LAS CASERÍAS DE SAN ISIDRO.
MINISTROS DE LA
JUSTICIA , VOCALES DE BARRIO, ALCALDES DE PEDÁNEOS, Y
CAPELLANES
Francisco Martín Rosales
Hemos
escrito, en otros años, sobre diversos aspectos de las Caserías de San Isidro.
Sabemos que, en el siglo XVII, se llamaban Caserías de la
Moraleda , porque
hacía alusión a las caserías que se encontraban, junto a los morales
de un aguadero (al como manifiesta el
acta del cabildo 27 de agosto de 1686. su señoría el corregidor dijo que por quanto el aguadero público que está en
el sitio de las Caserías de la
Moraleda en medio del Camino Real de Priego y la fuente de
la de la Tejuela , las aguas no
corren por estar maltratadas, que hace notable falta a los vecinos por ser
aguaderos públicos, da quenta para que de forma a su aderezo). Lo hicimos
sobre sus gentes, sus primeros asentamientos, sus pobladores, su geografía y su
ermita; por otro lado, siempre hemos
reservado un apartado sobre la vida del santo (su iconografía, su vida, sus
milagros y el motivo de su patronazgo en aquella zona). Pero no nos hemos
detenido nunca en su organización administrativa o territorial y en sus
autoridades o, más bien, en los representantes de la autoridad es alcalaínas:
Este va ser asunto, en el que nos vamos
a desenvolver en este artículo.
PARTIDO
DE CAMPO
El partido de
las Caserías correspondía a una parte del territorio del municipio de Alcalá la Real , que alcanzaba
aproximadamente la extensión de tierra
encuadrada desde oriente hasta occidente a partir del arroyo de los
Prados de la Gitana
y la antigua carretera de Alcaudete- Granada hasta la Cañada Membrillo y final camino
antiguo de Priego y, de norte a sur, de Fuente Álamo, Mimbres y Camuña hasta
las cercanías del ruedo de Alcalá la Real.
Era un territorio plenamente marcado accidentalmente porque,
a veces, seguía la línea de algunos caminos rurales, otras las crestas de los
montes, y en otros lugares por las riberas de los arroyos; un sitio donde se
habían asentado muchos cortijos
(denominación de grandes extensiones con
casa y cortijo de teja) y casas de campo y lagares, además, con una población
dispersa muy intensa con relación a los restantes partidos de campo. Tan sólo, en torno a la
antigua Venta Fantasía, desde principios de siglo XX se formó un pequeño núcleo
rural en torno a la escuela, ermita, y la propia venta. En 1917, el delineante Ángel López Nieto hizo
un plano que recoge muchos puntos de interés de esta zona: por la parte norte,
desde las Mimbres ( cortijos alto y bajo y
cruz) en dirección a la carretera de Alcaudete, a las faldas de la Acamuña , detalla una
atalaya colocada por encima del cerro del Águila, rodeado de una serie de
colonias de cortijos que llegan hasta Puertollano : el del mismo nombre, el de Antonio de Gamboa, Magallustre, Casa
Cagüela, cortijo de Fernando Montijano, de la Camuña., Pasadilla
del Ciego, Cortijo del Cerezo, casilla
de María López Cortijo de Manuel Fuentes ( una zona caracterizada por el olivar
mezclado con cultivos de secano y pastos), otra zona de olivar y monte en torno
a la Fuente la
Negra, con el cortijo del mismo nombre, los Pedregales ( donde se señala la
torre) cortijo Colorado y más abajo el de Montañés y de la Cuesta ; el resto del
territorio, en su mayoría de secano, erial y monte, cruzado por varios
caminos-Priego, Córdoba, caserías de San Isidro, Allozo, Albarizas, Fuente
Álamo y Grajeras, coladas, arroyos y
barrancales, donde los cortijos y casas más importantes son el núcleo de los Villares ( Alto y Bajo, Francisco Cano , Cierzos, Pedro cano, Manuel
Fuentes, Mimbres. Francisca Salazar), el paraje de las Albarizas y entorno (Cañada Honda, Juan cruz, Francisco
y Luís Padilla, Rafael Moya, Joaquín Sánchez, Bermejo, José López y Manuel
Lizana), lugar del Ayozo principiando
por José Tapia, Colorado, Manuel, El cabo Cortijo., Antonio Palomino y
Francisco Calvo( ( del Pósito, los
Pedregales, Collado Nieto, cortijo de Nieto, del Pósito, Antonio Zafra, Antonio
Ramírez, cortijo del Palio, Domingo Cano, Antonio Sosiega, de José María
Torres, Manuel Cano, José y Alejo
Gutiérrez. Vicente Ramírez., ) y finalizando con l a casa de Concha León y el
molino de Francisco Paula.
AUTORIDADES
En un terreno
tan extenso como eran los partidos de campos era difícil transmitir la política
municipal tanto por parte del ayuntamiento como por parte del corregidor, y no
digamos, ejercer los servicios y estipendios religiosos. El ayuntamiento se
sirvió, al principio, de sus administradores de impuestos o arbitrios para motivos hacendísticos; por su parte,
para imponer la autoridad el corregidor poco a poco fue colocando, a partir del
siglo XVIII, en cada uno de los partidos un ministro de la justicia, que no
llegaba a la categoría de ser alcalde
ordinario, como sucedía en la villa del Castillo de Locubín, pero le hacía las
veces en muchos de los actos y representaciones. Se comenzó con el ministro de
Justicia de Frailes y se extendió al resto del partido. De ahí se pasó a los
celadores o vocales de barrio o partido del campo en el siglo XIX, y, por
último, a los mal llamados “alcalde pedáneo”. No sabemos el nombre de
los primeros ministros de justicia de esta zona alcalaína, porque como eran un
nombramiento del corregidor no aparecen inscritos en los libros de actas del ayuntamiento alcalaíno, pero lo que
está claro y evidente que los alcaldes
pedáneos aparecen en muchas
ocasiones y forman parte de una saga de familias que les transmiten el
cargo de una generación a otra a lo
largo de los siglos y cambiando, tan sólo, por el color político del partido
que regentaba el ayuntamiento alcalaíno. Como eran y son representantes de la
autoridad municipal, nunca fueron elegidos en las urnas hasta
las últimas décadas finales del siglo XX sino que tan sólo se recabaron consultas populares sin
establecerse un control ni un desarrollo similar a la del restos de los
comicios. Solían nombrarse, según los casos, uno o dos
alcaldes pedáneos, (uno primero y otro segundo); así, si ponemos un
ejemplo y dato de Las Caserías en 1877, lo fueron por el partido conservador
José Gallego Guelte y Antonio Valverde Cano; por los liberales, cuatro años
después, Genaro Moyano García. Es
curioso que, a lo largo del siglo XX, muchos labradores y propietarios de
tierras ocuparon el cargo de alcaldes pedáneos y representantes del partido turnista en la
zona hasta tal punto que algunos llegaron a ser concejales del ayuntamiento
alcalaíno, porque eran elegidos dentro de la sección del distrito electoral 8 en este caso el distrito
uno y sección tercera.
En cuanto la
representación eclesiástica, se nombraba un capellán por partido de campo, que hacía de cura, sobresaliente y
cobrador de los diezmos abaciales. Tenía
obligación de decir misa los días de fiesta y domingos, cobraba la parte de los estipendios de la Iglesia de todo el partido
de campo, y asistía a los fieles en otros servicios religiosos como
administración del matrimonio, sepelios y bautizos, aunque estos tardaron en hacerse
en las aldeas, porque solían celebrarse en la
iglesia de Santa María la
Mayor y después en Consolación. Como capellán, disfrutaba de
la administración de los bienes de la capellanía fundada en el oratorio o
ermita y, por su labor pastoral, era el hombre de confianza de las familias,
que recibían la misión de ellos y a
veces le declaraban todo lo que afectaba a sus familias como la última fe de
vida como los testamentos.
LEYENDA DE LA FUENTE DE LAS CASERÍAS
DE SAN ISIDRO
Recuerdo que en 1986 el seminario de
Lengua y Literatura Españolas estaba muy interesado en recoger nuestros
patrimonio cultural en sus diversas ramas, entre los miembros del departamento
Milagros García Blanco hizo una labor ingente con sus alumnos, animándolos y cooperando con ellos en la recogida del rico
acervo cultural de nuestro entorno: canciones, refranes, villancicos,
costumbres, y otros asuntos relacionados
con el folclore tuvieron la suerte de recogerse y sistematizarse. Y, por
fortuna, me los envió hace unos años en
una gran bolsa, que conservo como oro en
paño. De esta zona de Las Caserías hay
pocos testimonios, pero mira que revisando mis archivos me encuentro dos folios
escritos por el que era un adolescente, Rafael Jesús Peinado Cano, que recogía unas notas sobre las canciones y una leyenda de la zona. Dentro de ese ambiente rural, que caracteriza
este bello entorno, me quedaría como reflejo de un tiempo en el que erial y las
tierras de secano predominaban:
La perdiz canta en el monte,
La liebre en el retamar,
El gazpacho en el hornillo
¡Vámonos a merendar!
O esta más graciosa que refleja los
caminos de cardos y arbustos
Yo vi un lagarto cojo
Y Manco de la cabeza
Que venía
de Moclín
De pagar una promesa
Como es
lógico, el amor entre mozos, es un tópico de las canciones campesinas y
siempre con animales y flores
Águila que va volando
En el pico lleva flores,
En las alas alhelíes
Y en el corazón amores.
Y, en este recato del amor celoso
Quisiera ser poderoso,
Mantenerte en el aire,
Que si yo no te gozara
No te gozara nadie.
Y en estos parajes llenos de caminos
impresionaban las canciones como esta:
Los caminos son caminos,
Las veredas son veredas,
Los pañuelos de mi novia
Desde lejos relumbrean.
Pero, de entre aquel elenco de coplas, pudimos recoger la siguiente
leyenda sobre el origen de la fuente de San Isidro. En primer lugar, aquel
joven inocente y bien intencionado le había referido que, en años de la vida de
San Isidro, este santo había estado por
los parajes de la Moraleda ,
sitio donde hoy día se encuentra una fuente bajo la ermita del santo campesino.
Como era evidente, en aquellas tierras de secano Isidro roturaba el monte bajo
para ponerlo en producción agraria con su yunta. Cierto día, pasaron por el
camino viejo de Priego que venía a la vera del
arroyo de la Moraleda ,
luego de San Isidro, unas personas que acudían a la feria de aquellos parajes,
posiblemente a Alcaudete, Guadajoz, o Noalejo que eran los sitios donde
intercambiaban los ganados. Uno de los feriantes se acercó a Isidro y le gritó:
-Amigo, ¿nos podrías decir donde hay
agua? .
-Aquí, cerca, hay agua,- le respondía Isidro
mientras le indicaba el lugar exacto, cerca de la Moraleda , que pegaba al
camino y se erguía majestuosa por el humedal de su suelo-, sí hay entre los
morales.
-Que no, que no veo agua alguna, ni
indicios de manantial, tan solo las hojas están húmedas por la umbría de los
árboles.
-¿Cómo que no?-le respondió Isidro.
-Pues que no, nos estás engañando. Como
sigas así, te vamos a moler a palos, y
te vas a enterar lo que vale un peine, verás que zurriagazo te vamos a pegar,
para que te enteres quienes somos.
Isidro no se inmutaba ante las
increpaciones y amenazas de aquellos osados transeúntes, sino que los miraba
dulcemente como si quisiera transmitirle la paz interior de su alma que amansaba hasta los animales más fieros .Por
eso cogió la aguijada, (que aquí los campesinos confundieron con el nombre
de las bertolas, deformándolo en vístola) y dice que con un fuerte golpe dio un”vistoletazo” cerca de la alameda y saltó agua en forma de
una manantial, donde los vecinos del lugar colocaron una fuente y abrevadero
para el ganado. Con gran mansedumbre, se dirigió el santo a aquellos ufanos
ganaderos y les dijo:
“Cuando Dios quería,
Aquí agua había”
Y, desde aquel momento la fuente fue el
remanso de los arrieros de la
Campiña y de las Sierras Subbeticas, el solaz de los
cazadores tras el reparto de las piezas, la parada obligada de los viajeros que venían
de tierras cordobesas, sobre todo de
Priego, la bendición obligada de abades,
vicarios y curas de la Abadía
y abastecimiento de campesinos y
pastores, apagadora de sed en los
días de su romería.
Esto lo escribió aquel joven estudiante
a finales del siglo XX. Luego, leímos los libros de la vida de San Isidro, y comprendimos cómo se
deforman las historias del santo en núcleos alejados de la ortodoxia
eclesiástica. Supimos que el santo era, de oficio, pocero. Fue una de las primeras
ocupaciones de Isidro la de cavar pozos,
al servicio de la familia Vera hasta que se trasladó a trabajar a Torrelaguna,
donde contrajo matrimonio con una chica del pueblo llamada María Toribia,
conocida más tarde con el nombre de Santa María de la Cabeza , también declarada
santa.
Pero,
recogemos estas palabras de un relato muy parecido al que hemos comentado: “Así mismo, hay un relato que nos dice que en
un año de sequía y temiendo por la rentabilidad de la hacienda de su patrón,
Isidro con un golpe de su arada hizo salir un chorro de agua del campo. Salió
tanta agua de allí que pudo abastecer toda la ciudad de Madrid. Fíjate amigo
cibernauta que en estas dos narraciones hay una homología en dos textos de la Biblia ; la primera es una
analogía del milagro de los panes y los peces de Jesús y la segunda de Moisés,
que en el éxodo de Egipto hacia la
Tierra prometida, golpeó una piedra con su bastón y salió de
ella agua para saciar la sed de su pueblo.
Con
eso co comprendemos perfectamente que
los campesinos de Las Caserías relacionaran este relato con el origen de la Fuente de la Moraleda , que existía
mucho antes que la propia ermita que
debió erigirse a finales del siglo XVII o principios del siglo XVII. Son las
cosas propias de la tradición, que sabe transmitir y poner su sello lírico a
todos los elementos naturales,
prodigiosos o espectaculares que rompen la cotidianeidad de su vida, que
se alimenta del humor popular y de la fantasía que rompe el duro trabajo,
sino como pueden cantar
Del
corazón de una pulga,
Hizo
mi abuelo un serón,
Una
espuerta paral a paja
Y
un capacho para el carbón.
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