3. EL PEÑÓN DE VÉLEZ DE LA GOMERA
Después de haberse apoderado de Melilla y de Cazaza, la siguiente conquista que
realizaría la Corona de Castilla en la costa de Berbería sería el peñón de Vélez de la
Gomera, pequeño islote situado en la desembocadura del río Támeda o Bades, frente a
la antigua ciudad de Badis, poblada a principios del siglo XVI por alrededor de 600
familias. En aquel entonces, esta ciudad disponía de un buen puerto que era utilizado
como base por los piratas y los corsarios berberiscos que hostigaban el litoral de la
Península, dedicándose buena parte de sus vecinos a estas actividades, y si bien
corsarios y piratas disponían de otros fondeaderos en aquella región, Badis tenía mayor
importancia porque su puerto, ubicado entre el Peñón y la ciudad, canalizaba buena
parte del comercio del sultanato de Fez y sus corsarios eran los más activos de la zona.
Además, existía allí un pequeño arsenal en el que se construían navíos de apreciada
calidad utilizando los alerces que crecían en las proximidades.
Juan León el Africano, que posiblemente visitó Badis entre 1512 y 1515, escribió
entonces que la ciudad se levantaba en las proximidades de una llanura, estaba coronada
por dos elevados montes y su población vivía principalmente del mar, por lo cual la
mayoría de los recursos de sus vecinos provenían de la pesca, del corso o del comercio
marítimo. Aunque formaba parte del sultanato de Fez, en los primeros años del siglo
XVI aquella región se sumió en la anarquía tras la muerte del sultán Mohamed el Sheikh
en 1504 y entonces se estableció en Badis Muley al Mansur, primo del fallecido sultán y
pretendiente al sultanato, quien gobernaría un territorio que coincidía con el que
ocupaba la cabila Bocoya. Cuando sus pretensiones a la sucesión se vieron frustradas,
Muley al Mansur declaró la independencia de aquella zona, donde reinaría a partir de
entonces.
Por otra parte, con la caída del reino nazarí de Granada el eje del conflicto entre el
cristianismo y el islam en aquella región del globo se desplazó hacia el sur, tras lo cual
los corsarios y piratas berberiscos se convertirían en un problema cada vez más grave
para Castilla, de manera que sus principales bases de operaciones en aquella zona
⎯Tetuán, Targa y Badis⎯ serían un objetivo de primer orden, pues, además de
constituir una amenaza para la navegación, los corsarios y los piratas berberiscos
también atacaban las poblaciones costeras del sur de la Península, para lo cual incluso
contaban con cierto apoyo de los musulmanes que todavía residían en el antiguo Al
92
Andalus. Esta amenaza corsaria y pirática obligaría a la Corona a reforzar su presencia
en el mar y a hostigar los puertos enemigos.
Así, en abril de 1503 se nombró al comendador Martín Fernández Galindo capitán
general de una escuadra a la que se asignó la misión de proteger la costa del antiguo
reino de Granada y hostigar la de Berbería. Galindo consideró la posibilidad de
conquistar el Peñón y, el 20 de junio de aquel año, presentó un informe a Isabel de
Castilla, quien pensaba que la mejor solución para terminar con el corso y la piratería
berberiscos sería destruir los puertos que los piratas y los corsarios utilizaban como base
y quemar todas sus naves, siendo Badis el principal objetivo12. Sin embargo, esta ciudad
pertenecía al sultanato de Fez, por lo cual su conquista se había reservado a los lusitanos
en el tratado de Tordesillas, de manera que era previsible que Portugal se opusiera a que
Castilla la ocupara.
A pesar de ello, se continuaría considerando la idea de destruirla, como muestra un
informe enviado al cardenal Cisneros en el que se recomendaba su destrucción y el
establecimiento de una guarnición en el Peñón para evitar que los magrebíes pudieran
reconstruirla13. Las actividades de los piratas y corsarios veleños tenían entonces tal
importancia que, a principios de 1505, el capitán general de Granada, Iñigo López de
Mendoza y Quiñones, conde de Tendilla y marqués de Mondéjar, insistía en la
necesidad de enviar las tres cuartas partes de la armada que guardaba las costas
granadinas a las aguas próximas a Badis para impedir que sus corsarios salieran a la
mar, dedicándose las naves restantes a surcar el litoral de la Península y combatir el
corso de Orán y Tetuán, aunque Orán sería conquistada en 1509, dejando sus corsarios
de constituir un problema a partir de entonces.
Por otra parte, el puerto de Badis también era el centro de una importante actividad
comercial porque canalizaba el tráfico mercantil entre el sultanato de Fez y otros
puertos mediterráneos, e incluso era habitual que los convoyes de galeras mercantiles de
la República de Venecia ⎯las mude⎯ hicieran allí escala, aunque la mayor parte las
transacciones se mantenían con los puertos del antiguo reino de Granada, especialmente
Málaga, pues, a partir de 1490, las ciudades y concejos de la costa granadina obtuvieron
licencia de la Corona para comerciar con el Magreb con ciertas restricciones, puesto que
estaba prohibido exportar armas, caballos y ciertos materiales, como cáñamo o lino, que
12 Archivo General de Simancas. Libro 6.º de Cédulas de la Cámara, doc. 558, ff. 124v y 125 (ápud López
de Coca, 1993, 214).
13 Villa-Amil: Berbería en tiempo de Cisneros, 154 (ápud ibídem, 214).
93
se podían utilizar para aparejar las naves corsarias. Además, una parte significativa del
comercio veleño de aquel entonces estaba relacionada con la redención de cautivos
cristianos (López de Coca, 2006, 113-115; 127 y 128; 147-150; 1993, 207-213;
Africanus, 2004, 308-310).
3.1. La ocupación (1508)
El peñón de Vélez de la Gomera se conquistó por primera vez el 23 de julio de
150814, en una operación que podría calificarse de fortuita. En aquellos momentos,
Fernando el Católico ⎯la reina Isabel había fallecido en 1504⎯ había enviado a las
costas de Andalucía una escuadra capitaneada por Pedro Navarro, conde de Oliveto,
para combatir el corso y la piratería berberiscos, cuyas naves arribaron a Badis aquella
jornada persiguiendo a unas embarcaciones corsarias que intentaban refugiarse en su
puerto, tras lo cual Navarro decidió aprovechar la ocasión para intentar apoderarse del
Peñón, a la sazón defendido por alrededor de 200 hombres y algunas piezas de artillería.
Sin perder un momento, ordenó fondear un galeón entre la ciudad y la roca y envió
contra ella las naos remolcadas por galeras, cuya artillería amenazaba cortar la retirada a
sus defensores y éstos huirían presas del pánico cuando desembarcaron los castellanos,
tras lo cual éstos ocuparon el Peñón sin encontrar resistencia.
Según algunos autores, como Martín de los Heros, después de ello se bombardeó
desde allí la ciudad de Badis, que sufrió grandes destrozos, aunque otros, como López
de Coca, señalan que no existe constancia de que aquello hubiera ocurrido.
Seguidamente, Navarro ordenó construir una torre fortificada en la que estableció una
guarnición de 32 hombres provistos de cinco lombardas bajo el mando de Juan de
Villalobos, construyéndose también una grúa para izar las embarcaciones y un aljibe
que permitiría almacenar agua de lluvia, los cuales prestarían grandes servicios. A partir
de entonces, la artillería de la roca impediría a los piratas y corsarios berberiscos
acceder al puerto, imposibilitando que lo utilizaran para sus actividades.
Por otra parte, la conquista del Peñón provocó un previsible incidente con Portugal,
pues, como se ha visto anteriormente, se encontraba en la zona cuyo derecho de
conquista pertenecía al reino lusitano, situación que había reconocido Castilla en 1479
mediante el tratado de Alcaçovas y había sido confirmada de nuevo tan solo cuatro años
14 López de Coca data su ocupación un día después, el 24 de julio, según consta en una carta enviada a la
Serenísima por el embajador veneciano, Francesco Cornaro, el 8 de agosto de 1508 (ibídem, 214).
94
antes en el tratado de Tordesillas, por lo cual el monarca portugués, Manuel I, yerno de
Fernando de Aragón, pidió explicaciones a éste, quien le respondería que como los
lusos carecían de fuerzas para conquistar y conservar una posición tan alejada del resto
de sus dominios en África, retendría el Peñón hasta que se decidiera lo que fuera más
justo, prometiéndole indemnizarle adecuadamente en caso de que determinara
conservarlo. Tras ello, las relaciones entre Castilla y Portugal se deterioraron por esta
cuestión.
No obstante, Fernando de Aragón prestaría un servicio muy valioso a los lusos en
octubre de aquel mismo año, cuando obligó a levantar el cerco que el sultán de Fez,
Mohamed el Burtuqali, había impuesto sobre Arcila, lo cual mejoraría notablemente las
relaciones entre ambas Coronas. En aquella ocasión, los magrebíes incluso llegaron a
apoderarse de la medina obligando a su alcaide, Vasco de Coutiño, conde de Borba, a
refugiarse en el castillo con sus hombres y enviar mensajeros pidiendo auxilio,
requerimiento que el corregidor de Jerez, Ramiro Núñez de Guzmán, atendería de
inmediato acudiendo con un contingente de 300 ballesteros y espingarderos
acompañados por algunos caballeros. Poco después, el Rey Católico envió una armada
capitaneada por Pedro Navarro que zarpó de Gibraltar el 30 de octubre con 3.500
hombres, que obligaron a los magrebíes a levantar el cerco y retirarse a Alcazarquivir al
día siguiente.
La mejora de las relaciones entre ambos monarcas después de este episodio, los
votos de buena voluntad formulados por Fernando, que incluso llegaría a ofrecer el
Peñón al monarca lusitano, y la mediación de Ochoa de Isasaga, tesorero de la reina de
Portugal, María de Aragón, hija de Isabel y Fernando, facilitaron que se entablaran unas
negociaciones que culminarían el 18 de septiembre de 1509 con la firma del convenio
de Cintra, en virtud del cual se reconoció la soberanía castellana sobre Vélez de la
Gomera, su puerto, peñón, fortalezas y términos y la costa entre Vélez y Melilla. A
cambio, Castilla cedió a Portugal el dominio sobre la costa africana situada entre la
cuenca del Massa y el cabo Bojador —la Berbería de Poniente—, con la excepción de
Santa Cruz de la Mar Pequeña15.
En aquellos momentos, el avance de los cristianos sobre la costa norteafricana
parecía imparable: después de haber conquistado Melilla, Cazaza y el peñón de Vélez
15 Instrucción de la respuesta que Ochoa de Isasaga debia dar al Rey de Portugal de parte del Católico su
suegro, pidiendo vistas en la frontera para ciertas diferencias [sic.] (ápud Pidal y Salvá 1854, 25, 430-
432).
95
de la Gomera, castellanos y aragoneses se apoderaron de Orán en mayo de 1509; en
enero de 1510, de Bugía; y, en junio siguiente, de Trípoli; aunque su expansión se frenó
en agosto de aquel mismo año con la desastrosa derrota sufrida en las Gelves (Djerba).
Por otra parte, la guarnición del Peñón sufriría importantes carencias materiales a pesar
de su importancia estratégica porque dependía de unos suministros que con frecuencia
no llegaban, reflejándose su desesperada situación en un memorial que presentó el
escudero Hernando Briceño en nombre del alcaide y los soldados de su guarnición ante
el Consejo Real en agosto de 1518, cuando acudió a la Corte para intentar que se
abonaran los sueldos de dos años y siete meses que se les adeudaban.
En aquella ocasión, Briceño también pidió que se les suministraran bastimentos,
armas y municiones porque se encontraban completamente desabastecidos, por lo cual
algunos soldados habían renegado después de haberse amotinado contra el alcaide con
la intención de apoderarse de las embarcaciones para regresar a Castilla, dejando la
fortaleza desamparada. El escudero, que regresaría al Peñón sin que sus peticiones
hubieran sido atendidas, manifestaría su estupor porque no se prestara mayor atención a
su situación, pues con la posesión de aquella fortaleza se evitaba que el antiguo arsenal
continuara construyendo fustas que asolaran las costas peninsulares, y recordó que antes
de su conquista Badis había albergado alrededor de 1.000 cautivos cristianos y desde su
puerto habían operado 20 fustas piratas y corsarias16.
Por otra parte, la ocupación del Peñón no terminó con el tráfico comercial del puerto
de Badis, que además continuaría siendo un importante centro de trata en el que se
negociaba la liberación de cautivos. Por su parte, los comerciantes de Málaga mantenían
importantes negocios con Badis, donde incluso disponían de factores permanentes. Si
bien por real cédula de 29 de marzo de 1515 se dispuso que todas las mercancías que se
llevaran a Badis se deberían descargar en el Peñón, donde también se tendrían que
realizar las contrataciones, lo reducido de su espacio impediría que aquella disposición
se cumpliera. Los convoyes venecianos de galeras comerciales también continuarían
haciendo escala en su puerto, mientras que los piratas y corsarios berberiscos
trasladaron sus bases a otros fondeaderos cercanos, como Targa o el Jebha ⎯también
llamado Castil de Pescadores en aquel entonces y conocido después como Marsa Uringa
o punta de los Pescadores⎯, desde donde continuarían realizando sus actividades
(López de Coca, 1993, 213-219; VV. AA., 1981, 644; Barrantes, 1857, 439; Bernaldez,
16 Archivo General de Simancas. Cámara de Castilla. Memoriales, leg. 130, fol. 68 (ápud López de Coca,
1993, 218-219).
96
1856, 148-149; Mariana, 1854, 332-333; Heros, 1854, 107-111; Salvá y Sainz, 1848,
505-506; Salazar, 1570, 2-4).
3.2. La pérdida y los primeros intentos de recuperación (1520-1564)
La ocupación del Peñón por el enemigo cristiano no era fácil de aceptar para los
habitantes de Badis, cuyos reyes, Muley al Mansur y, posteriormente, su hermano y
sucesor, Muley Mohamed, intentaron recuperar por la fuerza pero fracasaron, aunque
los magrebíes conseguirían tomarlo en 1520 recurriendo a la astucia. Diego de Torres
relata dos diferentes versiones sobre lo ocurrido que circularon entre los berberiscos en
aquel entonces. Según una de ellas, la codicia del alcaide, Juan de Villalobos, le había
hecho relacionarse con unos alquimistas de Fez ⎯que, en realidad, eran agentes del
sultán, Mohamed el Burtuqali⎯ quienes lo asesinaron después de haberse ganado su
confianza y prometido proporcionarle oro, lo cual permitiría a los magrebíes apoderarse
de la fortaleza. Según la otra, el alcaide fue asesinado después de que un magrebí amigo
suyo ⎯quien se había puesto de acuerdo con Mohamed el Burtuqali⎯ le hubiera
ofrecido dos esclavas negras para satisfacer sus apetitos carnales, tras lo cual le llevaría
dos muchachos que se habían hecho pasar por mujeres, quienes lo mataron y después
enviaron señales de humo a un contingente que permanecía a la espera y ocuparía el
Peñón por sorpresa.
No obstante, otros autores de aquella época proporcionaron versiones diferentes de
aquellos sucesos. Así, De Mármol refiere que el cacique de Badis apeló a la codicia de
Juan de Villalobos, para lo cual recurriría a dos alquimistas fecíes que entraron en tratos
con un soldado de la guarnición que sospechaba que su mujer mantenía relaciones con
el alcaide y urdirían la traición que permitiría a los magrebíes apoderarse del Peñón. Por
su parte, León el Africano relata que un testigo presencial le refirió que el Peñón se
perdió por la traición de un soldado que mató al capitán por haberse burlado de su
mujer, tras lo cual entregó la plaza a los magrebíes, encontrándose esta misma versión
en una carta fechada el 6 de marzo de 1521 que un agente veneciano comisionado en
Palermo, Pelegrin Venier, envió a la Serenísima para comunicarle lo ocurrido. Al recibir
la noticia de la pérdida del Peñón, el Cabildo municipal de Málaga se reunió el 15 de
octubre de 1520 y organizó una expedición de socorro a instancia del corregidor de la
ciudad en la que participaron dos naves mercantes en las que embarcaron el capitán
97
Fernando de Arce, un alférez, un cirujano, siete escopeteros, seis ballesteros y doce
peones que nada podrían hacer para recuperarlo (López de Coca, 1993, 219-223; Torres,
1980, 264-265; Africanus, 2004, 309; Salazar, 1570, 3-4).
Una vez que el Peñón estuvo de nuevo en poder del rey de Badis, Muley Mohamed,
los corsarios y los piratas berberiscos volvieron a emplear su puerto como base de
operaciones y pronto desarrollaron una notable actividad, que se refleja en una carta de
Pelegrin Vernier, escrita en Palermo en agosto de 1521 y citada por López de Coca, en
la que informaba que, en aquellos momentos, fondeaban allí 24 fustas locales y cinco de
otros lugares cuyas depredaciones se habían convertido en un serio problema para la
Corona. A ello había que sumar que los piratas y corsarios veleños colaboraban
estrechamente con sus colegas de Tetuán y Argel, lo cual les permitía ampliar el radio
de acción de sus incursiones.
El primer intento de recuperar el Peñón se realizó en 1525 a instancias de un artillero
llamado Hernando de Alvanir, que había sido obligado a ocuparse de las piezas de la
roca después de haber sido capturado por los corsarios. De Alvanir solicitó a un
cristiano de Cartagena que se encontraba de paso por Vélez que comunicara a Luis
Hurtado de Mendoza, capitán general de Granada y marqués de Mondéjar, que estaba
dispuesto a prestarle asistencia para reconquistar el Peñón mediante el procedimiento de
hacer que la artillería errara el blanco si lo atacaba, insistiendo en que aquella operación
se debería realizar durante la noche. El marqués de Mondéjar accedió a su proposición y
obtuvo licencia de Carlos I para emprender la empresa, para lo cual organizó una
escuadra formada por unas 70 embarcaciones que llevaban a bordo alrededor de 1.500
hombres que partiría de Málaga a finales de septiembre o primeros de octubre de 1525.
A pesar de que se había previsto que llegaran durante noche, las naves arribaron
cuando todavía había luz y fueron vistas desde el Peñón, perdiéndose el factor sorpresa,
tras lo cual algunos de los capitanes consideraron que sería preferible atacar otro lugar
de Berbería, pero otros argumentaron que suspender el ataque sería un acto de cobardía
e insistieron en continuar, dando el marqués su conformidad. A la mañana siguiente, la
escuadra realizó un desembarco en el castillo de Alcalá, distante del Peñón una legua
por mar y dos por tierra, y la artillería de la roca abrió fuego contra las embarcaciones
cuando se aproximaron a ella, pero Hernando de Alvanir cumplió su palabra y erró la
puntería. Sin embargo, el alcaide del Peñón sospechó que lo estaba haciendo a propósito
y amenazó con matarle si no acertaba, tras lo cual los cañones hicieron blanco en sus
objetivos y el marqués ordenó la retirada, abandonando a su suerte a quienes habían
98
desembarcado, muchos de los cuales fueron hechos prisioneros o resultaron heridos o
muertos. Tras ello, las cabezas de los de mayor rango se enviaron a Targa como
presente al rey de Vélez, Ali ibn Mohamed Abu Hassun —también conocido como
Buaçon—, cuya fortuna se incrementaría notablemente gracias a los rescates que se
abonarían para liberar a los cautivos de aquella jornada (Salvá y Sainz, 1848, 506-508;
Salazar, 1570, f. 3-6).
Badis continuaría bajo el dominio de Ali ibn Mohamed Abu Hassun hasta 1549, año
en que los jerifes Saadíes se apoderaron de aquella región y Ali ibn Mohamed Abu
Hassun se refugió en Melilla. En 1554, el Peñón cayó en poder de los turcos,
convirtiéndose a partir de entonces en una base otomana cuya proximidad al litoral
andaluz agravó la amenaza de los corsarios y piratas berberiscos y otomanos, que
atacarían desde allí las poblaciones de las costas de Andalucía y de Valencia,
amenazando incluso las líneas de comunicación con el continente americano y el
archipiélago canario (Quirós, 1998, 55 y 56).
"la historia local contribuye a fundamentar la base del conocimiento global de los pueblos desde el estudio de los acontecimientos de las ciudades"
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