Ha
y palabras que, a simple vista, ofrecen un ángulo semántico que nos impiden a reconocer otras acepciones que confrontan totalmente de su significado principal. Este es el caso de la palabra alivio, que se encuentra, en los contratos entre los molineros y propietarios con la grafía de alivio en los siglos pasados. Esta palabra con su sufijo ( “io”, del latín ium ) hace referencia a la acción un objeto) , aunque procede de la palabra aliviar del verbo del latín vulgar alleviare, que se remonta al latín clásico e adlevare (aligerar, quitar peso a algo), un verbo formado a partir del prefijo ad y levare, verbo con raíz del adjetivo levis (ligero, de poco peso). Muy lejos del significado instrumental, quedan las acepciones de aligerar que responde literalmente a hacer menos pesado, de quitar a alguien o algo parte del peso que sobre él o ello carga; o con sentido más restringido, disminuir o mitigar las enfermedades, las fatigas del cuerpo o las aflicciones del ánimo, descargar de superfluidades el cuerpo o sus órganos, acelerar el paso, aligerar o abreviar alguna actividad. Y menos aún, responde a los usos escasos de soliviar o. en tauromaquia, disminuir el riesgo de las suertes, especialmente al estoquear,noestrechándose con el toro, o aprovechando sus querencias para el remate del lance. Más bien, responde al objeto que sirve para dejar que un líquido salga por el aliviadero de un recipiente, para evitar que sobrepase un determinado nivel de este. Y, así lo manifiestan los textos antiguos, con las variantes alivio, alibio, aliviadero o aliviadera en los inventarios de los bienes muebles de los antiguos molinos.
Se encuentra este término en
muchos documentos del siglo XVI. En concreto, por un documento del notario
Francisco de Jaén, con fecha de primero de mayo 1537, se conoce uno de los molinos más importantes de Alcalá
la Real, el molino del Cubo que pertenecía al regidor alcalaíno Fernando
de Aranda. Estaba situado , según la declaración " en el río de
las Riberas, término de esta ciudad , lindero con el haza de Pedro Ramos”.
Según las cláusulas del contrato, se arrendaba por cuatro años, los molineros
se obligaban a pagar de renta de seis en seis días dos fanegas y
dos celemines de harina molida sin maquila, y el contratante a enviar por la
carga al molino. Valoraban en veinte ducados ( 8. 062 maravedíes) los aperos,
máquinas y materiales del molino. Y eran estos:
tres ranguas, que eran unas piezas de bronce para aislar de la humedad; tres portones , que eran las compuertas
para el agua; dos escaleras; piedras de rodeznos; seis sortijas, dos palas de
hierro con sus clavijas, una barrena, un anillo, tres guías harineras; dos canastillos; dos escoplos, una azuela,
una barrena, una cigüeña de hierro con un solera; cargadero con rueda de paso y biela del
cubo; un hornero, celemín y medio,
celemín, cuartillo y medio, cuartillo; y
una aldaba de la puerta del molino; barras de hierro, tolva, , dos ruedas, dos rodillos y una mano de hierro. Y se especifican en concreto
, otras cerchas de puentes bajas como palmar y ojales, a los que se añade los
aliviaderos en este contrato y alivios en otros casos.
Esta claro que hay que remontarse a tiempos anteriores y
contextos diferentes donde se especifica este instrumento que, a veces ,
aparece como aliviadera. Es decir, esa palanca
de los molinos harineros, consistente en
un hierro largo que baja hasta el madero o
solera donde está embutida la rangua; y llegando hasta el pavimento del Molino,
sirve para levantar y bajar la piedra de manera que haga la harina más o menos
delgada. Molinas, en su tratado de Maquinaria, la define que recibe el
movimiento por un tornillo mediante un volantito J, constituyendo un templador
o aparato aliviador; regula con la mayor precisión la separación de las piedras
[del molino], levantando más o menos la quicionera. Otros autores como Wilmes, nos la refiere como “ la
punta libre del banco [del molino, sobre el que está encajada la piedra donde
gira el eje] se apoya sobre unas piedras [...]; el otro extremo está unido por
un clavo a otra viga vertical, el a l e v i a d o r d e l a
m u e l a , que atravesando la bóveda [...] penetra en el piso superior del
molino”.
Nos viene a la
memoria muchos aliviaderos. Pero asistimos a un momento, en que la palabra
podía referirse en su gama de acepciones materiales y conceptuales al contexto
actual. Pues en estos momentos, nos encontramos en un momento de molienda del
futuro nacional, donde la maquinaria molinera va a producir la harina para el
futuro de nuestro país, y se necesita de estos alivios concretos, que muevan el
tornillo de las piedras de los diferentes bloques para templar y regular la
vida pública, regularizando la separación de los pilares de la sociedad de forma que permita una armonía final de
todo el movimiento.
Pero, no nos quedamos
con la acepción concreta y material. Coincidimos con Batle, que abría un nuevo
horizonte a estos elementos para paliar los tiempos de presión como asistimos
en los actuales tiempos: ,en los que se definía así la acción de los
aliviaderos como “vertederos
de aguas sobrantes embalsadas o canalizadas, que aparecía en una planta, alzado
y corte de un aliviadero, y de un escurridero en su medio. Por la poca altura
de los diques que habían de servir de andén, se hacía preciso echar puentes de madera
sobre estos aliviaderos, sin 1o cual mejor sería embovedarlos por causa de lo
poco que duraba la madera.»
Tampoco
olvidadnos las acepciones que se apartan de lo material y adquieren una
acepción conceptual de alivio, pues, en primer lugar, estamos necesitados de un descanso o desahogo
que
se siente cuando se aligera o quita del todo la carga o el peso, tras cinco años en los que se
vivieron con las dificultades más grandes desde una pandemia desconocida hasta
la última guerra de Ucrania. Con ello conseguiremos, la segunda acepción, la
disminución del cansancio, fatiga o enfermedad
del cuerpo, y también de las penas o aflicciones del ánimo. Y así recordamos,
cuando aquella crónica de a Conquista de Ultramar decía :«E porque tomasen con arte
y alivio del hambre e de la laceria que habían sufrido, tomó una parte de los
caballeros e de gente a pie de los más fuertes
y esforzados que halló.» Y, en esa acción y efecto de aliviar o aliviarse, no debemos caer
en aquella definición de la atenuación de las señales
externas de duelo una vez transcurrido el tiempo de luto riguroso, porque los
resultados han sido satisfactorios en muchos terrenos. Ni , en aquella acepción para expresar
ponderación o exageración como agarro un catarro de alivio. Pues la meta
no debe ser otra que no repetir un ciclo de confrontación y crispación que no fue
ejemplar y necesitó de muchos alivios,
numerosas aliviaderas y un por fin de aliviaderos, y, en palabras de la Celestina : «Algún alivio siento en ver que tan presto seremos
juntos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario