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domingo, 9 de diciembre de 2018

DIARIO DEL RUTERO POR VILLALOBOS

Nos juntamos unos cuarenta ruteros en Huerta de Capuchinos. En varios coches, emprendimos la ruta hacia Villalobos. A la salida de esta aldea, con dirección a Ana Ramos,  dejamos los coches. Nos puso a nuestra disposición Manuel García, un plano muy buen ilustrado con todos los cortijos que existían  o divisaríamos en el entorno de la ruta, proseguimos entre tierras con programas de retención de erosión dejando atrás el la aldea siguiendo el camino que nos dirigía a  Ana Ramos, contemplando Los Cierzos, pero, divisado este cortijo desde la lejanía, en la Cruz de Palo, viramos  hacia  el cortijo de Veneroso. entre nuevos olivares contemplamos Alcalá la Real, primero el barrio de San Marcos, y tras subir a la cima, bajamos a la era de este cortijo, donde los ruteros de Villalobos nos ilustraron de su maestro Jaime de los años sesenta del sigo pasado, la fiesta de la aldea, y contemplamos los restos del cortijo destruido. Por él pasa la colada de Agreda ( algunos la llaman Agria), que partía desde la Peña del Yeso, y a través de cortijos como La Garrapatilla, se adentraba por estas tierras en dirección de Íllora. Pudimos distinguir que ha sido roturado su trayecto en varios lugares, a pesar de ser una ruta milenaria y  clasificada de interés ganadero,  bajos unos metros para contemplar Cañada Honda, lugar de lavadero de una concentracion de cortijos que se fue despoblando desde los años sesenta. El Camello, con su monte mediterráneo nos contempla sobre nuestra presencia.  





Girando hacia el sur , nos dirigimos por el camino de Agreda entre olivares, donde pudimos divisar muchos cortijos, escuchar las leyendas del chozón de  Juan García Dios, y los dioses, de nuevo contemplamos Ana Ramos, entre los relatos de las cruces, que recordaban antiguos litigios entre campesinos. Desde  los Corrrales hasta Gavilán, tierras de cereal convertidas en su mayor parte de olivar; y, en el horizonte se divisaba Alcalá entre las aldeas de la Pedriza y Santa Ana, vistas maravillosas para posar, y dejamos a nuestra izquierda, los antiguos terrenos de propios del  cortijo del Allozarejo entre encinares, el arroyo de Ana Ramos, un estanque y algunas canalizaciones de cequia. El tramo final, entre el arroyo del Palancares y el mundo mediterráneo, donde esperaba que nos saludara una jabalina, matrona con la que había soñado en las noches anteriores. Entre restos de cequias pasadas, el río, y el margen que sube hacia el Llano de los Muchachos, la antigua vecina Irene Cuenca nos ilustró sobre los cortijos y tierras que rodean  en  el entorno de la carretera local. También, comentamos entre vegas, la pesca del cangrejo, la presa,







































el puente y el topónimo de la aldea de Villalobos, que alude a la familia de los Villalobos, cuyo miembro Luis de Villalobos tenía un cortijo, desde se extendió el núcleo de hábitat concentrado de la aldea. Dimos las gracias a Manuel García  por su desvelo en  raportarnos el ambiente rural de los años sesenta, el paisaje agrario cerealista, la convivencias enre los pequeños cortijos que formaron la roturación ultima alcalaína entre el Camello, Cañada Honda, Venoroso y camino de Agreda, las roturaciones de  principios y finales  de siglo XX, la migración y el desamparo de estos emigrantes con las crisis industriales, el pescadero Visera, el maestro Jaime, el ambiente de Veneroso( al que añadí su nombre proveniente de un italiano que fue regidor alcalaíno y marchó a Granada dejando este cortijo como memoria para fundar una escuela secundaria), y , sobre todo, nos hizo más placentero el caminar acompañado por su esposa, su madre y su cuñado Mateo, que nos prepararon esta ruta tan agradable en medio de un día azul, que parecía acercarnos a un microclima especial que nos describió Manuel por Cañada Honda.
MUCHAS GRACIAS A LOS VECINOS DE VILLALOBOS QUE NOS ACOMPAÑARON , MATEO Y  , SOBRE TODO, A MANUEL GARCÍA.

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