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lunes, 4 de abril de 2016

LA LUCHA POR EL VINO ALCALAÍNO EN COMPETENCIA CON LOS VINOS CORDOBESES. SEGUNDA PARTE DEL CORREGIDOR DE JUAN DE SORIA VERA.

 En su tiempo se recrudecieron las luchas de bandos entre las familias hidalgas de la ciudad. La vida municipal había recaído en un grupo municipal reducido compuestos por nueve regidores que había logrado hacerse con el control del poder político y económico, a su vez ligado con los Sotomayor y los Salazar en detrimento de las familias de los Cabrera y los Aranda, descendientes de los antiguos hidalgos de sangre. A ello, se añadía la conflictividad surgida por la introducción y competencia de los vinos cordobeses y granadinos en la ciudad de Alhambra. El enfrentamiento se complicaba con otros asuntos relacionados con los intereses agrarios y ganaderos de cada uno de los bandos. 

 Pues la roturación de los campos servía para unos aprovecharse de su influencia para usurpar las tierras roturadas mediante los mecanismos más ilegales del cohecho y los vicios de una administración clientelista y corrupta. Por otro lado, los intereses comerciales de la venta del vino que era el único producto de intercambio entre Alcalá y los pueblos comarcales y , sobre todo, Granada venía sufriendo la competencia de los vinos cordobeses, principalmente de Lucena y de las nuevas plantaciones que habían surgido en los pueblos granadinos. Algunos miembros del cabildo y otros relacionados con el reducido número de regidores como el escribano y regidor Luis Méndez de Sotomayor se había enriquecido con la nueva situación acaparando títulos( escribano mayor del cabildo , administración de millones, regidor) y con los beneficios de la entrada de los nuevos vinos de Lucena en la ciudad de Alcalá la Real.

 Al ver amenazadas sus haciendas las clases hidalgas apartadas de los regimientos años antes con motivo de la reforma de Gilemón de la Mota se aliaron con los propietarios de viñedos y levantaron a la ciudad, convocándola a concejos abiertos al toque de campana. Sus protestas radicaban en acusar al cabildo de malversación de los fondos públicos derivados de los bienes de propios, Pósito y del cobro de los arbitrios de las tierras roturadas y, por otro lado, en la defensa del vino alcalaíno impidiendo la entrada de vino foráneo. Incluso formaron federaciones y bandos al frente del don Rodrigo de Cabera y Luna mediante la convocatoria vecinal para hacer una bolsa y arca común. Para colmo de males, los nuevos impuestos sobre el toldo de la sal ocasionaron un levantamiento popular, en el que se enzarzaron los distintos bandos de la ciudad apoyados por las clases populares. La actuación del corregidor Soria y Vera fue tajante, pues no permitió las convocatorias de los concejos abierto al interpretarlas como un intento de levantamiento de uno de los bandos, el de Rodrigo deCabrera, que se había caracterizado por su rebeldía al pago de los impuestos sobre las tierras que se habían roturado para hacer frente a los gastos de la compra del Castillo, el pago de las alcabalas, la moneda forera y los préstamos obligados para los pagos a la Corona. Además de ser los más defraudadores y deudores, su política de obligar de un modo razonable a todos los vecinos chocaba frontalmente con las malvadas intenciones de aquellos que habían usurpados ilegalmente muchas tierras limítrofes con las tierras roturadas. Tampoco podía apoyar sus actuaciones criminales que llegaron a matar a un arriero que transportaba el vino importado por Luis Méndez de Sotomayor, destruyendo sus haldas y sus cargas. 

  El otro bando, a su vez, amparado en la fuerza del cabildo, los Salazar, Sotomayor, empuñó las armas y en más de una ocasión se enfrentó abiertamente con los Cabrera y Pineda. No le quedaba más solución al corregidor jiennense que ejercer su autoridad, castigando a los culpables de todo este tipo de tropelías y obligándolos a que pagaran las deudas y, además, hizo nuevas ordenanzas que prohibían la entrada de vino orasteros a la ciudad.
La ciudad estaba en obras de algunos conventos que se renovaban con la ayuda de los fieles y la limosna del propio cabildo. Entre ellos, en 1532 el monasterio del Rosario solicitó una donación de mil ducados para la obra de su convento cuya facultad real se recibió cuatros años más tarde resarciéndose de los gastos con el arbitrio de tierras roturadas en los años anteriores.Preocupado por la salubridad de la ciudad, en su tiempo, se levantó un nuevo lavadero de la Tejuela, encargándose la planta de la obra al maestro de obras Juan de Aranda Salazar, que recibió cien reales por su trabajo en el año 16311.
En su tiempo el maestro de danzas Juan Padilla actuó en las fiestas del Corpus.



1 AMAR. CAJA 167, LEGAJO 2.





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