No podía ser un día cualquiera, fue el 14 de julio, un viernes caluroso de 2023. Un día de agobio por las altas temperaturas , del que te resguardabas en aquella tierra granadina del pago de Gumiel, entre la frontera jiennense y granadina, para dar testimonio de la composición geográfica de tu familia. Que por julio era por julio cuando aprieta mucho el calor, y la muerte ha dejado su huella con su guadaña mortecina. Y como manifestaba nuestro común amigo Pedro Amelio Villegas. “ Aprovechando el punto más alto de la aldea de las casillas de Gumiel , El, tu siempre amado Cristo de la Salud, te extendió su mano, y tú,, como siempre hiciste a todo, le dijiste que SI…. Aunque creo que ‘ temprano madrugo la madrugada…. Y era demasiado temprano’. Siempre estuviste dispuesto, no puedo olvidar la noche agosteña que, reunida en el patio de San Juan la Junta Directiva de Tu Cristo, buscábamos candidato a Hermano Mayor y no había nadie, recuerdo que tal vez era la primera vez que eso ocurría, y tras largo tiempo allí encerrados, TU diste el paso adelante y dijiste ‘“El Cristo no se puede quedar sin Hermano Mayor’ ‘ “aquí estoy yo’ te ofreciste para un año, y te quedaste para cuatro años ”.
Y te ofreciste como hizo tu
padre Saturnino López Pérez, un maestro
de albañilería que estaba entroncado con el famoso Manuel López Ramírez, La Morena y ocupó
cargos parecidos en el cabildo alcaláino como maestro fontanero y de obras, y
en su propia empresa. Nunca lo olvidaste y fuiste su testimonio del patrimonio
que, gracias a las manos de tu padre, quedaron en la iglesia de San Juan,
Cristo Rey, restos del Rosario y ermita del Ecce Homo. Y, por parte de tu
madre, recibiste la huella de tu otro abuelo que se vanagloriaba de haber
guardado durante algún tiempo a Pablo Batmala para salvarlo, pues ejercía de
manigero. Y la huella de cofrade sanjuanero quedó en tía grabada sin olvidar tu
querido Juego Pelota, pues fue dos veces nombrado hermano mayor en 1950 y 1950, y en varios decenios miembro de la Junta
Directiva. Y le seguiste los pasos de ser un hermano de la nueva etapa de
renovación de la cofradía, que mantuvo las raíces tradicionales y dio un nuevo
impulso a la hermandad. Vestiste, de pequeño, por primera vez, túnica nazarena
con farolillo de facundo en la hermandad en la tarde del Viernes Santo
cuando el Cristo salió en Semana Santa; palpaste la generosidad de tu padre en
muchas obras y enseres de la iglesia como los primeros bancos, como tu hiciste
en tu mandato; acompañaste a tu padre
como demandante en el campo, y no fallaste ningún año desde tu niñez a la velada y la publicata de fiestas en la víspera, la función de iglesia donde
intervenía una capilla de música y se hacía sermón por el párroco y capellán, la
procesión vespertina con el Cristo a hombros al principio y luego a ruedas con
chófer, y rezabas en las tardes del quinario septembrino y los domingos
sanjuaneros.
Cristo de la Salud, pasión y
gloria,
que en dulce
madero te clavaron,
Cadena de amor
de vital historia,
do los hombres
de bien se encadenaron,
Y, te caló esta gente y este mensaje, como hombre machadiano en excelencia, de buena persona que nunca perdiste los estribos y lo fomentaste con tus relaciones profesionales y familiares. Siempre, abrías la mano y eras generoso, ofreciendo tu amabilidad y amistad, de modo que nunca olvidaremos tus años de defensa ciudadana en la junta electoral ni tu oficio como abogado o entre tus compañeros de Priego. Si se preguntara a los amigos, te referirían miles de testimonios y recuerdos agradables en los que te ofrecías a ti mismo y ofrecías tu casa para compartir la convivencia. Siempre nos aportabas datos de la historia cotidiana de Alcalá la Real, Entre ellos, la asociación capuchina, a la que colaborabas siempre. Y dejaste tu huella en tu familia, Elisa, Manolo, Pablo y Fernando.
Hoy, sigue
apretando el calor, pero tu estarás recogiendo las palabras de aquellos versos
que cantábamos al Cristo de las Senagüillas.
Ánfora de
Salud, donde manaron,
los hijos que acudieron a tu
noria.
Atiende, pues, Señor,
esta plegaria,
hoguera de amor,
pasión y entrega,
enredada en
jazmín y luminaria,
patena de
Jesús, alfa y omega.
Enciéndenos la
eterna candelaria,
danos la paz y
el fruto de la siega.
Pues tu herencia paterna te
aportó tus raíces sanjuaneras, nunca olvidaste tu Cristo de la Salud, allí te
entregaste como hermano, devoto de la misa del Domingo y hermano mayor, lo
transmitiste a tu familia. Nunca lo olvidaremos, siempre tu entrega, su amabilidad
y generosidad y la amistad en el sentido etimológico de amor. Que te recoja el
Cristo bajo su seno. Clamavi coram te, Domine Deus Salutis,
FRANCISCO
MARTÍN ROSALES
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