados como
esclavos a caballeros de la localidad.
El propio Abad mantenía tres esclavos; a alguno de ellos le concedió la
libertad en su muerte. Aunque era un grupo reducido en la localidad de Alcalá
la Real, dedicado al comercio, ubicado en la Plaza alta de la Mota, algunos
esclavos beréberes y a las hilanderas de seda, sin embargo, siempre que las
circunstancias se le ofrecieron prestó sus servicios, escribiendo y rogando a
la Corona la permanencia de aquellos
moriscos que habían sido vejados por la orden del Comisario de la Expulsión.
Entre los pleitos más destacados sobre moriscos, intervino en el de Melchor de
Góngora y en el de Andrés de Mendoza y su mujer Isabel de Leiva, ateniéndose a
una cédula real que permitía la estancia en tierra española a todos los que
hubieran manifestado su renuncia al islam y se habían convertido al cristianismo. Para ello se valió de los
servicios de su provisor Gutierre de Pineda, ofreciendo las declaraciones de
testigos de los párrocos, priores del convento y de los sacerdotes que
habían podido constatar las
prácticas religiosas de los nuevos
cristianos, aún más, envió una carta al Rey ,en la que se exponía la situación acerca de las dudas sobre los distintos tipos
de moriscos que podían verse afectados y no estaba clara la decisión a tomar,
pidiendo por ellos, a lo que el Rey le respondió entre otras cosas lo siguiente
: " El Rey. Don Alonso de Mendoza, abbad de la Iglesia colegial de Alcalá
la Real entre otras dudas que se han
ofrecido con ocasión del bando , que he mandado publicar para que se les
espelan los moriscos de Andalucía reino
de granada e murcia se me a propuesto una sobre lo que se deve facer con los
moriscos con los moriscos descendientes de los que se conbirtieron antes de que se consiguiese la reducción
general , de su propia boluntad, y no concurrieron en la rebelión del reyno de granada y en
particular de los que se han tratado
como cristianos biejos en la lengua en el ábito y en los actos de religión
confesando y comulgando , dejando
aniversarios y otras memorias pías y que se an mezclado con cristianos biejos e
apartándose de los del reino de granada
y no forman secta" . A lo que contesta Felipe III. " e querido adbertiros y encargaros y
mandaros como lo hago que, habiendo examinado
y parecido con particular diligencia y cuidado los que por concurrir en ellos
las dichas calidades , se an de quedar en vuestra diocesis, envíes una
rrelación al Marqués de San Germán para que los reserve, que le he
ordenado lo que en esto deve facer y vos haréis el dicho examen de tal manera que no aya fraude ni engaño
como lo confío de buestro mucho celo del serbicio de Dios y mío". La carta
se recibió el nueve de enero de 1611 y surtió sus efectos.
De ahí
que, cuando se le ofrecieron las circunstancias, recogiendo las palabras del
Rey, llevó a cabo la correspondiente muestra de testimonio y reconocimiento de
la cristiandad de los moriscos
convertidos. Así lo hizo con la mencionada familia de Melchor de Góngora y con
la de Andrés de Mendoza y su mujer Isabel de Leiva, ambos emparentados o
descendientes de cristianos viejos, a los que el comisario local había aplicado
la orden de expulsión. Una vez realizado
el testimonio de su provisor, el
párroco de Santo Domingo y de la Iglesia Mayor, de capellanes afamados como el
del cabildo Diego de Castro, el prior
del convento de Santo Domingo y algún que otro seglar, no se abstenía de
decretar la petición de favor como se manifiestan en estas palabras:" En cumplimiento con lo que por su carta su Magestad me manda y confirmándome con lo
que otros prelados de estos reinos hacen
y han fecho acerca de la expulsión de los moriscos que no an merecido goçar de
la md. de S. Magtad. que por su segunda cédula concedió e aprobación de los moriscos que la merecieron , no aviendo jamás
consentido en des servicio del Rey
nuestro Señor con falta de las obligaciones de la religión cristiana, cumpliendo lo que otros cristianos biejos cumplen de ordinario,
añadiendo algunas otras debuciones en su
sinificación de su ánimo pío y cristiano= digo que los que en esta
información se contiene deverán aver goçado de la begninigad de S. Magtad por quanto
fueron tales quales arriba está dicho de
los que la goçaron , lo que no pudo ser por la diligencia y puntualidad con que
el corregidor de la ciudad procedió en lo que primero le fue mandado y ansí
mesmo parece deben ser restituido a la tierra de donde fueron escluidos y , no
solamente, por equidad, pero creo salvo error, pareçer que es obligación
cristiana el restituirlos por el riesgo que corren con los que en tierras de
moros maltratados dellos y sin sustancia
ninguna de bibir y ansi non se pondrá en riesgo de apostasía y lo firmo de
nombre en Alcalá la real a nuebe de Julio de mil e seiscientos y diez. El abbad
de Alcalá ". Es verdad que luego regresaron por medios , a veces, ilícitos, en el caso de
Andrés de Mendoza, que debió estar ligado con el regidor y depositario general
Francisco de Herrera. Sin embargo, tras el intento de la última deportación y
encarcelamiento, debido a intereses oscuros de delaciones y denuncias, debieron
pesar los testimonios del abad para que el fallo de la audiencia se conformara
con el criterio del Abad.
De
mayor importancia hay que señalar en la villa de Priego su intervención por
medio de su provisor. Ante la orden de expulsión, envió la misma carta para
auxiliar y logró salvar a todos los moriscos que procedían de la villa de
Montefrío después de su conquista por los
Reyes Católicos. Y su gestión alcanzó sus frutos en la Corte, pues el Rey
dispuso que se eximieran de l bando de la expulsión los moriscos de Priego por
ser privilegiados. Desgraciadamente, el
rey Felipe III concedió la exención ya
tarde, porque cuando llegó el correo estaban a punto de ser embarcados en la
ciudad de Málaga.
Por un
primer momento y gracias a los buenos oficios del alcaíde morisco Juan Cabecera
que junto con otros dos regidores se habían salvado, la intervención del
provisor y vicario del abad Gutierre de
Pineda consiguió que regresaran a su tierra el 23 de febrero de 1610. Sin
embargo, el 22 de marzo del 1611, un nuevo edicto, que trataba de descubrir los
casos ficticios, llevó a cabo la expulsión de todos los moriscos , que se
completó con una nueva remisión de 352 personas del Barrio de la morería el
tres de junio del mismo año en el mes de agosto.[24]
Esto supuso la pérdida de alrededor de tres mil personas que se dieron de baja
del padrón del Marquesado de Priego.
En
Alcalá, por el contrario, no debió tener mucha incidencia la última medida por
el escaso número de moriscos, ya cristianizados, salvo los pleitos en los que
litigaron el comisario enviado y los dos más notables que hemos comentado. No
obstante, tuvo repercusión en la ciudad los desórdenes causados y el terror que ocasionaron en muchas familias
como manifestaron muchos testigos con motivo del pleito de Melchor de Góngora,
donde intervinieron las declaraciones del alcaíde Gamboa, sacerdotes afamados,
y gran número de regidores.[25]
Uno de
los conflictos que ocupó a los regidores fue el pleito contra los Zamoranos, en
el que se dilucidaba la influencia de los caballeros, provenientes de los
antiguos conquistadores de la ciudad, en el nombramiento de cargos y en algunas
prebendas como la alcaldía, -en más de una ocasión ante la situación de pleito
continuado,- el cabildo tratará de solicitar la intervención del abad en su
acción mediadora. No se quería aceptar el advenimiento de nuevas capas
enriquecidas por el comercio en la asunción de los puestos privilegiados y la
Corona que estaba abierta a estas nuevas circunstancias, daba lugar a que los
privilegios y fueros de la ciudad se enfrentaban a los generales. Por eso, se
le requirió que diera su veredicto para evitar complicados gastos que conlleva
la ciudad, metida en estos pleitos de hidalguía.[26]
La
relación con los corregidores no debió causar muchos problemas al Abad, porque
no se observan conflicto de intereses entre los dos representantes de la corona
en distintos ordenes. Tan sólo es digno de destacar que en 1613 todo el cabildo
eclesiástico no aceptaba la vuelta del alcalde mayor , Basilio Alonso de
Suárez, y reunido en el Claustro, por cierto, delante la entrada de la Puerta
Sur y en la Capilla del Deán, acordaba otorgar poder a Andrés Palacios y a
Miguel de Orozco, procurador de la Real Chancillería " ante la noticia de
que Basilio Alonso Suárez, alcalde mayor de esta ciudad que había sido
restituido", aludiendo a que no habían tenido paz y quietud en el
orden eclesiástico y en su mal gobierno " lo ha trastornado y de ella han
emanado altercados". Entre ellos, destaca uno , en el que se enfrentó con
varios capellanes, obligándoles a ir
presos en la cárcel y violentándolos.[27]
En los mismos términos, se expresa el Cabildo municipal , solicitando su
retirada ante el corregidor , que lo
mantiene, aceptando su dimisión, que luego reconsideraría y volvería de nuevo
con el veredicto aprobatorio de la Chancillería. [28]
La muerte de Felipe II, la entronización
del nuevo Rey, la instauración del alferazgo de la alcaldía de Alcalá y la
colaboración en las fiestas de tabla manifiestan su respeto por las
instituciones, mostrando su disposición en el mantenimiento de las costumbres y
la bendición de todo este tipo de actos. Así en las ceremonias de alzar el
pendón siempre debían recibir la bendición para poder continuar los otros
protocolos.O en los logros del ayuntamiento que se produjeron con motivo de la
reducción de los cincuenta mil ducados de las alcabalas sirvieron para que el
propio abad los celebrara con toda la población en el año 1616.Para ello ordenó
una procesióngeneral : "por el buen suceso que ha tenido y espera tener
mediante las rogativas y fiestas que por el Sr. Abad se an hecho y a pedimento
de ella en los demás conventos"[29]
Su
labor asistencial y colaboradora
Algunos
momentos de su gobierno abacial fueron bastante difíciles por el
desabastecimiento de la población, causado sobre todo por las malas cosechas y
los malos tiempos que acontecieron a finales del siglo XVI y principios del
siglo XVII. A ello se añadió la peste que incidió en muchos pueblos comarcanos
y las contínuas sacas de trigo destinadas a las galeras de la Armada Real. El
Abad siempre manifestó su colaboración ante las medidas de requerimiento de la
ciudad, enviando partidas de su trigo o el de los beneficiados a ciudades
cercanas como la de Granada, o contribuyendo a cubrir las faltas de trigo para
paliar el desabastecimiento de la población sin entrar en conflictos que a
veces algunos beneficiados entablaron con el Cabildo alcalaíno. Nada más entrar
en su sede se le requirió por parte del cabildo en el día siete de julio de
1597 y así lo manifiesta este acuerdo : " vayan los regidores Pedro de
Pineda y Juan de Arjona y vean al señor Abbad para pedirle trigo de su pósito
para proveimiento de los pobres y respública de la ciudad".Las fechas se
repiten en el treinta y uno de agosto de 1598, donde se solicita " que se
able con el sr. Abad y con los beneficiados para que den trigo", ya que
hubo necesidad de recoger hasta el trigo que correspondía a las dos partes de
la Capilla Real de Granada, de las tercias, fábricas y beneficiados.. Sobre
todo, las premáticas real fueron las que más influían en su actitud
colaboradora, como el trece de noviembre de 1597 para recabar aprovisionamiento
de trigo para las galeras de Su Majestad.[30].
A su muerte son varios los deudores de trigo y dinero, destacando caballeros
hidalgos y regidores como don Francisco de cabrera, don Gutierre de Argüello,
don Pedro Serrano , don Pedro de Pineda , don Fernando de Cabrera o labradores.
En otras ocasiones, prestaba a particulares para casos de medicina o botica
como a Pedro Jimémez de Castilla para el pago del boticario Sebastián de
Quesada.[31]
También avalaba pleitos, préstamos como en el caso de los escribanos Alonso
Sánchez y Alonso de León. Estas acciones se extendían a todas las clases
sociales como en las distintas ciudades y villas de la Abadía. Así no era de
extrañar que el arriero Andrés de Campo se le prestara en Priego una carga de
trigo e incluso sin recaudo o al vecino de Frailes Andrés Martín. Las mayores sumas se manifiestan en los conventos
como el de la Santísima Trinidad con una deuda de cincuenta fanegas.[32]
Ministriles, licenciados, escribanos, dispenseros, zapateros y todo tipo de
oficios aparecen en su larga nómina, incluso su propio provisor Gutierre de
Pineda. Muy significativa es el préstamo de cuatrocientos ducados al señor
corregidor don Pedro Carrillo de Mendoza.[33]
Algunos datos depósito de alguna deuda como la de doña Ana de Leiva nos ilustra
del valor de los objetos. Así Ana de Leiva le debía cien reales por Un Cristo
de oro que tenía su administrador en depósito o el caso de la delicada ropa de
soplillo valorada en cincuenta reales.
Con
motivo de la peste de 1600, su labor se mostrará organizando rogativas y misas
:En el catorce de julio de dicho ordenó
un novenario en la iglesia mayor
y en todos los conventos por "los remedios así espirituales como
materiales", ya que en Alcalá no había afectado. La razón era clara porque
para los hombres de aquellos tiempos se
había extendido " por nuestros pecados el azote que Dios nos mandado de la
Peste".
Conocedor
de la importancia de la reorganización urbanística de la fortaleza, no podrá
impedimento alguno con motivo del ensanche y nueva plaza de la ciudad
fortificada, dando la licencia a la ciudad para que se pudieran vender las
casas del Hospital de los Monteses, ya que significaba revitalizar aquel lugar
que comenzaba a decaer. [34]
El Hospital se componía, según la tasación del síndico, se componía de una
tienda lata, una casa que lindaba con los escritorios, otra tienda que lindaba
con el Mesón, que también pertenecía al Hospital.[35]
Sin
embargo no acaba ahí su función, sino que se mostraba su actitud asistencial en
la concesión de préstamos , como pone de manifiesto la siguiente manda:
"Ítem declaro que muchas personas desta ciudad me deven algunas deudas
assí de dineros como de trigo, las quales no quiero nombrar aquí porque
de algunos de ellos tengo cédulas y de otros prendas y porque de todo tiene
memorial el dicho Licenciado Juan de Santa María, me rremito a él y mando que todas las deudas se cobren y se hagan
cuerpo de bienes".
El
cuidado de los enfermos se realizaba en el Hospital del la Caridad, dependiente
de la institución abacial que en estos años reorganizó sus servicios y unificó
con el de la Santa Veracruz, a donde acudían los pobres y transeúnte,
aumentando sus bienes de fincas y censos con los que pudo soportar la carga de
su economía.
La
cabecera de comarca daba lugar a situaciones difíciles en el aspecto económico
que estallarán en años posteriores. Por eso el abad se adelantó en solicitar
que se le eximiera de una de las dos partes de las dos partes a las que estaba
obligada la Abadía de Alcalá la Real con la Capilla Real de Granada. Para ello
el propio cabildo municipal apoyó la iniciativa en el año 1607.[36]
La
cultura en tiempos del Abad Alonso de
Mendoza.
La
mayoría de la población se hallaba sumida en el analfabetismo, como demuestra
que muchos soldados tuvieron que alistarse en la milicia de estos sectores . No
obstante, la ciudad mantenía una Colegio de Niños, que impartía las primeras
letras y cuentas a los niños de la población[37];
También el propio abad y el cabildo,
preocupados por una mayor formación de
los habitantes de la comarca, renuevan el contrato de un Preceptor de
Gramática, que le enseñará a los jóvenes la formación latina y moral tan
necesaria para la educación de la población, porque los hijos de muchos caballeros
emigraban a otras poblaciones a estudiar dichos estudios. En manos del abad
estaba el control de la contratación de una persona tan influyente en la
formación de los jóvenes y se comprueba en la contratación del preceptor del
año 1598 : "comunicándolo con su Sª el Sr. Abad para que examinándole hallándole ydonio para
ello y aprovándolo su Sª se le asentase el salario que esta ciudad suele dar y
esto hiço y su Sª lo examinó y aprobó y ansí començo a leer desde quince días
del presente mes"[38].
El acuerdo del diecisiete de agosto de 1599 obligaba al pago dieciocho mil
maravedís y medio cahiz de trigo por
parte del abad y dieciocho mil por el ayuntamiento. Son varios los acuerdos
entre las dos instituciones en los que se comprometen a sufragar los gastos de mantenimiento del profesor así
como el alquiler de la vivienda, obligándole a residir en la fortaleza de la
Mota. Fueron profesores de Gramática ,
Bernardo de Espés, Esteban de Villegas, Antonio Blázquez, presbítero, ligado a
una familia famosa de escribanos, Pedro de Ayala, Luis de Prados,
Francisco de Villalta, Espinosa, y otros provenientes de ciudades importantes como
Antequera, Granada y Córdoba, donde se acudía para recabar informes a la hora
de contratarlos para la ciudad.
Algunos años de la primera
decena del siglo diecisiete seimpartieron las clases en el Convento de San
Francisco, porque solicitaron a la ciudad y al abad para que les librara de la
pobreza y, al mismo tiempo, como una oferta de sus clérigos a la población; no
debió tener mucho éxito la iniciativa que de nuevo volvió al control de los
estamentos anteriores ante las quejas de los vecinos. La cantidad en la que participa la abadía ascendía a doce
mil maravedís, mientras el resto lo sufragaba el Cabildo .
Una
iniciativa del regidor Pedro Veneroso,que ocupó todo el año 1603 y 1694, a
saber, la creación de un Colegio de la Compañía de Jesús, no llegó a plasmarse
a pesar de los esfuerzos de los dos cabildos, el eclesiástico y el civil,[39]
El propio abada apoyó la
iniciativa de los regidores y escribió una carta que decía : "Lo que a
v.mds. podría responder a lo escrito, es que beso las manos a su Señoría, y en
lo que se me propone de procurar que vengan aquí los Padres de la Compañía de
Jesús, siendo cosa que yo e mobido y deseado mucho, así no podré de dejar de
acudir a ellay en lo que la Iglesia aia ministros de esta ciudad para buena
enseñanza decostumbres e Letras no abrá que rrepara, que con eso e , si pudiere
ser más, se acudirá al Collegio si se fundare . Ela Abad Alonso de
Mendoza.".[40]
También, dentro de esta faceta,
hay que señalar que cinco jóvenes
disfruten del beneficiado de la Universidad de Baeza, aunque a veces se
llegara a conflictos por la necesidad de trigo en la ciudad, como en el año 1598
y se tuviera que recoger el trigo de este beneficio para alimento.[41] No era extraño tampoco que algunos regidores y caballeros de
la ciudad tuvieran un alto grado de intelectualidad como Antonio de Gamboa y
Luis Alfonso de Aranda, en los que se percibe esa pasión de la romanidad,
manifestada en la búsqueda arqueológica e histórica del origen de la ciudad de
la Ciudad dentro de la tradición grecorromana. Este último debió mantener
buenas relaciones con el abad con el que mantenía incluso relaciones
comerciales.[42]
Como buen humanista era perfecto
conocedor del latín y griego. Conservaba manuscritos, cuando escribe en su
inventario que poseía " un libro de mano
con letra antigua". Así en su biblioteca aparece la obra de
Virgilio con sus comentarios, las obras de Luciano de Samosata y la Moral de
Plutarco dentro del mundo de los clásicos o de los nuevos escritores
renacentistas de lengua castellana como Antonio de Nebrija cuyo Tratado
sobre los cincuenta lugares de la escritura y un libro Sobre la Exposición de los psalmos pertenecían a su biblioteca particular. Tampoco
olvidaba en sus estante la presencia de los renacentistas europeos relacionados
con la península como Erasmo de Rotterdan de quien había escogido como obra
predilecta Los Adagios y también
disponía de una edición de todas sus obras en nueve tomos.. o Abundan los
tratados de patrística, de pastoral y teológicos.
La Biblia está recogida en su estantes con un
cuerpo del Tesoro de la Biblia y un
cuerpo del Génesis; en comentarios como Alussiones del Nuevo Testamento al Viejo
de Gaspar de Salcedo, en Sobre la
Biblia y la glosa ordinaria de
Nicolás de Lira ( seis tomos) y en Comentarios sobre los cinco libros de
Moisés de Cayetano ; de Guillelmo Pepino
Exposición sobre el Exodo y sobre los siete salmos; abundan los libros salmísticos como Sobre el Salterio de Juan Bautista
Mantuano; un Apéndice del Salterio en cuatro lenguas, Sobre el Salterio de San Jerónimo, y otro Incógnito sobre los
Psalmos, y Sobre los salmos de Agustino Esteuco y de Titielman. Alejandro de Alés Sobre los Salmos. Felipe de Greve Sobre el salterio de
David. Historia de Caín de Tomé de
Bío. Ysitio sobre el Levítico , Comentarios sobre Isaías. La Historia de
Josué de Andrea Massio (i v.);
Comentarios sobre Oseas , de León de
Castro. De Tetelmann, contemporáneo
de Erasmo Sobre Job. Palabras
de Salomón de Cayetano; Comentarios sobre el Eclesiasasaaaastés.y Gaspar Graffar tés y Comentarios sobre los profetas.
Adentrándose
en el Nuevo Testamento poseía una
obra general Sobre los evangelistas y Epístolas de San Pablo de Theophilacto.[43] o la de Pablo de Palacios Sobre los santos evangelios. y la de Juan
de Granada Sobre las palabras del evangelio. El epistolario comprendía
Sobre las Epístolas de San Pablo, de fray Domingo de Soto famoso teólogo
domínico español; Nicolás Grande Sobre la epístola de San Pablo a los hebreos .
Varios tratadistas comprendían la bibliografía sobre los evangelistas. De
San Juan, Miguel de Palacios Sobre el
evangelio de San Juan ; de San Mateo, don Francisco de Toledo otra obra del
mismo título; Genealogía de Nuestra Señora sobre San Mateo; Sobre San Mateo,
de Pheros, y Sermones sobre el
evangelio de San Mateo, de San
Isidoro de Sevilla; de San Marcos, Comentaria sobre San Marcos. De San Lucas, un libro sobre este evangelista.
Muy específico es el tratado sobre los evangelios de la resurrección y pasión.
Completan el elenco neotestamentario el tratado sobre los actos de los
apóstoles de Juan Enrico o El misterio sobre los doce capítulos de los
actos de los apóstoles de Juan Osme.
Sobre el apocalipsis de Ribera. O
los dos libros de Comentarios de Pereira.
Dentro de la patrística, abundan las obras
con seis cuerpos o volúmenes de Ystoria de los Santos Padres ,
las obras de San Cipriano con adiciones ( probablemente se encontrarían De
unitate ecclesiae, De lapsis y De exhortatione martyrii)[44]
San
Gerónimo se encuentra muy representado no solo con su Salterio sino también con
La Sagrada Escritura en nueve
volúmenes y Sobre la Elepción
apostólica. Las obras de los padres de la Iglesia Griega como San Eusebio,
San Basilio, San Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa eran conocidas por el
abad.[45]
A esto hay que añadir la obra de San Ambrosio y la de San Juan Crisóstomo en
cinco tomos. La Escuela de Alejandría debió ser estudiada en los libros de
Clemente de Alejandría.
Los
dogmas se hallan entre sus libros con tres cuerpos de pergamino acerca de la
Santísima Trinidad del Abad Ruperto.
Muy
preocupado por las nuevas corrientes que se apartaban de la iglesia católica
con la reforma de Lutero, las herejías y el mundo de la predestinación, abundan
los tratados antiguos como los modernos sobre esta temática. Aparece entre
otros el religioso neerlandés Pedro Canisio cuya obra se divulgó bastante a
finales del siglo XVI con su Catecismo doctrinae christianae, es un
claro exponente de esta corriente al ser
portavoz del catolicismo frente al protestantismo en los paises del Centro de
Europa. Autores como Alfonso de Castro, considerado como el iniciador del
derecho penal de España, está representado en su biblioteca con su obra Adversus
omnes haereses, en la que defendía la tesis la necesidad de defender el
castigo contra los herejes para defender la unidad religiosa.[46]
De Epifanio poseía Contra las ochenta
herejías. O todas las obras sobre el Adamisco.
E, incluso dos libros sobre Orígenes.
En la misma línea jansenista que se iniciaba por el momento está Francisco de
Cartagena con su tratado De
predestinación. Muy en consonancia con los tiempos que trataban de
interpretar las profecías y prodigios que acontecían como los plomos de
Sacromonte, temblores de tierra , efectos solares , según aparece en el libro
de Henríquez de la Jorquera, era el libro de su Biblioteca, de Juan de Orozco
Covarrubias Tratado de la verdadera y
falsa profecía.
Poseía
dos Sumas Teológicas, una de Cayetano y otra de Armijo.
Aparecen
obras de escritores coetáneos extranjeros como Cornelio Jansenio, partidario de
los agustinos en su disputa con los jesuitas, escribió una obra juvenil que
debió leer el Abad Mendoza, titulada Sobre los santos, - cosa que
manifiesta su preparación en los temas antes de que surgiera la corriente del
jansenismo y la reforma preparada por el jansenismo.
Prácticamente
disponía de toda la obra de Santo Tomás con dieciséis tomos de libros.
También
son frecuentes los escritores españoles
de su época
Entre los teólogos y juristas españoles, lo mismo aparecen el
Tostado, con su obra básica lo
Destacamos al Padre Suárez con sus Comentarios, las Disputas, y A
cerca de la Compañía . Martín
Martínez con sus Questiones
Teologales Navarrete que escribió una serie de Trenos.
O manuales como el Soto de Justicia. De iure. La obra de San
Gregorio Magno estaba representada por la Biblioteca de los Santos Padres.
Conocedor
y participante en sínodos y cónclaves eclesiásticas por sus conocimientos
teológicos, aparecen en sus estanterías libros y tratados sobre concilios,
sobre todo, el Concilio de Trento. De Fernando de Mendoza se encuentra en su
biblioteca De la Confirmación del
Concilio Iliberitano. Dos actiones del
Concilio Provincial de Toledo en dos libros pequeños, el segundo tomo sobre
los Concilios Generales. O Sobre el
Concilio Tridentino de Fray Domingo de Soto. Una edición del Concilio de Trento. O la obra de Francisco de Sosa sobre La Nueva
Constitución de Clemente Papa Octavo. Otro Concilio Tridentino.
En un
tiempo que la devoción Mariana se desarrolló con gran intensidad con la defensa
del futuro dogma de la Inmaculada Concepción, cuyos defensores se encontraban
entre los teólogos y obispos de Granada y Sevilla, sobre todo el arzobispo
Pedro de Castro con el que compartió el veredicto de los plomos de Sacromonte,
no podían faltar tratados ni imágenes de María. Ya sabemos que fue uno de los
patronos de la advocación de las mercedes en el altar privilegiado. Sus
estantes estaban repletos de obras marianas. Desde la tradición patrística como
La vida de Nuestra Señora recopilada
de varios padres hasta anónimas como
Las Meditaciones de vida de Nuestra Señora y Sermones de Nuestra Señora por
todas las festividades ,pasando por Las alabanzas de Nuestra Señora de Federico Neusseo....
También era conocedor de los místicos
extranjeros y españoles. Entre sus libros se encontraban las Obras
Espirituales de fray Alonso de
Orozco [47]
o La luz del alma cristiana de
Fray Felipe de Meneses. Anónimo como Libro para alegrar el alma. Don
Antonio de Guevara con el libro Monte
Calvario.
Autores
como Ruperto, Hugo de San Vitor ( tres volúmenes), Irineo con cinco libros,
Theo Philato , San Theodoreto ( dos volúmenes) la Lection de Fray Francisco de Soto[48],
Fray Martín de Roa con sus Lugares
singulares, de Agustino Esteuco, Pedro Lombardo sobre Sentencias. La Orden del Mundo de
Jacobo Salomon. Fray Vicente Justiniano un tratado Sobre las imágenes de Santa Catalina de Siena.
Las Obras de Aurelio Agustino. Francisco de Cefiro Explicación de
diversos lugares. Obras de Flaminio. Juan Martín Sobre los divinos nombres.
Sobre la liturgia de la Iglesia un manual de
los Ritos,
y libros de enciclopedia
religiosa como Vocabulario religioso. Calendario perpetuo del breviario romano.
Abecedario espiritual en su tercera edición en cinco libros. Tabla del
Calendario romano. Manuel de confesar. confesar de Doctor Navarro. Indulgencia de Medina.
Breviario romano.
Medina. Genealogía de gentiles, varones y mujeres de la Santa
Escritura.
Abundan
los libros de pastoral como Sermones
de las Alabanzas de Fray Roberto, Sermones
de Rosario, Sermones de Quaresma, de
Gaspar Sánchez., Del modo de oír confesiones de Martín de Frías. Juan de Orozco de
Covarruvias Oficios propios de los Santos. Las semblemas. Libro pequeño de
sermones. Discurso de la virtud de la paciencia. Conciliación de lugares
dificultosos de Fray Marcos de Cámara. Sermones de León Pontífice. Pedro Menzón Homelias sobre
los evangelios.
Para
consulta disponía de un diccionario de Berlingau en tres tomos. Tratado de
guardar o descubrir el secreto de Fray domingo de Soto. El Tratado sacerdotal
de Nicolás.
Gerónimo
Regio Sobre la elección de los Obispados.
Libros
exóticos se encuentra en el tratado de las gentes septentrionales de Olao
Magno.
Su
obra religiosa.
Como
muchas personas de su época participaba de las creencias supersticiosas, por
eso no era extraño encontrarle en su despacho cajas de antojos, se
proporcionaba de medicamentos o de alquimias como la piedra
bezar, hierbas medicinales ya que debería estar enfermo del estómago. Varias medallas
de santos, del Sumo Pontífice de plata, oro y ébano eran sus reliquias.
Por su
amplia formación religiosa se le llamó a la sesión de sentencia de los plomos
del Sacro Monte, donde acudió como juez que aprobó en primer lugar la veracidad de todas aquellas
reliquias y documentos que iban apareciendo en el Monte del Valparaíso y en la
Torre Turpedana, participando en la solemne función en la que se proclamaron su
veracidad. A pesar de descubrirse posteriormente, no era de extrañar que el
abad se viera enrolado por la curiosidad
que había despertado entre los humanistas el afán por los elementos
arqueológicos y la ligazón de las culturas hasta fundamentarlas en la
civilización grecolatina. Los historiadores de la abadía recogen este momento
del veredicto, entre ellos, Manuel Trujillo del que entresacamos los siguientes
párrafos: " In nomine D.N. Jesu-Christi: Nos Don
Pedro de Castro por la gracia de
Dios, y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Granada, del Consejo del Rey,
nuestro Señor, con consejo y asenso de los R.P. don Juan de Fonseca, Obispo de
Guadix, del Consejo de S.M. comprovincial y sufragáneo nuestro, y don Sebastian
Quintero, Obispo de Galipoli, y don Alonso de Mendoza, Abad de Alcalá la Real;
habiendo tratado de las Reliquias que en el año del Nacimiento de nuestro
Salvador Jesucristo de mil quinientos ochenta y ocho se hallaron, derribando la
Torre antiquísima en esta santa Iglesia, y otras en el año mil quinientos
noventa y cinco en el monte que llaman de Valparaíso, cerca de esta Ciudad, el
conocimiento y aprobación de las quales
no pertenece por derecho, y por especial comisión de nuestro Santo Padre
Clemente VIII, visto este proceso y todas las informaciones, averiguaciones y
diligencias en él hechas y habiendo habido consejo y deliberación con Varones
muy doctos,píos y teólogos, y de otras facultades que con Nos congregamos, y
todo lo demás que fue necesario, verse convino= Fallamos de un mismo parecer y
asenso, en que fueron conformes, que debemos declarar, declaramos, definimos y
pronunciamos las dichas Reliquias en este proceso contenidas, conviene a saber:
la mitad del paño de nuestra Señora la Gloriosa Virgen María limpió las
lágrimas de su Hijo Redentor, y el hueso de San Estevan Protomartir, ser y que
son verdaderamente el medio Paño de nuestra Señora, y el hueso del ProtoMartir
San Esteban, y por haber estado ocultadas, cerradas y guardadas dentro de una
pared de la Torre antiquísima, que estaba edificada en el sitio donde se
edifica la Iglesia Mayor de esta Ciudad, metidas en una Caxa de plomo vetinada
por dentro y fuera, dentro en la Caxa
una Carta de pergamino antiquísimo, en
el qual refiere Patricio Sacerdote que estaban allí las dichas reliquias, y que
él las escondió por mandato de San Cecilio, y se halló todo dentro de la dicha
Caxa de plomo en el año 1588 Sábado día de San Josef en diez y nueve de Marzo,
deshaciendo y derribando la dicha Torre: asimismo declaramos, difinimos y
pronunciamos los huesos, cenizas y polvo, y la masa blanca que en el año 95 hallaron dentro de las
Cabernas del dicho Monte que llaman Valparaíso, ser verdaderamente Reliquias de
Santos Mártires, que gozan y reynan con
Dios nuestro Señor en el Cielo, conviene a
saber:el de los Santos Mártires San Cecilio, San Hiscio; San Tesifón,
Discípulos del Bienaventurado Apóstol Santiago el Cebedeo, y de San Septentrio
y Patricio, Discípulos de San Cecilio, y de San Turillo, Panuncio, Maronio,
Centulio, Discípulos de San Tesifón, y las de San Mesiton; y los dichos Santo
Cecilio, Hiscio y San Resifón, y juntamente con ellos sus Discípulos, y San
Mesiton haber padecido martirio quemados vivos dentro de las Cuebas y Cabernas
del Monte por JesuChristo, nuestro Redentor, y por su santa Fe católica, y por
la predicación y publicación del SantoEvangelio, en el año segundo del Imperio
de Nerón, San Cecilio y sus Discípulos en las Calendas de Febrero, San Hiscio y
su discípulos en las Calendas de Marzo, quemados como cuando las piedras se
vuelven cal, y San Tesifón y sus Discípulos en las Calendas de Abril, como lo
dicen y muestran quatro láminas de plomo antiquísimas, escritas en lengua
latina, con antiquísimos caracteres y
otros instrumentos de Plomo, También antiquisimo, que todo ha estado cerrado y
ocultado dentro de dichas Cabernas hasta agora que lo hallamos en el dicho año
del 95, y parece resulta y se averigua por este proceso, y lo ha mostrado y
comprobado Dios nuestro Señor por muchos milagros, en consecuencia de lo qual,
declaramos dichas Reliquias verdaderas de nuestra Señora, y de los dichos
Martyres, según la Iglesia Católica Romana acostumbra a venerar las Reliquias
de los santos, y deben ser expuestas públicamente al Pueblo cristiano, y así
todos los Fieles para tal efecto, y que puedan invocarlos. Y nos con los aquí
así las recibimos y mandamos que se pongan y se coloquen en guarda y custodia y
lugar muy decente a nuestro parecer, o del Reverendísimo Arzobispo que fuere de esta Santa Iglesia; y
asimismo declaramos dicho lugar y Monte del Valparaíso, en las Cabernas del
qual padecieron martirio todos los dichos Santos, ser lugar Santo y Sagrado, y
debe ser venerado y homrado como las dichas láminas lo mandan en memoria de los
Santos que padecieron martirio en él, y tener prerrogativas que da el derecho y
los Sacros Canones a lo tales lugares sagrados, y mandamos que en todo se
guarde y por esta nuestra parte nuestra sentencia así lo pronunciamos, mandamos
y firmamos de nuestro nombre, y sellamos con nuestro Sello pendiente= Petrus de
Castro, Archiepiscopus Granatensis= Joannes, Episcopus Guadix subscripsi= Los
Señores de la Audiencia y Chancillería Real de S.M. que reside en esta Ciudad,
que nos hallamos presentes nombrados por su Señoría el Señor Arzobispo lo
subscribimos y firmamos",a continuación aparece la firmas diversos cabildos de la Santas Iglesias Catedrales y monasterios. El treinta de abril
de 1600, entregó el arzobispo d Granada la sentencia al tesorero de la catedral
para que la leyera en el púlpito tras cantar el evangelio y decir el sermón
durante la Misa Pontifical, estando presente el abad Alonso de Mendoza, los
obispos de Guadix y Gallipoli , todo el cabildo catedralicio, el presidente de
la Chancillería d Granada, el corregidor y la Justicia, el alcalde don Iñigo de
Mendoza,, caballeros de las órdenes, y gran número de público.[49]
Por
aquel tiempo, estaba extendida la
devoción a la Verónica, como lo demuestra el medallero de su inventario. Este
se completa con las cruces de Caravaca y del Romano Pontífice. También La
devoción de San Blas la protegió como lo demuestra la acta de cabildo , en la
que se lleva a cabo la procesión del
traslado de la imagen de Raxis a la nueva ermita "el dicho abad dixo que
se holgaba en ocasión tan justa y que así haría que se hiciese la
procesión que convenía , y que oy en
adelante se haría guardar y hacerse cono se debía a tan gran santo y visto por
esta ciudad la dicha relación acordó e mandó que día del Señor San Blas se haga la fiesta con solemnidad que conviene, yendo
a la procesión esta ciudad como cuales
las demás que tiene acordado y se ponga en la tabla por
este efecto"[50]
Fue
devoto, sobre todo, del Angel de la
Guarda, en cuyo honor instituyó una
capilla en la Iglesia Mayor a mano izquierda, en la nave del evangelio, junto a
la de Nuestra Señora de las Mercedes, dotada de un cortijo de ciento quince
fanegas de tierra con una casa de teja y
de unas casas principales que
lindaban en la Calancha junto a los Palacios Abaciales.[51]
La proveyó de todo tipo de ornamentos de platas ( fuente de plata, cáliz y patena dorados, candeleros de plata de pie
alto y una cruz de plata lisa, todos signados con las armas de su escudo), un
terno con casulla, dalmática, frontal y frontaleras, estola y manípulo, todo de
raso de la China blanco, bordado de oro y seda de matices, regalo de su sobrino
don Luis de Mendoza, un frontal y frontaleras de brocatel de dos colores y un
par de manteles ricos y otros ordinarios, dos bolsas de corporales ( una
bordada y otra de tela blanca con dos corporales de oro y matices, dos pares de tela blanca, y
otros dos blancos, unos guarnecidos y otros blancos) dos roquetes y unos manteles para el altar. Además donó
una alfombra de colores colorada y amarilla. Encargó de ellos al sacristán de
la Iglesia Mayor para que se pudieran prestar con motivo de funciones de
Iglesia, siempre que los requiriera el abad. Estaba destinada la capellanía a
tres capellanes, que en el testamento se amplió a uno más que recayó en Benito
Carrión. En 1613 hizo una donación de
dos mil ducados para labrarla.
Las
fiestas de agosto, dedicadas a Nuestra Señora de la Asunción, asumirán en su
mandato una devoción especial a la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes,
creando una esclavitud y hermandad, al frente de la cual podrá un
mayordomo don Alonso de Méndez, que se
convertirá en una de las mayores receptoras de mandas, censos, fincas y
donaciones, al mismo tiempo que su capilla se verá adornada con un nuevo
retablo, obra del ensamblista alcalaíno Sánchez Montañés, cuadros y una nueva lámpara. Andrés Díaz participará en
la ejecución de las andas, con las que colaboró el propio abad con un donativo
de cincuenta ducados. Así dice una de las mandas testamentarias: " Ítem
mando a la Cappª de nra. sra de las mds. veinte ducados para aiuda de las andas
que se están haciendo".Sin embargo, lo importante de aquella fiesta es su
transformación en una fiesta religiosa, organizada por el clero, a la que la
ciudad va a delegar todas las competencias hasta tal punto que tan sólo una
libranza anual del presupuesto para los mayordomos será la obligación de los
comisarios, que trasladarán las actividades festivas de toros y cañas a las
fechas apropiadas para el desarrollo de la caballería. Al final de sus años, la
fiesta se instituirá en la tabla de fiestas ordinarias.[52]
Continuando
la labor de los anteriores abades prosiguió la fábrica de la nueva Iglesia
Mayor, en cuyo tiempo derribó la iglesia gótica antigua y comenzó la cabecera
de la capilla mayor así como la bóveda de toda la nave central bajo la
dirección de Ginés Martínez de Aranda , las trazas de Alonso de Vico y la
ejecución de Francisco Gutiérrez, maestro de albañilería y cantería[53].
Para llevar a cabo la obra, se vendieron tres celemines de tierra en Fuente
Álamo. [54]
El cabildo del once de noviembre de 1613
manifiesta que se han recibido dos provisiones para continuar la
obra.Por el cinco de junio del año 1615 prosiguieron las obras con grandes
problemas de financiación, acudiéndose de nuevo a la Corona para que se le
concediera una nueva tasación.
El
convento de las Monjas Domínicas, el de San Francisco y el de Consolación
recibieron un fuerte impulso en su construcción. Todos ellos recibieron varias limosnas a
petición del ayuntamiento para la renovación de la iglesia, convento o en obras
menores. Destaca en el año 1602, la provisión Real que concedió al Convento de San Francisco cuatro mil
quinientos ducados con el arrendamiento de las tierras de la Nava el Trillo y
la Fuente el Gato. Importante fue en su tiempo todo lo relacionado con la
propagación del culto de la Virgen de las Mercedes. En su altar se levantó un
nuevo retablo de la traza de Ginés Martínez de Aranda y ejecutado por Juan Sánchez Montañés. Muchos
objetos procesionales y de adornos de la capilla tuvieron lugar en aquellos
años gracias a las donaciones de muchos devotos, extendiéndose la creencia de
sus milagros: la lámpara, las andas, el cielo del palio. Hubo necesidad de
administrarla por medio de un mayordomo que recayó en Alonso Méndez de
Contreras, que recogió gran número de censos así como rescate de cautivos.
También
participó del fervor mariano de la Limpia Concepción, que se expandía desde la
ciudad de Granada, y juntamente con el Cabildo
de la ciudad , el cuatro de
Septiembre de 1615, se promulgó el día
de la Inmaculada Concepción como fiesta
ordinaria, llena de esplendor y con una gran cantidad de manifestaciones de
luminarias, toros y ceremonias religiosas.[55] Por eso no es de extrañar que en Alcalá se
celebrarán fiestas de rogativas, no tan
numerosas como en Granada, con motivo de un libelo que apareció insultante a la
Virgen María. Incluso se escribió por parte del cabildo a Su Santida en el
cabildo del cinco de mayo de 1615, encargando para ello al padre guardián de
San Francisco y además intervenga el propio abad.
En su
tiempo, las cofradías volvieron a renacer de la situación creada con motivo de
la reestructuración de Felipe II que pretendía eliminar y suprimir las que no
tuvieran gastos de beneficencia. Un nuevo auge se dieron a la Cofradía de la
Veracruz, que se convertirá en penitencial por la nueva advocación del Cristo
de la Columna y se ampliará con obras de cementerio y hospital; también, nació
la del Dulce Nombre de Jesús, que
contratará el estandarte al bordador Andrés Díaz,[56].y
la de la Oración del Huerto. Renacen otras como la de San Sebastián, la de la
Virgen de la Caridad, que labrará capilla y hospital propio en el año 1602, la
de San Juan, de San Marcos y la Antigua.
Las
iglesias rurales, así como las del extrarradio comenzaron a surgir o
acrecentarse :en Frailes con Santa Lucía ,y
San José en la Rábita y se acrecentó el culto en Santa Ana y San Miguel en Charilla, donde va tener una
gran labor reconstructora. Y la ampliación de la parroquia del Castillo por la
parte de la sacristía[57].
En el casco alcalaíno la ermita
de San Blas, la de la Santa Caridad, el monasterio de la Encarnación y el del
Rosario, continuándose las obras en Consolación y en San Francisco y San Marcos
y la reconstrucción de la iglesia de San Juan.[58]
Abundaron
las obras artísticas de conventos, iglesias y ermitas gracias a los artistas alcalaínos de la familia sardo-raxis
como el retablo de Santa Ana, la imagen de San Blas y la de Santiago Apóstol,
la de San Roque con motivo de la peste,[59]
los retablos de Santa Ana y las nuevas imágenes de las cofradías penitenciales.
Se observa que comienzan a venir artistas de fuera , sobre todo, en las artes
menores como la plata, el bordado y la rejería. Dejando aparte a los Raxis
y Montañés en el bordado, en esta labor
destaca el aprisco del coro de la iglesia Mayor ,realizado por Miguel de Moral.[60]
Un platero granadino llamado Fernando
Ortiz y el bordador Andrés Díaz
elaborarán muchos objetos y prendas de las distintas ciudades de la abadía.
Sirva como ejemplo el contrato del siete
de junio de 1603, en el que se compromete el propio abad con dicho platero para
una serie de objetos de plata de la Iglesia del Castillo y de la de San Pedro ( cruces, navetas,
incensarios y crismas).[61]
CONCLUSIONES
En el
difícl equilibrio que mantenían los dos estamentos, civil y religiosos de la
ciudad, el Abad Alonso de Mendoza manifiesta una mediación tanto en el orden
espiritual como material, aunque en algunos momentos surgieron los desajustes y
diferencias personales por los intereses de los integrantes de cada uno de
ello. No son razones que actualmente se puedan considerar de importancia. Sin
embargo, para aquella época, tan vinculada a la defensa de privilegios
particulares y de ciudad, era lógico que su labor mediadora a veces surgieron
desaveniencias que trató en cualquier momento de limar con su arte
contemporanizador. Supo elegir a provisores de un buen arte de la negociación
como Juan de Herrera, Pedro de Moya, y , sobre todo, al provisor Gutierre de
Pineda.
Su
labor de pastor debió destacar en los sermones ya que no hubo necesidad de
contratar a predicadores de Granada en las distintas ocasiones que se
presentaron, como para las honras fúnebres con motivo de la muerte de la Reina.
Tuvo la difícil tares de transformar a una iglesia que procedía de un periodo
anterior a Trento en una nueva iglesia siguiendo las directrices del Concilio.
Como
buen teólogo, preparó el terreno para las futuras Constituciones; está claro que su formación humanística y
cultural, imbuída de la cultura de las grandes Universidades, colaboró en el
fomento de la enseñanza, y como miembro
de la familia de los Mendozas, fue
dadivoso con nuestra localidad al crear una capellanía que sirvió de
precedente para los posteriores abades en beneficio de los capellanes.
Como
buen Mendoza, no solían intervenir en los asuntos de intereses, manifestando una austeridad en sus
formas y una gran formación teológica, que sirvió de base para los futuros
cabildos abaciales.
Francisco
Martín Rosales.
EL
ABAD DON ALONSO DE MENDOZA
Francisco
Martín Rosales.
Centro
de Estudios Históricos" Carmen Juan Lovera"
[1] AHPJ. Legajo
4860. Escribano Pérez de Contreras. Suelto.
[2] AHPJ. Varios
legajos correspondientes a los poderes que se otorgaban al Abad y a los vecinos
de la Junquera en Guadalajara para la administración de los bienes del Señorío.
En el año 1604, legajo 4747, folio 46 y 149. Se le otorgaban primero al propio
abad, y, después, a los clérigos Francisco Márquez y Alonso Rodríguez de
Guadalajara.
[3] AHPJ. Legajo
4748. Folio 90. Escribano Alonso Ramírez. Testamento de María de Mendoza. A su
muerte se le concede al abad los poderes para cobrar los privilegios de
Guadalajara. Fue mujer de Francisco de Mendoza, almirante de Castilla.
[4] Testamento de
Alonso de Mendoza. En un apartado manifiesta la situación de dicho pleito que
afectaba a la porción del testador que no puede disponer libremente por
asignárselo la ley a determinados herederos. Las palabras textuales son las
siguientes: " Ítem digo que por parte de los señores don Juan de herrera y
doña Inés de Mendoza ante la Illmo. Señor Nuncio de su Santidad de la Legítima
que la dicha señora doña Inés de Mendoza huvo de aver de la Legítima de sus
padres de la qual Legítima no le devo cossa alguna porque casso que aya
encontrado en mi poder, se la restituí y pagué por entero de la qual tengo
finiquito y carta de pago, otorgada ante Alonso Ramírez, escribano público de
esta Ciudad en dos días de junio del año passado de mil y quinientos y nobenta
y nueve años, demás de lo qual al tiempo que cassó con el dicho señor don Juan
de Herrera le dí por su dote graciosamente de mi propia hacienda quatro mil
quinientos ducados , como pareciera <
>demás de averla aumentado y sustentado muchos años ansi en esta
ciudad como en la de Valladolid y villa de Madrid".
[5] Testamento de Alons. Mend.ibidem en Inventario. Carta de
pago otorgada por Cristobal de Villagómez, vecino de Valladolid, para el señor
Abad con fecha de 24-4-1597.
[6] Ibidem. Dicho
abogado trataba de recuperar cuatrocientos ducados de doña María Velázquez de
Orellano 3o-4-1591.
[7] AMAR. Libro de Cabildos del año
1597. Acta de dicho día:" La ciudad que entendió por carta del Sr, Don
Alonso de Mendoza abad de esta abbadía vendrá
dentro ocho días a esta ciudad y se acuerda se le haga recibimiento e
particularmente esta ciudad salgan en forma de ciudad y los caballeros
comisarios particulares de esta ciudad
salgan al dicho recibimiento y ansimismo los dichos comisarios haciendo
demostración de alegrías, y que la
ciudad reciba con sus vecinos , hagan poner luminarias que suelen en las torres
y murallas y al sr. Corregidor se le suplica mande se pregone, las velas pongan
en sus casas y para lo que se gastare por la ciudad el mayordomo dé lo
necesario e para esta comisión se nombró a Pedro Cívico Clavijo, Pedro de
Pineda Góngora regidores y el jurado Joan de Alvaro y Luis de Arjona. Otro sí
que para que se ejercite la caballería y cumpliendo con lo que S. Mgtad. tiene
mandado por sus reales cédulas y confirmándose con las costumbres de esta
ciudad acuerda y manda que el lunes treinta de este mes corran seis toros que
los cortadores y menuderos están obligados de dar en la plaza pública en dicha
ciudad, sueltos con barreros, e para el gasto que en esto se hiciere se manda
el mayordomo dé lo necesario con orden
de los dichos comisarios a quienes se acomete y hagan se apremie a los dichos
cortadores y menuderos pªque den los toros conforme a sus obligaciones".
[8] AHPJ. 4791.
Folio 58. Año 1607. escribano Alonso Ramírez. Se la vendió Alonso Serrano de
Mendoza, clérigo de menores . Su descripción era "una esclava morisca
que tiene por nombre María, de edad de veintitrés años, sometida a mi servidumbre,
de buena fuerza, la doy por sana de toda enfermedad contagiosa, libre de toda
hipoteca, , se valoró en ciento veinte reales sin rédito"
[9] Ibidem. en
Testamento de Alonso de Mendoza. Se le concede a cada uno de ellos diversos
beneficios con motivo de la muerte. Estas son las mandas: " Ítem declaro
que tengo en mi servicio por mi esclava a María Ximénez la qual me ha servido
con buena fé en mis enfermedades y por el cuidado a mi servicio
y regalo, la dejo libre para después de mis días y mando que , luego que
todo passe de esta presente vida quede con libertad y entrego la ropa blanca y
las demás cosas que parecieron estar a su cargo./ Ítem declaro que tengo por mi
esclavo a Luis que lo compré de Diego López de Zúñiga este mando por legado
particular al sr. Don Luis de Mendoza,
para que lo tenga por suio y disponga de él a su voluntad".
[10] Inventario de
los papeles del escritorio en su testamento. Aparece un pergamino con el título
de doctor. Ibidem. legajo del testamento.
[11] A.H.P.J. legajo
29 de Pérez de Contreras. Año 1616. Como dato curioso, así son las mandas de su
enterramiento:" Ítem mando acompañen mi cuerpo toda la clerecía desta
ciudad en forma de Cabildo; y las tres Religiones que en ella ay y todas las
cofradías desta ciudad señaladamente, la de San Pedro con la cera y estandarte
y mando que se den veinte ducados assí por los Reconocimientos que deve como
por legado graciosso y que assimismo se les de una vela a cada uno de los que
acompañen mi cuerpo assí clérigos como religiosos. / Ítem que el día de mi entierro
si fuere ora y sino el siguiente no siendo impedido por festividad Particular
se hagan sobre mi cuerpo los oficios ordinarios con la mayor solemnidad que se
pudiere dando por ello la ofrenda y destribuciones que suelen darse./ Ítem
mando que el día que io muriere y el siguiente se me digan en el altar
privilegiado de nra. sra. de las mds. todas las misas Reçadas que se pudieren decir en los dos días, demás
de las que se pudieren decir el día de mis honras./ Ítem mando que demás destas
misas se digan en la Iglesia Mayor quinientas missas y en la perroquia de Señor
Santo Domingo doscientas y en señor San Francisco trescientas y al convento de
nra. señora del Rosario doscientas y cincuenta y en nra. Señora<
Consolación> otras doscientas y cincuenta y que se den las Limosnas y
acostumbren acostumbradas./ Ítem mando a las Cofradías y sanctuarios las
Limosnas ordinarias las que les mando se le den dobladas./Ítem mando a la
Cofradía del Stmo. Sacramento dos ducados./"
[12] AHPJ. Legajo 4793. Folio 455
y siguientes. Escribano Francisco de Contreras. Antes del testamento le otorga
una escritura de donación el treinta y uno de enero de 1613. En ella le
concedía veintimil ducados en monedas de oro y plata para su casamiento . Era
hijo de Francisco de Mendoza, hermano del abad, y de María de Velázquez
Arellano. Casado con doña Andrea de Tamayo vivían en Valladolid.
[13] AMAR. Actas de
Cabildo correspondientes a los primeros años de la abadía. Sin embargo el texto
del acuerdo se encuentra en el legajo 4708, folio 39 del escribano Francisco
Jiménez del Archivo Histórico Provincial de Jaén, donde aparece la escritura de concierto entre los
representantes de la Iglesia Mayor abacial con el beneficiado Francisco Ramírez,
el guardián del Convento de San Francisco Cristóbal de la Mata, y Fray
Bartolomé, prior del Convento de Consolación para regular las prelaciones en
entierros, procesiones y otros actos públicos con fecha del nueve de enero de
1602.
[14] AMAR. Acta del
cabildo del doce de septiembre del 1607.
[15] AMAR. Acta de
Cabildo de tres de febrero de 1600.
[16] AMAR. Actas de Cabildo del
veinticuatro de enero de 1598, donde se refleja el protocolo de asientos en los
distintos lugares de la ermita, la derecha para los miembros del cabildo y el
resto para los otros caballeros.
[17] AMAR. Acta de cabildo del
veintitrés de abril de 1602. Era un pleito que provenía del anterior abad
Maximiliano de Austria, que se litigaba ante el Juez Eclesiástico, La ciudad
acude ante el nuevo abada, para que desista de la nueva pila que ha erigido en
la iglesia de la Veracruz. Son varios cabildos que acabarían posteriormente.
[18] AMAR. Acta de
Cabildo del veintitrés de abril de 1602.
El Ayuntamiento ha tenido noticia de que se ha excomulgado a las de la
Encarnación y el regidor don Pedro Fernández Alcaraz solicita a la ciudad que
suplique al señor que se levante la excomunión a la superiora y priora y no
sufran más vejaciones, ya que se habían visto trasladadas dos veces. Alegan que
el sitio de la Mota es muy poco propicio por los temporales de invierno y los
calores de verano y el sitio de su casa , donde acudieron anteriormente
sacerdotes exorcistas. Además se fomentaría el número de monjas si se
trasladaran al sitio bajo del Llanillo.
[19] AMAR. 21-XI y
otros varios cabildos del mes de Noviembre 1601.
[20] AMAR . Cabildo
del veintitrés de marzo de 1599.
[21] AMAR. Actas de
Cabildo del treinta de mayo y dos de
junio de 1600.
[22]AMAR. Acta de
Cabildo del dos de mayo de 1603.El día tres de mayo, ya recibidos los
comisarios del confllicto con el abad, han zanjado elasunto y solicitan que se
asienta para que no haya más pleitos y se establezca la paz. Muchos de estos
venían motivados por la estrechez de las capilas mayores de las ermitas,
conventos, y la propia capilla mayor de
la Iglesia de la Mota que estaba en obras y no podía acoger a los dos
estamentos.
[23] AMAR. Acta del cabildo de
veintiuno de junio del 1612,
[24] Pelaez del
Rosal, M. y Rivas Carmona, J. Priego de Córdoba. Guía histórica y artística
de la Ciudad. Priego de Córdoba 1986.
[25] AHPJ. Legajo 4870. Once de Julio del Año 1611 .Escribano Juan
Rodríguez de Cebreros. Auto sobre la expulsión de los moriscos. Suelto.
Declaraciones de Gamboa, regidor Pedro Vásquez Messía y Rodrigo de Mendoza, el
alcalde mayor Basilio Alonso Suárez, el cura Diego de Rojas y Juan de Frías.
[26]AMAR. Libro de
Cabildo de 1597. Acta del día veintiséis de noviembre de dicho año, donde el
regidor don Fernando de Ocón solicita la presencia de su mediación "el
abad sr. d. Alonso de Mendoza , abad de esta abadía a hecho diligencias con los
comisarios de dicho negocio de Juan Zamorano y consortes, para que se viere si podía mediar"
[27] AHPJ. Legajo 4858. Folio 263.
Tres de diciembre de 1613. Escribano Luis Pérez de Contreras.
[28] AMAR. Acta de
veintinueve de julio de 1611.
[29] AMAR. Acta de cabildo del
cinco de noviembre de 1616.
[30] AMAR. Acta de
cabildo de trece de Noviembre de 1597.
[31] Inventario de
los papeles del Testamento. Cajón de deudas. Se le prestaron cinco fanegas.
Todos taron a los citados un gran número de cebada y trigo que a lo más ascendían a lo máximo a
dieciséis fanegas.
[32] AHPJ. Escribano
Juan Rodríguez de Cebreros. Obligación del mayordomo Alonso Rodríguez del
Castillo. 5-3-1616.
[33] Estaba
confirmada por el propio nombre y su señora doña Gerónima y del actual alcalde Mayor.
[34] AMAR. Acuerdo
del ocho de junio de 1599,donde se recoge la conversación mantenida entre los
comisarios de obras y el señor abad para vender la casa del Hospital y tiendas
que es toda una hacienda"S.Sª mandó que se tasase todo y se hizo y está
tasado y ansimismo mandó que se diesen al postor de las posturas que se
otorgasen en favor de esta ciudad"
[35]AHPJ. Legajo
4743. Folio 464. Escribano Alonso Ramírez. Año 1599.
[36] AMAR. Acta de
cabildo del diez de mayo de 1607. El motivo era la necesidad que tenía la
iglesia de labrar la esquina de una obra nueva que ha hecho para la capilla
mayor y la renovación de las campanas. Demuestra que los bienes no eran tan
prolíficos para emprender obrasde envergadura.
[37] Era el maestro
de escuela Juan de Tovar Valdés en el año 1616, deudor del abad de dos fanegas
de cebada, lo que nos hace comprender la situación de penuria económica de
aquellos enseñantes.
[38]AMAR . Acta de Cabildo del
veinticuatro de abril de 1597.
[39] AMAR.Actas de
finales del 1603, veinte y veintisiete, de enero de 1604.
[40]AMAR. Traslado
de la carta del abad en la acta del veintitrés de dicembre de 1603.
[41] AMAR .Acta de
Cabildo del veintisiete de noviembre de 1598, donde se inicia el conflicto con
este colegio por haber substraído el trigo destinado a dicha beca. A partir de
este momento se inician una serie de conflictos y excomuniones de los regidores
y mayordomo que llegaran hasta el Juez Eclesiástico.
[42] En su
inventario de deudas le debía ciento cincuenta reales con escritura ante Alonso
Ramírez el 17 de diciembre de 1608.
[43] Teólogo bizantino, del siglo
XII, discípulo, comentarista del Nuevo y Viejo Testamento, cuyos objetivos eran
conciliar a los latinos con los griegos. Escribió también Libro de los
errores de los latinos.
[44] Obispo de
Cartago y mártir de principios del siglo III p.c., retor convertido al
cristianismo . Sus planteamientos doctrinarios sobre la excesivas indulgencias
sobre los apóstatas y el bautismo realizado por los herejes.
[45] A Gregorio Nanciaceno se le conocía por el
teólogo forma con san Basilio y san Gregorio de Nisa los tres grandes
capadocios que proporcionan a la teología trinitaria su sistematización y
formación clásicas. Obispo de Sásima en 372, y de Constantinopla, participó en
las disputas entre arrianos y nisenos. Su obra más importante era Sermones Teológicos. También destacó como
poeta. Gregorio de Nicea era hermano de San Basilio fue obispo de Nisa en 376.
Escribió tratados dogmáticos ( Contra Eunomio y Gran catequesis) de mística (
Vida de Moisés, Homilías sobre el Eclesiastés y el Cantar de los Cantares);
todos ellos encuadrados dentro de la corriente monástica.
[46] Franciscano,
profesor de la Universidad de Salamanca, intervino en el Concilio de Trento, y
fue predicador real por orden de Felipe II; también fue arzobispo de Santiago
de Compostela; además de la obra citada, destaca De iusta haereticorum
punitione. Murió en 1558. Defensor de la pena de muerte y del castigo como
medida ejemplarizante y rehabilitadora.
[47] Escritor
español nacido en Toledo 1500 y muerto en 1501. Estudió Teología en Salamanca y pertenecía a la Orden
de San Agustín. Consejero de Felipe II y prior de varios conventos. Gran
prestigio como predicador y asceta. Sus principales son Vergel
de oración y monte de contemplación, Desposorio espiritual y regimiento del
alma, y Las siete palabras que la Virgen Nuestra Señora habló, y la famosa obra de Los siete nombres de Cristo,
[48] Aparece
confundido con Fray Domingo de Soto, teólogo español que estudió en Alcalá,
discípulo de santo Tomás de Villanueva y domínico, ejerció la cátedra en
Salamanca. Participó en el Concilio de Trento. Confesor de Carlos V. Defendió a
los indios. En la biblioteca del abad se hallaba Comentarii in quartum
sentententiarum y In libros sententiarum Comentarii.
[49] Trujillo,
Manuel La Abadía de Alcalá la Real, Apéndice.
[50] AMAR. Cabildo
del dieciocho de enero de 1600.
[51] A.H.P.J. veintitrés de Junio del año 1616 ante el
escribano Cristóbal Nuño. Fundación de la capellanía.
[52].AMAR.Acuerdo del cabildo del
quince de Julio de 1615.
[53] AHPJ. Legajo
4743. Folio 218 y siguientes. Escribano Alonso Ramírez . Año 1599.Se describe
la construcción de la bóveda de ladrillo y el escudo del abad. En el folio 495
del mismo legajo, el blanqueo de la iglesia y el derrumbamiento de la iglesia
vieja. En el legajo 4744, folio 147. Año 1600 del mismo escribano. Finiquito de
las anteriores obras.
[54]AHPJ. Legajo
4744. Folio 137. Año 1601.
[55] AMAR. Acta del Cabildo de
dicho día, donde se toman todos los actos relacionados con la festividad "
por la gran devoción que ay en esta ciudad a la pura y limpia concepción de
Nuestra Señora y confensasdo esta ciudad por sí y por el nombre de todos los
caballeros, regidores y jurados de esta ciudad ser concebida sin mancha ni
mácula del pecado original".
[56] AMAR. Legajo
4850. Folio uno. Año de 1600-.
[57] AMAR. Legajo
4746. Folio 30. Escribano Alonso Ramírez. Año 1603. Compra a del corral de
Francisco Mazuela.
[58] AHPJ. Legajo 4745. Folio 113.
vuelto. Escribano Alonso Ramírez. Año 1602.
[59] AMAR. Acta del
cabildo del doce de julio de 1602. Dice el texto del acuerdo: " La ciudad
acordó y mandó atento que los lugares circunvecinos de esta ciudad stan tan
enffermos del mal de la peste y otro contagioso y que es abogado desta
enffermedad San Roque acordó e mandó para que Dios Nrto. Señor por su yntención
sea servido de guardar a esta Ciudad de tan gran peligro, como es esta
enfermedad que se haga una hechura deeste santo con muncha brevedad y para el
se comete a Don Fernando Sotomayor, regidor a quien la ciudad nombra por
comisario".
[60] AHPJ. Legajo 4744. Folio 119.
Año 1600. Escribano Alonso Ramírez. El arcabucero fue Pedro de Cobaleda.
[61] AHPJ. Legajo
4746. folio 139. Escribano Alonso Ramírez.
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