LA VIDA COTIDIANA EN LA FRONTERA DE ALCALÁ LA REAL
LA MOTA DEL BAHONDILLO.SIN LAS TORRES ALTAS. ARGÁRICA, TROGLODITYA, SACROMONTEÑA. |
Introducción
La presente comunicación no tiene sino una
finalidad pedagógica para la población alcalaína que pretenda conocer el modo de vivir,
pensar, o actuar de sus antepasados. Con ello, tratamos de divulgar y poner a
su alcance las ideas básicas que nos
transmiten las fuentes documentales.
EL HOMBRE DE FRONTERA
ALCALAÍNO
El hombre de
frontera alcalaíno manifiesta que
proviene de varios lugares de la geografía nacional. Lejanos de las Montañas
del Norte[1] y de
Santander ( Serrano, Montañés, de las Montañas, ..), de Castilla ( Cuenca,
Soria, Ávila, Valaldolid, Valdehorna..) de los reinos ya conquistados de
Andalucía (Écija, Sevilla, Jérez, Córdoba...), de la provincia de Jaén
(Bejijar, Úbeda. Baeza, Jaén, Porcuna...). No es un hombre sometido que se adapta a las nuevas circunstancias de
la invasióno se confunde y vive en convivencia con varias culturas, porque los
musulmanes asentados anteriormente dejaron la fortaleza. Como dice el profesor Porras:
” Debe reconocerse que la vida cotidiana en
Alcalá la Real ,
en tanto se mantuvo allá la frontera, no debió ser cómoda, teniendo en cuenta
el tipo de gente que allí buscaba asilo; sin embargo, no era este el único ni
peor de los factores de desestabilización. La aristocracia caballeresca, cuyo
código de honor no sufría la más mínima falta y cuyos intereses económicos
estaban permanentemente enfrentados- de ahí las luchas de bandos-ocupará ese
poco honroso puesto como elemento de discordia interna. Los hechos acaecidos a
fines del siglo XV así lo atestiguan”.
Y, no sólo, fueron estos hechos, sino que, a principios del siglo XVI,
mantenían el mismo espíritu belicoso, como lo demuestran los altercados de
1506, según un documento de la Chancillería , en el
que se solicita información de “los alborotos de gentes y de armas” ocurrido en
Alcalá[2].
Entre los
bandos se distinguían los Aranda, los Gadea, los Montesino de la Isla y de Ávila, más tarde se
redujeron entre Monte y Aranda, pero coincidimos con el anterior en lo
siguiente. “ estamos, al final del siglo
, en presencia de un número muy limitado de linajes y personas, que
ocasionalmente se agrupan o enfrentan en bandos, pero donde existen una clara
preeminencia de los Aranda. Ello no supone necesariamente que actuase como
grupo monolítico en todas las oportunidades e, incluso, no sería aventurado
afirmar que distintas ramas de este linaje hubiera podido enfrentarse entre sí.
El desencadenante de estas luchas intestinas no se hallaban muy lejos, ya que
Alcalá la se comportaba a este respecto como un apéndice de las luchas
intestinas que se daban en la campiña cordobesa; no debe olvidarse el papel
jugado por los condes de Cabra en esta Ciudad, cómo muchos de sus segundones de
estos linajes se situaron como alcaides y regidores de las villas cordobesas,
especialmente, en Baena, Montilla y Cabra”[3].
El
prototipo de hombre de frontera era el homiciano. Y este es un hombre alcalaíno que .recuerda periodos
primeros de la frontera, se trata de
Alonso de Aranda, hijo segundo del alcalde de Lerma, “hombre grande y membrudo
de cuerpo , moreno, rezio y de muy grande fuerza, con el Marqués de Zennete,
servía ya de contino, salido de paje, mató nada menos de puñaladas al
maestrasala, Y como el marqués lo estimava mucho, favoreció para que se fuese y
pusiese salvo”. Se fue al Puerto de Santa María, con la intención y propósito
de pasar en África , a uno de los lugares conquistados de ella, para servir y
ganar privilegio y perdón de la muerte cometida. El siguiente paso, fue la
venganza de los primos del asesinado. No
lo pudieron conseguir, que intentaron
matarlos y, al revés quedaron muertos en el intento. No le quedaba más remedio
que ser monje, y cambiar de nombre con fray Juan de Lerma. Aún así, la
agresividad no la perdió[4].
Su poder radicaba en ejercer la influencia y la
autoridad sobre una cadena de personas jerárquicamente inferiores, a los que se
calificaban “ de deudos, amigos y parientes”; ellos estaban en contraste con los principales. Esto nos
hace comprender su modo de comportarse en las relaciones de dependencia. Y,
así, les permitió a desobedecer órdenes superiores que no fueran de la Corona , como alcaides,
condes, .... Pues, los subordinados y vasallos lo tenían claro, no había objeto
de explicación ante medias arbitrarias como las del Capitán general Marqués de
Santillana contra los principales de la ciudad, que había apresado y los traía
con un grupo de caballeros para entregar
la ciudad “ Señores, parientes y amigos.
El señor Marqués don Iñigo López de mendoza, Capitán general que es de la Frontera , nos imbía como
presos con estos sus caballeros que aquí véis, que nos traen para que le agamos
entregar esta ciudad, diciendo que assí combiene al servicio del rey, sin
mostrar probisión de ello. Vosotros, como buenos hijosdalgo y leales vasallos a
la corona real ved si esto cumple a su servicio, y si no, curando de nosotros y
de nuestra prisión, haced lo que buenos suelen y deven hzaer”. La respuesta
fue clara y rotunda por parte de los vecinos . Cerrar las puertas de la ciudad
a las tropas del Marqués y el cambio de postura de este , que en vez de
castigarlos, les concedió las típicas mercedes.
La guerra los
curtía y, por ende, les hacía crecer en
fama. Los caballeros de Alcalá salían al campo con su adarga y lanza al fuero
de la frontera A partir de ella, forjaban leyendas, anécdotas bélicas, y
argumentos para ganar prestigio entre sus allegados y subordinados. Combatían
en campo abierto o cuerpo a cuerpo, en solitario y en grupo, pero siempre hacían
frente ingeniándoselas de mil maneras para afrontar al adversario de bando o al
enemigo-fuera musulmán o de otro señor-. Se les suponía, como es lógico, el valor natural “demás de ser valerosos y esforzados
caballeros y de gran ánimo, la necesidad y el peligro, les dobló y puso
fuerzas”. Las variantes de combate más simples eran la escaramuza, el rebato, la cabalgada, las
corredurías de unos “ pocos, aunque fuese el rey moro con toda su casa y
poder de Granada”. El campo de batalla era también variado: en una emboscada ,
a campo abierto, y curiosamente, algunos
escritores señalaban “ por que lo azían cerca de muros, y hartas vezes la
muchedumbre de los moros los embarazavan y hazían entrar por las puertas[5]”. LO
combates ecuestres y la lucha a caballo entre varios soldados es
frecuente. El alanceo, ponerse en huida en las emboscadas, correrles en
huida o evadir a enemigos o faltaban en sus acciones. Sin embargo, como
hemos indicado anteriormente, también
acudánn a grandes citas militares como grandes batallas. Este espíritu bélico
les llevaba a cometer todo tipo de tropelías contra los que se prestaban a
someterlos a un control, pues se justificaban que estaban amparados en su
carácter exento. Manifiestan en la mayoría de las ocasiones un espíritu
bravucón, como aquellos tres Aranda que arrollaron al arrendador de la Puerta de Carmona de
Sevilla por el simple hecho de
someterlos a la aduana de portazgo.
La
meritocracia bélica no era solo personal
o vitalicia, sino que se transmitía como algo fundamentalmente hereditario entre los descendientes. Estos, a
su vez, se veían engrandecidos porque
disfrutaban de los bienes que los progenitores
no habían podido disfrutar. Así se dice de Lorenzo de Aranda” fue hombre que no se prezió remedar a sus pasados,
assí por el dsistrato de su persona como de vienes”.
Establece tres
categorías, que se basan en los principios medievales de los tres tipos de
personas, de lenguaje, y de condición humana, tan frecuente en muchos textos.
Como era natural se principiaba con la
hidalguía a quien se le atribuía la condición. alta,, después estaban la
mediana y pequeña condición. En esta visión primaban más el reconocimiento social de la
hidalguía que otros parámetros como pueden ser la riqueza y los estudios, lo
que además suele acompañar a los hidalgos. Pero no siempre acontecía de esta
manera en la sociedad alcalaína, pues
hay casos de hidalgos muertos de solemnidad, como miembros de la mediana clase
que llegaron a ser canónigos y beneficiados nada menos de Sevilla. Es el caso
del hijo de Gonzalo Esteban, casado con
Constanza Álvarez de Padilla[6]..
Este
hombre creía en la fortuna, o suerte, un concepto también muy medieval, y en
estar predestinado por el destino para todo tipo de aventuras y aconteceres. De ahí que sea un estoico a la
manera de Juan de Mena en sus Trescientas. Así, comprendemos que hagan estos
razonamientos . “ más que podemos decir
de estos dos hermanos, que como el cuerpo de una res no puede ser toda pulpa,
sin que haya cansaron, assí de linaje de muchos a de aver alguno que sea
zancarrón de los otros. Lo qual suele acontecer por falta de buen natural, o
por buelta de la fortuna que sube a unos y baja a otros”[7].
Pero, ello no le impedía que no se
encerrase en sus circunstancias personales
ni en las ilusiones, sino que arrostraba los peligros “Como era hombre
de ánimo, pareziénole que era flaqueza y mostrar que creía en sueños todavía,
quiso salir en los delanteros”, es decir en primera fila.
Es un hombre
religioso a su manera, con la moral cristiana
adaptada a su comportamiento, que establecía una visión dualista del mundo.
Frente al Dios salvador de los hombres, estos, según ellos,. eran tentados por
el diablo, donde se encontraba la
fuente generadora de todas las pasiones
malignas. Para ellos, los vicios principales son los derivados de la moral
sexual, incluso el acto de la fornicación se considera totalmente impuro a
vistas de la sociedad, pero no era ese comportamiento de los hombres de aquella
época. Si no, veamos. “ Dios lo save, pero
pienso yo que el espíritu maligno, que siempre procura hazer errar a los
hombres, y alcanza a saber algunas cosas que están por venir, trae y acarrea
semejantes sueños, para que pequen, haziéndoles creer en ellos”
El ASPECTO FÍSICO
El estudio de
muchos cráneos de las excavaciones recientes de la Iglesia Mayor
Abacial responden a dos tipos de cuerpos descritos por escritores anteriores,
como Sancho de Aranda y su pariente Alfonso. Por una parte, se encuentran los
que son semejantes a esta descrpción“ fue valiente de cuerpo y guesarrudo y de
grandes miembros, también como su padre, lo qual parece cada y cuando se abre
la sepultura do ambos están enterrados, para sepultar algún difunto de sus
descendientes, y sacan sus guesos, que las canillas de piernas y brazos parezen
de jigantes. Y es de notar que todos los pasados que yo e conocido de este
nuestro linaje, y los presentes que agora ay, an sido y son altos de cuerpo y
apersonados”. El tipo más bien definido fue el alcaide Pedro Fernández de
Aranda que compartió el ejercito con el
rey Fernando, pues así se describe su aspecto y la impresión que le causó al
monarca “ “ fue alto y grande cuerpo y de
miembros, y moreno de jesto y de tan abultada persona que quando el rey
Católico don Fernando, después de la toma de Alhama, entró con grande ejército
a la Vega de
Granada, y fue la entrada por Alcalá, y como salieses a rezevir al rey,
acompañado de sus deudos, y al entregar las llaves de la ciudad, el rey dijo
estas palabras ´para tal y tan confrontado lugar, tal alcayde combiene”[8] .
Y la segunda característica referida a otro tipo de personajes, se recoge
en la genealogía de los Aranda, como un excepción ,” ecepto algunos y muy
pocos, que an sido de cuerpos medianos, pero abultados”[9]. Con
el cruce de familias, no nos extraña que los Gadea respondiera a este tipo,
pues se dice de Pedro de Gadea “...fue hombre mediano de cuerpo, u quando viejo
andaba con bordón encorvado y aviertas
las pieranas”
A través de
las descripciones de los Aranda, el ideal de belleza se relacionaba de la siguiente manera” pulido mancebo”, de
más tomo y lomo que su hermano”. Este último haciendo alusión a su mucho bulto y peso. Y casi siempre “alto
de cuerpo, y muy gentil hombre y hermoso de rostro. La alimentación básica era “ el pan y vino” y las carnes “terneras y
carneros y el cerdo”
Parecía como si en algunos caballeros se unieran
cualidades físicas y de valor, como hacemos con esta cita “Pedro de Aranda,
hijo mayor del alcayde pedro Fernández de Aranda y de Juana Fernández de Aranda
su mujer, dexíanle Pedro de Aranda Bocache, porque era largo de rostro, de boca
grande y diente, ...fue alto de cuerpo y buena disposición y de buenas fuerzas,
aunque tomó más que ninguno de sus hermanos de la terribleza de sus padres, mayormente
en los años de su juventud, pero era hombre denodado y de esfuerzo como lo
mostró todas las vezes que se le ofreció dar testimonio de quien era[10]”
Añadir leyenda |
LA MUJER
No
tenemos muchos datos en cuanto al mundo de la mujer alcalaína. Sin
embargo, en cuanto a la mujer de los
grupos privilegiados, la llaman “ de
noble linaje y hijodalgo, y así lo fue en la condición”. En una escala de
valores físicos, este era el ideal “ estaban tan bien dotadas de bondad y nobleza, mayormente ellas que
sobre todas resplandeció, así como e n la disposizión, grazia, gentileza del
cuerpo y del rostro y hermosura”[11]. De
la familia de los Layba, se dice “de alta estatura, blanca, y de buen jesto y
noble dueña”[12]. Solía estar relacionada con funciones ajenas
a la guerra, a la casa y a los servicios de amparo a los demás. Se le califica
“ muy caritativa y limosnera”. También hay casos de mujeres de carácter que dominan al marido
por su energía y disposición. Incluso, ante maridos violentos llegan a
ocasionar el asesinato de su cónyuge. Incluso, hubo buenas administradoras,
que supieron gobernar la casa y casar a sus hijas, dar dote de monjas y
colocar a sus hijos, tras la buena
distribución de los beneficios de su marido[13].
Pero, no todas
podían disfrutar de este estado de dependencia de económica, y a la vez de solvencia, del marido. Pues la
había viudas, y muchas otras que estaban
sumidas en la falta de recursos que debían emprender otros caminos ajenos a la
hacienda matrimonial para poder vivir. Su productividad laboral se plasmaba
generalmente en los servicios domiciliarios. En las familias hidalgas, abundan
las amas, las criadas y esclavas, dentro de un escalafón social, que permitía
un progreso, que se veía gratificado por el paso de un estado a otro y, en
ocasiones, sobre todo, al final de la vida, con la donación y las mercedes con motivo de la muerte de los
padres de familia. Eran muy respetadas las amas, que pasaban en actitud de
servicio de unos hijos a otros por” su buena crianza[14]”..
Así, en las mandas testamentarias, era frecuente concederle a sus siervos y
criados la ropa, dinero y algunos bienes o fincas. Y, en el caso de las
esclavas la libertad. No hay casos
especiales de dedicaciones religiosas, salvo algunas beatas dedicadas a las
necesidades de la iglesia que fundaron el convento granadino de las dominicas,
una de ellas mujer viuda del capitán
Pedro Quesada[15]. Esto no impedía perder
su hidalguía o nobleza- y solían estar
protegidas por asistencialmente por otros miembros de la nobleza- al
menos, proporcionándole casa.
Mientras no
alcanzaban el matrimonio muchas se
dedicaban al bordado y a la elaboración de los vestidos de hombres y mujeres y
de otros enseres, porque, según la mentalidad cristiana de la época estaba
recompensado no sólo con el alimento que obtenían para su mantenimiento,
sino también con la bendición divina Se
unía a la productividad del trabajo la
noción de su sacralización, y además,
con la consideración de que era
un trabajo limpio y bueno ante los ojos de Dios. “ como parte de su mantenimiento
fuese de labores y labrados de sus manos, fueron tan aventuradas que alcanzaron
la bendición de Dios, contenida en aquel verso de David”[16]l
EL
MATRIMONIO
El caballero de aquella época suele casarse con una
mujer, pero, durante su vida, pudo tener varias esposas, siempre tras la muerte de cada una de ellas. Y, además, es frecuente
el enlace de las distintas familias y,
entre miembros del mismo linaje,
alcanzándose una endogamia unifamiliar,
que en el caso de Alcalá queda reducida a las distintas ramas de los Aranda.
También frecuenta el enlace conyugal
paramatrimonial y tener niños
bastardos en el caso de los varones, menos frecuente acontece en las mujeres...
Es curioso una costumbre de que se diera
importancia al cambio de la situación de
soltería a la conyugal, suponía un gran paso. A parte de las correspondientes
obligaciones de dote y compromisos matrimoniales , para ellos el nuevo
matrimonio suponía romper una etapa en la que rompía con el pasado. De ahí que
la despedida de la soltería fuera costumbre celebrarla a su manera, despidiendo
las libertades que se perdían de una persona sin sujeción a un código
moral “siendo quassi casados todos
tres, quisieron ir a Sevilla, do estuvieron algunos días holgándose y comprando
algunas cosas”.
Los matrimonio
entre estamentos distintos eran ocasionales. Se les consideraba a los no
privilegiados como de baja condición;
por eso, ante estos casos, la hidalguía
se sustituía por la hacienda del individuo “ la otra se casó en Buxalance
con Martín Fernández, alguazil, hombre de mediana condición, pero muy
rico y caudaloso y alguacil de la dicha
villa”[17]. No son casos muy
excepcionales el que una mujer noble se
emparentara con caballeros mayores de alto rango. El primer conde de Cabra, ya viudo, y mayor llegó a casarse con Menzía Ramírez de Aranda, mujer joven que
sobresalía por las cualidades físicas mencionadas anteriormente. Casos muy
raros son la infidelidad por parte de la
mujer , pero lo hubo como una amante de Juan de Aranda, hija de Pedro Fernández
de Aranda, que sobresalía por su apuesto talle y “antes que se casase, una
señora generosa, y de linaje, que allí estava; aunque casada, fue que lo quería
bien y como enamorada, de la qual, por honestidad, callaré el nombre”[18]
.
A la hora
de realizarse el matrimonio, era
costumbre entregar la dote por parte de
la mujer, reflejándose en documento público. En ella, la mujer se comprometía a entregar para su
vida familiar una serie de bienes muebles e inmuebles. Predominando los de ajuar,
ornato, tareas del hogar, y vestimenta.
Tan sólo, en familias hidalgas, solían otorgarse por los padres algunas fincas
o dinero significativo.
Los
casos de divorcio no existían, pero ante situaciones límite el marido y mujer podían separarse
formalmente. Las circunstancias que lo provocaban era el mal comportamiento,
las malas costumbres, la deshonra o las situaciones graves de
motivadas por enfermedades psicológicas. Así nos refieren la vida
matrimonial entre Alonso de Aranda Bolaños y Juana de Quero “ La qual ,
aunque noble, fue enferma de una pasión del corazón, cardiaca o melancolía, que
se le mudava la condición, juntándose las no muy limpias costumbres del marido,
desavinieron se, de manera que no duraron mucho, que el uno no se apartase de hazer
vida con el otro. Y assí apartados fallecieron, ella viviendo arto tiempo con
su dolencia”[19]
LOS
HIJOS, LA EDUCACIÓN ,
OCIO Y FORMACIÓN
Los hijos
de los caballeros solían tener una educación especial para convertirse caballeros, soldados,
letrados, curas o frailes. Tenemos
algunos breves biografías modélicas de caballeros. Un claro ejemplo es la de
Juan de Aranda de Montilla. Al principio, se ponía en manos de una ama de
casas. Pero, después, correspondía la dirección de la educación al padre. Así nos la describe su hijo: “ siendo niño, como su padre tuviese
cuidado de criarlo como era razón a hijo suyo, enseñándole doctrina y buenas
costumbres, y para que aprendiera de oyr y saber, siendo de edad de dies años
fue a servir de paje al Maestre de Alcántara don Gómez de Solís, porque su
padre vivía con él. Él. Y, después, siendo de doze de años a don Alonso de
Aguilar, de lo mesmo, quando su padre a lo servir, como en su lugar se dirá; y
siendo mayor le sirvió de contino después, de edad de veinte y dos años, que el
fue el año de setena y cuatro que murió el rey don Enrique”[20]. El hidalgo alcalaíno iniciaba una carrera o
cursus honorum, basado en los servicio de la nobleza de sus alrededores,
aprendiendo por experiencia y por el servicio sin llegar a alcanzar ningún
cargo en la Corte ,
sino algún que otro enlace que lo emparentaba con la baja nobleza y lo mantenía
en la condición de la hidalguía.. Algunos, sin embargo estudiaron y alcanzaron
el grado de bachiller y la carrera
eclesiástica ocupando cargos de la abadía. Eran más frecuentes los casos como
capellanes herederos de sus familias, tenientes de beneficiados y curatos que
prebendados y beneficiados, los cuales solían concederlos a personajes afincados recibirlos en los
lugares alejados del territorio abacial. Los hijos de los caballeros no
ofrecían un perfil de santidad digno de mención. Pues, en los casos que hemos
encontrado más parecen haber tomado el oficio por obligación e intereses que por vocación eclesiástica.
Si no comprobémoslo en este caso de Gonzalo de Aranda “”la qual avía de
seguir por la Iglesia ,
como beneficiado de ella que era, no tenía otra cosa de clérigo salvo la
primera tonsura, que dicen corona, y el bonete y loba, con maneras más corta
que larga. Que en todo lo demás, como lego se tratava, andando siempre a
caballo con azor y perros a caza de perdizes. En el beneficio suyo ponía a
quien lo sirviese, porque aquí son los beneficios simples y ponen a quienes los
sirvan. .De esta manera estuvo en casa de su padre, que lo tenía todavía en
casa y lo mantuvo hasta que falleció. Y como tenía quatro o zinco hijos en la
nuera de san Pedro que se dezía Catalina Díaz de Villalobos, sobrina de la Jurada , mujer del jurado
Fernando de Aranda, de quien arriva se dijo, remordiéndole la conzienzia
convirtió la vida adulterina en maridable[21]” .
El caso extremo, es por objeción de conciencia. La más de las veces por
imposición paternal. .
Suelen
destinar a sus hijos, a los cargos que ellos ejercían anteriormente.
Generalmente cuando poseen varias regidurías u oficios públicos, o como
escribanos. Solían trasladarse a la casa del
marido, siempre que fuera heredero del
patrimonio familiar.
Pero
el ideal y objetivo de una familia
hidalga consistía que triunfaran
en las letras, en la iglesia y en las armas. Además se imponía a cada uno de
sus miembros, tal como nos relata estas palabras de el maestro Alonso Chirino: “los
llamó a los quatro y remedando al patriarca Jacob les dijo y pronosticó a cada
uno de ellos lo que avía de ser, y el estado que avía de seguir, y como les
avía de ir en él, según que en cada uno de ellos se cumplió. Y assí es de creer
que no caresció de espíritu profético como el mismo Jacob, que dijo a sus doze
tribus lo que abía de acontecer[22]”.
Tanto por parte de la mujer y hombres era frecuente
que se volvieran a casar, originándose los consabidos pleitos por las dotes a
la hora de testar, como también suelen tener varios criados o criadas, a los
que recompensaba a la hora de morir con el ajuar y , en caso de ser esclavo adquiriendo
la libertad.
A
la hora de la muerte, trataba de aliviar su conciencia fundando memorias,
capellanías y realizando todo tipo de mandas destinadas a celebrar misas en sufragio por su alma. Los
caballeros solían hacerlo en las capillas de los altares privilegiados de la Iglesia Mayor o de
Santa María, donde fundaban memorias y capellanías, por las que en sus
aniversarios o en las fiestas de la
Iglesia según los ciclos litúrgicos- de la Pasión , de las festividades
de Nuestra Señora o de los Apóstoles ..- decían misa los capellanes nombrados
por ellos o los beneficiados de la Abadía. La principal de ellas era la de la
familia de los Aranda, y la de Fernando de Aranda, situadas en el lado de la
epístola y la de los Montes y las de los Leyva. Si moría jóvenes, solían
nombrarse unos tutores que se encargaban hasta la mayoría de edad de la
administración de bienes ante el alcalde mayor. En
la herencia, algunos tenían la facultad de conceder el mayorazgo de sus bienes.
En
cuanto a las diversiones, los juegos de caballería, eran los más importantes
como los de cañas, o la alcancía o, incluso competían en el tiro y los de las
armas blancas. Se consideraba en gran estima el caballeros que sabía esgrima en
“todo genero de armas, como de lanza, espada, puñal, bastón, espada de dos
manos y albarda”. Y, de linajes alcalaíno hubo quienes compitieron con
marqueses. La caza con el azor y las liebres era otro deporte preferido. Hemos
encontrado el juego de los naipes en mesones
y ajedrez y dados entre los
caballeros, cuando les faltaba los ejercicios de guerra. Claro es el testimonio
siguiente. “ que acostumbravan a
jugar mucho, porque era aquel ejercicio de aquel tiempo, quando les faltava el
pelear, a naipes y dados”.Apostaban grandes cantidades, incluso prendas y animales
domésticos”[23]...
Los villanos , solían competir en el juego del árbol, en el que se
colgaban cintas y regalos para el mejor
ganador, la lucha de gansos y gallinas
etc.
[1] ACHGr.Legajo 5503.Pieza
239. Documento sobre la quema de Juan Sánchez de las Montañas y Bernarbé
Torrijo por parte del alcalde Montesino de la Isla
[2] ACHGR. Legajo 5506. Pieza
285. Documento sobre la solicitud de
información sobre el apreamieto de los Alvárez de Sotomayor y Fenando de
Aranda.
[3] PORRAS. ARBOLEDAS. Pedro
A. Y TORO La nobleza de Alcalá la
Real. Los Aranda,
señores de Jarafe. Alcalá la Real
1993.
[4] Ibidem. 129.
[5] Ibidem , Pág,91
[6] Ibidem . Pag.146. Se trata
de Diego Rodríguez de Padilla.
[7] Ibidem. Pág. 98.
[8] Ibidem,. 101.
[9] Ibidem.Pág,.90
[10] Ibidem. 148-149.
[11] Ibidem, Pag 99
[12] Ibiden 136.
[13] Ibidem 152
[14]
Ibidem. 159
[15] Catálogo de Carlos V y
Jesucristo. Diócesis de Granada y una descrpción del autor en la revista La
Tregua ,II..
[16] Ibidem., Pág.99 se recoge
la célebre cita de Davida Labores manuum tuarum quia manducabit, beatrus est et
ben exit
[17] Ibidem. Pág.98
[18] Ibidem. Pág. 100.
[19] Ibidem-. Pág.98.
[20] Ibidem. 155.
[21] Ibidem 152
[22] Ibidem. O.c. 145.
[23] Ibidem. O. C. 150.
No hay comentarios:
Publicar un comentario