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lunes, 7 de octubre de 2019

EL ALCAIDE JUAN DE VALENZUELA

YA, por un documento del escribano Cristóbal Gallego de 29 de junio de 1532 , se recogía la venta de un corral , que vendía el escribano Francisco Ordóñez al alcaide Juan de Valenzuela. A lo largo, de los decenios primeros y hasta mediados del siglo XVI, no se encuentran una lista completa de los alcaide alcalaínos. Se les liga al duque de Sesa, y a la familia de los Fernández de Córdoba, ya que se  encuentra documentado en 1525 una carta al emperador Carlos V. Pero los tuvo como su lugarteniente a don Juan de Valenzuela, que,  en la llegada del emperador a Alcalá la Real  en 28  de mayo de 1526, figuraba como alcaide de Alcalá 
El alcaide Juan de Valenzuela  estaba casado con Leonor de Góngora, con la que le nacieron  Rodrigo, Juan y Pedro de Valenzuela, Rodrigo y Beatriz de Góngora; fue regidor de la villa de Baena y  ejerció el cargo en tiempos de Carlos I de la alcaldía de Alcalá la Real, tras el paso de los años anteriores de Jerónimo Narváez, Pedro Fernández Alcaraz y Rodrigo de Góngora. Como podemos comprobar, era un personaje muy ligado al Conde de Cabra, Don Diego Fernández de Córdoba, y su hijo Pedro de Córdoba,  al que representaba en todo tipo de administración de sus bienes y concesión por todos los lugares de Andalucía, sobre todo en tierras alcalaínas de préstamos a los vecinos.
Es curioso que la situación del corral ratificaba la situación privilegiada de las viviendas de estos dos personajes de la élite local. Ambos vivían en Alcalá , uno como residente o estante y el escribano como vecino. Se encontraba entre dos calles, la del escribano Ordóñez, y la que denominamos de Valenzuela 
A lo largo de varios documentos, esclareceremos el funcionamiento y desempeño de la alcaldía  alcalaína.
En este caso, es muy interesante la vida  de Juan de Valenzuela a través de su testamento levantado ante Benabé Rodríguez en 23 de diciembre de  1539 en la morada de sus casas, por lo que su  periodo se prolonga desde 1525-1538, siendo testigos Francisco de Góngora, el cura Pedro López de Córdoba  y Juan Pérez de Gadea. 
Por un poder, que la esposa Leonor le concedió al alcaide Pedro de Torreblanca, ausente y vecino de Baena y a sus hermanos Francisco de Góngora y Pedro  Pineda, cuñados del alcaides, se sabe que  quedó herido  a consecuencia de esta  reyerta, contra Pedro de Córdoba, Juan Gallego, Francisco de Cea, Pedro de Mazuelos,  y Francisco esclavo de Pedro de Córdoba, donde se vieron involucrados también Juan Gallego y el criado del hijo del Conde de Sesa y otras personas. Todos ellos se relacionaban con alcaide con motivos de censos y prestamos, en los que el alcaide solía representarlos y estaban incardinados en el mercado de la lana y ganado ovino. Con este poder los facultaba la esposa, ante la imposibilidad física de su marido y las declaraciones ante Bernabé Rodríguez en 24 de diciembre de 1539, a acudir a acusar a los causantes de estas heridas en la Cancillería Real de Granada para pedir justicia ante su Majestad el rey Carlos I. 
Debio recuperarse porque expidió varios poderes a Francisco de Góngora, ante el pleito entablado en la Chancillería de Granada, pues Pedro de Córdoba levantó  varios testimonios que no le satisfaría de otros  testigos alcaláinos ante los escribano Cristóbal Gallego, Blazquez y Santas Cruz, y no le hicieron mucho favor, reaccionando pidiendo nuevos testimonios. 
Otro  documento nos muestra que firmó  su testamento, sumido en la cama , herido y enfermo con heridas en la cara, brazo y todo el cuerpo , causadas por los anteriores. Fue enterrado en medio de la nave nueva que se había levantado, cerca de  la sepultura de Juan de Jaén. Fue acompañado por los beneficiados que le llevaron a la iglesia de Santa María la Mayor, y le dijeron misa de requiem y de vigilia, y en el mismo día 9 misas rezadas. Pagó un real a los santuarios acostumbrados, se le hizo un treintenario de misas por su ánima.  También se  reservó decir misa rezada en las festividades de San Pedro y San Pablo, san Juan Evangelista, san Onofre, san Cristóbal, san Sebastián, santa Ana, santa María Magdalena, y san Jorge, santa Catalina,  y Santa Bárbara. y por e DULCE NOMBRE DE JESÚS; Y POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO. Fundó una memoria de musa rezada en cada lunes de todas las semanas para siempre jamás por su alma y sus difuntos, y dejó como bienes una viña de cinco cuartas en Valdedueñas ( linderas con viñas de la capellanía  del clérigo Juan de Jaén) y la de Alonso Contador)  y otra viña en el Lanchar ( linderas con viñas de capellanía de Miguel de Baeza, del baenero Pedro de Córdoba y del camino).  Le  servía una criada de nombre Catalina, a la que dio dos pagos de dos mil maravedíes por los servicios, el segundo cuando dejara de servir a su mujer. También, se le dieron varias pagos ( un jubón, sayo del campo,  calzas, varias fanegas de trigo y un doblón...) a su siervo Miguel que le sirvió durante ciertos años.  Y a su esclava Isabel, de 20 años de servicio, de color blanca, .   se le dio 3.000 maravedíes. y su hijo Francisco quedaba como siervo durante 16 años, para luego alcanzar la libertad y tres mil maravedíes. Para ejecutar la division de los bienes entre sus hijos eligió como albaceas a su mujer Leonor de Góngora, su hermano Francisco de Góngora y al clérigo Pedro  López de Córdoba. En sus cámaras, tenía las armas, escudo, vestidos, arneses de caballero y ordenaba que se lo repartieran entre sus hijos. 
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