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lunes, 26 de noviembre de 2018

SANTA ANA (III) EN IDEAL ALCALÁ LA REAL




De una ermita a una aldea. De una aldea a la concentración urbana más extensa y populosa del municipio alcalaíno. De un asentamiento en torno a un camino de propios a un núcleo distribuidor de los pueblos de la zona norte de la ciudad de la Mota y de los Montes Orientales de Granada. Nuevas rotondas permiten el paso hacia tierras del sur jiennense y norte granadino en dirección hacia Noalejo e Iznalloz, hacia el municipio de Frailes y las Riberas, hacia la ciudad de la Mota y hacia las Riberas y Mures. Se plantean como plataformas que servirán para conectar sus dos zonas industriales, el Chaparral y el Llano de Mazuelos.Y Santa Ana no puede concebirse sin su iglesia declarada parroquial hace un siglo. Una iglesia romera que atraía en el mes de la cosecha agosteña a los alcalaínos para honrar a su patrona, y que se erigió en un emplazamiento apropiado, donde la alameda de su entorno y la plaza constituían un espacio entre rural y urbano. El primero fue testigo para parada de caballerizas, y el segundo para constituirse en un sitio amplio de concentración urbana.Destaca la fachada de la iglesia, ejemplo de manierismo renacentista y de los famosos maestros de obras de la Abadía, coronada por la espadaña y envuelta entre arcos de ocultos corredores que alojaban a los romeros y sus caballerías. Ningún visitante puede pasar de realizar la visita de su interior , contemplando dentro de la planta abacial de salón, un patrimonio singular de la comarca alcalaína: desde el retablo de Nuestra Señora de las Angustias atribuido a los Raxis hasta el grandioso y excelente cuadro de la Coronación de la Virgen, una obra de la escuela granadina del siglo XVI y del entorno del pintor Bocanegra sin olvidar el cuadro de la Inmaculada atribuido a Alonso Cano; tampoco puede quedar desapercibido el  testero o presbiterio de este templo con la imagen de la Abuela, recuerdo de la anterior imagen gótica, y la nueva peana del Árbol de Jesé. Ni los enseres de su patrimonio parroquial como el manto renacentista al estilo del padre de Juan Martínez Montañés.La plaza, junto a la iglesia de Santa Ana, es espacio urbano distribuidor de un conglomerado de calles que se enredan en callejones, calles radiales y reminiscencias de antiguos paso de terrenos de propios, donde se asentaron las viviendas de teja, los chozones de retama y algunas casas de rentistas y pujareros: Actualmente, las antiguas dimensiones de sus fondos residenciales  usurparon los corralones pecuarios y se convirtieron en unas  viviendas de mayor habitualidad y fueron reformadas con nuevas fachadas y balconadas  que sustituyeron  a las de dos cuerpos con pocos vanos, muy frecuentes en los siglos de la Edad Moderna.  Sobresalen varias calles que conectan con la carretera de Frailes: la  primera, más meridional,  recuerda los albores del siglo XX y adquirió auge con la instalación de la escuela pública; la  segunda, que dividió la antigua alameda,  transformada en vial urbano, y  hecha una realidad de residencias humanas, data  a finales del siglo XX, conecta directamente el parque  del  Comendador con la plaza, el antiguo  lavadero y la fuente del siglo XVI; y la calle de Nuestra Abuela, en tercer lugar, amplió el núcleo original hasta las Eras Alta y dio salida hacia los molinos de Huéscar y las Riberas. En torno a la plaza, se levantaban el local del cine, las tiendas, la escuela (recuerdo, entre otros maestros, a don Luís Gómez Feijjóo), la expendeduría de tabaco, las casas nobles (algunas recuerdan su diseño modernista de principios del siglo XX y se remontan a sus predecesores hidalgos, los dos que los hubo en la aldea allá por el siglo XVIII).En otras  direcciones, Santa Ana creció en terreno urbano:  por las Eras Altas se prolongó  aquella primer núcleo, por medio de las  casas de dos cuerpos,  y corralones; hacia la calle Perchel ,  como si quisiera beber de los huertos y convertirse en viacrucis semanasantero; y,  hacia la carretera de Frailes en dirección hacia el Humilladero, donde hubo un Calvario,  y , salvando una cantera que se mantuvo hasta mediados del siglo XX, alcanzó las huertas de la Fuente Rey  y Pasailla con  las  Casas Nuevas que  conformaron una unidad urbana que albergó a las familias obreras y engrandecieron su entorno con nuevas urbanizaciones. Reminiscencia de tiempos pasados, son las casas que forman discontinuamente la carretera de Frailes, donde, como lugar de tránsito, se abren locales de servicios (farmacia, bares, tiendas de supermercado…). Y este entramado urbano se entretejió con callejones que desembocaban hacia arterias y albergaron unas gentes inquietas y laboriosas. Los hay agricultores que supieron aumentar sus haciendas como los beneficiados de las tierras de la casería de Viedma, hortelanos que regaron sus hortalizas de la Fuente del Rey, la Pasailla y la Lastra, molineros que mantienen un pan que surtía las viviendas alcalaínas en siglos pasados, emprendedores que trabajan la madera, la albañilería, y ofrecen sus servicios comoSe consideran obras patentes y evidente muestra del progreso de la actual Santa Ana su centro escolar dentro del Colegio Público Sierra Sur, su consultorio médico, sus asociaciones de mujeres, sociales, deportivas, de deportes, de vecinos y de AMPAS entre otras, cofradías como la de la patrona La Abuela y Virgen de la Cabeza. Y es que Santa Ana casi extiende su abrazo a la ciudad de la Mota por la Fuente del Rey (en torno a la Coronada y los Llanos) y une sus manos por el Portichuelo. No puede extrañar que estas dos unidades poblacionales de Santa Ana de Alcalá la Real alcancen estos datos demográficos, que el INE recoge en 2017: 992 habitantes ( 1301) , y 775 (1302).  Casi vuelven a los tiempos de la mitad del siglo XX antes de la diáspora.


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