Esta calle se remonta a los primeros momentos de la expansión de la ciudad en el llano y valle , tras salir de la ciudad fortificada de la Mota. Forma el eje básico, simulando a la decumana de este a oeste, desde el Llanillo hasta la calle antigua de los Mesones y Entrepuertas de la Mota. En los primeros momentos su nombre derivaba de ser la llave que gobierna y rige la nueva planificación urbanística de la ciudad. Es decir muy acorde del verbo rego, cuyo adjetivo regalis evoluciona a real. Pero nos encontramos que en el recinto fortificado interior en el siglo XVI existían dos calles reales. Y pueden estar relacionadas con otras acepciones de esta palabra, desechando la de su derivación realis, de la palabra res, cosa, realidad, Más bien, derivada del árabe y con el significado que era el cordel principal o camino principal, camino real ( sin lugar a dudas, subía el camino real desde Castillo de Locubín y de tierras de Charilla a través de la calle Pedro Alba y enlazaba con la calle Real y Rosario). Por eso, lo enlazamos por ser el lugar principal de alojamiento del ejército para dinamizar una ciudad o un pueblo y una aldea. Y, en este sentido hay que ver también su relación con el adjetivo de derivación latina rectus, la calle que estaba enderezada en línea recta, lo que coincide con estas calles, y , en concreto con las de Alcalá la Real.
No cambió mucho de nombre este calle, porque estaba muy enraizada en el pueblo alcalaíno, de modo que tan sólo recibió el nombre de calle Pablo Iglesias en tiempos de la II República Española . Por poco tiempo ya que fue una de las primeras que se cambió tras la conquista de Alcalá por la tropas franquistas, con el nombre del general Mola.
Pero, tampoco, caló esta denominación en el pueblo, porque mantuvo su nombre de calle Real entre la mayoría no privilegiada y alejada de las nomenclaturas oficiales. Siempre ha sido esta ca lle, una de las más pobladas en vecindad y de mayor extensión en longitud desde el principio de su diseño urbanístico.
Pero, tampoco, caló esta denominación en el pueblo, porque mantuvo su nombre de calle Real entre la mayoría no privilegiada y alejada de las nomenclaturas oficiales. Siempre ha sido esta ca lle, una de las más pobladas en vecindad y de mayor extensión en longitud desde el principio de su diseño urbanístico.
Además, es una calle con mucha historia. Desde una calle de transición a la establecimiento de otros puntos más centrales de los establecimientos públicos, se asentaron en sus diversos tramos viviendas y edificios públicos y privados de fachadas
muy artísticas a partir del siglo XVI hasta el de desarrollismo del siglo
XX. Las hay en piedra renacentistas; cubiertas de cal regionalistas, y de fachada andaluza; con materiales diversos, modernistas, y racionalistas; y entre los usos públicos, barrocas, y algunas, las actuales desde los años sesenta del siglo XX, sin calificar aberrantes como la derruida Casa del Pecado.
Entre los edificios públicos, estuvieron las
Carnicerías, el propio ayuntamiento (se ubicó en las primeras casas de la calle,
las alquiladas de la familia de los Tapia), escuelas privadas y públicas en casas de alquiler, casa del Corregidor, farmacias, mesones, varios Pósitos y Casas Decimales de la abadía;
entre los religiosos, los conventos de la Trinidad y el Rosario, y, en el fondo el de
las Nuestra Señora de Consolación.
También fue asentamiento de tiendas, tabernas (la de Torrenico, Roldán, Francisco en la esquina con calle Oteros, bodegón de los Muertos, Noni, Serrano, Juan Manuel...) los
comerciantes que en primer lugar se bajaron de la Mota, notarías, artistas como la familia de Pablo de Rojas, e hidalgos
importantes como los Pineda.
En esta calle, se desarrollaba el primer tramos la carrera oficial de todas las estaciones de penitencia, pasos de Semana Santa y procesiones locales, para hacer parada en sus tres iglesias, estuvo el mercado en los años cincuenta y setenta del siglo XX, la vida festiva ( toros, desfiles, asonadas ...). Una muy sonada fue la muerte del corregidor afrancesado por el guerrillero y su partida Carnicerito de Valdepeñas en una casa de esta calle. Pérdidas patrimoniales fueron varias casas de hidalgos como la del maestro Garrido y la reciente del entorno de la familia de los Raxis. Y la más sonada en 1951, la destrucción del convento y templo de Nuestra Señora del Rosario. Un lugar muy visitado por los alcalaínos para saludar en su hornacina Jesús Nazareno que se asomaba a la calle Rosario. Hubo cuarteles en esta calle de las tropas nacionales en esta calle. También, todavía se recuerda un hecho significativo como una huelga de albañiles que en tiempos de la República tuvo lugar por el año 1932, de modo que empedraron la calle para paliar el paro, y, para que hubiera más trabajo de noche lo desempedraban. Así lo narramos.
LOS ALBAÑILES, LA CALLE REAL, FRÍAS Y BATMALA
...1 ,
Frías se mantenía en su posición y, el concejal Francisco Hinojosa, muy amigo y partidario de Batmala sugirió el sitio puesto que “ vendían Convento de la Carrera de las Mercedes, y en ese lugar podría hacerse la plaza de Abastos”. No le resultó la idea acertada al alcalde “ por ser obra de tal magnitud”. No siguió la discusión, porque el alcalde jugaba la baza de que una comisión de patronos se había comprometido a colocar cincuenta obreros agrícolas y, el que pudiera según sus posibilidades para labores de limpieza de fincas. Por otra parte encargó el proyecto de arreglo de la calle Real, y estaba esperanzado con el camino vecinal de las Grageras por Puertollano para paliar la crisis de los jornaleros. Decía "Pidiendo caminos y anticipos , para ellos mismos, y si gastamos la consignación de los dichos en obras, no podemos acudir pidiendo más caminos, porque nos dirían que no los necesitamos, ya que gastamos su consignación en otras obras”
Frías se mantenía en su posición y, el concejal Francisco Hinojosa, muy amigo y partidario de Batmala sugirió el sitio puesto que “ vendían Convento de la Carrera de las Mercedes, y en ese lugar podría hacerse la plaza de Abastos”. No le resultó la idea acertada al alcalde “ por ser obra de tal magnitud”. No siguió la discusión, porque el alcalde jugaba la baza de que una comisión de patronos se había comprometido a colocar cincuenta obreros agrícolas y, el que pudiera según sus posibilidades para labores de limpieza de fincas. Por otra parte encargó el proyecto de arreglo de la calle Real, y estaba esperanzado con el camino vecinal de las Grageras por Puertollano para paliar la crisis de los jornaleros. Decía "Pidiendo caminos y anticipos , para ellos mismos, y si gastamos la consignación de los dichos en obras, no podemos acudir pidiendo más caminos, porque nos dirían que no los necesitamos, ya que gastamos su consignación en otras obras”
Sin embargo, los albañiles no debían estar muy apaciguados, pues, al enterarse de que se había propuesto un proyecto de arreglo de la calle Real (POR CIERTO SE DENOMINABA CALLE PABLO IGLESIAS), no dieron lugar a ello, sino que planearon agilizar los trámites de la ejecución de la obra. En la noche del 19 de septiembre, se reunieron varias cuadrillas de albañiles, y comenzaron a levantar la calle, ocasionando esta situación “ en noches anteriores se desempedró la calle en grandes trozos, quedando abiertos muchos hoyos y amontonando y revueltas las piedras por toda ella, se practicaron detenciones por orden del alcalde a varios sospechosos, no hubo cargo completo, y se les dejó en libertad 2”. El alcalde, con estas palabras, manifestaba el estado impresentable de una de las calles más importantes de la ciudad, y no tenía otra solución que se arreglara para resolver con la obra la crisis de los albañiles. Pidió que los maestros de obras con toda urgencia presentaran un proyecto, y de los fondos que el pudo gestionar presentó un presupuesto de 20.999 pesetas ( 4.600 pertenecientes a la décima, y 11.000 de la partida del presupuesto municipal de las calles) . Causó gran impacto aquel asunto entre la población hasta tal punto que algunos lo recuerdan con estas palabras:”Es lo que ocurrió a las doce de una noche de 1932, en plena luna de miel de la República, cuando los albañiles, que atravesaban un largo periodo sin paliativos por prestaciones de subsidios de desempleo, entonces desconocidos, creyeron haber encontrado la solución al problema desempedrando la calle real. Pusieron manos a la obra al unísono con las doce campanadas y todos a una, a golpes de espionadas, no tardaron en levantarla entre sobresalto y asombro de los más y la complacencia o complicidad de otros, que de todo hubo. El sorprendente e insólito suceso, a pesar de lo que dio de hablar y de opinar y de lo que como trastorno y molestias suponía, no tuvo otra consecuencia que el arreglo de la calle en el que, paradójicamente y para mayor sarcasmo, al adjudicarse por subasta a una empresa, no participaron los parados que con su esfuerzo y decisión lo habían hecho inevitable”3
En estas circunstancias, un nuevo flanco se abrió en la crisis obrera ante el favoritismo de colocar por parte de los patronos; pues lo hacían con los que tenían medios y dejaban en la calle a los que carecían de ello para alimentar a sus familias. Un obrero especializado como era el herrero Salvador Frías se encontraba desbordado ante las continuas reuniones para resolver los asuntos que se le venían encima diariamente, ante la puesta en marcha de obras como las de Mures, las Caserías o las de Alcalá, no tenía otra opción ante las palabras del concejal republicano Oria que manifestar. “Me paso días enteros de arreglos entre patrones y obreros, y no soy culpable de que algunos no cumplan su cometido, sin embargo estoy dispuesto también si hace falta de corregirlo”. Batmala reflexionaba y asesoraba: “En estas cuestiones parece que se mezclan algo de política, y da lugar a esas causas, y, por eso, se demanda al alcalde para corregirlas”. Como es lógico el alcalde no se arredraba “estaba dispuesto a subsanarla y a no permitir que se comentan abusos”
Por septiembre se celebraron festejos y la feria escolar en los días de san Mateo y un mes después se adhirió a la petición del presidente de la Asamblea Regional, que informaba de la reunión que tuvo en Sevilla el mes de febrero con asistencia de las Diputaciones Andaluza para nombrar un representante y acudir a la Asamblea d General, ya que se había aplazado la convocada por el mes de mayo, con el fin de adaptar a la región una organización administrativa autónoma, mediante un Estatuto.
1 AMAR. Acta del 14 de septiembre de 1932.
2 AMAR. Acta del 20 de septiembre de 1932.
3 SÁNCHEZ ALCAIDE, José. El reloj y sus cosas. Revista a la PATRONA. Agosto 2003.
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