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miércoles, 22 de mayo de 2024

X ANIVERSARIO CORONACIÓN. ALCALÁ LA REAL, DESDE LOS ORÍGENES HASTA EL CULTO DE LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

 


ALCALÁ LA REAL, DESDE LOS  ORÍGENES HASTA EL CULTO DE LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

 
























 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

                                                           I                                 

LOS ORÍGENES PALOCRISTIANOS Y VISIGODOS

 

            Para tratar el estudio de la entrada del cristianismo en la comarca de Alcalá la Real había que remontarse a los últimos momentos de la época romana. Varios son los datos y los testimonios que podemos poner de manifiesto  basándonos en los documentos  de autores de siglos pasados.  Dejando aparte los testimonios del padre franciscano Ramón Bulde en su “Historia de la iglesia de España”, donde cita textualmente que “en el concilio hiberitano  o de Elvira en el año 301, asistió Quiniciano, Obispo de Ébura Cerealis, hoy Alcalá la Real; y en el celebrado en Mérida en el año 566, asistió Pedro, Obispo de Ebura Cerealis, silla sufragánea de Mérida, enclavada en la demarcación de Lusitania”. Aunque estas citas la ratifican otros escritores como Juan de la Rada y Delgado en su Crónica de e la Provincia de Granada,  o Miguel de la Fuente Alcántara, no podemos mucha credibilidad a la identificación entre Ebura Cerealis y la ciudad de Alcalá la Real, que se confundió en otros tratados con Ula, Tucci Vetus y otras ciudades de  época romana[1].  Como muestra arqueológica, el padre Sotomayor aludió que el primer testimonio cristiano del entorno de Alcalá la Real es un fragmento de un sarcófago encontrado en el cortijo de Cabeza Baja de Encina Hermosa de Castillo de Locubín; por otra parte, son hechos notarios y constatables actualmente: la necrópolis visigoda de la Iglesia Mayor Abacial como claro testimonio de la presencia de este `pueblo ya cristianizado;  y  el testimonio escrito del primer cristiano encontrado en la comarca en  la lápida de Potencio, hallada recientemente en la Rábita y  transcrita y traducida por el  propio padre  Sotomayor. Ambos nos ponen de manifiesto el carácter tardío  de la entrada del cristianismo en esta zona de la comarca del arciprestazgo de Alcalá la Real.  Y en palabras del padre  Sotomayor:

            “Los testimonios inequívocos de Cristianismo en nuestra zona no son anteriores al siglo VI d. C., siglo perteneciente ya a la época que conocemos como visigótica, aunque en  realidad no sea más que tardorromana, bajo dominio más o menos efectivo de los visigodos”. Por eso,  es interesante detenerse en esta lápida de POTENCIO, pues aparece una de las primeras representaciones de la cruz de la diócesis de Jaén inserta en el siguiente texto[2]:


+POTENTIUS FAMVLUS XPI VIXSIT ANNO LIII RECESSIT IN PACE

(Potencio, siervo de  Cristo, vivió 53 años)

 

Por los aspectos lingüísticos, formularios y forma de las letras, nos hace constar que  estos testimonios  arqueológicos  son precisamente de carácter cristiano y  datan  la presencia del cristianismo en los siglos VI y VII d. C.

Por otra parte, acerca de  la presencia de una comunidad eclesial dentro de la comarca alcalaína, tenemos un testimonio perdido recogido en el manuscrito del Anónimo de la Biblioteca Nacional,  que Hubner lo copió y  Fita transcribe y  completa sus lugares y renglones perdidos:

 

 SANTORUM APOSTOLORUM PETRI ET PAVLI

SU DIE TERTIO KALENDAS IULIAS ET

SANTI IOANNIS SEXTO KALENDAS IANVARIAS

CONSECRATIO ECLESIARVM ERA DCI

DECIMO QUINTO KALENDAS FEBRUARIAS

En la era de 601 (año 563), día 18 de enero, fueron consagradas estas iglesias de los santos apóstoles, Pedro  y Pablo, su fiesta (19 de junio), y de San Juan Evangelista, su fiesta (27 de diciembre)[3].

 

Sotomayor le dio mucha importancia a este documento hasta tal punto que recoge  el hallazgo cercano de la ciudad, pero en  el campo, y, con sus palabras[4]la presencia de esta inscripción-calendario denota, al menos, la existencia de una iglesia y de una comunidad cristiana en las proximidades de Alcalá la Real, signo de una vida socioreligiosa que no se ha extinguido en fechas tan tardías, aunque sepamos tan poco sobre ella”.

 

 

II. LA ABADÍA DE PATRONATO REAL

 

Pasamos por alto el grupo de cristianos en tiempos de los musulmanes, pues algunos, o la mayoría, según el padre Sotomayor, se convirtieron al islamismo por razones económicas, políticas y sociales,  y fueron los muladíes que jugaron un importante papel apoyando a Ibn Mastana en el siglo IX y X después de Cristo[5]. Tan sólo nos hacemos eco a algunos aspecto de la leyenda de Santa Flora, que se refugió en la aldea de Charilla, una cristiana mártir de la corte omeya.

Sin embargo,   los habitantes de Alcalá de Aben Zayde, vivieron y fueron testigos de la presencia de muchos esclavos cristianos  recluidos en sus mazmorras,  o que fueron objeto de tratos comerciales en las plazas de su fortaleza,   así como  hay noticias del paso de muchos cristianos rescatados y liberados del reino nazarita hacia tierras cristianas y de la labor redentora  de muchos monjes, frailes y mercedarios en dilección hacia tierras granadinas.  Claro testimonio son las crónicas reales y el libro de que fraile Pero Martín que redactó sus vivencias en el siglo XII y  la liberación de muchos de ellos- entre estos, los que pasaron por la forzosa estancia de Alcalá la Real. No es extraño que un gran faro  de la fortaleza alcalaína fuera la guía de muchos cautivos liberados  en su camino hacia las tierras castellanas.

Pasajes esporádicos son las veces que pasó a manos cristianas durante los reinados de Alfonso VI y VII, y VIII. En concreto, la más significativa de presencia cristiana viene marcada con la presencia de la Orden de Calatrava entre 1213 y 1219 en tiempos de Alfonso  VIII.

Pero el momento crucial para la evangelización cristiana de la comarca de Alcalá la Real tuvo lugar  tras la toma de la ciudad  por el rey Alfonso XI en 1341. Pues, como señala el profesor Rodríguez Molina: Es obvio que desde la conquista de la ciudad en 1341, el vecindario estaba masivamente formado por una población oficialmente cristiana y tributaria, pese a las numerosas exenciones concedidas por los reyes  y siempre  reivindicadas. De ella sobresalía un nutrido grupo de notables, formado por hidalgos y  el clero, especialmente el clero acomodado, quienes gozaron real y singularmente  de las exenciones tributarias, reconocidas por los privilegios tradicionalmente concedidos por la Corona, dada su notoriedad e influencia social[6]”.

Muchos autores se esfuerzan en destacar la peculiaridad de la demarcación geográfica de Alcalá la  Real, al constituir como una abadía, de patronato real, vere nullius, sed propriae diocesis, posessio vel quasi  o   quasi nullius de las demás  diócesis cristianas, limítrofes con ella ( Córdoba, Granada y Jaén)  así como  se preocupan en resaltar  su singularidad en su administración eclesiástica  al partir de un territorio fronterizo, desde donde se va a marcar la división entre el cristianismo y el islamismo  en tiempos de  frontera. Por eso recogemos las palabras de Antonio Linaje:

De manera que, en la génesis y establecimiento de la abadía, aparte  la significación detalles concretos, hay que ver el logro institucional fundamentado en una cierta conveniencia natural y hasta en una cierta exigencia lógica. (…) Y siempre teniendo muy presente que para esta demarcación alcalaína la frontera con el reino islámico vecinos era eclesiásticamente una muralla, sin  que contara la tierra del otro lado. Sólo después de 1492, vuelta Granada a la cristiandad peninsular, la antigua frontera volvió a serlo entre dos diócesis[7]:

De la importancia de la fundación resalta la figura de su fundador  don Gil de Albornoz y  el gran territorio comprendido bajo la jurisdicción de los abades alcalaínos ocupando territorios de Alcalá la Real,  Priego, Fuente Tójar, Almedinilla., Carcabuey, Castillo de Locubín, y, en tiempos de Carlos V, Noalejo.

En cuanto a la historia de la Abadía, no se pueden soslayar  la importancia de los abades, entre los que se incluye tres cardenales (Borja, Mendoza y Sotomayor  y, de la Cerda), algunos arzobispos,  muchos obispos, numerosos miembros de cabildos catedralicios y de curias episcopales de España,  y algún que otro abad propuesto para Papa. Tampoco, podemos dejar pasar por alto la realización de varios sínodos, entre ellos los de Pedro Gómez de Padilla, otro  con Valeriano Ordóñez de Villasquirán en 1500, un tercero con Juan de Ávila  en los primeros decenios del siglo XVI y último en tiempos del abad alcalaíno Pedro de Moya en los primeros  decenios del siglo XVII. Con  la presentación de las Primeras Jornadas de la Abadía, celebradas en 1997,  coincidimos al señalar las siguientes conclusiones:

-La Abadía de Alcalá la Real fue un singular enclave religioso-administrativo que sirvió de soporte  a la vida espiritual y material de los habitantes de dos amplias zonas de las provincias de Jaén y Córdoba durante más de quinientos años.

-Su carácter vere nullius la hicieron independiente de los obispados limítrofes-Jaén, Córdoba y Granada- funcionando, en ocasiones, como una auténtica “almohadilla amortiguadora” cuando surgían las fricciones ente ello.

-.La vida de estas tierras durante estos quinientos años está íntimamente ligada a la de la Abadía, no pudiendo prescindirse de ella para conocer con puntualidad su pasado común: una historia  que trasciende los límites  de su jurisdicción, si se tratan los aspectos económicos, sociales y, especialmente, los culturales y artísticos[8]

 

La historia de la Abadía se puede dividir en varias partes:

-Los Abades medievales, representados por don Gil de Albornoz, Antón Sánchez, Ruy Fernández, Juan Rodríguez, Juan Alfonso de Chirino y Pedro Gómez de Padilla.

-Los Abades de la Edad Moderna. Desde Alonso de Burgos hasta el abad Palomino Lerena pasando por los abades de la Cerda,  Juan y Diego de Ávila, o Maximiliano de Austria o por los miembros de la familia de los Mendoza( como Alonso de Mendoza, Álvaro de Mendoza, o  Lorenzo de Mendoza y Gatica)  miembros relacionados con la Corte y los validos (Fadrique Enríquez, fray Antonio de Sotomayor, Alonso Antonio de San Martín , Pedro de Toledo,  o el propio abad Palomino),  miembros de la Ilustración como Carlos de Borja, cardenal de la Cerda, y Mendoza y Gatica, que instauró una sociedad de Amigos del País en la ciudad de Priego de Córdoba.

-Los Últimos Abades, marcan el paso del Antiguo al Nuevo Régimen. Empiezan con el abad Trujillo y culminan con el último abad Sánchez Matas., pasando por los abades Cayetano Muñoz y José Carrión. En estos años, los alcalaínos se vieron  inmersos dentro de las convulsiones del momento (Guerra de la Independencia, Desamortizaciones, cambios políticos y sociales) y con una abadía que figuraba a continuación de la diócesis de Jaén y debía figurar sufragánea de Toledo  en el mismo caso de la colegiata de la Granja. Son momentos muy  importantes, en los que la beneficencia, la caridad y  la asistencia de los desvalidos marcaron la acción defensora a de la iglesia frente a los interese del cabildo alcalaíno.

Con Antonio Linaje coincidimos que “...en ella hemos podido ver la historia de la Iglesia, por ser al fin al cabo un microcosmos de ella, en las postrimerías medievales, en el antiguo régimen, en el tránsito de este a la modernidad…. en cuanto a la historia local, de la ciudad y de la tierra, y de la vecina Priego, sí creemos evidente la simbiosis  con la historia abacial, desde la liturgia solemne a las manifestaciones del sentimiento popular en las cofradías y procesiones; desde los gravámenes de los diezmos, primicias y rentas hasta las devoluciones de la Obra Pía la Casa de Misericordia[9].

 

III. EL FINAL DE LA ABADÍA Y LA RELIGIOSIDAD DE ALCALÁ LA REAL HASTA LA ACTUALIDAD

 

Decía un escritor que por la Abadía pasaron eminentes prelados, figuras destacadas de la Iglesia, de la nobleza, de las letras y de las ciencias, que mantuvieron, a veces, con problemas, su privilegiada estructura fundamental, hasta que en el año 1551, por el Concordato con la Santa Sede, quedó extinguida. Este fecha marcó un nuevo giro en la vida religiosa de la localidad a al integrarse en la diócesis  de Jaén y compartiendo toda la vida pastoral, administrativa y caritativa de esta diócesis. Al principio, el obispo de Jaén ostentó el cargo de administrador de la Abad, aunque pronto quedó extinguido este cargo, pero en la comarca de Alcalá la Real siempre se mantuvo la religiosidad de sus gentes. Vicente de la Fuente, ya en 1859 publicó Historia eclesiástica de España, en la que describe la Abadía de Alcalá la Real en un momento que se extinguía y no resume su vida religiosa con estos datos. Tenía veinte leguas de circunferencia, 10.754 vecinos, once parroquias, de ellas seis urbanas y cinco filiales, siendo tres de término. Del paso de la abadía a  la administración apostólica del Obispado de Jaén, la abadía contaba con un gobernador eclesiástico, que era a la vez provisor, un beneficiado propio, y cinco sirvientes o suplentes, un tribunal con un fiscal, secretario del gobierno eclesiástico, un  notario apostólico, archivero y alguacil mayor, cuatro arciprestes (Alcalá, Priego, Noalejo y Carcabuey) y 14 examinadores sinodales, 39 monjas con seis capellanes.  Poco a poco, la abadía de Alcalá la real fue privada de su independencia y se dividieron sus territorios entre la Diócesis de Jaén y Córdoba, y toda la curia abacial fue convirtiéndose en la nueva estructura arciprestal y parroquial de ambos obispados.  Hubo muchas vicisitudes y algunos desencuentros  hasta 1874, que pude considerarse el punto final del régimen abacial.

Hay momentos fundamentales en la Historia de todos los rincones de la Iglesia. Entre ellos, hablar de los periodos republicanos en Alcalá significa conocer y analizar un momento histórico, en el que la ciudad se  organizó, como nunca jamás había existido en épocas  anteriores, con una nueva estructura social, donde los obreros, la clase media, las asociaciones populares, las aldeas, los profesionales, los industriales, los propietarios,  y los campesinos alcanzaron los mayores cauces de representación social. Y eso, que, en palabras de Montañés Chiquero, se comentaba con unos hombres que ofrecían esta tipología[10]:

            “No busquéis de ordinario en los hijos de esta tierra, las violentas efusiones que provocan tempestades de amor o de odio.; tampoco encontraréis aquí la rigidez y sequedad hierática y amanerada, distintivos de esos falsos superhombres, que con ello se esfuerzan” 

Dos años antes de morir fusilado, este escritor alcalaíno y arcipreste hizo unas reflexiones sobre la religiosidad de los alcalaínos, que manifestaban el trasfondo de la situación en la que vivían  los alcalaínos. Tal vez la respuesta a sus preguntas hubiera evitado el  combate entre hermanos:  “Las naturales diferencias que separaban las distintas capas sociales, diferencias ahondadas hoy por la  malicia de enemigos declarados y de falsos amigos, y en gran parte por la ignorancia y la pasión, nos apremian, nos invitan a limar tales rozamientos y a salvar esos profundos abismos. Necia pretensión es, sin duda, la de borrar o  allanar del todo las diferentes clases y organismos de la sociedad, porque sería tan absurda como el intento de igualar a golpe de hacha los dedos de mano; pero en cambio, sería muy legítimo el deseo, el ansia noble y sana de aproximar los polos opuestos, respetando y armonizando mutuamente los respectivos derechos, para llegar al logro de la santa paz social. Y bien ¿no os parece, benévolos lectores; que esta especial idiosincrasia, esta disposición de ánimo en los habitantes de la histórica ciudad, es la más adecuada preparación  de los distintos sectores que frente a frente  se miran n actitud de desafío, a fin de que depuestas cuanto antes las preocupaciones y rencores pueda cada uno desarrollar cumplidamente sus variadas aptitudes y energías?”[11].

           

Sin embargo estos fueron las buenas intenciones de un eclesiástico e intelectual de Alcalá al que no atendió ni entendió ningún grupo para evitar el conflicto. Pues, si a unos nos le dio tiempo ni a reorganizar localmente los mecanismos de la Justicia desbordados por una guerra que ellos no motivaron, a otros  le sobrepasaron y pesaron  más  los sentimientos más crueles que pueden estar inmersos en el corazón.

 

                       

 

IV. LAS  PARROQUIAS DE ALCALÁ LA  REAL

                                                                                  

A través de su larga vida e historia, las  parroquias del  pueblo de Alcalá la Real desempeñaron un gran papel. Pues, aunque hasta ahora, nadie ha llevado a cabo un exhaustivo análisis de la importancia de esta institución religiosa, hay que tener en cuenta que sus demarcaciones geográficas fueron un claro ejemplo de influencia en todos los campos, incluso en su  evolución urbanística e histórica de Alcalá la Real.          La PARROQUIA, en esencia, se define, según el canon 525, como “una determinada comunidad de fieles  constituida de modo estable en la iglesia  particular,  cuya cura pastoral bajo la autoridad del Obispo diocesano   se encomienda a un párroco  como de pastor propio”. Y, sin embargo, la parroquia  no era sólo la demarcación vecinal, donde  las familias se bautizaban, se casaban, recibían otros sacramentos y llevaban a cabo sus prácticas religiosas, sino que era una división territorial, que jugaba un papel fundamental  en la vida administrativa y social del municipio alcalaíno.

            Las dos primeras parroquias nacieron de un contexto histórico que reflejaba una ciudad de frontera, con dos tipos de asentamientos; uno en la fortaleza, para las  clases privilegiadas; y  otro en el arrabal, para las no privilegiadas.  Por otra parte, siglos más tarde, las delimitaciones y la creación de las parroquias de las  aldeas serán fruto de nuevos asentamientos, en respuesta  a los movimientos económicos de desarrollo de la agricultura n detrimento de la ganadería.

 

 LAS PARROQUIAS DE ALCALÁ

 

Las parroquias de Alcalá datan del tiempo de la conquista cristiana  por el rey Alfonso XI a  los musulmanes. En primer lugar, el 20 de diciembre de 1340, se conquistó el arrabal, y se sustituyó la antigua mezquita[12]-que fue demolida por ruinosa-  por una iglesia, donde se ubicó la primera parroquia de Alcalá  que en honor al santo del día se le llamó de Santo Domingo de Silos[13]. Un año después, el quince de agosto, se conquistó la fortaleza de la Mota, y,  se levantó el templo de Santa María la  Mayor, que dio nombre a la segunda  parroquia de Alcalá la Real. En palabras de Guardia Castellano.

“Verificada la toma y villa de Alcalá de Ben-Zayde, y erigida ésta en Dignidad  Abaticia Real, fundáronse dos Parroquias, una de las cuales se instituyó en esta Iglesia de Santo Domingo de Silos, su Patrono, dotándola de cuatro beneficiados propios para el servicio de la Religión y el culto divino, para cuyas atenciones cedió el Rey Don Alfonso parte de las quintas de las cabalgadas y despojos de enemigos, pertenecientes a la Corona”.

Para el cuidado de los fieles se distribuyeron  el territorio y  a la primera  le correspondió  el arrabal Viejo o de Santo Domingo, al que se le añadieron, tras los Reyes Católicos,  las nuevas calles que se abrieron en el valle desde la calle Llana hasta las Cruces, sirviendo de línea divisoria la calle Llana,  Bordador, parte del Llanillo, Tejuela    y Antigua  Barrero y arrabales; a la segunda, el resto de la población,  con los feligreses que vivían en la Mota,  barrios de San Juan,  San Sebastián  y San Bartolomé.           Estas  dos  parroquias se mantuvieron durante varios siglos desde su fundación. Tan sólo, la división territorial, correspondiente a las calles actuales, se modificó a mediados del siglo XIX y alcanzó hasta los años setenta del siglo XX.

Fueron estos últimos años, los años del desarrollo, cuando surgieron nuevas escuelas en el Coto y Magdalena, se instalaron nuevas empresas en la carretera de Montefrío, se urbanizaron  nuevos espacios públicos: la Huerta de Capuchinos, el barrio Belén, Iberoamérica,  campos de la Magdalena, alrededores de las Cooperativas de Martínez Montañés y San José Artesano. La Iglesia, siempre solícita y despierta en su espíritu evangelizador, quiso atender a los nuevos feligreses y  prestar los servicios cercanos a sus hogares.

            Por eso, fue el ocho de noviembre de 1973, cuando el obispo don Miguel  Peinado hizo un decreto con motivo del Año Mariano, por el que creaba nuevas parroquias  en la diócesis de Jaén. A la de Alcalá la Real, le puso el nombre  del Salvador, movido por su  especial devoción a esta advocación de Jesucristo, ya que dicho obispo  provenía de la cura `pastoral de la Iglesia del Salvador de Granada y, en su  mismo escudo figura la imagen del Salvador como Buen Pastor

Con este decreto, fijó la nueva  demarcación de la parroquia  conservando el territorio de Santa María y segregándola de Santo  Domingo de Silos,   marcando como eje divisorio  las calles Duque de Ahumada, Fernando el Católico e Isabel la Católica y extendiendo el pastoreo de su feligresía hacia el Sur, donde surgían las nuevas urbanizaciones de la ciudad. Además la dotó de párroco y dos coadjutores

                                LAS PARROQUIAS RURALES

En Alcalá no siempre han existido las parroquias actuales: Santo Domingo, Salvador y Santa María. Pues resultaron intentos vanos, alguno en Frailes durante el siglo XVIII,  y, sobre todo, a finales del siglo  XVI, la creación de la parroquia de la Veracruz con el beneplácito del abad Andrés de Bobadilla y el impedimento del ayuntamiento, que se opuso a ello porque perdía los privilegios  al quedarse sin población su fortaleza.

A finales del  siglo XVIII se acrecentó la población rural de los núcleos dispersos, correspondientes a los distintos partidos de campo, y surgieron ermitas y las figuras de los capellanes y sobresalientes de estos partidos. Las ermitas, muchas de ellas   oratorios privados de familias hidalgas en sus cortijos, pasaron a convertirse en ayudas de la parroquia.  En ellas, el capellán prestaba los servicios básicos de culto (misa en festivos y domingos), ejercía de diezmero y compartía con el poder civil los servicios de los ministros de la justicia, e, incluso de fidetario testamentario. Las ermitas se convirtieron en el centro de reunión de la población dispersa de los cortijos y de las aldeas, donde acudían los vecinos para recibir otros servicios distintos a los puramente religiosos. Por un lado, los propios de la jurisdicción civil y militar, como empadronamientos, censos, levas, etc., y, por otro lado, la información de cualquier medida hacendística o real a través de edictos, asambleas y pregones colgados en las puertas de las ermitas. Sin embargo, algunos servicios como los enterramientos tardaron bastante en realizarse en estas ayudas de parroquia hasta finales del siglo XIX. [14]. La de Charilla, dedicada a San Miguel y con dotación de capellanía dotada por la familia de los Cabrera, se remontaba hasta finales del siglo XVI y sus advocaciones principales eran San Miguel, San  Amador y Nuestra Señora del Rosario. La de Cantera Blanca se ubicaba en el año 1623 en el cortijo de Diego de Mazuela y estaba dedicada a la Santa Cruz. La ermita de San José se remontaba a finales del siglo XVI y estaba relacionada con las Varas de Palio. La de San Juan Bautista de las Ribera ya se encontraba en  la declaración de bienes del Convento de las Monjas Dominicas, dentro de una de sus fincas. La ermita de Santa Lucía de Frailes data de finales del siglo XVI y, por su mayor doblamiento, el desarrollo es especial. Según comentábamos. “Un dato importante es el dinamismo que la población va encontrar en torno a la  ermita de Santa Lucía.  De ahí que la población necesite de un capellán que le administrará los sacramentos. Hay constancia de que, a lo largo del siglo XVII, ejerce allí su jurisdicción  eclesiástica y presta los servicios religiosos. Sin embargo, muchos vecinos usaban de los servicios de abasto, carne y enterramiento en Alcalá la Real, tal como se comprueba en los asentamientos de las capellanías de la parroquia de Santo Domingo de Silos, donde son enterrados y en las ermitas de la Caridad y Veracruz. Su separación parroquial  no se llevó a cabo hasta finales del siglo XVIII, el primer paso fue constituirse en el año 1770, primero como ayuda de parroquia, y, más tarde, como parroquia[15]  .

Posteriormente, extinta la Abadía y bajo la jurisdicción del Obispo de Jaén,  comenzaron a crearse nuevas parroquias en  las aldeas de mayor población, agrupándose  varios partidos de campo en cada una de ellas. En primer lugar, en 1892, nacieron  la de Santa Lucía de Frailes,  la de San José de la Rábita, de Nuestra Señora del Rosario de Charilla, la de  San Juan Bautista de las Riberas  y la de la Inmaculada de la Pedriza.  En 1946, se creó la parroquia de Santa Ana, que ya figuraba de ayuda de parroquia. 

Varias consecuencias se derivan de esta evolución de las demarcaciones parroquiales. Pues, hasta principios del siglo XVIII la población solía ser equivalente entre el casco y aldeas, con un breve incremento de feligreses en Santo Domingo de Silos, y además incluidos los parroquianos de Frailes- en número de más de trescientos- y aldeas- menos numeroso-. Pero  a partir de esta fecha se produjo cada vez más una significativa variación  demográfica a lo largo de distintos periodos y momentos precisos a causa del asentamiento de campesinos en los sitios roturados.  Por eso, la demarcación parroquial no coincide en todos los tiempos y menos aún  con el actual territorio.  De ahí que muchos estudios sobre población sean defectuosos, porque no han tenido en cuenta este aspecto histórico y confunden a los lectores en sus conclusiones  sobre movimientos  demográficos.

           

 MIEMBROS Y GOBIERNO PARROQUIAL

 

 Generalmente, ejercía el gobierno parroquial un párroco asistido de un teniente o coadjutor, capellanes, y, a su servicio, tenía un sacristán nombrado por la curia abacial, campaneros, ministriles,  y algunos músicos. El párroco era el garante de muchos aspectos, que hoy han absorbido otras administraciones, como son el ayuntamiento, el juzgado o  las asociaciones vecinales. También pertenecían los beneficiados de cada parroquia”simples servideros para el continuo servicio de ellas”[16]  En las ayudas de parroquias, los capellanes y sobresalientes realizaban múltiples funciones, como comentábamos. “El cura, como en otras aldeas, además de decir la misa, cobrar los diezmos y celebrar las fiestas y aniversarios, era la persona leal  ante la que se hacían testamentos nuncupativos, colaboraba con las elaboraciones de padrones y censos, haciendo de escribiente, y servia de correo de muchos asuntos públicos. Hubo caso que ejercía de ministro de la justicia y casi de alcalde pedáneo”[17]

Desde el punto de vista retributivo, la parroquia solía nutrirse de los beneficios de  la Abadía, que participaban en la parte del diezmo. Pero, esto era en teoría, pues estos solían nombrarse a personas ajenas, que nombraban tenientes de beneficiados, quedando  sus fuentes de ingresos en las obvenciones, estipendios de misas de difuntos, fiestas, novenarios,  bautismos, matrimonios, capellanías y censos. No obstante, con el paso del tiempo, los párrocos solían recaer en personas -relacionadas con familias privilegiadas que les legaban la administración de importantes capellanías, al mismo tiempo que  ejercían otros complementos derivados del aparato administrativo abacial.

 

 FUNCIONES RELIGIOSAS

 

A las diversas constituciones abaciales y  normas superiores,  los curas de las parroquias- párroco y ecónomo- debían someterse. Quedan claramente especificadas en el libro III de las Constituciones del abad Moya. Desde el nombramiento por parte  de los prelados de la abadía hasta sus funciones puramente materiales. Los párrocos tenían una gran responsabilidad, porque no se podía  nombrar con menos de treinta años y, “había de tener muy gran cuidado y vigilancia en la buena administración de los santo sacramentos. Y procurar por todos los medios saber y remediar los pecados públicos y ofensas de nuestro Señor, haziendo para esto de su parte todo lo posible. Y cada fin de mes o a lo más largo de dos, nos den aviso de todo lo que ay que remediar en sus parroquias tocante a sus oficios

También se referían a la preparación y formación del clero o la dedicación  a su servicio por estar relacionados muchos curas con  memorias y capellanías, que conllevaban una importante dedicación a los negocios mundanos, sobre todo de la agricultura, de la industria (el comercio del vino y el aguardiente) o las rentas de inmuebles. Estas Constituciones de Ávila y Moya insistían sobre la moralidad del clero, y su aplicación a las normas en los hechos recogidos con motivo de las visitas pastorales. Por ello, como muestra y  con motivo de la visita pastoral de 1761, el gobernador y vicario general Mateo Díez Castaño nos ilustraba en una acta que levantaba en el Libro de Matrimonios[18], sobre la obligación de los  párrocos de especificar ciertos grados de consaguinidad en los matrimonios y bautizos ( grado de viudez), de la certificación de la publicación de moniciones y sobre todo del examen de doctrina cristiana para los futuros casados, con estas palabras “oblíguense a los curas por su ministerio de explicar el evangelio y doctrina cristiana, según lo expresa literalmente, preceptuado  los del Concilios de Trento (...)  que todos los domingos y demás días de precepto festivos de l Ofertorio de la Misa que se que se acostumbren a celebrar a las diez  onze a la mencionada Iglesia de la Veracruz,  explicar el Santo Evangelio o punto de Doctrina Cristiana, que será el consciente, acomodándose a el estilo y a la capacidad de los fieles, sin ser sobradamente molestos ni desmesuradamente fieles, ni faltar nunca  a esto con estos pretextos frívolos que se suelen usar..”Pues era una  constitución especial de los párrocos” tengan suficiencia para declarar al pueblo el Evangelio y enseñarles lo demás que conviene a su salud espiritual, y especialmente el de la Penitencia, y sea de buenas costumbres para que con su vida y exemplo edifique a los feligreses” 

 

 LA JUNTA DE BENEFICENCIA

 

 

Una de las funciones de los curas de las parroquias era “Han de tener buen cuidado de saber los enfermos que ay en sus parroquias para visitarlos a menudo y consolarlos, y hacer que reciban en sus tiempos los santos sacramentos. Y si hubiere algún forastero sepan su nombre, y de donde es, y si es casado y tiene hijos, para que puedan dar razón de él, si se pidiere. Y tengan cuidado de los presos de las cárceles confiesen y comulguen, y se les administre los santos sacramentos”[19] D esta función derivan los de asistencia a  los enfermos.

Posteriormente, a través de la Junta de Beneficencia, fundada a principios de siglo XIX para cubrir los servicios sociales y sanitarios, que prestaban anteriormente  diversas fundaciones e institutos eclesiásticos, se integraron los miembros de la parroquia, según la ley del 20 de abril de 1840 en su artículo 17. Se denominaban vocales de la Juntas Parroquiales, según lo obligaba el Jefe Político de la Provincia al Municipio. La integraban siete de la parroquia de santa María y ocho de la de santo Domingo de Silos[20]. Los miembros de la Junta, y, en especial el párroco de Santa María y un sacerdote  de Santo Domingo integraban la Junta Municipal de Beneficencia, cuyas funciones radicaban  en la  asistencia a los Niños Expósitos de la Casa Cuna  ( desde su nacimiento hasta su lactancia y casamiento) y a los enfermos en el Hospital Civil (los pobre, y transeúntes). Sin embargo, a pesar de que tenían facultades en materia de sanidad, en 1864 no se hallaban en pleno ejercicio y el concejal don Antonio Sánchez Cañete solicitaba que se pusieran en marcha la entidad menor de las Juntas Parroquiales de Beneficencia[21]. Además, muchos sacerdotes ejercieron  la dirección de estos centros, por proceder sus fondos de la Iglesia.

 

LOS PÁRROCOS Y LA SANIDAD

 

            Los curas párrocos contribuían en momentos de epidemias, pestes, pandemias, sobre todo, el cólera,  en colaboración con las autoridades. Para ello, se les pedía que no alarmaran a la población con toques de campana, extremaunciones ostentosas de óleo. Se enterraba sólo en 1849. En la Iglesia de la Mota y en Santo Domingo de  Silos por ocupar lugares extremos, y se impedían los enterramientos en las iglesias.

Las rogativas se hacían en iglesias grandes, abiertas, con ventilación,  con cal. El cura párroco don Cayetano Romero fue un ejemplo en la peste cruel del 1849, llevando la extremaunción a todos lugares y fruto d ello fue el solemne Te Deum, en acción de gracias, del día doce de septiembre. Las atenciones sanitarias se dividían para los médicos en dos secciones de acuerdo con  las parroquias existentes. Se celebraban juntas parroquiales de beneficencia. [22]

El cura más antiguo formaba siempre parte de la Junta Directiva de Beneficencia. Esta estaba integrada además por  el presidente de la Corporación, dos regidores, cuatro vecinos ilustrados y caritativos, un médico y un cirujano. 

   Esta junta asumió las funciones de la caridad que vamos a comentar a continuación y la administración de los fondos, entre los que se encontraban las fincas, inmuebles y el Teatro de Consolación.

 

 

 

                                      LA CARIDAD

 

            Muy alarmante era la situación de los jornaleros, los braceros y las clases más desfavorecidas hasta muy entrado el siglo XX, cuando no tenían más alternativa que esperar el labrador, pegujarero, o patrón que los contratara  cobrar un jornal para alimentar a su familia. Si  faltaba este, los mecanismos  no eran otros que la limosna y la misericordia divina.  Los párrocos jugaban un gran papel en las situaciones de indigencia. Más tarde, a finales del siglo XX, se crearon instituciones como la de san Vicente  Paúl, y posteriormente Cáritas que hasta hoy día  se han esmerado por la asistencia a los más desfavorecidos. Hay ejemplos en todos los siglos. Por ejemplo, el siete de febrero de  1853: ante la  situación angustiosa de los jornaleros del campo por las continuas lluvias y temporales “que se experimentan cerca de un mes. Han interrumpido completamente los trabajos y labores del campo. Por la humedad de  la tierra... los braceros se encuentran sin jornal  y sin medios que subsistir... y agrupados por las calles implorando la caridad de los vecinos acomodados  que, por más que se excite con tal lastimoso espectáculo, nunca puede ser suficiente a socorrer una miseria general.” Ante esta situación el síndico pedía, a la Junta de Beneficencia que de sus  fondos socorriera los jornaleros y braceros por “el temporal de nieves y lluvias” a socorrer en la parte que sea posible la pública calamidad que se experimenta”, atendiendo los deseos filantrópicos de la Corporación. Y así, lo hacia  el 21 del mismo aprobando diariamente un pan para cada hombre, y medio para cada mujer;  con los fondos de la fundación del Abad Palomino, además, se añadieron dos mil reales del fondo municipal para imprevistos. Para llevarlo a cabo, se formó una  comisión, integrada por el alcalde presidente, dos regidores (Felipe Alcalá y Pedro Rodríguez) los dos párrocos y tres celadores en que estaba dividida la ciudad. Formaron tres padrones para seleccionar a los que debían ser socorridos a juicio de la comisión para distribuirlo con equidad y justicia.  Dos años más tarde,  ante el debate de que se hicieran donativos por los presentes, se presentaron varias propuestas. Entre ellas la de un repartimiento vecinal, aclarada por el jefe de la Junta de Gobierno Antonio Sánchez Cañete. “Pido a la reunión se sirva de acordar el nombramiento de una comisión para cada parroquia, excite la caridad de todos los vecinos y vaya a visitar las casas, para que cada uno ofrezca  y se recoja en el  caso necesario, se remedien las necesidades de los familiares declarados por necesidades por los comisarios”. Lo aprobaron. Formaron las comisiones, el alcalde, y el síndico, los dos párrocos (Cayetano Romero y José Domingo  Serrano., dos por la junta de Beneficencia (el médico Caldas y bernardo Sánchez Molina, y cuatro contribuyentes,  Valeriano León, Eugenio Robles, Francisco Martínez). Una comisión se encargó de clasificar las necesidades, según hijos y mujeres y los partidos rurales  y otra de inventariar los donativos. Después,  pidió al gobierno eclesiástico que los capellanes dieran una relación de los necesitados  en las aldeas el alcalde celador y labrador de aldeas.

Este era el organigrama de actuación y unidad entre el poder municipal y parroquial ante situaciones de emergencia social en las crisis de subsistencia, que surtieron cierto efecto durante el Antiguo Régimen y alcanzó hasta la llegada de la I República.

                        LA ENSEÑANZA  Y OTROS ASPECTOS

No se puede olvidar la  importancia que tuvieron  las parroquias en el campo de la enseñanza. Por las Constituciones del  abad Moya se obligaba a los sacristanes en una sociedad con un alto grado de analfabetismo  a la introducción a al lectura y la escritura "Y lo tercero enseñar la doctrina cristiana a los niños y criados de los parroquianos, los días y en la forma que se contiene en el título de Fide Católica. Y si en algún lugar no uviere escuela para enseñar a leer y escribir lo harán ellos, pagándoles los padres su trabajo, y mostrarles una buena criança y limpieza y ayudar a misa devotamente, y que confiesen, y tengan buenas costumbres, y huyan todo vicio, y sigan virtud, y no estén ociosos, ni jueguen por la iglesias ni cimenterios, y mostrarles a ser cristianos y píos”

            A esto se añade que muchos sacerdotes ocuparon los puestos de maestros de primeras letras y  las cátedras de gramática en  los siglos XVI y XVII en las escuelas municipales, trasladándose posteriormente a los claustros de los colegios. Pues se consideraban los más preparados para el ejercicio de la docencia superior.  De ahí no nos extraña que se mantuvieran como miembros reconocidos de los escolares en los exámenes de escolaridad a principios del siglo XX.

 

            LOS PÁRROCOS GARANTES DE LOS PADRONES DE LA CIUDAD

           

La función estadística del municipio tuvo un soporte básico en  las parroquias. Pues, el poder civil se sirvió de una función  propia de los párrocos establecida en sus constituciones: “Haga matrículas de todos su parroquianos, desde el Domingo de la Septuagésima de cada año, y la tendrán terminada para el primer día de Quaresma. La qual harán por sus mismas personas con grande cuidado y advertencia, yendo por cada casa de la parroquia, y sabiendo en particular las personas que ay de confesión y comunión, y de sola confesión. Y los criados, y los escrivan a cada uno por sus nombres. Y el que no las diere, de qualquier calidad y preeminencia que sea, no le desempadronen, ni den por cumplido, aunque digan que se les ha perdido” Los párrocos elaboraban una lista de empadronamiento parroquial y preparaba cada año la lista de mozos para el servicio militar. Además, a lo largo del siglo XIX y principios del XX, asistían con su presencia  en el pleno del alistamiento en todo el proceso de la leva militar, que solía celebrarse  en los primeros meses del año. En 1853, con su asistencia los curas párrocos y la presencia de los mozos, y otras personas interesadas, ellos daban fe de presentar las listas prorrogadas, las fechas de nacimiento, el nombre de padres y las calles donde habían nacido. Lo mismo hacían los alcaldes pedáneos para los mozos de las aldeas.

 

 

 

V. IGLESIA DE SANTA MARÍA LA MAYOR

 

En cuanto a la sede parroquial, la de Santa María la Mayor lo fue en la Iglesia Mayor de la Mota desde su fundación hasta mediados del siglo XVII, que hizo de sede la iglesia de San Juan sin dejarlo de ser  la Iglesia  de Santa María la Mayor. Según Guardia Castellano, “La tercera iglesia católica de Alcalá, después de la dominación sarracena,  fue la  vieja mezquita que se describe en el canto que motiva esta nota, habilitada para los cultos católicos, bajo la advocación y título de la Purísima. Mas como ninguna de estas respondiera a la fe de aquellos conquistadores y a las exigencias de la Ciudad naciente, erigida en Abadía, como diremos en la nota siguiente, erigieron otro templo más suntuoso en el mismo lugar en que después fue emplazada la hermosa fábrica de Santa María la Mayor, o de la Mota. Dicha primitiva Iglesia Abacial fue puesta bajo la advocación y conocida con el nombre de ´¨La Asunción de Nuestra Señora¨. En conmemoración del glorioso día en que entró en Alcalá la real el Ejército sitiador, quince de  agosto, día de la Asunción”[23].

Además de sede parroquial, ostentaba el título Iglesia Metropolitana, y “se pensó en su reedificación, ensanchándola y engrandeciéndola  para que respondiera cual sus prerrogativas y merecimientos demandaban a la Iglesia Abacial, cabeza y matriz de una jurisdicción  que abrazaba con sus términos del Castillo y Frailes, Priego y Carcabuey[24]

Está claro que hay constancia de su fundación como entidad eclesial, pero la ubicación del templo es una pura hipótesis, solo refrendada en alguna litografía, y en posibles relaciones de algunos elementos concordantes del templo gótico con la anterior mezquita, según se puede comprobar en las excavaciones arqueológicas

Por eso,  se sentía orgulloso el cabildo eclesiástico y se ufanaba, como expresaba Garrido y Linares. “Por iguales pasos, sosegadas las cosas políticas de esta ciudad, en su  principio se dirigió su común afecto a la fábrica del templo o iglesia Matriz por ser uno de los principales fundamentos de la Ciudad que nuevamente se funda, como dice Gregorio López, siguiendo a Lucas de Peña, para que siendo celosa demostración de su religión cristiana fuese así mismo casa de oración i congregación de fieles par celebración de cultos divinos, oficios y debidos cultos a la  Majestad divina[25].

Desde mediados del siglo XVII, se asistió a un gran  abandono y una traslación de la población de la fortaleza hacia los barrios bajos de la ciudad hasta tal punto que apenas existían vecinos dentro de ella a principios del siglo XVIII y, eran poco numerosos los del barrio de San Bartolomé, la Peña Horadada y San Sebastián. De ahí que se trasladara la sede a la iglesia de San Juan, en tiempos del abad  don Alonso Antonio de San Martín  “. Y habiéndola perfeccionado, el dicho abad Señor Abad la hizo coadjutriz, para cuyo efecto, por el mes de Septiembre del año 1668, se trasladó a dicha Iglesia el Santísimo Sacramento del Viático....  Como se ve por los datos antecedentes, dicha iglesia era coadjutriz o viceparroquia desde 1667, y como tal vino funcionando hasta 1860 en que fue trasladada la dicha coadjutoría a la Iglesia del Rosario, a petición del pueblo que en distintas ocasiones lo habían solicitado del Señor Abad” [26]...

    En  1837 concedió el Estado el  exconvento del Rosario para usufructo del Ayuntamiento y se cedieron  una parte a la Junta de Beneficencia y, años más tarde, el templo para parroquia de Santa María. En 1844, se intentó trasladar la sede de  esta parroquia  desde la iglesia de San Juan a la del Rosario, concediendo el ayuntamiento  2.732 reales. Pues, desde el siglo XVII se celebraban la mayoría de los cultos en el templo sanjuanero hasta tal punto  que este, incluso, figuraba popularmente en algunos casos, como la parroquia de San Juan. Pues, los vecinos reclamaban el cambio de san Juan y Veracruz por Angustias y Rosario, por razones de comodidad, pocos adornos y poca concurrencia. Por eso,  a mediados de los años cincuenta del siglo XIX,  ordenado por el Jefe Político de la Provincia, se hizo el repartimiento  del cupo de contribución general del Culto de tal manera que, desde 1837 hasta 1844, los cultos los pagaba el ayuntamiento y recogía impuestos para este fin. También nombraba unos comisarios de culto y clero. Además los gastos eran controlados por la Diputación Provincial de Jaén que los aprobaba anualmente como los datos que tenemos de  28 de septiembre de 1842. Entre los gastos parroquiales, estaban los sueldos parroquiales de los sacristanes, curas y tenientes parroquiales, casas de curas, o gastos ordinarios del culto.

Los conventos del Rosario y Consolación se concedieron de un modo gratuito  por utilidad pública en 1845, pero el Ayuntamiento  no rellenó el inventario por la Administración de Bienes Nacionales, para objetos de beneficencia ni dio utilidad pública a los conventos y hubo que personarse  ante el gobernador para alegar y poder recuperar dichos edificios públicos. Por  los años cincuenta de dicho siglo, los Claustros de  Consolación se enajenaron.

 

VI. PARROQUIA DE SANTO DOMINGO DE SILOS

Refiriéndonos  a la parroquia de Santo Domingo de Silos, que sirve de base para la de Santa María,  su sede  se levantó, según refería Antonio de Gamboa en el siglo XVII, “En  raçón de esta entrada tiene hecho voto esta ciudad y acude todos los años a la perroquia de santo Domingo, la qual se fundó en el mismo sitio que era donde los moros tenían su meçquita y para siempre tiene por patrón a este bendito santo abad de Silos Santo Domingo glorioso[27]. Se sabe que su sede se encontraba  en la iglesia del mismo nombre hasta finales del siglo XVII.

Salvo breves periodos de tiempo, hizo las veces de parroquia la iglesia de la Veracruz para trasladarse definitivamente a la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias en 1879. Su primer casamiento fue de David Anguita, natural de Frailes, y Cecilia Romero.

Tanto la iglesia de la Mota como la de Santo Domingo quedaron convertidas en cementerios a las afueras de la ciudad, donde solían llevarse principalmente a los pobres y personas no privilegiadas  En cuanto su zona y demarcación territorial, data de mediados de este siglo. Pues, hasta ese tiempo, eran  parroquianos  los vecinos de las calles comprendidas en dos perímetros, uno desde la acera del Llanillo y calle Tejuela, que  se extiende  hacia el  Cerro de las Cruces y san Marcos y otro, en la parte comprendido en las faldas del cerro de la Mota, desde la calle General Lastres o Bordador, Llanillo, Álamos, Capuchinos, hasta la calle Llana.   A ello se añadían las aldeas de Mures, las Riberas, la Pedriza y Cantera Blanca, Santa Ana, la Rábita y las Grageras. Es decir, se extendía en la zona del barrio de la calle Tejuela, san Marcos, Cruces y sus faldas.  Y, por otra parte, desde la calle Llana hasta el Llanillo, lo que hoy pertenece a su demarcación, y anteriormente, sin la parte de arriba que era de  la parroquia de  Santa María la Mayor. De ahí que las ermitas san Blas, San Juan y el  Rosario pertenecieran a la parroquia de Santa María y las de la Caridad, Veracruz, san Antón y Angustias lo eran de santo Domingo. Frailes, las Caserías, la Hortichuela, Fuente Álamo, Ermita Nueva  y Valdegranada  pertenecían a la de Santa María con las ermitas de San Marcos, San Judas, oratorio de Ayuntamiento, Verónica y Ecce Homo y conventos dominicos y franciscanos.

En 1879, se comienzan los trámites del  traslado de la  sede parroquial de santo Domingo de Silos. Desde la  iglesia de la Veracruz hasta la de las Angustias.  Se envió una carta por la alcaldía que  decía lo siguientes. “Reconocido desde mucho tiempo por este vecindario la necesidad que hay de trasladar la Parroquia de Santo Domingo de Silos sita en la Iglesia de Veracruz a otro tempo, que reuniendo mejores condiciones para la práctica de las ceremonias del culto sea susceptible  de las obras y mejoras que en aquel  va con aquel objeto  guiábale el deseo de ver satisfechas las aspiraciones constantes del vecindario que viénese conociendo  esta merecida así como  procura por este medio la conservación de un templo que a su mayor capacidad que el de la Santa Veracruz reúne su mérito artístico del que como los demás de esta población y le una que la imposibilidad  en se ha haya d facilitar algunos fondos fuera causa que impidiese su pronta terminación. Si los impuestos que este vecindario paga no fueren tan crecidos a consecuencia de los  gastos de la Nación, y déficit del presupuesto municipal el Ayuntamiento  que por este última causa no tiene otro medio de allegar recursos para cubrir sus obligaciones  propondría  a los contribuyentes con el celo que por esta obra le anima las necesarias para ello dentro de las facultades que le comiden las leyes. Solicita que lo mismo que pagan los moradores de las aldeas de la Rábita, Mures y Santa Ama pagan a los capellanes  que en ellas celebran el sacrificio de la misa 1500 reales cada una, lo mismo se haga con estas coadjutores”.  El ayuntamiento le respondió  el 2 de agosto sobre la imposibilidad de contribuir  al traslado Pero ya era una realidad el traslado.

            En cuanto a las  parroquias rurales, ejercía su jurisdicción  en varios partidos de campo, que primero funcionaron  por separado como ayudas de parroquia y, posteriormente. La de San Juan Bautista, en los partidos de campo de las Riberas y Mures; la  de Santa Ana, Villalobos  y Ermita Nueva; la de San José, Grajeras, Caserías, Fuente Álamo y Rábita. ; La de la Inmaculada, La Pedriza Hortichuela,  y Venta de los Agramaderos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] GUARDIA CASTELLANO, Antonio “Notas para la Historia de Alcalá la  Real”. Madrid 1913. Páginas 143-145.

[2] AAVV Alcalá la Real Historia de una ciudad fronteriza  y abacial. Pág. 303                                                  

[3] FITA, F: “Inscripciones inéditas de la Guardia y Alcalá la real en la Provincia de Jaén” Boletín  de la real Academia de la Historia, LXIV, Págs.628-636.1964.

[4] SOTOMAYOR, M en AAVVV. Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial. Tomo I Pág. 305.

[5] CANO ÁVILA, P. Alcalá la Real en t los autores musulmanes. Diputación de Jaén. 1990

[6] AAVV Alcalá la Real Historia de una ciudad fronteriza  y abacial. Tomo II. Pág. 77.   

[7] AAVV Alcalá la Real Historia de una ciudad fronteriza  y abacial.  Tomo III. Pág. 199

[8] VVAA. Abadía. primeras Jornadas de la Abadía. Presentación. Diputación Provincial de Jaén. 1997.

[9] AAVV Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y Real. Tomo III. Pág.349-350.

[10] MONTAÑÉZ CHIQUERO, Antonio. Rincón de  Visitantes  Ideal 1934. Separata con motivo de las fiestas de la Virgen de las Mercedes.

[11]  Ibídem.

[12] ARSANJUAN. Litografías de Santo Domingo de Silos. En el pie de texto de la leyenda, aluden a la antigua mezquita. 

[13] GUARDIA CASTELLANO, Antonio. Notas para la Historia de Alcalá la Real. Edición de Francisco Toro Ceballos y  Domingo Murcia Rosales. Pág. 135. 1996.  

[14] MARTÍN ROSALES, Francisco. Programas de fiestas de aldeas  de Mures,  Las Caserías, Charilla, Santa Ana, Ribera Alta  y  San José de la Rábita durante los años  1998-2004 y Alcalá la Real. Historia de una ciudad fronteriza y abacial. Pág. 287-189 Ayuntamiento de Alcalá la Real 1999.  .

[15] MARTÍN ROSALES, F. Tomo II. Pág. 305.

[16] CONSTITUCIONES  de Moya. Tres en al de Santa María, otros tres en Santo Domingo, cuatro en la de Priego y dos en Castillo y uno en Carcabuey.

[17] MARTÍN ROSALES. Historia. Tomo III. Pág. 307.

[18] LIBROS DE MATRIMONIOS 17. Folio 678. 24 de diciembre de 1761.

[19] Libro III. Constitución 2  C. Abad Moya

[20] AMAR. Acta del 13 de abril de 1849. La formaban los siguientes personajes, que eran los mayores hacendados y los miembros hidalgos de la ciudad. Por Santa María, Jerónimo Medina, Juan de la Cruz Sánchez Cañete, José Benavides, Fernando Carbonell. Antonio García, Manuel Corral, Venancio Vigas. Por Santo Domingo de Silos, José Martínez, Francisco Luis Romeo, Pablo Reyes, Antonio Peñalver, José Villuendas, Antonio Castillo, José Oria y Pedro Ruiz.

[21] AMAR. 8.8.1864.

[22] Los médicos Francisco de Caldas, Jorge Calvo y Joaquín Sánchez Molina. Los miembros de la junta de Sto. Domingo bernardo Mirasol que fue alcalde y se trasladó a Córdoba, Antonio León, Francisco Caldas y Jorge Calvo; la de Sta. María Miguel Molina, Antonio Vinuesa y Joaquín Sánchez Molina.

 

[23] GUARDIA CASTELLANO, Antonio op. cit. Pág... 206-210-

[24] Ibídem. Pág. 207.

[25] MARTÍN ROSALES, F. Principios de la Historia de Alcalá la Real que dejó en tal estado don Agustín Garrido y Linares, manuscrito de principios del siglo XVIII. I.E.G. nº 172.

[26] GUARDIA CASTELLANO. Pág. 224.

[27] MARTÍN ROSALES  Documentos sobre la frontera de Alcalá la Real. En  III Congreso de la Frontera de Alcalá la  Real. Pág. 252.Año 2000.

[28] AMAR CAJA 24 PIEZA 31. AÑO 1843. Con motivo de la  nueva imposición sobre el clero, que administraba el ayuntamiento, era reticente la capellanía de la Virgen de las Mercedes y el  ayuntamiento le envía una carta al abad , cuyo borrador es el siguiente:

                               Ilmo. Sr.

He dado cuenta al Ilustrísimo .Ayuntamiento de la .Ciudad, que tengo el honor de presidir de la comunicación que VI. se sirvió de dirigirme  con fecha del corriente , a consecuencia del oficio que le pasó el presbítero don Enrique Díaz sobre el pedido de las cuentas que le tenía hecho a nombre de Nuestra Corporación de las limosnas que la piedad de los fieles daban a  Nª. Sª. De las Mercedes como Patrona de esta Ciudad, y, enterada dicha Municipalidad de su contenido ha acordado  diga a VI., como lo hago, que  el pedido de cuentas que el Ayuntamiento tiene hecho tanto al citado Presbítero cuanto a las demás administraciones de Cofradías y Hermandades que existen en esta Ciudad, no es con el ánimo de privar el cuanto a que están destinadas sus limosnas, si sólo es con el objeto de dar cumplimiento a. y por consiguiente la Corporación se propone no sólo llenar dicho objeto sí también el de mejorar  en la parte posible estos establecimientos piadosos, y, por lo tanto  ha dispuesto que , con respecto a las limosnas que recibe Nuestra Señora de las Mercedes, se cree una Junta de Personas de Probidad  que presidida por un individuo de  dicha Corporación  procuren de que a los fondos recaudados   se les den  la impresión que los fieles  que la  tributan apetecen, y que el sobrante  que resulte se agregue a menos repartir en la contribución del culto parroquial en conformidad a lo que previene la Ley citada.

Creo que con lo expuesto se tranquilizara V.V.I. y cesarán los infundados recelos que le movieron al presbítero don Enrique a  molestar la atención de V.IS.

Dios Guarde.   Y otra dirigida a don Enrique Díaz.

 

                               Sr.D.Enrique Díaz

 

[29] AMAR. Cabildo del treinta de agosto de 1939.

[30] MONTAÑÉS CHIQUERO, A. La Virgen de las Mercedes, patrona de Alcalá la Real. La Mañana. Suplemento del 14 de agosto de 1935.PÁG. 8

[31] IDEAL Suplemento, Miércoles, 15 de agosto de 1934. El artículo del Arcipreste reflejaba las ideas del clero de aquel tiempo y acababa con la advocación a la Patrona “símbolo del dechado de virtudes  y cualidades de la raza. Se denominaba el artículo “Alcalá, cuna de hidalgos y acogedora de visitantes.

[32] ECO DE JAÉN. 2 de marzo de 1935. El sermón corrió a cargo del párroco y arcipreste Antonio Montañés Chiquero y versó sobre la Sagrada Familia. Recordó la que es modelo de todas las familias, presentando como base de la sociedad a la familia humana y haciendo el relato de las virtudes de l de Nazaret y de las actuales, para deducir el mal de la sociedad actual, pues tal es el axioma, el todo es como el conjunto de las partes. Aludió al descuido del catecismo y relegado a la práctica por la mayoría de los que se llaman cristianos, hoy ambula la pobre humildad con la vista puesta en el suelo, sin querer las luces de lo alto, porque para lo necesario da su calor, como que lo reciben a las puertas del templo. No son culpables de l todo, otras doctrinas lo apartan de la verdadera. ¿Dónde va la humildad sin más guía y norte que el  de sus egoísmos?

[33] LA  MAÑANA  30 de mayo de 1935.

[34] AMAR. El día 12 de agosto de 1938. La Comisión municipal Gestora[34] recogiendo  creyendo  interpretar el común sentir del vecindario unánimemente  acordó conmemorar el II ANIVERSARIO DE LA LIBERACIÓN DE NUESTRA CIUDAD POR LAS INVICTAS TROPAS DEL CAUDILLO GENERALÍSIMO FRANCISCO FRANCO, CELEBRANDO UNA SOLEMNE fiesta en honor a Nuestra Excelsa Patrona la Virgen de las Mercedes, fiesta que costearía de sus fondos la Corporación municipal, procurando para lo sucesivo asignar un presupuesto de cantidad necesaria, para que anualmente se celebre la citada fiesta en esa y ya destacada fecha, declarada fiesta local para todos los efectos por la Corporación municipal Gestora  que precedió a la que adopta este acuerdo, cuando dirigiéndose al señor hermano Mayor de la Real Cofradía  para hacerle conocer este acuerdo, rogándoles que pudiera convertirse en plausible costumbre y, a fin de que el vecindario pueda admirar la artística y preciosa talla de la nueva imagen, acertadamente construida por el laureado y famoso escultor señor Garnelo y Alda Se exponga al culto y veneración de los devotos, despojada de sus valiosas vestiduras, concediendo un amplio voto de confianza al señor Alcalde para que disponga de todo lo necesario para celebrar dicho aniversario y haga las invitaciones de rigor y recuerde los festejos que han de celebrarse este dicho día.  Los festejos importaron 712.70 pesetas. Misa, invitación. En el año 1938, se invita por la Comisión Gestora a la fiesta de la Candelaria del dos de febrero.

 

 

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