DEL UNO DE MAYO AL PUENTE DE MAYO
Uno de Mayo,
fiesta de los trabajadores. Y han pasado, a lo largo de la vida de cualquier
persona, muchos unos de mayo, como catorce de abril u ocho de marzo. Son fechas
señaladas de conquistas de la humanidad,
a las que se le añade una reivindicación relacionada con cada uno de los
eventos que dieron lugar a su efemérides. Pero, en este mundo que es un
pañuelo, para muchos, siempre estas fechas no fueron sino simplemente unos
dígitos numerales que transcurrieron con la monotonía vital que caracteriza a
la mayor parte de la población, es decir a remolque y, a veces, a contracorriente de la celebración de los grandes acontecimientos históricos. Tan
sólo una minoría comprometida fue capaz de despertar ilusiones de un mañana o
de proyectar acciones para unas utopías que cayeron muchas veces en el fondo de los sacos rotos.
Pero lo triste
de la situación actual radica en que parece como si se hubieran conjurado las
manos ocultas y poderosas de este mundo para descafeinar esta fiesta / fecha
del uno de mayo utilizando las artimañas más sibilinas que no podemos imaginar.
No se les cae la cara de vergüenza a los que nunca reivindicaron nada sino que,
como aves carroñeras, se lanzan sobre los restos del animal sacrificado. Están
más pendientes de manipular las
estadísticas para zaherir a los que levantan, con tesón, orgullo y constancia
muy plausibles, el estandarte sindical
de los trabajadores en estos momentos tan difíciles en las reivindicaciones
laborales. No les importa el hombre ni sus derechos y, eso que la actual
doctrina eclesiástica, les recuerda la prioridad de la persona humana frente el
capital.
Estos
manipuladores financieros han pasado de
edulcorar la fiesta con su incardinación cristiana a convertirla en un tiempo
de ocio, a donde acuden para sacar tajada de los pocos fondos que quedan de
los bolsillos de los trabajadores. No les interesa que el individuo se asocie, sino que viva egoístamente y los complacen con unas migajas de su pequeño paraíso terrenal, ya que les enseña
el pórtico de sus ágapes placenteros entre cortinas.
Por eso, se ha
pasado del día de los Trabajadores con mayúsculas cortesanas al Puente Festivo
de Mayo escrito en letras comunes. Y,
ahora, incluso, se jactan de los
beneficios económicos que se han dejado en las playas y las costas contrastándolas
con los bajos índices de participación en las manifestaciones de las grandes
capitales de España mofándose de las críticas del austericidio.
Claro díptico de contraste presagia malos tiempos: una fotografía de
color y efímera de placer pasajero frente a un fotograma en blanco y negro , con
el que se enmudece la valentía de los
que nos dan un sincero aldabonazo de la conciencia
reclamando la solidaridad, luchando por la igualdad y defendiendo la libertad
con toda la fuerza posible. Demos de lado a los cínicos que siguen haciendo comentarios
peyorativos, y, al menos, levantemos el trofeo por los que siguen trabajando
por estos valores. Pues el Uno de Mayo no fue una obra de ingeniería turística
sino el reconocimiento de unas personas que lucharon por muchos derechos que
hoy se están perdiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario