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viernes, 15 de abril de 2016

NO TIENE DONDE CAERSE MUERTO




Mira  qué rica  es  nuestra lengua española, pero, mira por dónde, que siempre caemos en la extravagancia y el  continuo snobismo de trasladar vocabularios de otros países, sobre todo de la lengua  inglesa  A veces, parece como si quisiéramos ocultar algo de nuestro entorno social   y no expresar  las cosas claras. Al pan, pan; y al vino, vino. Ocurre esto cuando una persona normal  quiere leer  y formarse con artículos, opúsculos o libretos de un nivel superior a la norma lingüística y se dan con bruces en medio de la abstracción más profunda que lo eleva a una nebulosa  de la incomprensión. No sólo necesita un diccionario  para que le aclaren  algunos vocablos sino para que le desentrañen acrósticos, siglas, signos, construcciones, anagramas y sintagmas que aparecen por doquier en el transcurso del relato y suelen ser solamente los registros idiomáticos  de un grupo cerrado. Parece como si  los autores de los escritos se reservaran los conocimientos a la manera de guardarse sólo para ellos mismos   el bálsamo de Fierabrás.
            Esto ocurre en todos los campos. Incluso, en los más insospechados como en los ensayos de estudios sociales- Hoy,  preocupa en grado sumo la situación de enorme  pobreza  en la que se desenvuelven muchas personas en contraste con el mal reparto de la riqueza. En cualquier  medio de comunicación, puede recogerse datos  comparativos que alarma  al más pintado. Si no , ¿ a quien no le espanta la fractura social que se está produciendo  en la sociedad española cuando se incrementaron los índices de  pobreza hasta tal punto que  ha llegado a ser el 20 %  de la población española?
            Para colmo de males, si  llevamos a cabo  el contraste con  otros parámetros socioeconómicos,  nos  dan ganas de llorar: un tercio de la población española casi está en riesgo de exclusión social, se han incrementado la diferencia entre las rentas más altas y más bajas, se está produciendo el aumento del precariado, y ha nacido la figura del trabajador pobre.  Por eso, es duro este párrafo de  Oscar Mateos y Jesús Sanz, pero es una cruda realidad “Se está produciendo un cierto  proceso de la descomposición de la clase media, que ha visto caer en picado su poder adquisitivo, sus niveles  salariales y sus condiciones de vida . Este proceso de desclasamiento ha llevado a la cola de la asistencia social a miles de personas que nunca lo habían hecho, reconfigurando , por tanto , el rostro de la pobreza.   Sin darme cuenta, estoy cayendo en el mismo error que estaba criticando, el   de  liarme  con las cifras, los vocablos raros y  las citas casi incomprensibles.
            De ahí que  me vino a la mente aquella frase muy ilustrativa  de  nuestra rica lengua refiriéndose a muchas personas que no tienen dónde caerse muerto  y eran víctimas  de llegar al grado más profundo de la pobreza  por circunstancias  personales o sociales que le llevaron  a la indigencia absoluta hasta tal punto que ni siquiera podían  ocupar un pedazo de terreno para  su cuerpo al final de la vida. E, incluso, más explícitos se encuadraban en aquellos antiguos grupos    que recogían los censos y padrones y los definían “pobres de solemnidad”.  Les colocaban un cero  a la hora de aplicarle cualquier medida impositiva o en la aportación de recursos o bienes a la sociedad. Y la gente se quedaba tan pancha, o, más bien paliaba su situación con algún que otro detalle de caridad o le aplicaban un pequeño recurso público a modo de beneficiencia. Eran los años del reparto del pan a los pobres en las crisis de subsistencia, o, como una gracia especial, en tiempo de festividad  solemne del calendario cristiano como la celebración  delas Pascuas.
            Actualmente, se ha pasado del momento de acabar en algunos lugares, regiones y comunidades  con el paro, y de esto no hace muchos  años.  a una situación mucho más diferente, casi en las antípodas de la anterior. No es de extrañar que muchas ofertas electorales de los últimos comicios  se centrasen, con razón y con sentido, en resolver este triste panorama mediante contribuciones públicas  a las  familias de un mínimo vital para poder subsistir y afrontar sus  servicios básicos.
            Por eso, me vino en mente con aquel dicho repasar muchos conceptos que se presentan en el argot laboral y no pueden pasarse por alto. No sólo para comprender y contribuir con nuestro grano de arena, más bien de solidaridad, a la situación, sino también para sensibilizarnos ante esta cruda realidad con este vocabulario que desarrollaremos en varias fases y artículos.
            Y centrándonos en la pobreza se puede partir de aquel  pobre de solemnidad para  acabar con el  denominado actualmente como  precario. Y dentro de esta tragedia, la gama  es  compleja y  con muchos matices. Pero, lejos de los mendigos y  los pícaros de antaño y de ogaño ( que no tenían más remedio que su ingenio y travesura para salvar el pellejo), se  encuentra el pobre estructural  que,  en los tiempos de vacas gordas,  no pudo alcanzar el mínimo vital de modo que,  en los que corren ahora,   este sector de personas se  consolidó y aumentó en grandes proporciones. Y, además, nos vienen el recuerdo aquel dicho “pobre , pero honrado”, que se ha extendido por muchos rincones, es la nueva figura del  trabajador pobre, otro sujeto  que hace referencia a las personas que tienen empleo pero no disponen de ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas y rozan la exclusión social, se las ingenian con miles de fórmulas ante este envite y embate que les  causó este tsunami de la crisis prolongada en la que nos movemos. No nos olvidamos del pobre nuevo, personas que  pertenecían a la clase media, y, de la noche a la mañana, les faltan los recursos para vivir  una vida digna al ser apartados repentinamente del mercado laboral durante un largo periodo de tiempo,  y eso que tienen competencias laborales para afrontar un oficio y un puesto de trabajo,  Para terminar , esta horrenda  crisis  ha provocado  el nacimiento del Precariado,  de la mano de la globalidad, esta figura no es sino aquella persona con formación cualificada que, en otros tiempos, podía gozar de una estabilidad económica y laboral y actualmente está zarandeada por la temporalidad y eventualidad constante de modo  que no sabe por donde saldrá el sol  el día de mañana, y vive una tortura constante y sin  preavisos de seguridad  laboral.Se encuentra con la necesidad perentoria  de  tener que asumir un trabajo precario  que no pueden desechar, un trabajo que no les cubre en modo alguno las necesidades primordiales.
            En este capítulo, nos hemos desenvuelto en el terreno de las palabras que comienzan con  p de pobreza. Creemos que esta realidad se encuentra en el reino de Jauja, y, a pesar de los grandes   esfuerzos de asuntos sociales, este tipo de trabajo precario y temporal es muy frecuente en nuestra zona para estos sectores y  abundan a nuestro derredor algunas personas que no pueden afrontar gastos tan simples como una dentadura para  comer, gas o electricidad en sus casas, el pago del alquiler de la vivienda, e, incluso, alguna medicina o una alimentación básica. La  letra p  de pobreza parece como si fuera maldita,  pero cerca de su escala alfabética estará la n de nada, ninis, que dejaremos para el próximo capítulo.



 



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