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jueves, 11 de junio de 2015

LA VIDA COTIDIANA EN LA FRONTERA DE ALCALÁ LA REAL (i)




LA VIDA COTIDIANA EN LA FRONTERA DE ALCALÁ LA REAL





LA MOTA DEL BAHONDILLO.SIN LAS TORRES ALTAS. ARGÁRICA, TROGLODITYA, SACROMONTEÑA.





            Introducción
           
La presente comunicación no tiene sino una finalidad pedagógica para la población alcalaína  que pretenda conocer el modo de vivir, pensar, o actuar de sus antepasados. Con ello, tratamos de divulgar y poner a su alcance las ideas básicas  que nos transmiten las fuentes documentales. 
           
            EL HOMBRE DE FRONTERA ALCALAÍNO
           

            El hombre de frontera alcalaíno  manifiesta que proviene de varios lugares de la geografía nacional. Lejanos de las Montañas del Norte[1] y de Santander ( Serrano, Montañés, de las Montañas, ..), de Castilla ( Cuenca, Soria, Ávila, Valaldolid, Valdehorna..) de los reinos ya conquistados de Andalucía (Écija, Sevilla, Jérez, Córdoba...), de la provincia de Jaén (Bejijar, Úbeda. Baeza, Jaén, Porcuna...). No es un hombre sometido  que se adapta a las nuevas circunstancias de la invasióno se confunde y vive en convivencia con varias culturas, porque los musulmanes asentados anteriormente dejaron la fortaleza.  Como dice el profesor Porras:

” Debe reconocerse que la vida cotidiana en Alcalá la Real, en tanto se mantuvo allá la frontera, no debió ser cómoda, teniendo en cuenta el tipo de gente que allí buscaba asilo; sin embargo, no era este el único ni peor de los factores de desestabilización. La aristocracia caballeresca, cuyo código de honor no sufría la más mínima falta y cuyos intereses económicos estaban permanentemente enfrentados- de ahí las luchas de bandos-ocupará ese poco honroso puesto como elemento de discordia interna. Los hechos acaecidos a fines del siglo XV así lo atestiguan”.  Y, no sólo, fueron estos hechos, sino que, a principios del siglo XVI, mantenían el mismo espíritu belicoso, como lo demuestran los altercados de 1506, según  un documento de la Chancillería, en el que se solicita información de “los alborotos de gentes y de armas” ocurrido en Alcalá[2].
Entre los bandos se distinguían los Aranda, los Gadea, los Montesino de la Isla y de Ávila, más tarde se redujeron entre Monte y Aranda, pero coincidimos con el anterior en lo siguiente. “ estamos, al final del siglo , en presencia de un número muy limitado de linajes y personas, que ocasionalmente se agrupan o enfrentan en bandos, pero donde existen una clara preeminencia de los Aranda. Ello no supone necesariamente que actuase como grupo monolítico en todas las oportunidades e, incluso, no sería aventurado afirmar que distintas ramas de este linaje hubiera podido enfrentarse entre sí. El desencadenante de estas luchas intestinas no se hallaban muy lejos, ya que Alcalá la se comportaba a este respecto como un apéndice de las luchas intestinas que se daban en la campiña cordobesa; no debe olvidarse el papel jugado por los condes de Cabra en esta Ciudad, cómo muchos de sus segundones de estos linajes se situaron como alcaides y regidores de las villas cordobesas, especialmente, en Baena, Montilla y Cabra[3].
            El prototipo de hombre de frontera era el homiciano. Y este  es un hombre alcalaíno que .recuerda periodos primeros de la frontera, se  trata de Alonso de Aranda, hijo segundo del alcalde de Lerma, “hombre grande y membrudo de cuerpo , moreno, rezio y de muy grande fuerza, con el Marqués de Zennete, servía ya de contino, salido de paje, mató nada menos de puñaladas al maestrasala, Y como el marqués lo estimava mucho, favoreció para que se fuese y pusiese salvo”. Se fue al Puerto de Santa María, con la intención y propósito de pasar en África , a uno de los lugares conquistados de ella, para servir y ganar privilegio y perdón de la muerte cometida. El siguiente paso, fue la venganza  de los primos del asesinado. No lo pudieron conseguir,  que intentaron matarlos y, al revés quedaron muertos en el intento. No le quedaba más remedio que ser monje, y cambiar de nombre con fray Juan de Lerma. Aún así, la agresividad no la perdió[4].        

Su poder radicaba en ejercer la influencia y la autoridad sobre una cadena de personas jerárquicamente inferiores, a los que se calificaban “ de deudos, amigos y parientes”; ellos estaban  en contraste con los principales. Esto nos hace comprender su modo de comportarse en las relaciones de dependencia. Y, así, les permitió a desobedecer órdenes superiores que no fueran de la Corona, como alcaides, condes, .... Pues, los subordinados y vasallos lo tenían claro, no había objeto de explicación ante medias arbitrarias como las del Capitán general Marqués de Santillana contra los principales de la ciudad, que había apresado y los traía con un grupo  de caballeros para entregar la ciudad “ Señores, parientes y amigos. El señor Marqués don Iñigo López de mendoza, Capitán general que es de la Frontera, nos imbía como presos con estos sus caballeros que aquí véis, que nos traen para que le agamos entregar esta ciudad, diciendo que assí combiene al servicio del rey, sin mostrar probisión de ello. Vosotros, como buenos hijosdalgo y leales vasallos a la corona real ved si esto cumple a su servicio, y si no, curando de nosotros y de nuestra prisión, haced lo que buenos suelen y deven hzaer”. La respuesta fue clara y rotunda por parte de los vecinos . Cerrar las puertas de la ciudad a las tropas del Marqués y el cambio de postura de este , que en vez de castigarlos, les concedió las típicas mercedes.

La guerra los curtía y, por ende,  les hacía crecer en fama. Los caballeros de Alcalá salían al campo con su adarga y lanza al fuero de la frontera A partir de ella, forjaban leyendas, anécdotas bélicas, y argumentos para ganar prestigio entre sus allegados y subordinados. Combatían en campo abierto o cuerpo a cuerpo, en solitario y en grupo, pero siempre hacían frente ingeniándoselas de mil maneras para afrontar al adversario de bando o al enemigo-fuera musulmán o de otro señor-. Se les suponía, como es lógico,  el valor natural  “demás de ser valerosos y esforzados caballeros y de gran ánimo, la necesidad y el peligro, les dobló y puso fuerzas”. Las  variantes de combate  más simples eran  la escaramuza, el rebato, la cabalgada,  las  corredurías de unos “ pocos, aunque fuese el rey moro con toda su casa y poder de Granada”. El campo de batalla era también variado: en una emboscada , a campo abierto, y  curiosamente, algunos escritores señalaban “ por que lo azían cerca de muros, y hartas vezes la muchedumbre de los moros los embarazavan y hazían entrar por las puertas[5]”. LO combates ecuestres  y  la lucha a caballo entre varios soldados es frecuente. El alanceo, ponerse en huida en las emboscadas,  correrles en  huida o evadir a enemigos o faltaban en sus acciones. Sin embargo, como hemos indicado anteriormente,  también acudánn a grandes citas militares como grandes batallas. Este espíritu bélico les llevaba a cometer todo tipo de tropelías contra los que se prestaban a someterlos a un control, pues se justificaban que estaban amparados en su carácter exento. Manifiestan en la mayoría de las ocasiones un espíritu bravucón, como aquellos tres Aranda que arrollaron al arrendador de la Puerta de Carmona de Sevilla  por el simple hecho de someterlos a la aduana de portazgo.
La meritocracia  bélica no era solo personal o vitalicia, sino que se transmitía como algo fundamentalmente  hereditario entre los descendientes. Estos, a su vez, se veían  engrandecidos porque disfrutaban de los bienes que los  progenitores no habían podido disfrutar. Así se dice de Lorenzo de Aranda” fue hombre que no se prezió remedar a sus pasados, assí por el dsistrato de su persona como de vienes”.
Establece tres categorías, que se basan en los principios medievales de los tres tipos de personas, de lenguaje, y de condición humana, tan frecuente en muchos textos. Como era natural  se principiaba con la hidalguía a quien se le atribuía la condición. alta,, después estaban  la  mediana y pequeña condición. En esta visión  primaban más el reconocimiento social de la hidalguía que otros parámetros como pueden ser la riqueza y los estudios, lo que además suele acompañar a los hidalgos. Pero no siempre acontecía de esta manera  en la sociedad alcalaína, pues hay casos de hidalgos muertos de solemnidad, como miembros de la mediana clase que llegaron a ser canónigos y beneficiados nada menos de Sevilla. Es el caso del hijo de  Gonzalo Esteban, casado con Constanza Álvarez de Padilla[6]..     
            Este hombre creía en la fortuna, o suerte, un concepto también muy medieval, y en estar predestinado por el destino para todo tipo de aventuras y  aconteceres. De ahí que sea un estoico a la manera de Juan de Mena en sus Trescientas. Así, comprendemos que hagan estos razonamientos . “ más que podemos decir de estos dos hermanos, que como el cuerpo de una res no puede ser toda pulpa, sin que haya cansaron, assí de linaje de muchos a de aver alguno que sea zancarrón de los otros. Lo qual suele acontecer por falta de buen natural, o por buelta de la fortuna que sube a unos y baja a otros”[7]. Pero, ello no le impedía que  no se encerrase en sus circunstancias personales  ni en las ilusiones, sino que arrostraba los peligros “Como era hombre de ánimo, pareziénole que era flaqueza y mostrar que creía en sueños todavía, quiso salir en los delanteros”, es decir en primera fila.
Es un hombre religioso a su manera,  con la moral cristiana adaptada a su  comportamiento, que  establecía una visión dualista del mundo. Frente al Dios salvador de los hombres, estos, según ellos,. eran tentados por el diablo, donde se encontraba  la fuente  generadora de todas las pasiones malignas. Para ellos, los vicios principales son los derivados de la moral sexual, incluso el acto de la fornicación se considera totalmente impuro a vistas de la sociedad, pero no era ese comportamiento de los hombres de aquella época. Si no, veamos. “ Dios lo save, pero pienso yo que el espíritu maligno, que siempre procura hazer errar a los hombres, y alcanza a saber algunas cosas que están por venir, trae y acarrea semejantes sueños, para que pequen, haziéndoles creer en ellos”           



El ASPECTO FÍSICO

           
El estudio de muchos cráneos de las excavaciones recientes de la Iglesia Mayor Abacial responden a dos tipos de cuerpos descritos por escritores anteriores, como Sancho de Aranda y su pariente Alfonso. Por una parte, se encuentran los que son  semejantes a esta descrpción“ fue valiente de cuerpo y guesarrudo y de grandes miembros, también como su padre, lo qual parece cada y cuando se abre la sepultura do ambos están enterrados, para sepultar algún difunto de sus descendientes, y sacan sus guesos, que las canillas de piernas y brazos parezen de jigantes. Y es de notar que todos los pasados que yo e conocido de este nuestro linaje, y los presentes que agora ay, an sido y son altos de cuerpo y apersonados”. El tipo más bien definido fue el alcaide Pedro Fernández de Aranda que  compartió el ejercito con el rey Fernando, pues así se describe su aspecto y la impresión que le causó al monarca “ “ fue alto y grande cuerpo y de miembros, y moreno de jesto y de tan abultada persona que quando el rey Católico don Fernando, después de la toma de Alhama, entró con grande ejército a la Vega de Granada, y fue la entrada por Alcalá, y como salieses a rezevir al rey, acompañado de sus deudos, y al entregar las llaves de la ciudad, el rey dijo estas palabras ´para tal y tan confrontado lugar, tal alcayde combiene[8]  .
 Y la segunda característica  referida a otro tipo de personajes, se recoge en la genealogía de los Aranda, como un excepción ,” ecepto algunos y muy pocos, que an sido de cuerpos medianos, pero abultados”[9]. Con el cruce de familias, no nos extraña que los Gadea respondiera a este tipo, pues se dice de Pedro de Gadea “...fue hombre mediano de cuerpo, u quando viejo andaba con bordón encorvado y aviertas  las pieranas”  
A través de las descripciones de los Aranda, el ideal de belleza se relacionaba  de la siguiente manera” pulido mancebo”, de más tomo y lomo que su hermano”. Este último haciendo alusión a  su mucho bulto y peso. Y casi siempre “alto de cuerpo, y muy gentil hombre y hermoso de rostro. La alimentación básica era  “ el pan y vino” y las carnes “terneras y carneros y el cerdo”

            Parecía como si en algunos caballeros se unieran cualidades físicas y de valor, como hacemos con esta cita “Pedro de Aranda, hijo mayor del alcayde pedro Fernández de Aranda y de Juana Fernández de Aranda su mujer, dexíanle Pedro de Aranda Bocache, porque era largo de rostro, de boca grande y diente, ...fue alto de cuerpo y buena disposición y de buenas fuerzas, aunque tomó más que ninguno de sus hermanos de la terribleza de sus padres, mayormente en los años de su juventud, pero era hombre denodado y de esfuerzo como lo mostró todas las vezes que se le ofreció dar testimonio de quien era[10]” 

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LA MUJER


            No tenemos muchos datos en cuanto al mundo de la mujer alcalaína. Sin embargo,  en cuanto a la mujer de los grupos privilegiados, la  llaman “ de noble linaje y hijodalgo, y así lo fue en la condición”. En una escala de valores físicos, este era el ideal “ estaban tan bien dotadas  de bondad y nobleza, mayormente ellas que sobre todas resplandeció, así como e n la disposizión, grazia, gentileza del cuerpo y del rostro y hermosura[11]. De la familia de los Layba, se dice “de alta estatura, blanca, y de buen jesto y noble dueña”[12].   Solía estar relacionada con funciones ajenas a la guerra, a la casa y a los servicios de amparo a los demás. Se le califica “ muy caritativa y limosnera”. También hay casos  de mujeres de carácter que dominan al marido por su energía y disposición. Incluso, ante maridos violentos llegan a ocasionar el asesinato de su cónyuge. Incluso, hubo buenas administradoras, que  supieron gobernar la casa  y casar a sus hijas, dar dote de monjas y colocar a sus hijos, tras   la buena distribución de los beneficios de su marido[13].
Pero, no todas podían disfrutar de este estado de dependencia de económica, y a  la vez de solvencia, del marido. Pues la había viudas,  y muchas otras que estaban sumidas en la falta de recursos que debían emprender otros caminos ajenos a la hacienda matrimonial para poder vivir. Su productividad laboral se plasmaba generalmente en los servicios domiciliarios. En las familias hidalgas, abundan las amas, las criadas y esclavas, dentro de un escalafón social, que permitía un progreso, que se veía gratificado por el paso de un estado a otro y, en ocasiones, sobre todo, al final de la vida, con la donación  y las mercedes con motivo de la muerte de los padres de familia. Eran muy respetadas las amas, que pasaban en actitud de servicio de unos hijos a otros por” su buena crianza[14]”.. Así, en las mandas testamentarias, era frecuente concederle a sus siervos y criados la ropa, dinero y algunos bienes o fincas. Y, en el caso de las esclavas la libertad.   No hay casos especiales de dedicaciones religiosas, salvo algunas beatas dedicadas a las necesidades de la iglesia que fundaron el convento granadino de las dominicas, una de ellas mujer viuda  del capitán Pedro Quesada[15]. Esto no impedía perder su hidalguía o nobleza-  y solían estar protegidas por asistencialmente por otros miembros de la nobleza- al menos,  proporcionándole casa.
Mientras no alcanzaban  el matrimonio muchas se dedicaban al bordado y a la elaboración de los vestidos de hombres y mujeres y de otros enseres, porque, según la mentalidad cristiana de la época  estaba  recompensado no sólo con el alimento que obtenían para su mantenimiento, sino también con la bendición divina  Se unía a la productividad del trabajo  la noción de su sacralización, y además,  con la consideración  de que era un trabajo limpio y bueno ante los ojos de Dios. “ como parte de su mantenimiento fuese de labores y labrados de sus manos, fueron tan aventuradas que alcanzaron la bendición de Dios, contenida en aquel verso de David[16]l

EL MATRIMONIO

                  
El caballero de aquella época suele casarse con una mujer, pero, durante su vida, pudo tener varias esposas,  siempre tras la muerte  de cada una de ellas. Y, además, es frecuente el enlace de las distintas familias  y, entre miembros del  mismo linaje, alcanzándose una endogamia  unifamiliar, que en el caso de Alcalá queda reducida a las distintas ramas de los Aranda. También frecuenta el enlace conyugal  paramatrimonial y  tener niños bastardos en el caso de los varones, menos frecuente acontece en las mujeres...
 Es curioso una costumbre de que se diera importancia al cambio de la situación  de soltería a la conyugal, suponía un gran paso. A parte de las correspondientes obligaciones de dote y compromisos matrimoniales , para ellos el nuevo matrimonio suponía romper una etapa en la que rompía con el pasado. De ahí que la despedida de la soltería fuera costumbre celebrarla a su manera, despidiendo las libertades que se perdían de una persona sin sujeción a un código moral  “siendo quassi casados todos tres, quisieron ir a Sevilla, do estuvieron algunos días holgándose y comprando algunas cosas”.
Los matrimonio entre estamentos distintos eran ocasionales. Se les consideraba a los no privilegiados  como de baja condición; por eso, ante estos casos,  la hidalguía se sustituía por la hacienda del individuo “ la otra se casó  en Buxalance  con Martín Fernández, alguazil, hombre de mediana condición, pero muy rico y  caudaloso y alguacil de la dicha villa[17]. No son casos muy excepcionales el  que una mujer noble se emparentara con caballeros mayores de alto rango. El  primer conde de Cabra, ya  viudo, y mayor llegó a casarse con  Menzía Ramírez de Aranda, mujer joven que sobresalía por las cualidades físicas mencionadas anteriormente. Casos muy raros son la infidelidad  por parte de la mujer , pero lo hubo como una amante de Juan de Aranda, hija de Pedro Fernández de Aranda, que sobresalía por su apuesto talle y “antes que se casase, una señora generosa, y de linaje, que allí estava; aunque casada, fue que lo quería bien y como enamorada, de la qual, por honestidad, callaré el nombre[18] .      
            A la hora de realizarse  el matrimonio, era costumbre entregar la dote  por parte de la mujer, reflejándose en documento público. En ella,  la mujer se comprometía a entregar para su vida familiar una serie de bienes muebles e inmuebles. Predominando los de ajuar, ornato, tareas del hogar,  y vestimenta. Tan sólo, en familias hidalgas, solían otorgarse por los padres algunas fincas o dinero significativo.
            Los casos de divorcio no existían, pero ante situaciones  límite el marido y mujer podían separarse formalmente. Las circunstancias que lo provocaban era el mal comportamiento, las malas costumbres, la deshonra o las situaciones  graves de   motivadas por enfermedades psicológicas. Así nos refieren la vida matrimonial entre Alonso de Aranda Bolaños y Juana de Quero “ La qual , aunque noble, fue enferma de una pasión del corazón, cardiaca o melancolía, que se le mudava la condición, juntándose las no muy limpias costumbres del marido, desavinieron se, de manera que no duraron mucho, que el uno no se apartase de hazer vida con el otro. Y assí apartados fallecieron, ella viviendo arto tiempo con su dolencia[19] 

 

LOS HIJOS, LA EDUCACIÓN, OCIO Y FORMACIÓN


            Los hijos de los caballeros solían tener una educación especial  para convertirse caballeros, soldados, letrados, curas  o frailes. Tenemos algunos breves biografías modélicas de caballeros. Un claro ejemplo es la de Juan de Aranda de Montilla. Al principio, se ponía en manos de una ama de casas. Pero, después, correspondía la dirección de la educación al padre.  Así nos la describe su  hijo: “ siendo niño, como su padre tuviese cuidado de criarlo como era razón a hijo suyo, enseñándole doctrina y buenas costumbres, y para que aprendiera de oyr y saber, siendo de edad de dies años fue a servir de paje al Maestre de Alcántara don Gómez de Solís, porque su padre vivía con él. Él. Y, después, siendo de doze de años a don Alonso de Aguilar, de lo mesmo, quando su padre a lo servir, como en su lugar se dirá; y siendo mayor le sirvió de contino después, de edad de veinte y dos años, que el fue el año de setena y cuatro que murió el rey don Enrique”[20].  El hidalgo alcalaíno iniciaba una carrera o cursus honorum, basado en los servicio de la nobleza de sus alrededores, aprendiendo por experiencia y por el servicio sin llegar a alcanzar ningún cargo en la Corte, sino algún que otro enlace que lo emparentaba con la baja nobleza y lo mantenía en la condición de la hidalguía.. Algunos, sin embargo estudiaron y alcanzaron el grado de bachiller y  la carrera eclesiástica ocupando cargos de la abadía. Eran más frecuentes los casos como capellanes herederos de sus familias, tenientes de beneficiados y curatos que prebendados y beneficiados, los cuales solían concederlos  a personajes afincados recibirlos en los lugares alejados del territorio abacial. Los hijos de los caballeros no ofrecían un perfil de santidad digno de mención. Pues, en los casos que hemos encontrado más parecen haber tomado el oficio por  obligación e intereses que por vocación eclesiástica. Si no comprobémoslo en este caso de Gonzalo de Aranda “”la qual avía de seguir por la Iglesia, como beneficiado de ella que era, no tenía otra cosa de clérigo salvo la primera tonsura, que dicen corona, y el bonete y loba, con maneras más corta que larga. Que en todo lo demás, como lego se tratava, andando siempre a caballo con azor y perros a caza de perdizes. En el beneficio suyo ponía a quien lo sirviese, porque aquí son los beneficios simples y ponen a quienes los sirvan. .De esta manera estuvo en casa de su padre, que lo tenía todavía en casa y lo mantuvo hasta que falleció. Y como tenía quatro o zinco hijos en la nuera de san Pedro que se dezía Catalina Díaz de Villalobos, sobrina de la Jurada, mujer del jurado Fernando de Aranda, de quien arriva se dijo, remordiéndole la conzienzia convirtió la vida adulterina en maridable[21]” . El caso extremo, es por objeción de conciencia. La más de las veces por imposición paternal.   .


Suelen destinar a sus hijos, a los cargos que ellos ejercían anteriormente. Generalmente cuando poseen varias regidurías u oficios públicos, o como escribanos. Solían trasladarse a la casa del  marido, siempre que fuera heredero del  patrimonio familiar.
            Pero el ideal y objetivo de una familia  hidalga  consistía que triunfaran en las letras, en la iglesia y en las armas. Además se imponía a cada uno de sus miembros, tal como nos relata estas palabras de el maestro Alonso Chirino: “los llamó a los quatro y remedando al patriarca Jacob les dijo y pronosticó a cada uno de ellos lo que avía de ser, y el estado que avía de seguir, y como les avía de ir en él, según que en cada uno de ellos se cumplió. Y assí es de creer que no caresció de espíritu profético como el mismo Jacob, que dijo a sus doze tribus lo que abía de acontecer[22]”. 
Tanto por parte de la mujer y hombres era frecuente que se volvieran a casar, originándose los consabidos pleitos por las dotes a la hora de testar, como también suelen tener varios criados o criadas, a los que recompensaba a la hora de morir con el ajuar y , en caso de ser esclavo adquiriendo la libertad.
            A la hora de la muerte, trataba de aliviar su conciencia fundando memorias, capellanías y realizando todo tipo de mandas destinadas a  celebrar misas en sufragio por su alma. Los caballeros solían hacerlo en las capillas de los altares privilegiados de la Iglesia Mayor o de Santa María, donde fundaban memorias y capellanías, por las que en sus aniversarios o en las fiestas de la Iglesia según los ciclos litúrgicos- de la Pasión, de las festividades de Nuestra Señora o de los Apóstoles ..- decían misa los capellanes nombrados por ellos o los beneficiados de la Abadía. La principal de ellas era la de la familia de los Aranda, y la de Fernando de Aranda, situadas en el lado de la epístola y la de los Montes y las de los Leyva. Si moría jóvenes, solían nombrarse unos tutores que se encargaban hasta la mayoría de edad de la administración de bienes ante el alcalde mayor.            En la herencia, algunos tenían la facultad de conceder el mayorazgo de sus bienes.
            En cuanto a las diversiones, los juegos de caballería, eran los más importantes como los de cañas, o la alcancía o, incluso competían en el tiro y los de las armas blancas. Se consideraba en gran estima el caballeros que sabía esgrima en “todo genero de armas, como de lanza, espada, puñal, bastón, espada de dos manos y albarda”. Y, de linajes alcalaíno hubo quienes compitieron con marqueses. La caza con el azor y las liebres era otro deporte preferido. Hemos encontrado el juego de los naipes en mesones  y  ajedrez y dados entre los caballeros, cuando les faltaba los ejercicios de guerra. Claro es el testimonio siguiente. “ que acostumbravan  a jugar mucho, porque era aquel ejercicio de aquel tiempo, quando les faltava el pelear, a naipes y dados”.Apostaban grandes cantidades, incluso prendas y animales domésticos”[23]... 
Los villanos , solían  competir en el juego del árbol, en el que se colgaban  cintas y regalos para el mejor ganador,  la lucha de gansos y gallinas etc.
           



[1] ACHGr.Legajo 5503.Pieza 239. Documento sobre la quema de Juan Sánchez de las Montañas y Bernarbé Torrijo por parte del alcalde Montesino de la Isla
[2] ACHGR. Legajo 5506. Pieza 285. Documento sobre la solicitud  de información sobre el apreamieto de los Alvárez de Sotomayor y Fenando de Aranda.
[3] PORRAS. ARBOLEDAS. Pedro A. Y TORO La nobleza de Alcalá la Real. Los  Aranda, señores de Jarafe. Alcalá la Real 1993.
[4] Ibidem. 129.
[5] Ibidem , Pág,91
[6] Ibidem . Pag.146. Se trata de Diego Rodríguez de Padilla.
[7] Ibidem. Pág. 98.
[8] Ibidem,. 101.
[9] Ibidem.Pág,.90
[10] Ibidem. 148-149.
[11] Ibidem, Pag 99
[12] Ibiden 136.
[13] Ibidem 152
[14] Ibidem. 159
[15] Catálogo de Carlos V y Jesucristo. Diócesis de Granada y una descrpción del  autor en la revista  La Tregua ,II..
[16] Ibidem., Pág.99 se recoge la célebre cita de Davida Labores manuum tuarum quia manducabit, beatrus est et ben exit
[17] Ibidem. Pág.98
[18] Ibidem. Pág. 100.
[19] Ibidem-. Pág.98.
[20] Ibidem. 155.
[21] Ibidem 152
[22] Ibidem. O.c. 145.
[23] Ibidem. O. C. 150.

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