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sábado, 17 de mayo de 2014

NOTAS PPARA LA HISTORIA DE ERMITA NUEVA II. con san Isidro.


NOTAS PARA LA HISTORIA DE ERMITA NUEVA

 





Hemos escrito en años anteriores sobre diversos aspectos de Ermita Nueva: su poblamiento,  su historia, su hábitat, sus gentes y sus costumbres.  De todo ello se puede  concluir  y distinguir que el territorio de su partido de campo  está claramente definido históricamente por estos factores: la travesía de su territorio por el camino( luego carretera N 432)  con el jalonamiento de una serie de ventas que se remontan  a tiempos musulmanes ( y no nos extraña  de una anterior villa romana);  una  reminiscencia de tierra de frontera, marcada por su repartimiento posterior para funcionamiento del gasto del ayuntamiento alcalaíno- unos, como cortijos  de propios, Cequia Alta y Cequia Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados por el monasterio de la Cartuja de Granada, Quejigal, Cartuja y aledaños, y una tierra de dehesa ( el Camello y otros montes cercanos) transformada, roturada y recudimentada  desde el siglo XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que transforma  el hábitat disperso  concentrándolo en  diversos núcleos rurales y   va a tender una mayor población  que vive a expensas de la tierra repartida; en torno al río  Palancares se abre un paso natural muy importante que  marca todo su terreno. .

Con estas premisas, podemos recoger las notas siguientes:

- Este territorio constituyó un paso natural, marcado históricamente por diversas atalayas ( unas desparecidas, otras en cimientos  y algunas citadas por las visitas de términos)  que protegen el camino y ha sido testigo de migraciones  como los destierros de los moriscos hacia tierras castellana en diversas ocasiones de la historia de España; también ha sido  sitio de paso de las partidas de asaltantes de caminos como los monfíes en los primeros siglos de los Austria, como se constata en varios documentos del archivo municipal de Alcalá la Real ; guarida  de los bandoleros que  siguieron la huella de  los  anteriores y abundaron por los montes  cercanos  a aquellos cortijos,  a los que asaltaban y debían acudir  regidores y jurados con el corregidor y alguaciles para protegerlos, así como obligaron a  establecer “caballeros de la sierra” o “guardas de campo” para proteger estas tierras en tiempos de paz,  y  que se mantuvieron hasta finales del  siglo XX; testigo vivo de tantas correrías o invasiones  de reyes, jefes militares y ejércitos  desde tierras castellanas  o del reino de Jaén  hacia el Reino de Granada ( por aquí pasaron las tropas castellanas de Alfonso XI,  y sus predecores, de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de tierras americanas; para forrajear, o los  ejércitos carlistas  en retirada o  las invasoras napoleónicas, o era el sitio esperado de ataque de las tropas franquistas). Todavía, en sus tierras  la numismática puede recorrer periodos amplios de la historia, con la aparición de monedas romanas, no digamos el periodo califal  que viene perfectamente data con las monedas del tesorillo de Ermita Nueva,  o la constatación de algunas monedas castellanas como “ agnus dei” en tiempos de los reyes cristianos de la Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales y ducados  que muestran una zona de un intenso comercio, de paso a santuarios, a lugares medicinales,  fruto de ser una ruta muy visitada.  

 

-Asentamiento de pueblos que se remontan a tiempos prerromanos y anteriores  con yacimientos importantes como el de la Gineta  o espejo de la ruralización que se produjo en época romana  con la presencia de varias villas romanas que darán lugar a asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y  muestra clara de  integración de pueblos pobladores  en loas tierras roturadas y repartidas en tiempos de Carlos III, con la constitución de varios núcleos.

-Lo anterior fue pasado, el presente se hace cercano en los siglos XIX y  XX. Pues se conserva de 1917  un  plano, obra  del Anselmo López  Nieto, de la comarca alcalaína, y, en este partido podemos distinguir los siguientes datos geográficos que nos sirven  para mostrarnos un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos y, mantenimiento de los yacimientos anteriores. Vamos a describirlos: en la zona comprendida entre la senda del Moraleja  y la carretera nacional: los cortijos Moraleja Alto, la Parrilla, el Quejigal, donde predominaba tierra calma y monte; en la zona comprendida entre el camino de la Zarza, el arroyo del Palancares, camino de la Escaleruela y carretera nacional, se  encontraba la casilla de Moyano,  con tierra calma,  monte y erial, el cortijos de Pinillo, el del Perro, del tío Mochila, el  Ventorrrillo del Charro ( en el cruce de los caminos , el antiguo de Alcalá,  de las Pillillas y Pinillo) , Casa de Carmela,                                                                                                                                                                                                                       , la casilla de Leoncio, acaba en el  otro Ventorrrillo. Cortijo de Acequia Baja y la casa del Sotillo junto al Palancares, con la misma tipología de tierras y algunas de regadío junto al río;  en la zona comprendida ente el camino real y  el de la Escaleruela y el límite del término, la casa de Mercedes, las casillas de Márquez, y cercanas a ella la ermita de San Isidro,  en el cruce de camino de la Escaleruela y Ciudad, casilla del Tío Sancho,  el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco Coca,   Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres junto al límite) ; una serie de “Casillas” en torno al Camello, y adentrándonos hacia el cortijo de las  Pilillas – cruce de caminos de Escaleruela y  Pilillas- , la casilla de los Prietos, de Periquito, de Mochila,  la casa de la Caña de San Antonio, casilla de Mayo y de los Nieto , donde aparecen terrenos de secano, monte y prado; finalmente, entre el camino real, el camino de la Zarza y el límite, desde el Palancares , tenemos la Casilla de Ana Ocaña, , cortijo del Obispo,  el cortijo de Retamero, la casa de Cañada Honda y la de Cigarrón,   casilla de la Hilacha, , casa de Antonio Nieto, cortijo de “El Venerose”,  casilla del Portillo, casa de Juanico Terrones, casa de Dolores Rincón, y casilla de María Rincón, , las casillas de la Perdiz en la senda de la Pernia  y en trono a un núcleo del cortijo del Menchón Alto, las casillas de Castillo, cortijo del tiro de la Barra, , del cerrillo , de la Chora, de Juan  Calvo, en medio de un terreno de monte, secano erial y cereal.

 

EL REPRTIMIENTO DE CARLOS I

 

-No podemos pasar por alto, un documento muy importante  que ha incidido en la  posesión de la tierra en torno a la ribera del río Palancares, nos referimos al repartimiento de la tierra de sus márgenes por los antiguos propietarios de Alcalá, Se hizo, allá por los años treinta del siglo XVI en tiempos de  Carlos V, unos años después que este mismo rey hubiera hecho merced de un cortijo al regidor malagueño Pedro de Verdugo que dio nombre a la parte norte de las tierras de este partido. El motivo del repartimiento no era otro sino conseguir fondos para afrontar las guerras que  mantenía en Europa y en otros lugares del mundo defendiendo la cristiandad, y lo hizo  entre los vecinos de Alcalá la Real. Para llevarlas a cabo, nombró un juez, en este caso el corregidor de su tiempo Francisco de Alarcón,  que se rodeó de una comisión de varias cuadrillas en los distintos partidos de campo. Este juez mantuvo varios criterios ineludibles. Pues sabiendo que esta tierra era de paso de la ganadería, dejaron cañadas y veredas para paso de los ganados, por donde mejor convenía o apreciaban los miembros de la comisión;  y dividió la tierra en una serie de suertes y trances que repartía entre los vecinos sin que las veredas le recortaran la cantidad de fanegas o tierra que les correspondía  sino que las detraía del monte realengo y, comenzando por un cabo, en este caso de la ribera del  Palancares continuaban el curso del río echando la vereda por el cabo de uno y otro margen del río con una anchura de diez estadales cada una y siendo la línea de que marcaba la  ( 33.34 metros de longiotud). Así lo explicaba un escribano de siglos después. “ dióse una suerte a Fulano de tantas fanegas de tierra, y quedan diez estadales de vereda, orilla del arroyo, y luego , dióse otra suerte a Pedro, linde de la dicha del dicho Joan , y quedan diez estadales de vereda, orilla al dicho arroyo…, y acontecía        que después de aver echado  algunas suertes, así con vereda, saltavan a otra parte apartada del arroyo, y por aquella parte no avía necesidad de vereda , y así no la yvan echando hasta que aquel do acabados muchos días, volvían  al lugar do abían dexado la suerte del dicho Pedro, y al que davan allí junto a é dezía diose una suerte a  Fulano, linde del dicho Pedro, ha dexar una cuerda de diez estadales para  vereda” . En este lugar, intervinieron como jefes cuadrilleros: el escribano Cristóbal Gallego,  al principio del repartimiento del Palancares  junto al  cortijo de Verdugo, por la senda de la Asperilla y el Peñón. Pero, donde se centra la labor de estos cuadrilleros es en la zona de las dos veredas en medio del río desde el puente del Palancares hasta la zona de la Jineta. Y es muy importante, este recorrido, porque “estas veredas que van desde este camino abaxo, son tan antiguas como los demás y tan necesidad porque, demás de ser para los vecinos de esta ciudad del mismo provecho que esos otros y aún de más utilidad por ser más anchas son el remate de todas, y por do los ganados de esta ciudad y los que suben de toda Andalucía pasan a todo el reyno de Granad, y ansí han sido guardados por los vecinos que alindaban con ellas”. Por este lado el camino  era nada menos de quince estadales y comenzaba por una cortijo de los Canos, en un cerro anterior a de los Cabeza los Jinetes (así se llamaba la Jineta). Por el interés de las descripciones y el contraste con el paisaje actual, vamos a recoger, en este año, estas pinceladas de estas zonas habitadas:

-Sobre Hoyos de Acequia  “ sale otra vereda , la qual  sube  por allí arriba y atraviesa el camino de Granada, y sube hasta los hoyos que dizen de Acequia, como agora diremos, y esta vereda es también de la que no tienen medida señalada, pero por muchas partes de ellas es más ancha que ninguna; y así mismo por parte de el la más llena de árboles, frexnos, álamos y quexigos que otra ninguna y con mucho agua, no se le puede dar medida cierta” esta dicha vereda sale del Palancares, alindando a la mano derecha con la dicha agua que baja de Acequia hasta que se aparta de ella y entra por  mano izquierda  tierras de propios de esta ciudad, con las quales con las quales por esta dicha mano llega hasta el camino de Granada, y passado del va todavía las  dichas tierras alindando por aquella cordillera arriba hasta lo realengo de los Hoyos que dizen de Azequia do acaban esta vereda”.

-En cuanto al cortijo del Piojo, se dice “ “ y de aquí atraviesa esta vereda el dicho Camino de Granada y sube la cañada arriba por do baxa  el agua de la dicha Fuente del Piojo, por entre tierras de un cabo a otro de los dichos propios de esta ciudad de los dichos quince estadales y va hasta unos juncalillos , por parte de los quales baxa el agua de una fuente que nace junto a la vereda a la mano izquierda de ella, que algunos dicen que esta es la Fuente del Piojo, y  es cosa cierta  que consta por averiguación  muy bastante  en la visita pasada de 1577 se le bebia dar mucha anchura por ser esta fuente muy buena, y desde allí arriba va todavía continuada la dicha vereda  y a la mano derecha  poco más abaxo  de do están agora las Cassas  de este cortijo, Y estotra es la fuente que llaman del Piojo. , esta cae  dentro de la vereda

-En cuanto al cerro de la Gineta, Y desde allí hasta cortijo que dizen de los Canos, que es agora de Rodrigo de Cano, el qual está edificado de cara un cerrillo que está de cabo otro cabo del dicho arroyo poquito antes de llegar a la Cabeça de los Ginetes y que desde este dicho cortijo abaxo hasta de entrar el agua que baxa de la  Venta de la Acequia en el dicho arroyo del  Palancares podía  ir de 17 estadales”

 

 

 

            Francisco Martín Rosales

 

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