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jueves, 24 de octubre de 2019

EN IDEAL ALCALÁ LA REAL. LAS CASILLAS (DE MURES) por Francisco Martín Rosales y Fernando del Pino


                                          
Este artículo es obra de Fernando del Pino ( Lo ha bautizado Ideal con Francisco del Pino)  y Francisco Martín Rosales, con ayuda de Paco Madrigal y Mariloli López. Fotos de Fernando ddel Pino. 


  El término municipal de la ciudad de la Mota se ofrece a ser recorrido por doquier, en rutas que enlazan núcleos urbanos, caminos, arroyos y ríos y puntos geográficos. La zona oriental de Alcalá la Real está atravesada por el río Velillos, para otros, denominado Frailes, e, incluso en los documentos antiguos aparece como las Riberas y, muy remotamente, de Huéscar. Una tierra que se remonta a la época neolítica e iberorromana, con yacimientos arqueológicos en el cerro del Moral , cortijos de la Mesa, del Río y la Media Luna.
 Era la zona molinera por excelencia; desde los molinos de Frailes hasta los de las Juntas, pasando por los de las Riberas (Cubo, Cerrato, Vado Chiquero,  Ramos, Palomino, Arriba y Abajo, los de Huéscar, y el Nuevo). No es de extrañar que este medio molinero se haya transformado en una ruta senderista entre sombra de las alamedas y la frescura de las aguas de los arroyos del Salobral y Frailes, y los campos de riego por aspersión natural entre esparragales, hortalizas y maizales. Si nos remontáramos a tiempos de Anselmo López Nieto, cuando diseñó el mejor mapa pormenorizado de la comarca alcalaína, este paraje ofrecía un aspecto diseminado sin concentración de hábitat humano, entre los arroyos mencionados, y extendiéndose desde la Venta del Sordo Montañés, la de los Callava, jalonando el camino de Alcalá a Guadix y el del Molino Nuevo que enlazaba con el de la Ribera a Alcalá, hasta el Medianil y el puente de la Media Luna. Esta venta, que los abuelos llaman de José Rozas, fue punto de parada y abastecimiento para ganaderos transeúntes del cordel de Guadix, donde las manadas vacunas llegaron albergar varios centenares en sus corrales. Una zona, donde se alzaban cortijos centenarios que se remontaban a tiempos de repartimientos de tierras conquistadas y de tierras roturadas de las políticas agrarias de Carlos III.

 Entre los arroyos mencionados desde la Venta de Callava, se alineaban la casa de Aguilera, y los cortijos del Cerro, del Río, Casa Toro, y del Moral, compartían terreno con el antiguo cortijo de propios del Medianil y las labores de labranza cerealista, de pan de trigo, cebada, escaña y yeros, reservando las huertas junto al cauce de los ríos. La canalización y los pozos de sus aguas permitieron a este terreno constituirse en uno de los más productivos de la tierra alcalaína antes de la llegada del olivar. En el margen derecho del río Frailes, proliferaban las casas y casillas en contraposición del otro margen del río, las de José Rozas, Nuevas, de Ramón Mesa, Antonio Serrano, Francisco Calvo y de la Joya (estos últimos en el trayecto de Alcalá a Mures).  En este entorno, jugó un papel transformador la fábrica de harina de Francisco Batmala, el tío del alcalde don Pablo, donde las maquinarias con las nuevas fuentes de energía de vapor comenzaron a transformar el trigo en harina y cambiar la maquila por la producción del capital. Se anunciaba como la primera fábrica harinera y panadera, que abastecía de pan a todos los contornos, y obligó a abrir nuevos caminos para llevar el pan a Alcalá la Real. Movida por el canal entre la fábrica y el cortijo el Río, que salía de una presa que hay en el cruce de Ribera Baja., igual que la otra presa en la cascada de la Media Luna, se beneficiaba de las acequias de bordes de los valles, típica forma de repartir aguas para los riegos y, en este caso para uso industrial. Con sus dos hornos de pan, el molino, sus secaderos de tabaco, sus dos plantas de cámaras, la vivienda para trabajadores, sus cocinas y baño.  

También, la minería tuvo su sitio en la zona, lo hicieron los yesares con cuatro canteras de Yeso, la zona de Venta José Rozas, otra cerca del Tren (frente al Coscurro), y el actual vertedero, debajo de la Casa del Valdivia. Recientemente, en los años ochenbta del siglo veinte se abrió la cantera de zahorra junto al cortijo del Cerro, que se cerró ante la protesta vecinal.

MEDIANIL

FUENTE DE  LAS CASILLA

Este terreno que hemos encontrado varias denominaciones, desde las Casillas de las Riberas hasta las de Casillas de la Atalaya, por lindar alguna vivienda con la Atalaya Baja, según nos comenta    Francisco Manuel Madrigal Palacios, natural de este paraje. Un estudioso del lugar que encontró, en los archivos alcalaínos, padrones, donde se mencionaban estas viviendas diseminadas, como Casillas de Batmala (1900-1930). Popularmente, se le han llamado CASILLAS sin más complementos determinativos, de modo que el resto ha podido ser anotaciones documentales para el catastro. Actualmente se le denomina CASILLAS de Mures, y probablemente, responde más a razones geográficas de la cercanía con la aldea y camino  del que comparte nombre.


MEDIANIL

En torno a la zona adehesada y de yesares, donde otrora el encinar, hoy testigo raro de las zonas alomadas, sufrió su muerte por el hacha para ser carbón de casa y leña de invierno, se diversificaron los cultivos y se concentraron las viviendas de los colonos y arrendadores de aquellos cortijos. Nuevos productos crecieron en aquellos campos, desde los cereales (cereales, trigo, cebada) hasta los nuevos cultivos de las patatas, cebollas, remolachas, y tabaco; y los más recientes de los espárragos, y las tradicionales hortalizas para uso doméstico. Y haciéndose eco de un medio de transporte novecentista, se formó urbanísticamente el Tren de las Casillas, una calle de dos aceras con casas adosadas en lo alto de una pequeña loma y en forma de vía ferroviaria. No es de extrañar responde al sistema de urbanizar en zona de propios para las clases más desfavorecidas y los campesinos, pasaron de ser chozas de trabajadores de aquellas labores agrícolas, los yesares, los molinos y los servicios de aquel entorno, unas casas con obra nos suntuaria, de piedras, yeso y techos con vigas de chopo, tablas de madera y teja de barro. Un rincón que sirvió de oficina de contratación jornalera.

EL TREN



       



Los lugareños celebraban las fiestas de las flores en alamedas y cortijos, cuando se comenzó a venerar tras la posguerra la Virgen de Fátima, holgaban en los carnavales cera del cortijo fábrica de Batmala, y se tiraba al Gallo y a pichón detrás del Tren de las Casillas, en lo que llamaba el barranco,  La modernidad invadió todo este recinto  Ni han resisitido al envite de la sociedad consumista y utilitarista el horno del cruce ni la taberna de la cuesta al tren, donde sus clientes se autoservían   y jugaban  a los juegos de naipes,  ni el lavadero ( hoy monumento de patrimonio urbano)  ni el  los bailes de candil, ni la escuela que obligó a trasladar a los niños a las escuelas comarcales.  Tampoco, se ve representada por alcalde pedáneo, y esos que todos recuerdan a José López, que todos celebran por traer el agua desde la fuente Tudela a las Casillas. La sencillez lo invade todo, la red eléctrica y pública, y la de agua potable, alcantarillado, los buzones colectivos del correo, el pilar colindante, el banco recreativo, tertuliano y con funciones de mirador rústico, la caza de torcaces y conejos, la venta ambulante y el banco de descanso de las labores agrícolas mientras se contemplan los ciclistas que recorren la carretera que los circunda y en los años noventa fue construida por el IRIDA. 

 En 1930, se encontraban por estos contornos los cortijos del Medianil, de los Peñones, Toro, las Tres Avemarías, el Cerro, el Cerrillo, la Joya, del Manzano, Casa Nueva, Espino, Arrañales y Venta la Torrezna con la   Fábrica Batmala y Nuevo con tres casas, del Río, y del Moral. En 1940, los cortijos eran los mismos que diez años antes, y algunos nuevos o con diferentes nombres como las Vegas, Molina, Tomillos, Cantores, Juanichín, Peral, se agrupan en las Casillas con un número alrededor de 27 casas,  Pasaron los años noventa,  el Tren pervivió menos habitado ya que  la despoblación hizo  mella entre los vecinos, que emigraron a otras tierras, a pesar de que  algunos ingleses recuperan viviendas rusticas y otras se transforman en viviendas de turismo rural y son muy frecuentadas como Casa Wenceslao.Es evidente que su hábitat, entre los vilanos que cruzan las alamedas, y la caída de las hojas otoñales, comparte el sonido y el color, entre verdes y amarillos que definen este entorno afrodisiaco de Alcalá la Real.

ANTIGUA FÁBRICA DE BATMALA

SERVICIO DE CORREOS COLECTIVO

MEDIA LUNA

DESDE EL BACNO DE LA CONTRATACIÓN CONTEMPLANDO LAS HUERTAS


      


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