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martes, 1 de diciembre de 2015

TORRE DE LOS PEDREGALES

TORRE DE LOS PEDREGALES


            La torre de los Pedregales se levanta en la ladera de la colina de  su mismo nombre, recibe las aguas de la Fuente de la Negra y se yergue herida por la higuera nacida en medio de su tambor cilíndrico. Por las tardes sangra con los colores del crepúsculo y del atardecer. Jalona una de los tramos que se extienden desde Gibraltquite hasta las Mimbres pasando por la torre de la  Cañada Membrillo. Es un canto del patrimonio  herido por el tiempo y por la falta de atención a los tesoros apartados de los recintos históricos y de los monumentos patrimonio de la humanidad. Abundan muchos testigos del la poliorcética militar en el antiguo del Reino de Jaén que claman por su rehabilitación , reconstrucción o su mantenimiento. Esta torre es una denuncia ante la desgana por salvar lo que amenaza su pronta ruina, ante la impasibilidad de recuperar muchos bienes de interés cultural  que necesitan de una eficaz intervención y ante la insensibilidad de la piqueta destructora que provocan  los destructores del patrimonio por las prisas intencionadas o los intereses crematísticos.
            La torre de los Pedregales es un canto de cisne de la abadía, porque mira y se orienta a los antiguos terrenos de  esta demarcación religiosa que se mantuvo hasta mediados del siglo XIX. Vigila los antiguos caminos y carretera actual de Priego e ilumina el sendero de un tiempo, en el que poder se extendía hasta Carcabuey, pasando por Priego y Almedinilla sin olvidar Fuente Tojar y Castillo de Locubín. Estrechaba lazo con unos pueblos  que intercambiaron cultura, economía y política. Por este lugar pasaron artistas que triunfaron en las tierras de la Subbétuca cordobesa como la familia de los Raxis, Pablo de Rojas o los canteros de la familia Bolívar y de los González y los escultores barrocos , a saber, el alcaláino Remigio del Mármol o los prieguenses Pedrajas, José de Priego o Álvarez Cubero entre otros.     Esta torre es testigo de las relaciones comerciales y de la promoción de la riqueza de muchos prieguenses y cordobeses, que se afincaron en tierras alcaláinas como la familia los Mármol; sirvió de paso para promocionar políticos como la familia de Abril  que regentó  la dirección del partido conservador  y  alcanzó los  puestos más altos del congreso de Diputados durante un sigilo que abarca desde los años cuarenta del siglo XIX hasta  el tercer decenio del siglo XX.
            Esta torre  envía el último adiós a los viajeros cuando se dirigen a las tierras del sur de Córdoba. En medio de un paisaje  de hábitat disperso, las Caserías se extienden entre cortijos convertidos en almacenes,  naves de aperos, casas de segunda vivienda, mansiones abandonadas con tinados y zahurdones destruidos, o , simples trozos de paredones  en medio de tejados hundidos y escombros de cañizoss, yesos amarillentos y abundanrtes  mampuestos. La Venta Fantasía  ya  es un recuerdo de los antepasados y  una casa de reclamo que jalonó la abandonada carretera  que conducía al Puente Suarez. Dos ermitas con una pequeña espadaña, una de los años sesenta del siglo pasado y otra un antiguo oratorio rural  que pertenecía a la familia de los Biedma, reúnen ocasionalmente a su población ausente con motivo de las  fiestas de la Virgen de Fátima (las Flores de Mayo) y de San Isidro. Es  un cambio profundo que se palpa en algunas  aldeas de  la comarca alcalaína, donde los cortijos, chozones, casitas de aperos, abundantes y dispersos en terrenos roturados albergaron a una gran partte de la población alcaláina y ,  en  los tiempos actuales desde los años treinta del siglo pasado , sus vecinos emigraron al casco urbano u otros lugares de España y el extranjero convirtiendo su vivienda sin el calor humano y dejando  aquellas tierras al amparo de las nueva tecnología. Como signo de modernidad, se topa el viajero con las instalaciones de la ITV,  la modernización de las almazaras o su trasformación en muestras museística y algún que otro puente colgante para pasar la carretera autonómica. Melancólicamente, esta aldea ofrece, además de la migración de la población del siglo pasado, la  escuela abandonada por ausencia de niños en edad escolar o, como  acontece en otras aldeas,  convertida en centro social o lugar multiusos al servicio de los aldeanos haciendo las veces de  lugar de reunión, espacio deportivo, sitio de ocio y asociacionismo, generalmente de mujeres.  Sus  escasas fuentes lagrimean  o  se encuentran con los caños llenos de moho  por  la gran  cantidad de perforaciones que se han realizado para el regadío de los olivos o  la explotación acuífera  con  fines domésticos y hortelanos.  Los caminos denotan el viario tradicional, a veces seccionado por la ambición humana que reduce su anchura,  y, en algunas ocasiones, incluso se han roturados los que fueron caminos vecinales, veredas municipales, servideras, e, incluso  caminos reales.. Este tipo de aldeas no muestra la presencia del turismo interior de procedencia extranjera; tan sólo algunos disfrutan de sus casas como segundas viviendas.

            Desmela torre de los Pedregales, el otoño se motea dela caída de las hojas ocres de  algunas alamedas o  chopos junto a los arroyos y barrancales. El membrillo  y las  gamboas jalonan muchos lindazos de fincas  con  su amarillento fruto reclamando la mano que lo convierta en  aperitivo de invierno. Si hubiera que definir esta torre por una estación y  una hora del  dia se elegirían los atardeceres del mes de noviembre para contemplarlos desde la fortaleza de la Mota. En medio del lugar del antiguo cementerio, convertido en una gran explanada, sus paredes ni siquiera las almas ni los espíritus de nuestros antepasados, tan solo la campana tañó el toque de difuntos a mediados de  noviembre con el triste atentado de la ciudad de París. La globalidad y  las nuevas tecnologías acercaran  la pena y  la rabia mundial  para    pintar un cuadro ensangrentado en el  crepúsculo del anochecer  que sugería el  horizonte roto por la torre de las dispersas  Caserías. 


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