Archivo del blog

viernes, 23 de febrero de 2018

LLANETE DEL CONDE. EN ALCALÁ INFORMACIÓN.



Entre la calle Real y la calle Ancha, hace más de doscientos cincuenta años, en tiempos del Catastro de la Ensenada, se encontraba la placeta del Conde y callejón de los Moros, aledaña a la calle y callejón de la Yedra, y confluyendo en la actual Llanete del Conde.
Hoy día, difiere de su ubicación pasada, porque más bien esta calle o Llanete responde a su origen en las típicas calles paralelas a la cardo alcalaína; y, otrora, era una plaza pequeña que se formaba en la confluencia entre la calle Real, callejón de la Yedra y el actual Llanete del Conde. Parece como si volviéramos a tiempos pasados, en los que las viviendas compartían vía con los solares deshabitados. Era lógico que este paisaje urbano ofreciera esta situación hasta el siglo XIX de modo que esta zona se convertía en expansión y posibilidad de ampliar el suelo urbano. Actualmente, es diferente la panorámica de este paisaje por despoblamiento de algunas calles del casco antiguo.

Estas calles secundarias a los ejes principales de Real y Llanillo solían denominarse llanas o llanetes y se especificaban con los nombres de los vecinos más importantes que habitaban en su entorno. Nadie se imaginaba que hubiera vivido un conde en aquel vial desplazado del eje principal de la calle Real, a no ser que el Conde de Tendilla hubiera plantado su primera vivienda en aquel lugar en tiempos de los Reyes Católicos. Cosa improbable e imposible. Hay dos hipótesis sobre el origen de su nombre, porque ni siquiera se recoge esta calle hasta tiempo mucho más adentrado de la Época Moderna.
La primera aduce a la denominación de un vecino con apellido Conde que le dio nombre a la calle. En concreto, en tiempos de Ensenada, vivía por estos lares el vecino Manuel Conde, que era lindero con Juan Rodríguez, vecino de la calle Vicentes. La segunda hipótesis radica en el personaje del Conde de Humanes, emparentado con los Aranda, ya que poseía una casa que solía arrendar a los vecinos como vivienda que se ubicaba en esta calle, de ahí el nombre la calle de la casa del Conde.  Guardia Castellano confunde esta calle con la de los Vicentes, que es la Ancha. Pero alude al hecho milagroso de un día de Santa Ana, cuando cayó un rayo en esta casa, donde se ubicaba el granero de propios saliendo andenes los regidores delegados de propios, el mayordomo y el almotacén. Y por eso se colocó la imagen de la patrona en su hornacina. Con su traslado a otros lugares, pues fue anteriormente carnicería pública, aquel pósito se reconvirtió en vivienda de pobres cuya casa se vendió la casa por los años ochenta del siglo XX.

            En frente de esta casa, la Casa del Pecado resistió la picota hasta muy recientemente, y ya le han salidos novios para su reutilización. Pues cambió en varias ocasiones de funcionalidad, de ser una casa hidalga pasó a casa de vecinos, vivienda colectiva muy frecuente en los años de la tecnocracia, cuando el desarrollismo comenzaba a engendrar estos monstruosos edificios sin mirarla la cara ni a la protección de los recintos históricos y como mala pedagogía para futuras construcciones. Ahora ni eso, como si no se hubiera pensado que lo primero era descatalogarla como uso residencial y transformarla en espacio verde o de uso terciario.

            La casa y la calle se dirimen una disputa por una apuesta por el futuro del casco antiguo. En este momento trascendental para conservar el recinto histórico, es el momento fundamental de la participación vecinal, y hay que conjugar la imaginación de un nuevo recinto con el proyecto de las reformas de viales, solares y funcionales. Conjugar la historia con el futuro, porque los últimos tiempos del franquismo no fueron muy ejemplarizantes, claro, vistos ahora a un lustro de aquella construcción que deslumbró a las clases populares que les palió el problema de la vivienda. Se juega el recinto histórico de una ciudad andaluza con el de una nueva ciudad que deshoje las margaritas de los barrios altos, con la amenaza de quedarse solo con la corola.  Los partidos políticos apoyaban una serie de iniciativas  para  la reforma de calles, proponiendo soluciones para servicios que nadie imaginaba  en siglos anteriores, entre ellos la cocheras de los automóviles de la mayor parte de la población,  o la  propagación de servicios con el mismo  bienestar  que los nuevos barrios del Llano. El Pepri es el lugar de catalogar, proponer alternativas, conservar, rehabilitar, restaurar y proyectar un futuro de la ciudad de la Mota. Sobran cantos de sirena, o fuegos artificiales. Hay que coger el toro por los cuernos. Se juega el futuro de la ciudad, con sus barrios, sus calles, sus casas, su turismo y su identidad. Por cierto, es el Llanete del Conde, aunque en otros años ostentó la condesa el título. En nuevos tiempos y con motivo del Día de la Mujer, se debía rotular Llanete del/a Conde /esa.








No hay comentarios:

Publicar un comentario