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domingo, 20 de diciembre de 2015

JUAN FERNÁNDEZ ÁLVAREZ


Se han perdido desgraciadamente las familias artesanales en estos tiempos de la globalización. Y estos artesanos de la madera, de la cerámica y de la construcción contribuyeron, con su saber y la experiencia transmitida a través de sus hijos, a que se perfeccionara el dominio de muchos oficios y a que las ciudades recibieran las aportaciones estéticas de sus saberes. Este es el caso de la familia de los Fernández Álvarez, que brillaron en el siglo pasado dentro del mundo de los albañiles alcalaínos. Probablemente, su origen se remonte a tiempos remotos, pero el patriarca fue Miguel Fernández que trabajó bajo el cobijo de Manuel de la Morena en muchos rincones de la geografía andaluza y supo transmitirse el amor por este trabajo a sus hijos. Todavía, su hijo del mismo nombre, es un fiel testigo de su obra. Pero Juan, el mayor, falleció recientemente y, con él se cortó el nudo umbilical edilicio. Pues, la nueva sociedad amplió su actividad en otros campos derivados de la albañilería , centrándose como encargado de la gestión de la sociedad cooperativa en la que se integró durante muchos años del siglo pasado, La Cooperativa Alcalaina de Santo Domingo de Silos. Juan fue testigo de aquella pequeña revolución alcalaína de los años de desarrollismo que se manifestó en las nuevas edificaciones públicas como colegios y obras públicos de la ciudad de la Mota, y también participó con sus gestión en algunos cambios que transformaron la habitabilidad de los alcalaínos, ya que su empresa construyó los primeros bloque de piusos en las zonas de expansión que superaron el casoc antiguo.

Juan compartió amistades y el barrio de San Juan con sus padres y vecinos, formó pandilla con los hijos de las familias de diversas ramas de los Rosales, Heredia. Ruiz, Arjona...estableciendo un lazo que perduró hasta el final de sus días; incluso, residió, y crió sus hijos en una de las viviendas que se levantaron en los solares de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, desgraciadamente destruida a mediados del siglo XX, una casa que mostraba las marcas del oficio constructivo. Luego, bajó a otros lares de las calles del centro de la ciudad, la de las Angustias y Obispo Ceballos disfrutando de su jubilación y del retiro merecido con su esposa Aurora.
Pero Juan no olvidó nunca su barrio ni su hermandad, sino mantuvo los vínculos con la hermandad sanjuanera y la devoción del Cristo de la Salud. No se me olvidará el año en el que se presentó para ocupar el cargo de hermano mayor, una año que se renovó la solería de la iglesia de San Juan. Lo intentó y cooperó con todo lo que pudo realizando la donación de parte de su solería marmórea para embellecimiento de aquella ermita, a la que acudía a rezar "al santo de las senagüillas". Esta devoción transmitió a a sus hijos y nietos , sobre todo a la familia de su hijo Juanmma, que han participado y siguen colaborando activamente en la Junta Directiva de la Hermandad del Cristo de la Salud.

 Como hombre afable, siempre se nos acercaba a mantener una conversación agradable y superaba sus dificultades auditivas para recordar antiguas vivencias compartidas en la cofradía y entre las familias, cuyos hijos recogíamos los frutos de la sana amistad de nuestros padres y vecinos. Últimamente, nuestro contacto se hizo más intermitente porque residió en los últimos años de su vida en la ciudad de la Alhamra, donde murió. Pero, siempre me recordaba tu amistad la mujer saharahi que os cuidó en los últimos años de la vida. Hace unos días la ví y sus recuerdos me trajeron a estas páginas estos versos algo corregidos " Adiós. Me voy. Perdona mi partida. / Vuelvo a la tierra en donde está la vida/de un alcalaíno que perdió su canto".        

4 comentarios:

  1. Gracias Paco, a él le hubiera gustado leerlo. Y a mi madre.

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    1. A vosotros, un abrazo. Gracias por tus palabras del correo.

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  2. Ante todo darte las gracias por este precioso artículo acerca de mi abuelo. Poco que objetar a una detallada biografía profesional y personal tan bien redactada.
    Permíteme comentarte que su segundo apellido era Armenteros, siendo Álvarez el segundo de su padre Miguel (supongo que de ahí la confusión).
    Gracias de nuevo, procuraré escribir una reseña (más personal), para el programa del Santo Cristo de la Salud y Virgen de las Mercedes.

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  3. Evidente, pido diculpas por el apellido.

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