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martes, 10 de noviembre de 2015

UN CUENTO. EL NIÑO MUERTO..


EL NIÑO MUERTO

          También recogido del libro de Guardia Castellano “De mi pueblo y de mi hogar” es el argumento de una película que se echaba en el cinematógrafo de principios de siglo XX en la Plaza del Ayuntamiento, por cierto muy frecuentado por la población.   Otros temas de cine  eran sobre vidas de santos, reyes, generales, detectives, bandoleros, celestinas, damiselas, diablos, barcos, raptos en una aeroplano, robos en cementerios, erupciones del Vesub






io y bodas en el infierno.

          Empezaba el  autor viendo dicha película e iba contando:

          Érase un matrimonio que se había unido más por intereses que por afecto y cariño de tal modo que se habrían divorciado ya desde hace tiempo sino fuera por el hijo de esta unión en la que tenían puestos sueños contrapuestos.
          El padre era un conde arruinado, jugador, mujeriego; la madre era una honrada mujer del pueblo, hija de un afortunado naviero. Este último legó en su testamento toda su fortuna al nieto ante la conducta impropia de su yerno con respecto a su hija. A pesar de que no le correspondía aquella fortuna, el padre malgastaba sus rentas con el juego. Para colmo de males, no sólo era un derrochador y disoluto sino también un insidioso y un criminal. Pues maquinó la muerte de su  propio hijo para quedarse con la fortuna.
          Una noche, mientras dormía su hijo, tomó un fresco de veneno y  se lo puso junto a la mesita del  hijo que se encontraba enfermo como si se tratara de una medicina para curarlo. Inmediatamente, intentó marcharse  de la habitación para esquivar cualquier tipo de sospechas. Sin embargo, la madre estaba presenciando todas las maniobras escondida tras un tapiz del dormitorio que ocultaba las  rendijas de la  puerta del dormitorio del niño lo estaba viendo.
          
La madre se inquietaba por los alaridos del niño que no pegaba ojo y no sabía como lo podía adormecer. Cayó en la cuenta de que en el armario tenía un beleño que era una pócima antiansiolítica diagnosticada por el médico en los momentos de sus crisis de nervios. Se lo dio al niño y quedó dormido. A continuación, envió al niño a una amiga suya modista.
          Le prepara una cajita cerrada donde en su interior encierra al niño y su ropita. Llama a un mandadero para que se lo entregue a la costurera.  Cruza calles y caminos hasta entregarlo.


Se interrumpió el cinematógrafo y no se supo cual era el final o desenlace de este Niño Muerto.

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