EN NUESTRO LIBRO PABLO DE ROJAS, Escultor de Imaginería. (1549- 1614) de Francisco Martín Rosales y Francisco Rosales Fernández en su primera edición de Alcalá la Real, 1999. , dirigimos estas palabras al pueblo de Alcalá la Real, cuna de importantes imagineros y pintores con motivo del 450 aniversario del nacimiento de Pablo de Rojas en Alcalá la Real y el 350 de la muerte de su discípulo Juan Martínez Montañés. E hicimos este capítulo sobre la cuestión del descubirmiento alcaláino de Pablo de Rojas en Alcalá la Real.
La vida de Pablo de Rojas ha
sufrido un auténtico olvido eclipsado por la de su discípulo Juan Martínez
Montañés y por una gran cantidad de circunstancias, que afortunadamente se han
esclarecido, de un modo muy favorable a través de los recientes descubrimientos
realizados por diversos investigadores
en los archivos locales de Alcalá la Real y provinciales de Jaén y
Granada.
Sin
embargo, ya a finales del siglo XVII, Francisco de Pacheco citaba las palabras
de Juan Martínez Montañés referentes al imaginero alcalaíno como uno de los más
importantes del momento en el entorno granadino y lo relacionaba con la figura
de Juan Martínez Montañés porque había sido su maestro durante su estancia en
la ciudad de Granada. Bermudez de Pedraza, posteriormente, lo volvía a
mencionar como discípulo de Rodrigo Moreno, autor de un Cristo en el Escorial a
mediados del siglo XVI. Pero ni Enríquez de la Jorquera en sus crónicas granadinas
ni los historiadores de Alcalá la Real hacen mención alguna a este importante
escultor.
En el siglo actual, los críticos
de Arte Emilio Orozco y Gallego Burín supusieron un hito muy importante en la revalorización de su figura.
María Elena Gómez Moreno intuía la
importancia de la escultura granadina y
el eslabón de ambas a través de Pablo de Rojas con estas palabras:
"Si la tradición escultórica
sevillana arrancaba del siglo XV, la gran ciudad del Renacimiento
andaluz fue Granada; allí la herencia escultórica de Silbé fue evolucionando en
sentido naturalista, con primacía sobre Sevilla, pero las escuelas de Sevilla y
Granada, ya enlazadas a fines del siglo XVI, continuaban en el siglo XVII en
estrecha relación... El punto de arranque del nuevo estilo en Granada se
encuentra, como ya se dijo, en el retablo de San Jerónimo, obra probable de
Juan Bautista Vázquez el Mozo, ampliado en 1605, en cuya segunda etapa
trabajaron artistas granadinos, formados en el ambiente clásico de la escuela
de Silbé. Son los principales entre ellos Pablo de Rojas y Bernabé de Gaviria.
En Granada, junto a Pablo de Rojas, se forma Montañés y Sevilla paga con creces
la deuda de reeducar, a su vez, a Alonso
Cano, que inicia en Granada la segunda fase de la escultura andaluza en el
siglo XVII[1]"
Antonio
Gallego Burín planteó que su llegada a Granada tuvo lugar en el año 1581 con
motivo de la presencia de los primeros maestros que llegaron a realizar el
retablo del monasterio de san Jerónimo. Su error radicaba en relacionar su
origen y nacimiento con tierras castellanas. Podía tener influencias de los
imagineros castellanos, pero no había caido en la cuenta de la influencia de
estos en escultores como Juan de Reolid
y Luis de Aguilar, que debieron tener contactos con Pedro Sardo en la ciudad de
Jaén a donde habría enviado su hijo. Estas son sus palabras con motivo de un
homenaje realizado por la Academia de Bellas Artes de Sevilla a Martínez
Montañés:
“Y este es el
instante en el que Pablo de Rojas hace su aparición: Cuando se ha realizado el éxodo morisco y Castilla
ha tenido que dar su lección de poder; cuando la Arquitectura eleva, para
asiento de la Justicia, el Palacio de la Chancillería, cuya fachada acusando
molduras y rompiendo frontones, con anticipado instinto barroco, impresiona los
ojos y causa admiración de Mateo Alemán; cuando el ventero de Cervantes
ejercita en aquella rondilla la ligereza de sus pies y la habilidad de sus
manos; cuando don Luis de Góngora coge cristales del Genil para quebrarlos en
la sonoridad de sus romance, y en el Convento de los Mártires, el Prior Fray
Juan de la Cruz busca en las nobles estrellas granadinas del cielo, para
iluminar su lírica oscuridad. Su vida tiene el regusto amargo de pasados
dolores, la dureza de quien ha tenido que imponerse por fuerza de guerra, y un
sentido de trascendencia y de preocupación matiza su vida. Y sobre este fondo
es sobre el que Pablo de Rojas hace su aparición. De donde fuera y donde se
formara, lo ignoramos. Aparte el testimonio de Pachucho, ningún recuerdo
contemporáneo suyo queda. Nada dijo de
él Palomino, y Ceán Mermúdez sólo registró el nombre, glosando con distintas
palabras los datos de Pachucho, a quien se los proporcionó Martínez Montañés”
Pero esto sería continuar el
mundo hipotético que hasta ahora venimos relacionando cuando ya es de sobra
conocido su origen alcalaíno. No obstante, para todos los
tratadistas anteriores, Granada era un dato incuestionable el referido al
nacimiento, al aprendizaje y a la escuela de Pablo de Rojas, que contraponían
frontalmente con la escuela sevillana de Juan Martínez Montañés. No era sino
una manifestación más de ese reducionismo y enfrentamiento de las dos Andalucías,
la oriental y occidental, que siempre ha tenido su propia repercusión en los
ámbitos culturales, artísticos, y no digamos políticos. Como es lógico, este
debate ya partía de los primeros decenios del siglo XX, cuando comienza
a surgir un cierto regionalismo, que se intensificó aún más en el periodo de la Segunda República. A ello se añadía que las obras descubiertas o asignadas por
la crítica del arte eran escasas y, además, tenían el inconveniente de no
poderse descubrir, debido a la situación desgraciada que sufrieron los archivos
granadinos, donde pudieron encontrarse muchos de sus contratos.
Finalmente, su biografía apenas ha sido descrita por
ningún tratadista y los pocos datos de su obra eran casos y esporádicos. Si
tuviéramos que resumir lo que hasta el tercer decenio del siglo XX se sabía del
escultor Pablo de Rojas, como dice Carmen Juan, quedaba reducido " a su actividad artística,
desarrollada principalmente en Granada durante las dos últimas décadas del
siglo XVI y la primera del siglo XVII. También que había sido maestro del
escultor alcalaíno Juan Martínez Montañés "[2].
De ahí que el profesor Hernández
Díaz recondujera en los últimos años el
planteamiento de la relación montañesina con Pablo de Rojas: Ahora sí que el joven Montañés
formó juicios de valor y de gusto, ante tanta obra maestra, que le marcaron
para siempre: dibujo, modelado, composición, talla, ropaje, unción sagrada,
policromía(en varias de ellas a cargo de su también paisano Pedro de Raxis,
son elementos a incluir en el haber del joven imaginero. No olvidó todo ello en
su carrera, como puede fácilmente comprobarse. Así. Pues, Pablo de Rojas
-¿discípulo de Rodrigo Moreno?- ocupa un lugar eminente en la historia de la
escultura andaluza y aún en la hispánica, y forjó inicialmente la personalidad
de Martínez Montañés ¡ Bien merece una biografía que puntualice y defina su
producción, y le otorgue su verdadera significación, apartándolo de los excesos
panegiristas y peyorativos, muy propios de la erudición andaluza! ..
La labor del profesor Lázaro
Gila Medina ha sido signa del mayor encomio, pues no sólo amplió el contexto del
nacimiento de Pablo de Rojas con el entorno familiar de los Sardos Raxis en Alcalá la Real , sino que aún más llegó a
descubrir varias obras suyas inéditas, aunque desaparecidas. A él le debemos la
formación e introducción en este apasionante estudio y todos sus
descubrimientos. Nuestra intención ha sido divulgarlos a la mayoría de los
lectores aportando todo lo que hemos podido descubrir y complementar con los
estudios de insignes críticos de arte.
El descubrimiento del nacimiento de Pablo de Rojas en Alcalá la Real y sus consecuencias
El primer enigma de la vida
escultor fue descubierto en el año 1984, cuando, basándonos en un
documento notarial de poderes otorgados a sus sobrinos en el año 1613,
publicamos el lugar de nacimiento, su círculo artístico y la fecha aproximada
de su muerte en Granada. Esto significó un cambio importante y cualitativo de
su biografía, de su origen artístico y de su relación y la de su familia con la
de su eminente discípulo y paisano, apodado Martínez Montañés el Dios de la Madera. A partir de este
momento prestigiosos profesores de las universidades de Jaén y de Granada
reconocieron todos estos descubrimientos y trascendieron la importancia de Pablo de Rojas y de la ciudad de Alcalá la
Real en el contexto histórico social en el que se desenvolvió el arte de la
imaginería andaluza.
Podemos declarar rotundamente,
como ya lo hicimos en una esta ocasión, concretamente en el verano de 1984, que
Pablo de Rojas nació en Alcalá la Real
un día del mes de noviembre de 1549 y fue bautizado en la parroquia de
Santo Domingo de Silos el día catorce de dicho mes. Sus padres eran el pintor y
escultor Pedro Sardo y Catalina González, vecinos de la ciudad jiennense de Alcalá.
Cómo tuvimos la suerte de
descubrir tan importante dato para la historia de la imaginería andaluza? La
razón era muy sencilla. Sondeando en los protocolos notariales de Alcalá la
Real en el Archivo Histórico Provincial de Jaén sobre personajes alcalaínos,
entre ellos los Raxis, nos topamos casualmente el hallazgo
en el legajo 4625 del escribano Martínez de Cáceres en los folios 399 y 340,
actualmente guardado en dicho archivo. En dicho documento, Mayor Sardo Raxis,
vecina de Sevilla y estante en Alcalá la Real, otorgaba en 1613 un poder a su marido Francisco de Villegas,
vecino de Sevilla, natural de Granada y
emparentado con Ana de Villegas, primera esposa de Juan Martínez Montañés, para recoger los
bienes de su tío Pablo de Rojas, escultor en Granada, al mismo tiempo se
entroncaba con su padre Melchor por el que recibía la herencia de hacienda y
bienes de Pablo de REojas. Simplemente, como anécdota, Francisco de Villegas trabajaba en el
taller de Martínez Montañés y otros
imagineros como Juan de Oviedo, Francisco de Ocampo y Juan de Mesa y,
principalmente, con Gaspar de Ragis, dorador de la obra montañesina como
oficial y recibía un ducado y medio de salario. Esto apoyaba la relación de el
insigne imaginero con su maestro Pablo acogiendo miembros de la familia en su
ámbito artístico cuando se marchó a Sevilla donde no se había perdido su
conexión con su origen alcalaíno ni con sus maestros.
La prueba clara y rotunda: era
sobrina de Pablo de Rojas, el escultor, y se llamaba Raxis. Todo ello había sido
el motivo de tanto confusionismo y pérdida del eslabón biográfico de Pablo de
Rojas.
Con estos datos, nos pusimos
manos a la obra y contactamos con doña Carmen Juan Lovera, archivera
bibliotecaria que años anteriores había trabajado la familia de los Sardo Raxis
y nos confirmó todos los miembros integrantes de la familia Raxis con los que,
evidentemente, estaba ligado el origen de Pablo de Rojas, ya que era uno de
ellos, según aparecía en la siguiente partida de bautismo del dieciséis de
noviembre de 1549 de la parroquia de Santo Domingo de Silos de Alcalá la Real:
“En diez y seis días del dicho mes baptizé yo
luis de ortega a Pablo, hijo de Pedro Sardo, pintor, y de Catalina Gonzalez, su mujer, fueron sus
padrinos Rodrigo Clavijo u Isabel Ximénez, mujer que fue de Diego Rodríguez y Diego de Jahén”
Tan sólo, hasta esta fecha, la
confusión se había producido por su transformación posterior del apellido Raxis
en Roxas. Carmen Juan Lovera, por lo tanto, fue la primera que había
descubierto todo el entorno de los Raxis a través de las partidas de bautismo
de la parroquia de Santo Domingo de Silos y, entre ellas, se encontraba la de
Pablo que no llegó a identificar con la
de Pablo de Rojas en su meritísimo artículo La
pintura de Alcalá la Real del siglo XVI editado por el Instituto de
Estudios Giennenses en el año 1980. La confusión provenía de don Antonio
Gallego Burín y algún que otro crítico de arte que lo hacía provenir de tierras
castellanas.
El posterior descubrimiento de
nuevos poderes de herencia de sus sobrinos reafirmaron la posible intuición
inicial de todos los datos anteriores sobre el lugar de nacimiento junto con
los nuevos documentos corroboraron las anteriores conclusiones. Así se disipó
todo tipo de dudas que todavía existían porque en el primer testamento del
padre no aparecía su apellido de Rojas sino de Sardo, y, en el segundo de 1581,
ya instalado en Granada lo había castellanizado tal como se le reconoce en los
libros de Arte. De ahí que lo compartieran los propios hermanos, miembros de su
familia que en el año 1585, en el testamento de su hermano Miguel, lo citan
como Pablo de Rojas. Incluso sirvió de revulsivo para que algunos miembros
cambiaran su apellido como es el caso de un sobrino, hijo de Nicolás Raxis y de
oficio sastre, que se denominaba igual que su tío, lo mencionen los documentos
alcalaínos por Pablo de Rojas.
Además,
redundaron en apoyo del descubrimiento nuevos documentos notariales y ampliaron
nuevas noticias de su biografía. Así, otros sobrinos de Pablo de Rojas y los primos
de la anterior Mayor, afincados en Alcalá, también concedieron similares
poderes a su hermano Pedro para recoger la herencia de Pablo de Rojas muerto en
Granada. Refiriendonos
a la primera, en concreto, en 8 de octubre de 1611, otras hermanas de la anterior,
María y Cristina, que vivían en Alcalá, también heredaron de su tío según
recogía el legajo 4840 y en los folios 197 y 197 vuelto en el que se
manifestaba el inventario y la partición de bienes del tío y se concedía el
poder a su hermano Baltasar o Sebastián
“para que en su nombre y en el nuestro
comparezcan ant las justicias de la ciudad de granada y otras que conbiniere y
piden quentas e partición a doña ana de aguilar, viuda de pablo de roxas, nro
tío, y aga inventario de los bienes que dexó el dicho Pablo de Roxas, y se
fallen las quentas y partición, y las apruebe y ratifique e dé por buenas e
bien fechas, e reciba de sí lo más que nos perteneciere conforme a las entregas
de todo lo qual pueda dar y y dé carta de pago, e valga, como si nosotros
propios lo diésemos, e otorgase como todo lo que hiciere aprobamos e
ratificamos”.
su muerte
Esto
nos sirvió para establecer la fecha de su óbito que debió acaecer en dicho año.
El ocho de octubre de 1611 ante el escribano Hernández Úbeda los hijos de
Nicolás Raxis Sardo, Antón, Pablo, Lorenzo, Juan y Nicolás, menores de 25 años
y mayores de 18 Años, autorizaron a su hermano Pedro para cobrar los bienes de
la herencia y es importante el documento, porque ya nos disipó todas las dudas
sobre el descubrimiento por los siguientes datos:
Que por quanto Pablo de Rojas,
escultor, vezino que fue de la çiudad de Granada ques defunto...el qual fue
hermano de Niculás Raxis, padre de todos los suso dichos...e que están citados
ellos e los demás deudos por doña Ana de Aguilar, biuda del dcho pablos de rrojas, su tío, parezcan allarse presentes las
quentas e la partición que ha de hazer de todos sus bienes rraizes e
muebles....por tanto...dan poder a Pedro Raxis su hermano para que vaya a la
çiudad de Granada e asista al ynventario...hasta el estado de entregas..
La cantidad que le correspondió a
cada sobrino supuso cincuenta ducados, probablemente muy
significativos, entre el gran número de sobrinos que se repartirían la hacienda, tanto los vecinos de Alcalá como de otros lugares. El dato aparece en varios documentos, pero el más importante se
relaciona en el testamento de Pablo de Rojas, sobrino del escultor e hijo de
Nicolás, que refleja en su testamento del año 1612 dicha cantidad para dejarla
a su esposa María Jesús, con la que no tuvo hijos.
En el
año 1986, el profesor Lázaro Gila Medina recogía en la revista de Archivo
Español de Arte el contexto de la familia de Pablo de Rojas, los Raxis, y
afirmaba con rotundidad refiriéndose al anterior: “ahora ya podemos afirmar, nació en
Alcalá la Real en el seno de esta familia de artistas, los Raxis, que, oriundos
de Italia, se establecen en la
importante ciudad alcalaína”.
[1]GÓMEZ-MORENO, M ELENA.
Breve historia de la Escultura Española. Editorial Tossat. 2 Ed. Madrid. 1951.
[2] JUAN
LOVERA, JUAN. Pablo de Rojas, primer
maestro y paisano de Juan Martínez Montañés. Cuadernos de Arte IX. Sevilla.
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