EL DÍA DE SAN AGUSTÍN
lA FERIA DE ALCALÁ LA REAL se celebraba en nuestra ciudad para servir de sitio de
transacción de ganado y productos agrícolas
y otras mercancías a finales del mes de agosto a partir del día de san
Agustín. Así en el cabildo del diecinueve de abril del 1655, los miembros del
ayuntamiento solicitan al rey que les
dé permiso para que se le conceda feria desde el día de san Agustín
hasta el cuatro de septiembre y se pueda cobrar
al mismo tiempo recuerdan que
era una costumbre de la ciudad dicha actividad comercial, donde vendía,
compraba y traficaba animales, enseres del campo y otras menudencias entre los
alcalaínos y otros habitantes de pueblos de la comarca por estas fechas.
Pero la feria fue instituida y concedida a la ciudad por Carlos II por cédula del julio de 1688, En el
cabildo del veintiséis de agosto ilustra de los preparativos de la feria que se
mantuvieron hasta el año 1984. Se establecía una aduana, en donde se
registraran todos los ganados que vinieran a la feria, en la puerta del mesón
de María Abaastro o en un pasaje que estuviera cercano, lo que durante muchos
años fue la posada o cuartel de los Álamos y hoy esquina con calle del abad
Palomino. Allí era el sitio donde concurría más gente y estaban preparados dos
regidores y jurados, los concejales de hoy, para recibir cualquier denuncia de
fraude. Además, disponían cuatro guardas de campo, montados a caballo, hoy
sustituidos por la policía municipal y el cuerpo de la guardia civil, que se
encargaban de controlar todos los ganados que entraban y salían de la feria.
Los forasteros solían poner tiendas que eran controladas por el señor
corregidor, el alcalde actual, y los anteriormente nombrados comisarios de
ferias para imponerles el impuesto del cuatro por ciento. Este impuesto y toda
transacción corrían a cargo de un corredor que no sufría alteración de sus
ingresos durante la feria.
DEL SEIS DE SEPTIEMBRE AL CATORCE DE SEPTIEMBRE
A pesar de que sufrió algún
cambio de fecha por las actas de principios del siglo XVIII, la feria se
celebraba desde el seis de septiembre hasta el catorce de septiembre. El
control de la justicia era bastante más riguroso y algunos años como en el 1708
debió verificarse un registro especial entre los labradores. Curiosamente, la
roturación de nuevas tierras en detrimento de la actividad pecuaria va a dar
lugar a que, a partir de ahora, se controlen las transacciones agrarias de
cereales que se llevaba con gran intensidad en la feria. Al mismo tiempo, van a
ser tiempos en los que la
Corona continuamente reclame los derechos y privilegios
concedidos de esta actividad, unidos a los del dosel y el tratamiento de
señoría, como síntoma de una época en la que se intentaba recaudar de las
ciudades todo tipo de recursos.
LA FERIA A PARTIR DEL CATORCE DE SEPTIEMBRE
En tiempos de Fernando VI, ya se
iniciaba la feria a partir del día
catorce de septiembre, según pone de manifiesto el catastro de la Ensenada. También , hasta el año 1834, respetó la feria de Noalejo, que acontecía por los días del diez al doce. se iniciaba, a principios de siglo desde el día quince hasta el veintidós.
A mediados del siglo XIX, va a sufrir
varias transformaciones atendiendo a las fechas de otros pueblos como
Torredonjimeno hasta fijarse a finales
de siglo el día veintiuno de septiembre, ya que la tosiriana se celebraba por los días
comprendidos entre el ocho y diez.
LA FERIA A LOS FINALES DEL SIGLO XX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI
Se acomodá al último fin de semana en torno al 21 de septiembre, por razones puramente de ocio más que comerciales y atracción de visitantes, figurando el día del santo como algo convencional.
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