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jueves, 3 de octubre de 2019

PEDRO DE PINEDA, REGIDOR DEL SIGLO XVI

ES MUY INTERESANTE EL TESTAMENTO DE PEDRO DE PINEDA , QUE SE INICIA CON UN PRÓLOGO ENCOMENDÁNDOSE A LA VIRGEN , MARÍA Y SANTOS DE LA IGLESIA, y antes de invocar y fundamentar su testamento, con la doctrina y enseñanza de la Iglesia y encomendarse a Dios, se cita como Pedro de Pineda, vecino de Alcalá la Real, estando enfermo de cuerpo y sano de voluntad, cuerpo y mente. Su enterramiento se llevó a cabo en la sepultura  de la iglesia de Santa María la Mayor de la ciudad de Alcalá la Real, donde estaban enterrados su antepasados y lo pongan sus albaceas,  al lado derecho del altar mayor, junto al Sagrario, en una arco donde estaba sus armas. . Su bisabuelo fue Pedro de Pineda , caballero, que ganaba por dos lanzas, cuando servía al rey Juan II y se casó con doña María de Córdoba sobrina de Antonio López de Córdoba, hija del maestre  Martín  López de Córdoba. Su abuelo Juan de Pineda, alcaide de doña Mencia se casó con Catalina de Aranda, hija de Pedro y Catalina Fernández. Murió en tiempos de frontera estando en Alcalá.. Tuvo dos hijas, que junto con su madre se fueron como monjas al Monasterio de Santa Inésde Córdoba, y un hijo Pedro de Pineda, su padre. Este recibió la merced del cortijo de Soto Redondo, que estuvo casado con doña Francisca de Herrera y Aranda. 
Escudi de los Pineda de Alcalá la Real
Como era frecuente, su cuerpo salía de su casa acompañado, en este caso, de 18 clérigos, que le debían decir una misa rezada por su alma y otra de víspera y requiem ofrendada con cera, vino y pan. En el traslado seis pobres necesitados y elegidos por Fray Juan de Quesada, su confesor de la Orden de San Francisco, debían ir vestidos de caperuzas de frisa y camisón, a los que se les pagaba un real. Pedía y daba para su acompamiento el monasterio de San Francisco que estaba en obra. Mandaba cien misas que se le dijeran en  la misma iglesia de su enterramiento. Y ordenaba unas misas  que  a veces no pueden leerse por estar roto el documento
-Misas rezasas en el monasterio de San FRANCISCO, 
- Por su ánima  y la de Isabel de Valbuena, las misas cantadas con su cera en la Iglesia Mayor, por las festividades de la Virgen María.
-Por su mujer, padres y abuelos ( 20), y ánimas del Purgatorio (20) y personas que debía pèrdonar.
Entregaba  un real a todos los templos de Alcalá la Real para su fábrica, a los santuarios acostumbrados de Redención de  los Cautivos, Casa Santa de Jerusalén y a las cofradías y congregación. Desde su fallecimiento hasta que se cumpliera un año, en todas las fiesta de guardar se pusieran dos cirios ardiendo sobre la sepultura y se hiciera una ofrenda desde antes de la misa mayor y hasta que  se acabase. En el aniversario de su fallecimiento se dijera una misa cantada con su letanía y nocturna, y otra misa cantada  de réquiem en la misma iglesia
Todas estas misas se pagaban con la renta del cortijo que tenía arrendado a Bartolomé González. Tenía una esclava, e nombre María,  que compró en Ferias y se la dejó  asu mujer. Le costó sesenta ducados., En un libros de cuentas, anotaba su deudores,  y perdonaba a un tal Bernabé Galvez;  y le debían un cahiz de garbanzos vecinos del Castillo. 
Dejaba su regimiento de cabildo en su hijo Mayor Diego de Aranda, a los cinco días de su fallecimiento, y, si se se pasaran 23 días, se acudise al Rey para que los confirme.
Su primera mujer Isabel de Valbuena, ya fallecida , fundó una capellanía en la Igelsia Mayor, cargada sobre unas casas que estaban siutuadas en la Mota linderas con dos calles que hacían esquina por la que se va la Iglesias Mayor y con casas de Villalta,; y otras dos casas tiendas en la Plaza Baja, linderas con tiendas del alcaide Juan de Aranda.  
Nombraba capellán  a su Hijo Pedro, y luego a los descendiente de Diego de Aranda,  Francisco de Aranda y luego a los de sus hijas Guiomar, Ana, Lucía, y después a los hijos de su segunda mujer Isabel de Leyva.  Y lo dejaba el cumplimiento y patronazgo y los cuidados espirituales a cargo del señor abad.
A su hija Ana la mejoró en diez mil maravedíes a la hora de partición de bienes. Renombró por albaceas a su segunda mujer Isabel de Leyva, Diego de Arana, y y el fraile Juan de Quesada. 

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