Archivo del blog

jueves, 24 de octubre de 2019

EL CAPITÁN ALONSO DE CABRERA

3. EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA Después de haberse apoderado de Melilla y de Cazaza, la siguiente conquista que realizaría la Corona de Castilla en la costa de Berbería sería el peñón de Vélez de la Gomera, pequeño islote situado en la desembocadura del río Támeda o Bades, frente a la antigua ciudad de Badis, poblada a principios del siglo XVI por alrededor de 600 familias. En aquel entonces, esta ciudad disponía de un buen puerto que era utilizado como base por los piratas y los corsarios berberiscos que hostigaban el litoral de la Península, dedicándose buena parte de sus vecinos a estas actividades, y si bien corsarios y piratas disponían de otros fondeaderos en aquella región, Badis tenía mayor importancia porque su puerto, ubicado entre el Peñón y la ciudad, canalizaba buena parte del comercio del sultanato de Fez y sus corsarios eran los más activos de la zona. Además, existía allí un pequeño arsenal en el que se construían navíos de apreciada calidad utilizando los alerces que crecían en las proximidades. Juan León el Africano, que posiblemente visitó Badis entre 1512 y 1515, escribió entonces que la ciudad se levantaba en las proximidades de una llanura, estaba coronada por dos elevados montes y su población vivía principalmente del mar, por lo cual la mayoría de los recursos de sus vecinos provenían de la pesca, del corso o del comercio marítimo. Aunque formaba parte del sultanato de Fez, en los primeros años del siglo XVI aquella región se sumió en la anarquía tras la muerte del sultán Mohamed el Sheikh en 1504 y entonces se estableció en Badis Muley al Mansur, primo del fallecido sultán y pretendiente al sultanato, quien gobernaría un territorio que coincidía con el que ocupaba la cabila Bocoya. Cuando sus pretensiones a la sucesión se vieron frustradas, Muley al Mansur declaró la independencia de aquella zona, donde reinaría a partir de entonces. Por otra parte, con la caída del reino nazarí de Granada el eje del conflicto entre el cristianismo y el islam en aquella región del globo se desplazó hacia el sur, tras lo cual los corsarios y piratas berberiscos se convertirían en un problema cada vez más grave para Castilla, de manera que sus principales bases de operaciones en aquella zona ⎯Tetuán, Targa y Badis⎯ serían un objetivo de primer orden, pues, además de constituir una amenaza para la navegación, los corsarios y los piratas berberiscos también atacaban las poblaciones costeras del sur de la Península, para lo cual incluso contaban con cierto apoyo de los musulmanes que todavía residían en el antiguo Al 92 Andalus. Esta amenaza corsaria y pirática obligaría a la Corona a reforzar su presencia en el mar y a hostigar los puertos enemigos. Así, en abril de 1503 se nombró al comendador Martín Fernández Galindo capitán general de una escuadra a la que se asignó la misión de proteger la costa del antiguo reino de Granada y hostigar la de Berbería. Galindo consideró la posibilidad de conquistar el Peñón y, el 20 de junio de aquel año, presentó un informe a Isabel de Castilla, quien pensaba que la mejor solución para terminar con el corso y la piratería berberiscos sería destruir los puertos que los piratas y los corsarios utilizaban como base y quemar todas sus naves, siendo Badis el principal objetivo12. Sin embargo, esta ciudad pertenecía al sultanato de Fez, por lo cual su conquista se había reservado a los lusitanos en el tratado de Tordesillas, de manera que era previsible que Portugal se opusiera a que Castilla la ocupara. A pesar de ello, se continuaría considerando la idea de destruirla, como muestra un informe enviado al cardenal Cisneros en el que se recomendaba su destrucción y el establecimiento de una guarnición en el Peñón para evitar que los magrebíes pudieran reconstruirla13. Las actividades de los piratas y corsarios veleños tenían entonces tal importancia que, a principios de 1505, el capitán general de Granada, Iñigo López de Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla y marqués de Mondéjar, insistía en la necesidad de enviar las tres cuartas partes de la armada que guardaba las costas granadinas a las aguas próximas a Badis para impedir que sus corsarios salieran a la mar, dedicándose las naves restantes a surcar el litoral de la Península y combatir el corso de Orán y Tetuán, aunque Orán sería conquistada en 1509, dejando sus corsarios de constituir un problema a partir de entonces. Por otra parte, el puerto de Badis también era el centro de una importante actividad comercial porque canalizaba el tráfico mercantil entre el sultanato de Fez y otros puertos mediterráneos, e incluso era habitual que los convoyes de galeras mercantiles de la República de Venecia ⎯las mude⎯ hicieran allí escala, aunque la mayor parte las transacciones se mantenían con los puertos del antiguo reino de Granada, especialmente Málaga, pues, a partir de 1490, las ciudades y concejos de la costa granadina obtuvieron licencia de la Corona para comerciar con el Magreb con ciertas restricciones, puesto que estaba prohibido exportar armas, caballos y ciertos materiales, como cáñamo o lino, que 12 Archivo General de Simancas. Libro 6.º de Cédulas de la Cámara, doc. 558, ff. 124v y 125 (ápud López de Coca, 1993, 214). 13 Villa-Amil: Berbería en tiempo de Cisneros, 154 (ápud ibídem, 214). 93 se podían utilizar para aparejar las naves corsarias. Además, una parte significativa del comercio veleño de aquel entonces estaba relacionada con la redención de cautivos cristianos (López de Coca, 2006, 113-115; 127 y 128; 147-150; 1993, 207-213; Africanus, 2004, 308-310). 3.1. La ocupación (1508) El peñón de Vélez de la Gomera se conquistó por primera vez el 23 de julio de 150814, en una operación que podría calificarse de fortuita. En aquellos momentos, Fernando el Católico ⎯la reina Isabel había fallecido en 1504⎯ había enviado a las costas de Andalucía una escuadra capitaneada por Pedro Navarro, conde de Oliveto, para combatir el corso y la piratería berberiscos, cuyas naves arribaron a Badis aquella jornada persiguiendo a unas embarcaciones corsarias que intentaban refugiarse en su puerto, tras lo cual Navarro decidió aprovechar la ocasión para intentar apoderarse del Peñón, a la sazón defendido por alrededor de 200 hombres y algunas piezas de artillería. Sin perder un momento, ordenó fondear un galeón entre la ciudad y la roca y envió contra ella las naos remolcadas por galeras, cuya artillería amenazaba cortar la retirada a sus defensores y éstos huirían presas del pánico cuando desembarcaron los castellanos, tras lo cual éstos ocuparon el Peñón sin encontrar resistencia. Según algunos autores, como Martín de los Heros, después de ello se bombardeó desde allí la ciudad de Badis, que sufrió grandes destrozos, aunque otros, como López de Coca, señalan que no existe constancia de que aquello hubiera ocurrido. Seguidamente, Navarro ordenó construir una torre fortificada en la que estableció una guarnición de 32 hombres provistos de cinco lombardas bajo el mando de Juan de Villalobos, construyéndose también una grúa para izar las embarcaciones y un aljibe que permitiría almacenar agua de lluvia, los cuales prestarían grandes servicios. A partir de entonces, la artillería de la roca impediría a los piratas y corsarios berberiscos acceder al puerto, imposibilitando que lo utilizaran para sus actividades. Por otra parte, la conquista del Peñón provocó un previsible incidente con Portugal, pues, como se ha visto anteriormente, se encontraba en la zona cuyo derecho de conquista pertenecía al reino lusitano, situación que había reconocido Castilla en 1479 mediante el tratado de Alcaçovas y había sido confirmada de nuevo tan solo cuatro años 14 López de Coca data su ocupación un día después, el 24 de julio, según consta en una carta enviada a la Serenísima por el embajador veneciano, Francesco Cornaro, el 8 de agosto de 1508 (ibídem, 214). 94 antes en el tratado de Tordesillas, por lo cual el monarca portugués, Manuel I, yerno de Fernando de Aragón, pidió explicaciones a éste, quien le respondería que como los lusos carecían de fuerzas para conquistar y conservar una posición tan alejada del resto de sus dominios en África, retendría el Peñón hasta que se decidiera lo que fuera más justo, prometiéndole indemnizarle adecuadamente en caso de que determinara conservarlo. Tras ello, las relaciones entre Castilla y Portugal se deterioraron por esta cuestión. No obstante, Fernando de Aragón prestaría un servicio muy valioso a los lusos en octubre de aquel mismo año, cuando obligó a levantar el cerco que el sultán de Fez, Mohamed el Burtuqali, había impuesto sobre Arcila, lo cual mejoraría notablemente las relaciones entre ambas Coronas. En aquella ocasión, los magrebíes incluso llegaron a apoderarse de la medina obligando a su alcaide, Vasco de Coutiño, conde de Borba, a refugiarse en el castillo con sus hombres y enviar mensajeros pidiendo auxilio, requerimiento que el corregidor de Jerez, Ramiro Núñez de Guzmán, atendería de inmediato acudiendo con un contingente de 300 ballesteros y espingarderos acompañados por algunos caballeros. Poco después, el Rey Católico envió una armada capitaneada por Pedro Navarro que zarpó de Gibraltar el 30 de octubre con 3.500 hombres, que obligaron a los magrebíes a levantar el cerco y retirarse a Alcazarquivir al día siguiente. La mejora de las relaciones entre ambos monarcas después de este episodio, los votos de buena voluntad formulados por Fernando, que incluso llegaría a ofrecer el Peñón al monarca lusitano, y la mediación de Ochoa de Isasaga, tesorero de la reina de Portugal, María de Aragón, hija de Isabel y Fernando, facilitaron que se entablaran unas negociaciones que culminarían el 18 de septiembre de 1509 con la firma del convenio de Cintra, en virtud del cual se reconoció la soberanía castellana sobre Vélez de la Gomera, su puerto, peñón, fortalezas y términos y la costa entre Vélez y Melilla. A cambio, Castilla cedió a Portugal el dominio sobre la costa africana situada entre la cuenca del Massa y el cabo Bojador —la Berbería de Poniente—, con la excepción de Santa Cruz de la Mar Pequeña15. En aquellos momentos, el avance de los cristianos sobre la costa norteafricana parecía imparable: después de haber conquistado Melilla, Cazaza y el peñón de Vélez 15 Instrucción de la respuesta que Ochoa de Isasaga debia dar al Rey de Portugal de parte del Católico su suegro, pidiendo vistas en la frontera para ciertas diferencias [sic.] (ápud Pidal y Salvá 1854, 25, 430- 432). 95 de la Gomera, castellanos y aragoneses se apoderaron de Orán en mayo de 1509; en enero de 1510, de Bugía; y, en junio siguiente, de Trípoli; aunque su expansión se frenó en agosto de aquel mismo año con la desastrosa derrota sufrida en las Gelves (Djerba). Por otra parte, la guarnición del Peñón sufriría importantes carencias materiales a pesar de su importancia estratégica porque dependía de unos suministros que con frecuencia no llegaban, reflejándose su desesperada situación en un memorial que presentó el escudero Hernando Briceño en nombre del alcaide y los soldados de su guarnición ante el Consejo Real en agosto de 1518, cuando acudió a la Corte para intentar que se abonaran los sueldos de dos años y siete meses que se les adeudaban. En aquella ocasión, Briceño también pidió que se les suministraran bastimentos, armas y municiones porque se encontraban completamente desabastecidos, por lo cual algunos soldados habían renegado después de haberse amotinado contra el alcaide con la intención de apoderarse de las embarcaciones para regresar a Castilla, dejando la fortaleza desamparada. El escudero, que regresaría al Peñón sin que sus peticiones hubieran sido atendidas, manifestaría su estupor porque no se prestara mayor atención a su situación, pues con la posesión de aquella fortaleza se evitaba que el antiguo arsenal continuara construyendo fustas que asolaran las costas peninsulares, y recordó que antes de su conquista Badis había albergado alrededor de 1.000 cautivos cristianos y desde su puerto habían operado 20 fustas piratas y corsarias16. Por otra parte, la ocupación del Peñón no terminó con el tráfico comercial del puerto de Badis, que además continuaría siendo un importante centro de trata en el que se negociaba la liberación de cautivos. Por su parte, los comerciantes de Málaga mantenían importantes negocios con Badis, donde incluso disponían de factores permanentes. Si bien por real cédula de 29 de marzo de 1515 se dispuso que todas las mercancías que se llevaran a Badis se deberían descargar en el Peñón, donde también se tendrían que realizar las contrataciones, lo reducido de su espacio impediría que aquella disposición se cumpliera. Los convoyes venecianos de galeras comerciales también continuarían haciendo escala en su puerto, mientras que los piratas y corsarios berberiscos trasladaron sus bases a otros fondeaderos cercanos, como Targa o el Jebha ⎯también llamado Castil de Pescadores en aquel entonces y conocido después como Marsa Uringa o punta de los Pescadores⎯, desde donde continuarían realizando sus actividades (López de Coca, 1993, 213-219; VV. AA., 1981, 644; Barrantes, 1857, 439; Bernaldez, 16 Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Memoriales, leg. 130, fol. 68 (ápud López de Coca, 1993, 218-219). 96 1856, 148-149; Mariana, 1854, 332-333; Heros, 1854, 107-111; Salvá y Sainz, 1848, 505-506; Salazar, 1570, 2-4). 3.2. La pérdida y los primeros intentos de recuperación (1520-1564) La ocupación del Peñón por el enemigo cristiano no era fácil de aceptar para los habitantes de Badis, cuyos reyes, Muley al Mansur y, posteriormente, su hermano y sucesor, Muley Mohamed, intentaron recuperar por la fuerza pero fracasaron, aunque los magrebíes conseguirían tomarlo en 1520 recurriendo a la astucia. Diego de Torres relata dos diferentes versiones sobre lo ocurrido que circularon entre los berberiscos en aquel entonces. Según una de ellas, la codicia del alcaide, Juan de Villalobos, le había hecho relacionarse con unos alquimistas de Fez ⎯que, en realidad, eran agentes del sultán, Mohamed el Burtuqali⎯ quienes lo asesinaron después de haberse ganado su confianza y prometido proporcionarle oro, lo cual permitiría a los magrebíes apoderarse de la fortaleza. Según la otra, el alcaide fue asesinado después de que un magrebí amigo suyo ⎯quien se había puesto de acuerdo con Mohamed el Burtuqali⎯ le hubiera ofrecido dos esclavas negras para satisfacer sus apetitos carnales, tras lo cual le llevaría dos muchachos que se habían hecho pasar por mujeres, quienes lo mataron y después enviaron señales de humo a un contingente que permanecía a la espera y ocuparía el Peñón por sorpresa. No obstante, otros autores de aquella época proporcionaron versiones diferentes de aquellos sucesos. Así, De Mármol refiere que el cacique de Badis apeló a la codicia de Juan de Villalobos, para lo cual recurriría a dos alquimistas fecíes que entraron en tratos con un soldado de la guarnición que sospechaba que su mujer mantenía relaciones con el alcaide y urdirían la traición que permitiría a los magrebíes apoderarse del Peñón. Por su parte, León el Africano relata que un testigo presencial le refirió que el Peñón se perdió por la traición de un soldado que mató al capitán por haberse burlado de su mujer, tras lo cual entregó la plaza a los magrebíes, encontrándose esta misma versión en una carta fechada el 6 de marzo de 1521 que un agente veneciano comisionado en Palermo, Pelegrin Venier, envió a la Serenísima para comunicarle lo ocurrido. Al recibir la noticia de la pérdida del Peñón, el Cabildo municipal de Málaga se reunió el 15 de octubre de 1520 y organizó una expedición de socorro a instancia del corregidor de la ciudad en la que participaron dos naves mercantes en las que embarcaron el capitán 97 Fernando de Arce, un alférez, un cirujano, siete escopeteros, seis ballesteros y doce peones que nada podrían hacer para recuperarlo (López de Coca, 1993, 219-223; Torres, 1980, 264-265; Africanus, 2004, 309; Salazar, 1570, 3-4). Una vez que el Peñón estuvo de nuevo en poder del rey de Badis, Muley Mohamed, los corsarios y los piratas berberiscos volvieron a emplear su puerto como base de operaciones y pronto desarrollaron una notable actividad, que se refleja en una carta de Pelegrin Vernier, escrita en Palermo en agosto de 1521 y citada por López de Coca, en la que informaba que, en aquellos momentos, fondeaban allí 24 fustas locales y cinco de otros lugares cuyas depredaciones se habían convertido en un serio problema para la Corona. A ello había que sumar que los piratas y corsarios veleños colaboraban estrechamente con sus colegas de Tetuán y Argel, lo cual les permitía ampliar el radio de acción de sus incursiones. El primer intento de recuperar el Peñón se realizó en 1525 a instancias de un artillero llamado Hernando de Alvanir, que había sido obligado a ocuparse de las piezas de la roca después de haber sido capturado por los corsarios. De Alvanir solicitó a un cristiano de Cartagena que se encontraba de paso por Vélez que comunicara a Luis Hurtado de Mendoza, capitán general de Granada y marqués de Mondéjar, que estaba dispuesto a prestarle asistencia para reconquistar el Peñón mediante el procedimiento de hacer que la artillería errara el blanco si lo atacaba, insistiendo en que aquella operación se debería realizar durante la noche. El marqués de Mondéjar accedió a su proposición y obtuvo licencia de Carlos I para emprender la empresa, para lo cual organizó una escuadra formada por unas 70 embarcaciones que llevaban a bordo alrededor de 1.500 hombres que partiría de Málaga a finales de septiembre o primeros de octubre de 1525. A pesar de que se había previsto que llegaran durante noche, las naves arribaron cuando todavía había luz y fueron vistas desde el Peñón, perdiéndose el factor sorpresa, tras lo cual algunos de los capitanes consideraron que sería preferible atacar otro lugar de Berbería, pero otros argumentaron que suspender el ataque sería un acto de cobardía e insistieron en continuar, dando el marqués su conformidad. A la mañana siguiente, la escuadra realizó un desembarco en el castillo de Alcalá, distante del Peñón una legua por mar y dos por tierra, y la artillería de la roca abrió fuego contra las embarcaciones cuando se aproximaron a ella, pero Hernando de Alvanir cumplió su palabra y erró la puntería. Sin embargo, el alcaide del Peñón sospechó que lo estaba haciendo a propósito y amenazó con matarle si no acertaba, tras lo cual los cañones hicieron blanco en sus objetivos y el marqués ordenó la retirada, abandonando a su suerte a quienes habían 98 desembarcado, muchos de los cuales fueron hechos prisioneros o resultaron heridos o muertos. Tras ello, las cabezas de los de mayor rango se enviaron a Targa como presente al rey de Vélez, Ali ibn Mohamed Abu Hassun —también conocido como Buaçon—, cuya fortuna se incrementaría notablemente gracias a los rescates que se abonarían para liberar a los cautivos de aquella jornada (Salvá y Sainz, 1848, 506-508; Salazar, 1570, f. 3-6). Badis continuaría bajo el dominio de Ali ibn Mohamed Abu Hassun hasta 1549, año en que los jerifes Saadíes se apoderaron de aquella región y Ali ibn Mohamed Abu Hassun se refugió en Melilla. En 1554, el Peñón cayó en poder de los turcos, convirtiéndose a partir de entonces en una base otomana cuya proximidad al litoral andaluz agravó la amenaza de los corsarios y piratas berberiscos y otomanos, que atacarían desde allí las poblaciones de las costas de Andalucía y de Valencia, amenazando incluso las líneas de comunicación con el continente americano y el archipiélago canario (Quirós, 1998, 55 y 56). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario