ASOCIACION DE VECINOS “HUERTA DE
CAPUCHINOS”
ALCALÁ LA REAL (JAÉN)
RUTA ECOCOSTUMBRISTA DE LOS BELENES 2017
BOLETÍN EXTRAORDINARIO
I
SAN JUAN, EL LAGAR DE LOS VINOS, CÁRITAS, CONSOLACIÓN,
TEJUELA, RAFAEL LÓPEZ Y CAPUCHINOS.
DIARIO DEL RUTERO POR LOS BELENES
EL
BELÉN DE ANA TORRES
DEDICADO A MI NIETO DAVID QUE ME ACOMPAÑÓ CON UN AÑITO PARA QUE LO LEA CUANDO SEA MAYOR
BELEN FAMILIAR
Que vengo de
moler, moler,
de los
molinos de enfrente,
y hablo con
la molinera,
y su marido
lo consiente.
O los de las riberas junto al cortijo Cerrato.
Que vengo de
moler, moler
de los molinos de abajo,
y hablo con
la molinera,
no me cobra
los trabajos.
O los de la zona de Frailes y los del Cubo, Cabrera y
cortijo de la Encarnación.
Que vengo de
moler, moler,
de los
molinos de arriba,
y hablo con
la molinera,
y no me cobra
las maquilas.
Iniciamos la ruta por la calle de los Álamos. En la casa de la imprenta de Gutemberg, desde donde contemplamos las casas de las
rejas y portón de la Cárcel Real de la ciudad de la Mota, nos acordamos de
aquel villancico romanceado y titulado El
Verde naranjuez, que cantamos la familia de la estirpe de los Martín,
cuando la familia de Jesús hizo la primera ruta forzada por el rey Herodes:
La Virgen caminando,
lejitos para Belén,
y, en la mitad de camino,
pidió El Niño de beber.
-No pidas, mi
Niño,
no pidas
agua, Manuel,
que vienen
turbios los ríos turbios,
y no se puede
beber.
Una poco más adelante,
hay un verde naranjuez.
El que lo guarda es un ciego,
es un ciego que no ve.
-Dame, ciego,
una naranja
para callar a
Manuel.
-Entre usted,
Señora, y coja
para el Niño
y para usted.
La Señora fue
tan corta,
no ha cogido
más que tres.
Una la alargó al Niño,
y otra se quedó con ella
para amortiguar la sed.
El Niño como era niño,
todas las quiere coger.
Y, a la salida del huerto,
empezó el ciego a ver.
Cuando el Niño se marchaba,
el viejo corre otra vez:
- ¿Quién ha sido
esa Señora
que me ha
hecho tanto bien?
¿Quién ha
sido esta Señora?
¿Quién ha
sido esta mujer?
-Ha sido la
Virgen María,
y su esposo
San José,
con su Niño
en la mano
caminando
hacia Belén.
BELEN DE SAN JUAN
Acabamos en la iglesia de San Juan, contemplando su belén nos dejaron esta misa del Gallo, obra de auroros. Cantos que se dividen en coplas, canciones de rosario, de misa y aguilando, villancicos y salves. Se remontan a la fundación de la cofradía de la Aurora por el siglo XVIII, y sufrieron una adaptación musical con el músico Villuendas, de la capellanía de la Iglesia Mayor de la Mota, a mediados del siglo XIX.
Vamos a sintetizar las con estas canciones que han quedado y que tienen la música de campanilleros y se cantan como villancicos de Navidad, del que participan del estribillo final.
A la puerta de San Juan llegamos,
Reparad, hermanos, al altar mayor,
y veréis al Cordero divino,
Colmado de luna, vestido de sol,
Digan con fervor:
Víva, viva, la Aurora María,
la Reina del Cielo, la estrella y el sol.
Con el cura, a los pies del presbiterio, nos persignaríamos con este canto:
En el nombre del Verbo comienzo,
son las tres personas de la Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
bendigan y alaben con gran caridad,
Vamos a alabar
a esta Reina por calles y plazas
dándole cruel guerra contra Satanás.
Y, el perdón y Kirie, lo elevaríamos de tono celestial con esta versión:
Oh, Señor, ten piedad de nosotros,
perdónanos, Padre, Señor Ten `piedad,
que se acabe la lucha y la guerra,
y que en todo el mundo ya reine la Paz,
Señor ten piedad,
te pedimos por la paz del mundo
la gente que sufre el hambre y el mal.
Con las campanillas de los auroros, el triángulo percutiendo y la “carraca” ensordeciendo, la zambomba llenaría de Gloria la noche:
Gloria, gloria, Cordero divino,
bendita María que supo aceptar,
ser la Madre de Dios, hecho hombre,
Para que nosotros poder perdonar.
Gloria, Gloria a Dios.
Te alabamos y te damos gracias
a Ti, esta noche, Divino Candor
en el ofertorio, este bello canto dedicaría al sacerdote:
Sacerdote, ministro de Cristo,
sólo con tus manos elevas a Dios,
y lo bajas del cielo a la Tierra
con cinco palabras de consagración.
Poned atención:
Que por chica que sea la Hostia
Es el cuerpo y Sangre de Nuestro Señor.
Solemne este Sanctus, con una introducción de elementos de cuerda:
Santo, santo Todopoderoso,
de cielos y Tierras, supremos Creador,
Santo, Santo, es este Dios hermoso,
que por redimirnos en la Cruz murió:
Santo con fervor:
Santo, Santo, Espíritu Divino
que, a su vez, procede el divino Amor.
Para la Paz que se dan los hermanos en la noche de amor:
Es María la Blanca Paloma,
que Santo Domingo la vio volar
y advirtió que en el pico llevaba
las cincuenta rosas del santo Rosal.
Devotos, llegad:
para unirnos las manos esta noche
y. ya ,todos juntos nos demos la paz.
Eso es lo que la copla de los auroros recoge en la Navidad: Paz, por encima de todas las desavenencias del año. Paz que os deseamos a todos. Pero, en el patín de la iglesia, se adaptaría este canto de auroras recogiendo este villancico alcalaíno.
Zapatero que estás remendando
todica la noche a la luz del candil,
luego viene la Aurora y te llama,
Dices que no puedes, que vas a dormir.
No has de permitir,
por estarte otro rato en la cama
el Santo Rosario no pueda salir.
Y con gran fuerza, tocan en las estrías del vidrio de la botella de aguardiente:
Que le den
Con el rabo la sartén.
No se nos escaparían algunos villancicos muy deliciosos como los de Manolo Escobar: “Va el arriero, camino de Jaén”.
EL NIÑO DEL CORO
No se le ocurrió otra cosa sino en dejarlo en el monasterio trinitario. Y así lo hizo. Ya no ofreció más problemas de traslado, en el coro; luego en la casa de los Fernández de Moya y, hoy día, en el retablito del lateral de la epístola de su templo de la Fuente del Rey. En medio de este relato, ante la pregunta de recordar la vivencia navideña de aquellas monjas, algunos comentaron aquel bello villancico alcalaíno Cuando el Eterno se quiso hacer Niño… que creíamos que debió nacer de un convento alcalaíno, y, sin embargo, provenía de tierras malagueñas, obra de un canónigo de la Santa Catedral de Málaga Francisco Pascual, natural de Arfanate, al que se le añade otros dos tradicionales (Alegría, alegría, que ha parido la Virgen María y el de los Zagales):
Cuando el Eterno se quiso hacer Niño,
le dijo al ángel con mucho cariño:
“Mira, Gabriel, baja Galilea,
y encontrarás una pequeña aldea. Hay una casa que de David viene,
con una niña que quince años tiene.
Está casada con un carpintero
es pobrecita y así yo la quiero.
Pues baja y le da todos los honores,
“Mira, Gabriel, baja Galilea,
y encontrarás una pequeña aldea.
con una niña que quince años tiene.
Está casada con un carpintero
es pobrecita y así yo la quiero.
Pues baja y le da todos los honores,
que de ella quiero tener todos sus favores.
Dile si quiere en su vientre hospedarme,
que de ella quiero tomar carne y sangre.
Alegría, alegría, alegría,
Dile si quiere en su vientre hospedarme,
que de ella quiero tomar carne y sangre.
Alegría, alegría, alegría,
y más alegría, que ha parido la Virgen María
un Infante eterno,
con el frío y rigor del invierno,
y los angelitos
cuando vieron a su Dios chiquito,
metido entre pajas,
le bailaban y le hacían sonajas.
Como eran montañas,
Se oyeron desde una cabaña,
Se asombra el ganado.
Los pastores bajaron al prado viendo de repente
Que en aire bailaba la gente.
Fue el angelito volando a sus vientos
Hasta llegar su humilde aposento
Y así que vio a la hermosa María
Dio la embajada que allí le traía :
-Ave María en gracia, el señor, me envía.
Parirás un Hijo, que Jesús se diga.
-Calla, por Dios, Ángel,
-Mira que soy una niña-
-Si José lo sabe, a fe que me riña-
-No temáis, Señora, Princesa divina.
Que el Espíritu Santo pondrá su cortina.
-Pues, siendo así, Ángel, aquí estoy rendida,
A las voluntades de Aquél que te envía.
ESTRIBILLO
Viendo la Niña todo favorable,
Dice que quiere ser Virgen y Madre.
Y fue cumplido el anuncio del Ángel,
como lo dijo se hizo al instante.
Fue el angelito con mucha alegría,
A dar la embajada del sí de María.
Cuando su esposo la vio preñada,
toda su alma se quedó pasmada.
Y fue tan fino, tan amante y tan dueño,
Que jamás dijo ni malo ni bueno.
Y vino entonces un parte de Roma,
Que se llegasen los dos en persona.
ESTRIBILLO Y ESTRAMBOTE
Y nadie se asombre,
que esta fiesta se hace por el hombre,
Dicen: zagales,
arrimarse hacia estos portales,
Nuestro Dios es profundo,
Qué hora buena viniste al mundo.
En Consolación ilustramos sobre el nacimiento de villancicos, tipos napolitano y artesanal, el significado simbólico del portal, los Niños Jesús de las monjas de clausura y narramos este relato.
EL BELÉN DE ANA DE TORRES
Este
villancico del siglo XVIII, era cantado por las capillas de música y coros de
monjas. De seguro que se le cantaba al Portal de Belén, colocado en un lugar
`privilegiado del presbiterio. Y nos trajo a colación el libro del cura don
Francisco Espinosa de los Monteros que hablaba sobre un belén de este tiempo de
la Ilustración realizado por una monja de este convento. Lo revivimos entre el
grupo porque nos remontaba a los tiempos de aquel convento en pleno auge. Finales del siglo XVII y principios del Siglo
de la Ilustración, la fecha del villancico. Se trataba de una obra espiritual y sublime de
Ana de Torres, una alcalaína que sus padres confesores tildaban de sierva de
Dios, con olor de santidad. una monja excepcional. Había sido predestinada para
entregarse a la ascética desde la infancia, de modo que, ni siendo niña ni
adolescente, manchó su biografía con ninguna mácula de falta leve. No digamos
un pecado venial, y menos aún de perversión. Ya contaban que de sangre le viene
al galgo, en n este caso en su versión femenina forjó un cúmulo de virtudes
desde los primeros días de su nacimiento, con su esfuerzo piadoso y con su
talante optimista de afrontar la adversidad. Pues lo
llevaba en sus genes: su padre el marteño Damián gozaba del segundo apellido
adalid, un reconocimiento de los Reyes Católicos en los últimos tiempos de
campaña de la conquista de Granada; y su madre Juana Espigares Bailón le había aportado
los valores de santidad y valentía por la herencia del también segundo apellido,
que se remontaba al fraile Pedro Bailón. Nada menos que un santo muy venerado en
la diócesis jiennense. Se había enamorado de Jesús. Y le cantaba:
Jesús,
dulce enamorado,
del alto cielo ha venido,
a ser Pastor del ganado,
a ser Pastor del ganado,
que
anda en el mundo perdido:
y
como de amor herido
está el divino Pastor,
con
silbos de amor las llama,
y,
ay Dios, qué fuerza de amor!
Y esta otra, al Niño Jesús:
Está
una Virgen y Madre
un Niño, que es hombre y Dios;
y en el seno de los dos
reposa
el Eterno Padre:
quien
busca bien que le cuadre
contra la mortal herida,
en
Belén está la vida.
Y para el Niño Jesús recién
nacido copiaba estos versos:El nuevo Pastorcico
que hoy nace desnudo,
tenido por rey rico
muy sabio y nada rudo,
con resfrío tan crudo
al mundo es llegado.
Si muere por amores
libre es el ganado.
La Madre que lo cría,
es hija y criatura,
del mismo Dios hechura,
la cual llaman María;
y a ella el Padre había
de mil gracias dotado.
Si muere por amores
es libre el ganado.
En la fiesta de los Reyes Magos apuntaba lo siguiente:
Rey eterno, ¿qué será
verte reinar con el Padre?
Pues en brazos de tu Madre
tres Reyes te sirven ya.
Si ahora, que eres humano,
sujeto a miseria y muerte,
reyes de tan alta suerte
están debajo tu mano;
¿quién no se te rendirá
sabiendo quién es tu Padre?
Pues en brazos de tu Madre
tres Reyes te sirven ya.
Y, para terminar, otra inspirada en los discípulos de Emaús:
Mi Dios, pues voy pobrecillo
peregrinando cobarde,
queda conmigo, aunque tarde,
te he hospedado en mi castillo.
No te vayas, quitarás
de mí malos pareceres.
Pecador, tú bien podrás
hacerme quedar si quieres.
No fue corto el
trayecto vital de esta mujer por esta tierra. Nada menos que ochenta y tres
años, dedicada a la oración y a la vida contemplativa. Parecía que le asistía
la mano del Creador por doquier y en cualquier momento de su vida le había
dejado una huella singular. Si en la infancia le salvó de un secuestro de un
esclavo morisco, las apariciones de Jesús y de la Virgen proliferaron en
momentos trascendentales de iniciarse en su vocación o de su comprometida vida.
Y, la Navidad estuvo presente en los momentos cruciales de su vida ante la
aparición del Niño Jesús, dos encuentros trascendentales para su futuro y el
destino: primero, cuando le invitó a tomar los hábitos; en segundo lugar, al
final del recorrido vital, para prepararse a entrar en la vida de ultratumba.
Por eso, a su confesor le quedó gravado el pasaje del belén de Ana para
narrarlo en el libro de su vida.
Salía humo por encima del antiguo convento y olía a
retama. Nos obligaba a aligerar la marcha e interrumpir la ruta. Pero, porque
uno preguntó si podíamos entrar y contemplar la celda de aquella monja, nos
hizo detenernos y entrar por el patio del antiguo morabito. Pasamos el templo,
la sala capitular y el claustro. Por unas escaleras, subimos a la sala de
dormitorio. Y, en la galería alta,
contamos que la celda de Ana, hoy un corredor sin habitaciones, cierto día se
había invadido de un olor especial en medio de una nebulosa de humo como si
hubieran estallados cráteres de luces que exhalaban los más intensos olores.
Era el último domingo de Adviento, el tiempo de la
espera y de maranatha. Ana tenía costumbre vestir a la Virgen María del Rosario
y a San José, al mismo tiempo que se llevaba al Niño para vestirlo en su celda. Simulaba la escena para los que acudían al templo de La Huida de Egipto y el
rapto del Niño.
Curiosamente, se esmeraba en vestirlo con muchos
primeros, y le contó a su confesor con muchos más fervores, amores, y purezas.
Pero, al colocar al Niño Jesús en la cuna antes de llevarlo al portal, no
disponía de una colonia con un aroma penetrante de olor graciable. Y en su
interior, entabló una conversación con el Niño:
-No tengo perfumes y aromas, vosotros disponéis de
todos los mejores bálsamos y fragancias del mundo y el cielo. Hágase vuestra
voluntad.
E, inmediatamente, escuchó sus plegarias aquel Niño y encendiendo
toda la celda con una gran cantidad de rayos de luz que expandían aromas los
más fragantes y aromáticos que había conocido aquella doncella. No eran
terrenales, parecían de otro planeta o estrella. Al final, se quedó aturdida y cayó
arrodillada ante los pies del Niño, Le pidió que le concediera aquellos
perfumes y la purificación de almas pecadoras. Lo hizo más de una hora hasta
que cesó aquella traca de volcanes de luz y olor. Llamó a su sobrina Juana para
que le acompañara de noche, como solía hacerlo, sin luz no pudo percibir nada
porque era de noche. De madrugada, el olor todavía quedaba fijado en la neblina
del cuarto. Se despertó la sobrina y comprobó lo que había intuido al entrar al
cuarto al principio de la noche. Era un aroma distinto al del jazmín y de los
cosméticos acostumbrados de las especerías alcalaínas. No lo podía describir. Y
lo curioso que no se retiraba de la habitación. Se lo contó toda la experiencia
de aquella noche su tía. Acudieron muchos vecinos durante ocho años a
respirar este aroma celestial. El confesor daba fe y lo fundamentaba en que Ana
había labrado un portal especial. Y así lo contaba.
Fue también en
Adviento. Preparaba Ana su íntimo portal en el que naciera el Niño. No era un
portal grandioso como los que se elaboraban llenos de musgo y arena, tampoco
artesanal recreándose en los talleres de su tiempo y de la época de Jesús de Nazaret
con la exhibición de todos los oficios de aquel tiempo. Junto con su hermana,
se esforzaban en que viniera el Niño Dios a su portal interior, y, lo curioso
que lo forjó con los mismos elementos que contemplaba en el que tenía presente
ante su mirada. En su ascesis místico sublimó todos sus deseos en preparar la
venida del Señor en el portal de su alma. Intercambió un diálogo con él y le
fue sugiriendo cada uno de los pasos y componentes de aquel simbólico portal. Se
equipó de una serie de herramientas y objetos para hacerlo más real, lo que le
susurraba el Creador, a la manera del cultivo de las virtudes.
La escena se concentraba en una única dirección, de
modo que el enfoque de la cámara de sus ojos contemplativos viraba en torno a
un único sujeto. Se centraba en la
figura de Jesús, lo demás era el aparato ornamental. Como los tabernáculos de
aquellos retablos barrocos que habían hecho desaparecer las calles y cuerpos
rellenos de cuadros con relatos de la vida de Jesús y María en los altares
colaterales de las iglesias locales y en los conventos de la ciudad, Muy lejos
estaban los castilletes con orlas de filigrana dorada de los retablos
platerescos como los de Santo Domingo de Silos. Escogió para dosel de su belén el mejor lienzo
de su alcoba, una seda amarillenta que refulgía como oro y reluciente como el
sol. Sin otro color que descentrara la escena, sobre la que el niño no perdiera
su protagonismo, parecía como si quisiera indicar que lo demás importaba
relativamente poco con relación a este personaje que se asemejaba a un bebe
viviente de carne y hueso, sólo le faltaba hablar. Se lo había donado su padre
junto con la dote de su incorporación a la vida contemplativa.
Pero, si mucho
le importaba que aquel Niño se mostrara a la usanza de uno de Pablo de Rojas,
recostado y una manecita en escuadra para recoger el sueño de la cabeza, no se
quedaba atrás aquel lienzo escogido de su mejor colección de lienzos. Quería que este se identificara con su alma limpia
y pura de cualquier mancha. Cosa curiosa
no lo quiso exhibir raso y desnudo, se le presentaba con una serie de
colgaduras a su alrededor, pero todas formaban un crisol que no invadía aquel
lienzo. Unas eran pequeñas campanitas de plata como si tintinearan reclamando
la atención de aquel infante, otras objetos de percusión simulaban diminutas liras, arpas, zambombas, como si quisieran
celebrar alguna fiesta en un corte celestial; trompetas y timbales se
convertían en los heraldos de las fanfarrias pregonando buenas noticias; incluso colgaban algunos
objetos de cobre, en formas de vasijas y ánforas, a la manera de una oblación y
ofrenda a Dios para reclamar que aquel niño divino se las
rellenase de agua de gracia.
Se afanaba Ana para que simulasen los diversos objetos
de colgaduras a los diversos tipos de oraciones. Pero, le ponía todas las ganas para que aquel
portal no resultara oscuro en aquella capilla del templo trinitario, y por eso,
se trajo unos pequeños lucernarios con unas velas, colocados con tanto mimo y
artificio que el oro de la seda estallaba en una sinfonía de rayos amarillos
como si abrasaran en forma de fe a aquella monja.
No hacía sino pensar y cavilar en entender aquel
misterio incomprensible para el ser humano, que el ser omnisciente y
todopoderoso bajara a la tierra. En este momento sublime, se le hiciera
presente a una humilde monja de clausura. Y lo colocó en un pesebre simulado con cuatro
pareditas y algunos troncos de madera que encuadraban al Niño envuelto en paja.
Era la base, el receptáculo para recoger a aquella criatura. Sin duda, el confesor no se
sorprendía, cuando hacía discusiones, y reflexionaba diciendo qué diferencia
había con el entendimiento de aquella monja con aquel pesebre de acogida del
Niño en este portal divino.
Ana colocaba aquel Niño Jesús en un blando colchón con
ribetes dorados. La voluntad de Ana aparentaba su acogida placentera para poner
a su disposición un regazo de blanda lana, dulce y llena de agrado. Y el amor envolvía al Nacido con unas sábanas
de lino blancas como las de los manteles de los altares. Le recostaba su cabeza
en una almohada, repleta de dibujos en torno a un corazón muy grande.
Ana cuidaba de aquel portal de Belén con todo tipo de
detalles, y no sólo físicos, lo empatizaba con su alma. Le colocaba un telliz
verde, un envoltorio parecido al caparazón de los animales, que en los belenes
italianos llamaban cobertura, sobre todo el cuerpo anunciando la esperanza que su
persona proyectaba sobre aquel ser tan pequeño. Aquellas prendas de lujo de las
caballerías sin silla ensalzaban su figura y su porte. Sobre esta colocó las
flores de la castidad, para honrarlo con su virginidad mantenida desde que
nació, y ejercitada mucho más intensamente en los meses otoñales. Todas eran
blancas como si quisieran contrastar con el fondo del talliz, principalmente
jazmines, azucenas y rosas mosquetas. De intenso olor, profundo, virginal y de
aromas coloniales. El color y el olor sobrepasaban cualquier sensación de
placer en ambiente humano que hubiera conocido.
Manos a la obra, la monja vistió al Niño antes de
colocarlo en el portal. Le puso todo tipos de prendas interiores y vestidos a
la vista. Y parecía que reflejaba su interior en cada uno de sus atuendos. La
mortificación que practicaba quedaba representada en la faja que cruzaba su
vientre pequeño con un ombligo redondo: con una camisita blanca apretaba su cuerpo,
y lo elevaba a la categoría de una coraza de un arcángel ante cualquier ataque
nocivo mientas lo destacaba con la paciencia de un niño bonachón. La humildad
de sus pañales cubría aquellos miembros tiernos. Una mantilla arropaba al recién
nacido y lo hacía con la caridad del calor del ser humano, lo mismo que le
añadía unos paños con la mirada dirigida a su único ser de su vida.
Tras vestirlo, lo echó en la cuna, y lo cubrió con la
reata y la cobija, lo hacía como si quisiera encerrarlo en la cueva de su
memoria y de su perseverancia ante lo fugaz y lo efímero. Quería convertir en
una escena eterna. Mientras su mano perfumaba todas aquellas ropas y vestidos
con agua de ámbar, respondía a esa entrega obediente que siempre había
mantenido con esa divina criatura. Unas joyitas, -a las que les llamaba Ana como dijes
para el Niño de Jesús-, adornaban con bellas jaculatorias dedicadas al Niño
Dios, mientras, con el silencio, colocaba todas las alhajas del Niño (una cruz
de plata, una corona, unos clavos, unas tenacitas, unos alicates, unos flagelos
y los demás signos de pasión).
Y, se le acercó la Virgen María mientras estaba en
puro éxtasis, y le dijo:
-No me ofreces todas estas cosas que has preparado
para adornar y vestir a mi hijo.
-En qué las he de recoger para dároslas-le contestó
Ana.
-En esto, se llama en este estado de tu alma,
silencio.
Con este bagaje, se dirigió al templo de San
Francisco, y, sin darse cuenta, en el amplio presbiterio compartiendo el rezo
entre los cantos de maitines de los frailes, contempló el portal que estaba
provisto de todos los preparativos que había conseguido durante el Adviento. Un
joven muy bello y gallardo la raptó de la tierra y la transportó por los aires
hacia el portal ansiado y preparado en la estación del Adviento.
En este instante, le acompañaron la figura de San José
y una caterva de ángeles, a la manera de los cuadros de las inmaculadas canescas.
Los había con símbolos de las letanías, escondidos bajo el manto de la madre,
elevando las nubes del cielo y el mundo, repartiendo incienso y creando una
nebulosa celestial. El escritor de su confesión no tenía palabras ni imágenes
para transcribir las palabras de Ana. Era la gloria, los fulgores y
resplandores de todos los seres celestiales envolvían aquella escena dejando
sin visión a Ana, hasta el punto que se confundía con el ambiente. Lo consideraba como una gracia que habían
recibido otras almas, que nunca pudieron explicar cómo alcanzaron este estado
de favores de recibir al Niño en su portal. Ya este Niño no era esa imagen
tallada de la dote, sino algo excelso, espiritual que la elevaba a los cielos.
Mientras la Virgen le acercaba la canastilla, ella
colocaba todos los objetos y adornos y la encadenaba con una cadena de rosas de
tela encarnadas para ofrecérselas al Niño de la cuna. Lo hacía con prontitud,
la misma que había empleado desde el día que se acercó al Niño y no puso obstáculos
para prepararle su pesebre y portal. María, de nuevo, le dijo:
-Esa es la disposición que siempre has de tener con
este Nacimiento en tu ser y alma.
No quiso Ana reservarse esta sensación mistérica, a
pesar de la dificultad de transmitir esta experiencia sobrenatural a los
humanos. Quería con otras personas recibieran esta lección divina que les
conducía a esta contemplación sin límites temporales. Dio todos los pasos
adecuados y pertinentes, consultó con su confesor, el mismo que le había introducido
en esta práctica de amor que quería extender a más humanos. Y le dijo al
confesor para que lo transmitiera verbal o por escrito:
“Alma, si
quieres hospedar,
Procura un
templo labrar,
De fervorosas
virtudes,
Con que el
mundo haga temblar”.
Y a doble columna iba anotando: portal/alma, colgaduras/oración,
luz/ fe, pesebre/entendimiento, colchón/voluntad, sábanas/amor, almohada/ corazón.
Entre paréntesis escribía porque solo a Dios ha de admirar, y seguía con las columnas:
el telliz/la esperanza, las flores/ la castidad, la faja/la mortificación, la
paciencia/la camisa, pañales /humildad, mantillas/ caridad, los paños /los ojos
contemplativos, la reata/memoria, la perseverancia/ la cobija, agua de ámbar/obediencia, dijes/jaculatorias, canastica/ silencio, cadena de
rosas/ prontitud.
EL BELÉN
NAPOLITANO
Calle Bordador arriba, nos dirigimos al Belén napolitano de
la antigua casa de Francisco Rubio Piqueras, actualmente casa de Cáritas
Interparroquial, y
seguimos la ruta con un villancico a la manera de los
antiguos aguilanderos, de las aldeas de La Rábita, Hortichuela y San José,
donde a veces sustituyen Caminito de
Belén, por de Egipto para Belén:
Camina la Virgen
pura, viva el amor,
camina la Virgen pura, viva el laurel,
caminito de Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito de Belén.
camina la Virgen pura, viva el laurel,
caminito de Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito de Belén.
Lleva el Niño de
la mano, viva el amor,
Lleva el Niño de la mano, viva el laurel,
caminito de Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito de Belén
Lleva el Niño de la mano, viva el laurel,
caminito de Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito de Belén
Va en una
borrica mansa, viva el amor,
va en una borrica mansa, viva el laurel,
con el niño y San José,
viva el amor, viva el laurel,
con el niño y San José.
va en una borrica mansa, viva el laurel,
con el niño y San José,
viva el amor, viva el laurel,
con el niño y San José.
Como el
camino es tan largo, viva el amor,
como el camino es tan largo, viva el laurel,
pide el niño de beber,
viva el amor, viva el laurel,
pide el niño de beber.
como el camino es tan largo, viva el laurel,
pide el niño de beber,
viva el amor, viva el laurel,
pide el niño de beber.
-No pidas agua mi vida viva el amor,
-no pidas agua mi vida viva el laurel,
que no se puede beber,
viva el amor, viva el laurel,
que no se puede beber.
-no pidas agua mi vida viva el laurel,
que no se puede beber,
viva el amor, viva el laurel,
que no se puede beber.
-Que los ríos bajan turbios, viva el
amor,
-que los ríos bajan turbios, viva el laurel,
y no se puede beber,
viva el amor, viva el laurel,
y no se puede beber.
-que los ríos bajan turbios, viva el laurel,
y no se puede beber,
viva el amor, viva el laurel,
y no se puede beber.
Un poquito
más arriba, viva el amor,
un poquito más arriba, viva el laurel,
hay un viejo naranjuez,
viva el amor, viva el laurel,
hay un viejo naranjuez.
un poquito más arriba, viva el laurel,
hay un viejo naranjuez,
viva el amor, viva el laurel,
hay un viejo naranjuez.
El que lo
cuida es un viejo, viva el amor,
el que lo cuida es un viejo, viva el laurel,
y el pobre no puede ver,
viva el amor, viva el laurel,
y el pobre no puede ver.
el que lo cuida es un viejo, viva el laurel,
y el pobre no puede ver,
viva el amor, viva el laurel,
y el pobre no puede ver.
-Ciego, deme una naranja, viva el amor,
-ciego, deme, una naranja, viva el laurel,
para calmarnos la sed,
viva el amor, viva el laurel,
para calmarnos la sed.
-ciego, deme, una naranja, viva el laurel,
para calmarnos la sed,
viva el amor, viva el laurel,
para calmarnos la sed.
-Entre usted señora y coja, viva el amor,
-Entre usted señora y coja, viva el laurel,
para el niño y para usted,
viva el amor, viva el laurel,
para el niño y para usted.
-Entre usted señora y coja, viva el laurel,
para el niño y para usted,
viva el amor, viva el laurel,
para el niño y para usted.
La Virgen
como es prudente, viva el amor,
la Virgen como era prudente, viva el laurel,
no cogió namás que tres,
viva el amor, viva el laurel,
no cogió namás que tres.
la Virgen como era prudente, viva el laurel,
no cogió namás que tres,
viva el amor, viva el laurel,
no cogió namás que tres.
Una era para
ella, viva el amor,
una era para ella, viva el laurel,
y dos para San José,
viva el amor, viva el laurel,
y dos para San José.
una era para ella, viva el laurel,
y dos para San José,
viva el amor, viva el laurel,
y dos para San José.
El niño como
era niño, viva el amor,
el niño como era niño, viva el laurel,
no paraba de coger,
viva el amor, viva el laurel,
no paraba de coger.
el niño como era niño, viva el laurel,
no paraba de coger,
viva el amor, viva el laurel,
no paraba de coger.
Cuantas más
cogía el niño, viva el amor,
cuantas más cogía el niño, viva el laurel,
más echaba el naranjuez,
viva el amor, viva el laurel,
más echaba el naranjuez.
cuantas más cogía el niño, viva el laurel,
más echaba el naranjuez,
viva el amor, viva el laurel,
más echaba el naranjuez.
A la salida
del huerto, viva el amor,
a la salida del huerto, viva el laurel,
el ciego comienza a ver,
viva el amor, viva el laurel,
el ciego comienza a ver.
a la salida del huerto, viva el laurel,
el ciego comienza a ver,
viva el amor, viva el laurel,
el ciego comienza a ver.
-¿Quién ha sido esa señora?, viva el amor,
¿quién ha sido esa señora? viva el laurel,
que me ha hecho tanto bien,
viva el amor, viva el laurel,
que me ha hecho tanto bien.
¿quién ha sido esa señora? viva el laurel,
que me ha hecho tanto bien,
viva el amor, viva el laurel,
que me ha hecho tanto bien.
Será la
Virgen María, viva el amor,
será la Virgen María, viva el laurel,
y su esposo San José,
viva el amor, viva el laurel,
y su esposo San José.
será la Virgen María, viva el laurel,
y su esposo San José,
viva el amor, viva el laurel,
y su esposo San José.
Con el niño de la mano, viva el amor,
con el niño de la mano, viva el laurel,
caminito hacia Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito hacia Belén.
con el niño de la mano, viva el laurel,
caminito hacia Belén,
viva el amor, viva el laurel,
caminito hacia Belén.
Y de allí nos detuvimos ante el Belén y su anacrónica
de vestimenta nos sugirió recordar este villancico del Niño Perdido, que
titulaban el Niño Jesús Carpintero:
San José salió a la calle
Dejando al Niño en la tienda;
Hizo una cruz con tres clavos
Le dijo: -Cruz
venturosa,
Recreo de mis
potencias,
¿cuándo ha de
llegar el día
Que yo en tus
brazos me tienda.
A los requiebros del Niño,
Salió la sagrada reina:
-Vente, Hijo mío, vente,
Y no me des tantas penas.
Al otro día de mañana
El Niño se le ha perdido
Qué dolor le dio a su madre,
Se quedó sin su hijo.
Salió a la calle a buscarlo
Por calles y callejuelas,
llega a casa de tres mozas,
Que las tres eran doncellas.
Le pregunta a la mayor
Que, si había visto pasar
A la Rey de Cielos y tierra.
-De ese Niño
que usted busca,
Señora, de
usted las señas.
-Llevaba zapatos blancos
Y unas
moraditas medias
Y lleva al
cuello una cruz
En una cadena
puesta.
-Ese Niño que usted
busca,
Ayer pasó por
mi puerta,
Pidiéndome
una limosna
Y hice por
tenerla.
Yo lo convidé
a comer,
Cenó conmigo
en la mesa,
Le puse una buena
cama
Con almohada
de seda.
Por corto y
por retrechero
No quiso
dormir en ella,
Y en el
rincón más oscuro
Hizo cruz por
cabecera.
Y al otro día de mañana,
El Niño se levantó
Diciéndole a la Señora
Que se
quedara con Dios:
Que se iba al
templo,
Que allí era
su casa,
Que allí
fueran todos,
Nos dirigimos al Lagar de los Vinos y contemplamos el
nacimiento en la cueva, lugar de cobijo, y al ver a la familia ante una venta,
nos vino a la mente de todos, el romance de la Posada, que recogimos de estas
mujeres que hemos comentado:
La Virgen y san José
Se pusieron de camino,
Porque ya iba a nacer
Nuestro celestial divino.
María le dice:
Yo me veo cansada
Ve al parador
Y busca allí posada.
San José marchó adelante
En busca de la posada.
Al legar al parador,
La puerta encontró cerrada.
Empezó a llamar;
Nadie respondía;
San José aburrido,
Le dijo a María:
-Esposa mía querida,
Vámonos para Belén,
Que he llegado al parador
Y no han querido responder.
La Virgen le dice;
-Pues vuelve a llamar,
Que si están los dueños
Han de contestar.
- ¿Quién ha llamado a mi puerta?
Respondía el mesonero.
-
Soy un padre
anciano
-Con
mi esposa encinta,
Que
voy caminando.
-No se
les abre a los pobres
A
deshora mucho menos.
La
Virgen y san José,
Llegaron
al campo,
Pasaron
para Belén
Y
vieron el portal
Y se metieron
dentro,
Y se
pusieron a limpiar.
José
limpia pesebres
Va
arrinconando la paja,
Para
que el verbo divino
Su
madre lo calentara.
Ya se pone
mala
La
virgen María
San
José la cuida
Con
mucha alegría.
Eran
las once y media
Y no
se habían quedado dormidos.
San
José marchó por leña,
Porque
se helaban de frío.
Y la
Virgen le dice
De
pronto a José:
El rey
de los cielos,
Pronto
va a nacer.
A las
doce de la noche
Vio un
inmenso resplandor
Era un
ángel hermoso
Que
todo el mundo alabó.
Bajan
los pastores
A
cuidar el ganado,
Uno le
echa capotes,
Otra
marcha por leña
Para
calentar al Niño
Que
nació la Nochebuena.
Adoramos
todos
Al Rey
celestial
Que
ese que nos da
Un soplo
inmortal.
Y el
que le negó posada
Al
meterse dentro
Se le
descompuso el pie.
Fue
tanto el dolor
Que le
ha sucedido,
Que se
quedó un rato
Casi
sin sentido.
Al
meterse por la cuadra
Sin
saber por donde iba
Las
patadas de las bestias
El
rompieron dos costillas.
Eso sucedió
a aquel mesonero
Por
negarle posada.
Al
Divino Verbo.
Tambores
y guitarra,
Clarines
y panderetas,
Cantaremos
una coplilla,
Quede
su Madre contenta.
Adoremos
todos
Al rey
Celestial,
Con este portal, muchos celebraban la Navidad. Caían en lo que referían las constituciones
abaciales de Juan de Ávila, que, por estas fechas, se hacían en algunas
iglesias y ermitas “algunas representaciones, juegos o remembranzas u otras
cosas semejantes”, por cierto, a veces “no muy honestas”, porque, como hemos referido,
en la celebración de aquellos autos o teatros menores se introducían algunos
versos graciosos “las célebres morcillas” teatrales. Escuchaba los cantos de
los largos romances. Preciosos y llenos de lirismo le resultaba el villancico
“Cuando el Eterno se quiso hacer Niño”, o del “Niño Jesús Carpintero”, o el más
universal “Los desposorios de San José”, “La huida a Egipto”, o “la Posada”.
Eran parte y herencia de los misterios medievales, pero los abades tuvieron
que prohibirlos en su tiempo que se realizaran en las iglesias por causarse
algún que otro escándalo. Un siglo después, estos villancicos y estas representaciones
se refugiaron en las fiestas profanas, con el nombre “farsa, aunque sea en
lo divino”, lo que demuestra la pervivencia de estos romances y misterios de
Navidad, como recogen la constitución 5 del título XIII del abad Pedro de
Moya. En nuestros tiempos, estas escenificaciones quedaron como un testigo deformado
en los colegios y en algunos templos.
Ante el portal
, recogimos este romance de las gentes del Castillo de Locubín anunciando la Adoración de PASTORES, con música romanceada navideña al estilo del célebre canto popular de San Antonio de Padua:
, recogimos este romance de las gentes del Castillo de Locubín anunciando la Adoración de PASTORES, con música romanceada navideña al estilo del célebre canto popular de San Antonio de Padua:
Es el ángel
san Gabriel,
El que anunció
a los pastores,
Que había
nacido el Mesías,
El amor de los
amores.
Todos nosotros contentos,
Con júbilo y
con bondad,
Todos llevamos
regalos
Al Cordero
Celestial.
Un pastor en
su rebaño,
Veía gente
pasar,
Y, conforme
iban pasando,
Les pregunta
dónde van.
-Vamos todos a
Belén,
Dicen que ha nacido
un Niño,
Y le vamos a
adorar
Con muchísimo
cariño.
El pastor alza
el ganado,
Y marcha para
el portal,
Y con la
flauta que lleva
No para de
tocar.
Cuando llega
al portalillo,
Se quedó como
pasmado,
Al ver entre
la humilde paja
Aquella vara
de nardo.
Le dicen Niño
precioso,
Medita mis
pensamientos,
Que eres un
ángel divino
Que viene del
firmamento.
Anunciado por
profetas,
Se tenía que
presentar.
El hijo de
Dios al mundo
Guiando a la
humildad.
María estaba
contenta
Y San José
mucho más
Por la persona
del Ángel
Que se lo vino
anunciar.
Para madre de
un cordero
Que nos enseña
el camino
Dándonos
fraternidad.
Niño Jesús de
mi vida,
Cariño y amor
del bien,
Un lucero
misterioso
Que ha
encendido nuestra fe.
Ha venido en
la miseria
Por dormitorio
un portal,
Este cuerpo
tan divino
¡Qué frío, qué
frío está!
María alegre
estaba,
Muy
pensativa esperando
Las palabras
que del cielo
Le venían
anunciando.
El ángel
le dijo que venga,
Por obra del
celestial
Tienes que ser
la madre
Del rey
de la humanidad.
María con
alegría,
Le dice con
ansiedad,
Si es por obra
de Dios PADRE
Cúmplase la
voluntad.
En
el belén de Dolores Aguayo, nos imbuimos del espíritu nocturno de aquellos
tiempos, con el juego de luces y oscuros nocturnos. Y no fijamos
en
la Virgen y San José huyendo hacia Egipto. Me recordaron:
ROMANCE DE LA HUIDA A EGIPTO
La Virgen va caminando
huyendo del rey Herodes
y en el camino han pasado
muchos fríos y dolores.
Al niño lo llevan
con mucho cuidado
porque el rey Herodes
quiere degollarlo.
María le dice:
- ¡Hijo de mi alma,
qué lástima fuera,
si te degollaran!
Y yendo por unos caminos,
Con un labrador se
encuentran
le ha preguntado la Virgen:
-Labrador, ¿qué es lo que piensas?
El labrador le dice:
-Señora, siembro estas piedras.
-Pues, si siembras piedras,
piedras se te vuelvan.
Fue tanta la multitud
que el Señor le mandó de
piedras
que parecía su haza
una grandísima dehesa.
Este fue el castigo
Que le dio el Señor
por ser mal hablado
aquel labrador.
Andan poco más adelante,
otro labrador se encuentra.
Le ha preguntado María
-Labrador ¿qué es lo que siembras?
El labrador dice:
-Señora, este trigo
Para que el año que viene,
dé lo prometido.
-Vuelve mañana a segarlo
sin ninguna detención
que este favor te lo pide
el Divino Redentor
y, si por aquí pasan,
por mí preguntando
dile que me has visto
estando sembrando.
El labrador vuelve a su
casa,
llenito de confusión,
y, a su mujer le contaba
tanto y cuánto pasó.
Y su mujer le dice:
¿Cómo puede ser
en tan poco tiempo
¿Sembrar y coger?
Y al otro día de mañana,
Fueron a buscar peones
y a otro día fueron a segar,
para segar el trigo,
que valía mil doblones.
Estando segando el trigo
Cuatro con cuatro caballos.
por una mujer y un niño
y un viejo, van preguntando.
El labrador dice
"Cierto que los vi,
sembrando este trigo,
pasaron aquí.
Se miran unos a otros.
Unos a otros renegaban:
-Ya no nos puede salir
el intento que llevaban.
El intento era,
el intento fue,
degollar al Niño,
matar a José.
Uno
de los ruteros nos comentaba que esta versión era la urbana, como las que le
recitaron y cantaron Mercedes Montañés y Pilar Gálvez. Pero existía otra muy
parecida que cambiaba en algunas estrofas. Una de ellas era:
La Virgen por descansar,
Sea metido en un barranco.
Y en otras meten la morcilla
acostumbrada, a veces sin rima:
Y el labrador le dice:
-Señora, sembrando
Unos pocos cuernos
para el otro año.
Fue tanta la multitud
Que de cuernos le dieron,
Que parecía su haza,
La tienda de un carnicero.
Tiran por otro camino,
Otro labrador que vieron
Le ha preguntado la Virgen:
--Labrador, ¿qué estás haciendo?
Incluso añaden alguna que otra estrofa:
-Usted no nos engaña,
La mujer es muy bonita
Y el Niño parece el Sol.
Y el que le acompaña
Parece más viejo,
Le lleva a ella
Diez años lo menos.
Vuelven a atar los caballos,
Llenos de ira y de rabia
De ver que no puedo ser
El intento que llevaban.
El intento era
Degollar al Niño
Para experimentar
Los clavos de Cristo,
Llanillo abajo, comentamos que ya nada
quedó de aquellas representaciones, salvo la letra de estos villancicos
navideños. Decíamos que más reciente y, en parte conservada, era la
tradición de los aguilanderos, grupos espontáneos de hermanos de cofradías (
en Alcalá y en las aldeas, hay noticias de las de las Ánimas , del Pecado
original o la de Nuestra Señora de la Aurora) que iban de una casa a otra de
los hermanos con rústico acompañamiento musical de zambombas, panderos,
panderetas, instrumentos de percusión, algún violín , guitarra o
laúd cantando villancicos, que culminaba con el canto del aguilando real “ El aguilando real
Son tres Kilos de tocino,
Cuatro de bacalao
Y arroba y media de vino,
Con el kiriki,
Con el kirikando,
De aquí no me voy
Sin el aguilando,
Dámelo con ligereza,
Que la vecina de enfrente
Me llama con la cabeza
Con el kiriki,
Con el kirikando,
De aquí no me voy
Sin el aguilando.
Si no me das el aguilando,
Al Niño le voy a decir
Que te dé un dolor
De muelas
Que no te dejé dormir.
Con el kiriki,
Con el kirikando,
De aquí no me voy
Sin el aguilando
Y la guinda
final
Vamos cantando
a
la vez que pedimos
el
aguilando.
Que le den con el rabo
en
la sarten.
Su
finalidad no era otra sino recaudar fondos (materiales y de dinero) para una
rifa que se realizaba en los primeros días de Navidad. Con ellos, mantenían los
cultos y fiestas de la cofradía, y obligaciones caritativas con sus hermanos,
generalmente misas por el alma de los cofrades fallecidos. También, no
olvidaban a acudir a la misa del Gallo, con su coro y faroles de limpio y
brillante cristal. Desgraciadamente, solo ha quedado restos de aquella
hermandad de Nuestra Señora de la Aurora en el coro que se prepara para las
fiestas por la Hermandad del Cristo de la Salud en la Noche de la Misa del
Callo, la Muestra y Ofrenda de Villancicos. Y los sones de este canto
auroro:
“Eres
madre de tierra y doncella
y
madre del Niño que en Belén nació.
Y eres de cristal dorado,
donde Jesucristo vivo se encerró,
nueve meses con tanta grandeza
y quedaste Virgen y Madre de Dios.
Al pasar por las dominicas, nos fijamos en
su portal y recordamos un villancico de las madres mercedarias:
En el portal de Belén,
Hay un niñito
Que le llaman Jesús Rey
Y el pobrecito
Ropa no tiene.
Duérmete niño,
Duérmete leve.
Qué serenita cae la nieve,
Que menudita
Cae la nieve
En el portal de Belén
Hay un niñito
Que llaman Jesús Rey,
Es muy bonito y chiquito.
Qué serenita cae la nieve
Que menudita cae la nieve
Y
qué bonita
Que es la canción
No cabe duda
Que, al escuchar,
Una segunda
Repetición,
Es más bonito
Y
bello cantar
.
Referimos que
ero, esto no fue siempre así. Hoy vivimos otros tiempos, en los que el banquete
de la Misa del Gallo se ha sustituido muchas veces por la comida familiar; el
programa extraordinario televisivo ha suplantado los cantos colectivos de las familias tras
la asistencia a la misa; y el alumbrado extraordinario de nuestra ciudad,
con su estrella de oriente en la Mota, ha ocupado el lugar de los cantos de
aguilanderos, animeros y auroros, que hacían de heraldos de las fiestas de la
Navidad. Nos ha invadido la técnica para mal menor; con su aspecto consumista
y como adormidera, les ha quitado la ternura a nuestras fiestas de amor y
familia.
Al pasar por
la calle Veracruz, nos imaginamos un altar mayor con un retablo renacentista. Y
no hay mejor modo de con jugar el villancico que con los retablos
renacentistas. En las noches de Navidad de muchas iglesias del sur de
Jaén, las canciones o villancicos cantados por capillas de cámara o
por los coros del Niños del pueblo compartían con las calles y los cuerpos del
retablo el mensaje salvador del Niño de Belén.
En la predela, con música de campanilleros de la campiña cordobesa, se pondrían
estas escenas cantadas por las auroras, los coros de adultos con
instrumentos de percusión y viento (carracas, guitarras, violines, objetos
estriados, castañuelas, y panderetas...)
En el primer
cuadro, María como una paloma se aparecería a los españoles:
Es María la
blanca paloma
Que un día en
España
La vieron
volar
En el centro
de una hermosa nube
Vino a
Zaragoza
En carne
mortal
Y Santiago
como lo sabía
Cayó de
rodillas
Al pie del
pilar.
(De Juan
Barranco, de las Ventas del Carrizal, 62 años en 1995)
No olvidaría
cantos rocieros con timbales, dulzainas y guitarras al ritmo de sevillanas:
Al atajo las
carretas,
Que ya está la
noche encima (bis)
Ole, ole, ole
Ese cachito de
cielo,
Que viene por
la marisma,
Y la divina
Pastora que está con el Niño
Ole, ole, ole,
ole
Cuando la
Virgen está ronca,
Yo le canto
esta nana
Nanita,
nanita, nana,
Que mi niño se
duerma
Por
sevillanas.
(Elisa
Gallego)
O esta variante popular del villancico de los Reyes
Magos:
En Oriente hay
una estrella
Que a los
Reyes Magos guía
Y en el portal
de Belén
Nace el hijo
de María.
Dale la
zambomba,
Dale al
cascabel
Que está noche
nace
Jesús en
Belén-
(Esther Ramos)
Y,
acordándonos que en medio de la predela suele colocarse un Niño Jesús de
Pasión, a la manera de Martínez Montañés:
En el portal
de Belén,
Hay un clavel
encarnado
Que, por
redimir al mundo,
Se ha vuelto lirio
morado.
Que nos evoca
los pequeños belenes napolitanos colocados, en este caso pintado en el extremo
de la predela:
En un
portalico
De cal y arena
Nació
Jesucristo
Por la
Nochebuena
En torno al
tabernáculo central, se colocarían varios cuadros de villancicos, con música
tradicional del villancico de la marimorena y escenas de María en la calle
de la izquierda. En el primer cuadro con contexto de las huertas
castilleras
La
Virgen estaba lavando
Debajo de una
higuera
Y los hilillos bailaban
Al son de la
lavandera.
En el segundo cuadro, con otra escena doméstica:
La
Virgen se está peinando
Debajo de una
noguera
Y los pechos
son de oro
Y el pelo de
primavera.
En el cuadro tercero, la naturaleza cantaría hasta la propia María:
La
Virgen se fue a lavar
Sus manos
blancas al río,
Y el sol se
paró a mirar
Y el agua
perdió su brío.
El Tabernáculo
central, recogeríamos la escena del Portal de Belén con este original
villancico acompañado de un solemne y pausado canto al son de zambombas,
panderos, violines y triángulos:
En la
Noche Buena,
Con gran
alegría,
Todo el mundo
canta,
Al Niño Mesías
Todo el mundo
adora
Al Niño
Mesías.
Redentor del
mundo,
Al Niño
veréis,
Le dan sus
calores,
Le dan sus
alientos
La mula y el
buey.
Cantad,
cantad, pastores,
Cantad al ver al Niño,
Soñad con ver
al Niño,
Venid al
Portalillo.
…Cantemos al
Niño,
Cantemos a
Dios,
Cantemos
al Niño
La dulce
canción (bis)
En la calle de la derecha, la conocida escena de la Huida a Egipto,
se contextualiza en los montes de la Subbética:
La
Virgen va caminando
Por una
montaña oscura
Del vuelo de
una perdiz
Se le ha
espantado la mula
O con la
llegada a la posada que la convierten el cantante en un palacio real o una
casa señorial de los hidalgos renacentistas:
…Gracias a
Dios, que llegamos
A este palacio
real
Donde habitan
las palomas
Con las
plateás.
O,
se hace el villancico jaenero con estos versos:
Entre olivares
y cantos,
Lo mismo que
en Israel
Entre olivares
y cantos,
Lo mismo que
Israel,
El Niño de
Dios debiera
Haber nacido
en Jaén.
En el dintel
del retablo cambiara el Pantocrátor o la escena del Calvario, con este
villancico, síntesis de la figura de Cristo:
Por lo más
alto del cielo,
Va mi Dios
hecho pastor,
Y las hondas
son de seda
Y el cayado de
pastor.
Las columnas
de las calles y los cuerpos, las revestiríamos con los versos de la canción
andaluza de sabor navideño e invernal:
A la una canta
el gallo,
A las dos el
perdigón
A las tres la
tortolilla
Y a las cuatro
canto yo.
O con estos
versos de música y letra de nana:
Ya se acerca
la nana sombría,
Ya se esconden
los rayos del sol,
Ya de
estrellas se cubren los cielos,
Ya la luna su
disco asomó.
No faltaran
algunos adornos de angelotes con estas canciones en sus estelas:
Los pastores
de Belén
Daban saltos
de contentos
Al ver que los
angelitos
Tocaban los
instrumentos
Y al
salir de la iglesia, me imagino los niños del coro cantando canciones entre
jocosas y navideñas:
María, abre
las puertas
Que te traigo
el aguilando
Una batata
cocida,
Sopla que
viene quemando.
O esta otra
más profana en medio de los cortijos de la Rivera del Palancares o
del río san Juan:
¿De quién será
esta casita
Con estas
torres tan altas?
De Antonia o
de Victoria,
Dios les dé
muy buenas Pascuas.
(Yolanda
García,)
Que irían
repitiendo con cambio de letras en los versos: De quién será esta casita/ con
estos chorros de nieve/ y estas niñas tan bonitas/ dichoso el que se las lleve.
Después,
cambiarán con el ritmo romancístico del villancico del Naranjal, Cuando el
eterno se quiso hacer el Niño…, y en el éxtasis final y orgía de
la fiesta, la familia la tomaría con san José con esta
bella canción recogida en las Ventas del Carrizal de Virtudes Navas
San José
bendito,
Bien salves
mis peras
Pídele a tu
Hijo
Que se apiade
de ellas.
O de una
manera testaruda y con el vino en la cabeza acabaríamos rompiendo el
pellejo de la zambomba con este estribillo
Por su amor
profundo,
Por su inmensa
fe
Es un
villancico,
No lo
olvidaré,
Bajo la luz de
aquel monte,
Por ver la
cara de Dios
Debió nacer
aquel Niño,
En esta tierra
de amor
Por su amor
profundo,
Por su inmensa
fe
Es un
villancico,
No lo
olvidaré,
Entre el belén de Rafael López
y el de Capuchinos, recogimos este reportorio actual:
Pero en recientes
años, el villancico se ha imbuido de las bulerías, de los tangos, y, sobre
todo, de la copla. La copla con su lirismo como se denota en estos versos:
Esta noche es Nochebuena y mañana
Navidad.
Adoraremos a la Virgen y a Jesús que nacerá.
Damos, danos, aunque sea un poco.
Un gorrión entero y la mitad de otro.
Adoraremos a la Virgen y a Jesús que nacerá.
Damos, danos, aunque sea un poco.
Un gorrión entero y la mitad de otro.
O con el tradicional villancico de la Gatatumba, que procede del elenco de
los Villancicos Populares Andaluces:
Gatatumba, tumba, tumba,
un pandero sin sonajas;
gatatumba, tumba, tumba,
no te metas en las pajas.
Gatatumba, tumba, tumba,
toca el pito y el rabel,
gatatumba, tumba, tumba,
tamboril y cascabel.
Pero el más recordado por todos es el que se inicia “Hacia Belén va una
burra…” con esta versión corta de Córdoba:
(1)
Hacia Belén va una
burra,
rin, rin, yo me remendaba, -yo me remendé,
yo me eché un remiendo, -yo me lo quité.
rin, rin, yo me remendaba, -yo me remendé,
yo me eché un remiendo, -yo me lo quité.
María, María -ven acá
corriendo
que el chocolatillo -se lo están comiendo.
que el chocolatillo -se lo están comiendo.
(2)
En el portal de Belén
gitanillos han entrado
y al niño que está en la cuna
los pañales le han robado;
rin, rin, yo me remendaba –yo me remendé,
yo me eché un remiendo, -yo me lo quité.
María, María – ven acá volando
que los pañalitos –los están llevando
gitanillos han entrado
y al niño que está en la cuna
los pañales le han robado;
rin, rin, yo me remendaba –yo me remendé,
yo me eché un remiendo, -yo me lo quité.
María, María – ven acá volando
que los pañalitos –los están llevando
Y quien puede olvidar el
de la popular Marimorena
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
En el portal de Belén hay
estrellas, sol y luna
la Virgen y San José, y el Niño que está en la cuna
la Virgen y San José, y el Niño que está en la cuna
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
Y si quieres comprar pan más
blanco que la azucena
en el portal de Belén la Virgen es panadera
en el portal de Belén la Virgen es panadera
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
Un pastor comiendo sopas en
el aire divisó
un ángel que le decía ha nacido el Redentor
un ángel que le decía ha nacido el Redentor
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
De Oriente salen tres Reyes
para adorar al Dios Niño
una estrella les guiaba para seguir el camino.
una estrella les guiaba para seguir el camino.
Ande, ande, ande La Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
cuatrocientos en cuadrilla
si quieres que nos sentemos
saca cuatrocientas sillas
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
Saca una para mí
y otra "pa" mi compañero
y los que vengan detrás
que se sienten en el suelo
y otra "pa" mi compañero
y los que vengan detrás
que se sienten en el suelo
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
En el portal de Belén
han entrado los ratones
y al bueno de San José
le han roído los calzones
han entrado los ratones
y al bueno de San José
le han roído los calzones
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
En el Portal de Belén hay un
hombre haciendo gachas
con la cuchara en la mano repartiendo a las muchachas
con la cuchara en la mano repartiendo a las muchachas
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
Una estrella se ha perdido y
en el cielo no aparece,
se ha metido en el Portal y en Su rostro resplandece.
se ha metido en el Portal y en Su rostro resplandece.
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
En el Portal de Belén hacen
Luna los pastores
para calentar al niño que ha nacido entre las flores.
para calentar al niño que ha nacido entre las flores.
Ande, ande, ande La
Marimorena
Ande, ande que es la Nochebuena
Ande, ande que es la Nochebuena
O los famosos
villancicos “Los Peces del RÍO”
Los Peces en el Río
Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido Beben y beben y vuelven a beber Los peces en el río por ver a Dios nacer.
La Virgen está lavando
y tendiendo en el romero los pajaritos cantando y el romero floreciendo.
Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido Beben y beben y vuelven a beber Los peces en el río por ver a Dios Nacer.
La Virgen se está peinando
entre cortina y cortina los cabellos son de oro y el peine de plata fina. |
Este otro villancico andaluz “Ay del Chiquirritín”
Ay del chiquirritín
chiquirriquitín
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
Entre un buey y una mula
Dios ha nacido
y en un pobre pesebre lo han recogido.
y en un pobre pesebre lo han recogido.
Ay del chiquirritín
chiquirriquitín
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
se descubre a María, José y al Niño.
Ay del chiquirritín
chiquirriquitín
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridin, queridito del alma.
No me mires airado, hijito
mío
mírame con los ojos que yo te miro.
mírame con los ojos que yo te miro.
Ay del chiquirritín
chiquirriquitín
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridín, queridito del alma.
metidito entre pajas
Ay del chiquirritín chiquirriquitín
queridín, queridito del alma.
Y el de
Campana sobre Campana
Campana sobre campana
y sobre campana una
asómate a la ventana
verás a un niño en la cuna.
y sobre campana una
asómate a la ventana
verás a un niño en la cuna.
Belén
Campanas de Belén
que los ángeles tocan
que nuevas me traéis.
(Estrofa con diferente
entonación a las demás)
Recogido tu rebaño
a donde va, pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino
a donde va, pastorcillo?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino
(coro)
Campana sobre campana
y sobre campana dos
asómate a la ventana
porque está naciendo Dios
y sobre campana dos
asómate a la ventana
(Coro)
Caminando a media noche
¿dónde caminas pastor?
le llevo al niño que nace
como a Dios mi corazón
Caminando a media noche
¿dónde caminas pastor?
le llevo al niño que nace
como a Dios mi corazón
(coro)
Campana sobre campana
y sobre campana tres
en una cruz a esta hora
del niño va a padecer
y sobre campana tres
en una cruz a esta hora
del niño va a padecer
Pero al llegar a la casa, lloraba un Niño, me
recordaba el de portal de Ana Torres. Encendí el ordenador, le puse pendrive y
comencé a escuchar.
Ea, ea,
/ Ea, nanita, nana, Nanita sea/Mi Jesús tiene sueño, /Bendito sea, /Ea, ea. /Cuáles
son tus ensueños/Y tus alhelíes, /Qué es lo que tu estás soñando/Que te
sonríes, /Ea, ea, Ea,
/nanita, nana, anita, ea.
4
FELIZ NAVIDAD
2017
Y PRÓSPERO
AÑO 2018
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