DIARIO DE UN RUTERO X. POR EL PALANCARES III.
Nos hemos encontrado
pocos por eso de que se celebran muchas comuniones, y por mayo era por mayo
cuando aprieta el calor. Pro el día puede calificarse de “meritíssimus cun
laude”. Comentamos la ubicación de la antigua atalaya en el cero de enfrente y resolvimos la duda de José, un niño, que nos preguntó sobre
una cruz cubierta con una corona de flores de plástico recordando un accidente
de tráfico.
Casi una
veintena de senderistas nos encaminamos desde los parajes de la Peña del Yeso,
donde se yerguen unas rocas yeseras en
forma almenada, porque solo quedan las ruinas del antiguo cortijo enterradas. Por un buen camino dejamos atrás el camino
que se dirigía a otro más pendiente que indicaba
su dirección hacia la Merced (nos invitó a comentar aquella famosa encina más
grande de Alcalá). Tierras de olivar y
secano hasta llegar a una bifurcación, en la que decidimos marchar hacia el
camino del cortijo de los Almendros, un antiguo camino que se denominaba de Alcalá
a los Agredas. El cortijo de los Colgadizos, la casilla Sánchez, el cortijo del Melgar, casa de Baldomero
Urena, y casas de los Cuenca.
Pasamos por
tierras del cortijo de Melgar, contando la vida de aquel beneficiado de la
Iglesia Mayor de Alcalá la Real y
capellán de la Capilla Real de Granada, cuyos orígenes se pierden en la oscura
historia de ser hijo de una familia de pintores
famosos de Andalucía y de un escribano casada con Baltasara de los
Reyes. No nos detuvimos en el cortijo de los Almendrillo, pero saludamos al
propietario del cortijo de los Almendros, un cortijo señalizado, con era de
agosto, portada con rótulo en aluminio con el nombre del cortijo, desde donde
mana una fuente que forma y un arroyuelo que baja al río Palancares.
Llegamos hasta
un camino que nos acercaba a la cortijada de Villalobos, y comentamos la cruz
del caballero que fue arrasado por una crecida o riada del Palancares. Por la
parte de arriba el cortijo del Cuerno, y mucho más allá el de Ánimas. Entramos en
esta aldea por el antiguo molino, hoy sede de la asociación cultural del
Palancares, para subir por una empinada calle hasta el centro de la aldea, donde
presenciamos la elaboración de un rico caldoso mientras hacían el sofrito.
Dentro de la escuela de los años cincuenta del siglo XX, que hace de ermita, fuimos acompañados por Custodio García García,
el hermano mayor de fiestas que celebran por estos días. Un refresco y la
fotografía de rigor, acompañados de los sones de ensayo la orquesta nos reanimó la marcha, al
mismo tiempo que Anastasio nos comentó la anécdota del “río para el puente” que
otros inventaron que pidieron al gobernador Villalobos en una visita de los
años cincuenta. Y, tan solo fue una anécdota en mitad de la conversación al hacer alusión del río que
necesitaba un puente. Pues, ante la pregunta de Fernando inquiriendo sobre el origen del término de Villalobos, se nos relató que procedía de un cortijo , al que , en tiempos de la Guerra Civil, llegaron unos lobos. Sin embargo, me apeteció que se contara esta fabulación, porque el término de Villalobos se remonta más allá de cualquier guerra reciente, tiene más de cuatrocientos años y se refiere a un cortijo asentado junto a la fuente y en un pequeño promontorio que era el del jurado Luís de Villalobos, que por eso de la sinécdoque una parte le da nombre a la totalidad del terreno. ó una
Bajamos al
puente y oteamos los cortijos cercanos, el lavadero y las aguas del Palancares,
y por una fresca alameda emprendimos el regreso a Alcalá a través del cortijo
de los Cachanos. No sin antes haber entrado al antiguo bar, molino y centro de
la aldea, donde contemplamos fotografías del Palancares en riada o con nieve,
muchos recuerdos del Real Madrid y un rincón que nos adentraba a un mundo rural
en detrimento de la modernidad. Pasando por las antiguas casillas de las Bizcas tuvimos la suerte de ver el esquilo de unas
ovejas y un original espantapájaros que protegía una hortaliza.
Al cruzar el
arroyo, hicimos el bautizo del senderista a los resistentes miembros que siguen
las marchas en estos días calurosos de mayo y en especial al niño Jose que
disfrutó de lo lindo.
Pasamos por el
antiguo cortijo de Moyano, hoy de LFC y Camuñas, hasta volver por una
desviación del cortijo de Agredas a Alcalá, mientras contemplábamos un cortijo destruido,
y las antiguas casas de Ana Ocaña. Nos dejamos atrás la casa de Casada y el
cortijo de Pernilla, porque tan solo divisamos el de Pernia, nombre que nos
recordaba una regidor del siglo XVIII y
el de Verdugo, un tesorero malacitano en
tiempos de Carlos V, a lo lejos, donde
en sus cercanías había un batán cuyo oficio comentamos. Desde allí nos
dirigimos a Alcalá. Eme le trayecto, Jose, el hijo de José Antonio Conde, tras
haber recorrido más de nueve Kilómetros me llama y me dice “ Hoy ha sido para
mí el día más feliz de su vida”. Había sido bautizado en las aguas del Palancares
como miembro sucesorio de senderistas de Huerta de Capuchinos y ello le engrandeció
hasta tal punto que nos dio de recuerdo piedras preciosas rodadas que
encontraba por el camino.
Hasta la nueva
cita.
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