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viernes, 18 de septiembre de 2015

DICCIONARIO BÁSICO PARA LA FAMOSA FERIA DE GANADO DE ALCALÁ LA REAL

DICCIONARIO BÁSICO PARA LA FAMOSA FERIA  DE GANADO DE ALCALÁ LA REAL

 

Háblamos de la feria en 2008 y se concretaba en  divertirse en  casetas de asociaciones y grupos sociales variopintos, o en disfrutar de algunas actividades derivadas del mundo del ocio y, a lo más,  en  sentir nostalgia por la feria de un ganado que se nos marchita. Pero, si nos remontáramos a mediados del siglo XX, e, incluso, a siglos  anteriores, tal vez el núcleo de dinamizador de la feria era la compraventa  del ganado y sus protagonistas fueron los correores, ganaderos, campesinos, gitanos, veterinarios, la guardia civil, la caseta de los arbitrios y, cómo no, el mundo animal. Tal vez, todo se dirimía entre payos y gitanos, y  los personajes fueron los miembros de la familia de los Fajardo, los Fernández, los Flores, los Muñoz,  y quien sabe si algún que otro. Por eso, vayamos a alguna fuente oral  que nos comunique el presente con el pasado, y haya participado de aquellos tiempos y de aquellos negocios. Y,  Teleforo Flores, un gitano enraizado en la feria desde que le salieron los dientes, nos decía.: “Hombre, don Paco, qué aquí hay un duende especial para los tratos, no sólo sé se remonta a  mi bisabuelos, mis tatarabuelos, que sé yo….”.

 


ALCALÁ, CENTRO COMERCIAL DEL BAJO GUADALQUIVIR

Decíamos ayer “Alcalá la   Real fue siempre un lugar de paso  y de intercambio comercial, social y cultural entre los pueblos de los antiguos reinos de Granada, Jaén y   Córdoba. Era, en efecto, un cruce de caminos obligado los diversos tipos de viajeros que  cruzaban y recorrían las tierras de  Andalucía o bajaban de Castilla  hacia el reino de Granada. Desde que se instituyó la Corte en Madrid,  a partir del siglo XVII, el camino real era frecuentado por  todos aquellos que se dirigían a Granada o volvían de la capital de España, a través de una importante vía del Llanillo alcalaíno. Secretarios, miembros del Consejo de Estado, escribanos de la Corte, abogados, religiosos de las nuevas órdenes y mercaderes   pasaban por la ciudad alcalaína para  pernoctar o, simplemente, de paso  hacia sus destinos en donde debían resolver  los pleitos judiciales en la Chancillería de Granada o los complicados asuntos relacionados con la Corona. Por el camino  de Córdoba,  los viajeros y los comerciantes  de la campiña cordobesa y de las  antiguas tierras de la orden de Calatrava se adentraban  en una extensa red comercial, en la que  grandes grupos de arrieros traficaban el  vino, el aceite, el trigo y otros alimentos con destino a la capital granadina y malagueña.  Por otro lado, desde Murcia procedía otra ruta comercial que, además  de comercializar el trigo desde  Totana y los puertos del Mediterráneo a través de Iznalloz, tuvo gran importancia en el abastecimiento de las libras de seda para este tipo de artesanía que fue muy pujante en  Granada, y, también,  en el siglo XVI  y XVII en la comarca alcalaína. Desde Málaga, los playeros, hasta principios de siglo XX, acercaban a los pueblos de Córdoba y Jaén  por un camino que desde  Vélez –Málaga atravesaba la comarca alcalaína y se bifurcaba hacia Priego y el Castillo de Locubín. A todo ello hay que añadir las redes intercomarcales de los mercados de ganado y de productos básicos, cuyo centro más importante  se asentaba por el mes de septiembre en la feria de Noalejo sin olvidar otros caminos de menor trasiego comercial que enlazaban con Montefrío, Castillo de Locubín, Baena, Priego o Moclín”. . Y, aunque un poco más lejanos, también comunicaban con  los pueblos  del corregimiento: Loja y Alhama de Granada”. Tras este largo exordio, el Tele me corta.”Yo eso no lo sé, pero aquí debieron llegar hasta los gitanos de Egipto, mi don Paco, y los gitanos de la corte de Faraón”.

ALCALÁ, CIUDAD DE FERIA

Seguíamos con el diccionario y, al día siguiente,  Teleforo  me trajo unas palabras anotadas. “Feria, mi don Paco,  sí siempre hubo feria de ganado que yo conozca”. Le  confirmo que, en el siglo XII, ya  lo escribía Pero Marín refiriéndose a la venta de esclavos cristianos que se realizaban en la fortaleza de Aben Zayde. Luego, allí, tras la conquista cristiana, se colocaron el rastro, la alhóndiga, la casa de los pesos de la harina, los mesones y los mercados.  Como diría el profesor de la universidad sevillana Pedro Cano Ávila acerca de la enorme importancia de este puerto terrestre de entrada de Castilla al reino de Granada: “Si nos atenemos ahora al valor económico del comercio entre los reinos de Castilla y Granada, y sobre todo a través del puerto de Alcalá la Real, llegaremos a la conclusión de que fue realmente importante”

EL ALMOTACEN

“ Que no, que yo no conozco a ese hombre; yo conozco,  Paco mío, al correor”. Bueno, se lo voy a  describir.
Era el encargado del cabildo municipal  para controlar los pesos, pesas  y medidas de granos, frutos, carne, y vino, así como la tipología de los cántaros de los aguadores según le ordenaba el caballero o fiel ejecutor del cabildo y de acuerdo con las tasas que imponía el ayuntamiento. Debía presentarse en todos los tratos con el marco, pesas y medidas. A este oficio, se le añadía el ser el encargado del corral del Conejo (se hallaba por el Pilar de las Tórtolas) donde se encerraban los animales de abasto de la ciudad, y asumía, además, las funciones de limpieza de las calles  y vías públicas,  el uso de las fuentes y lavaderos públicos. .   Especialmente, recibía el nombre de fiel corredor de granos el que se encargaba de controlar el peso de los cereales, por los que cobraba una tasa diferente entre compradores forasteros o locales.  De ahí  proviene el nombre de correor, como mediador entre compradores y vendedores de las ferias de ganado. Con lo recaudado, se le pagaban cuatro reales si se ocupaba una mañana y otros cuatro por la tarde; si denunciaba una situación de fraude, se llevaba la tercera parte.
Y, de nuevo, el gitano me interrumpe: “Que no, que no, que nosotros pasábamos de un trato  a otro, de compradores a vendedores,  e, incluso, nos convertíamos en  auténticos correores en un santiamén: por eso, lo éramos todo, correores, correores, eran pocos”
Bueno dejemos, que el fiel almotacén fue sustituido por otros personajes y, entre ellos, los veterinarios actuales  que vigilan todos los aspectos de animal que se vende, salud, aspectos físicos,….Su presencia en el recinto era imprescindible para controlar la sanidad y la pureza del ganado.


            COMPRA-VENTA

“Tratos, muchos tratos”, nos decía el Tele.  La compraventa era el  acto central de la feria de ganado, revestido con el protocolo del acto comercial, y la satisfacción de las esperanzas del camino  recorrido y, con su ejecución, cubrir el mantenimiento anual de  la vida de la familia campesina.  Durante su desarrollo, se afinaba la mente, se cuidaba  la semiología y se cronometraban hasta los silencios. Los espectadores sobraban, pero miraban, a lo lejos, de reojo y sabían que no debían intervenir.
Se  le denomina trato, venta,  negocio,  “meollo” o  asunto, más finamente el mercado o la transacción. Y decíamos: “Es hora de exhibiciones y exhibicionismo. Con un fondo sinfónico de rebuznos, cencerro y campanos, se inicia un masivo ‘Streep-teese¨´ , con  desfiles y trotes de animales. Lo más intimo sale a relucir ante cualquier gesto de negocio: dentaduras limpísimas, rabos bien peinados, traseros aseados, pezuñas y calzado recién estrenado”. El honor juega un papel importante en el trance del  aguzado diálogo, el tono de voz y  la  porfía se suben y se rebajan según la intuición del protagonista circunstancial del  acto mercantil; como fondo de escena, el movimiento de danza y  adiestramiento  del animal; en medio de ellos,  la batuta del corredor  armoniza el convulso movimiento de los dos contrincantes de turno, y , al final, el rondón  se simboliza “con una subida de la gorra por parte del  armonizador, mi don Paco, y el apretón de manos de los protagonistas”. “Trato hecho”  a lo que se responde sacralizando y deletreando el lenguaje con la mismas frase  “trato hecho. Es la palabra de un hombre”, saludo final  acompañado de la entrega de una cantidad de dinero al comprador como señal de que se ha ejecutado el fallo comercial.  Y, el vendedor asentía con el posesivo  “mío” que le provocaba el comprador  con su respectivo “tuyo”.

LA GENTE DE ALCALÁ, SEÑORES DE GANADO, CON SUS GUÍAS

Así decía el capítulo tercero de las Ordenanzas de 1760:

Déjame que te lea. “Que los señores de ganado usen de yerro conocido y lo rexistren como se manda.
Para muchos efectos es muy preciso y conveniente de esta ciudad y su villa del Castillo tengan yerro conocido y distinto, con que marcar sus ganados, principalmente  para poder gozar de los pastos y que otros forasteros nos los desfrauden, y asimismo para librar de hurtos sus ganados y recuperarlos si se los hurtaren, y finalmente para gozar de buena fe de la libertad de alcabalas en las ferias, y demás partes donde las vendan, según el privilegio de esta ciudad de que hace memoria la ley real. Por tanto, ordenamos y mandamos que los dichos señores de ganado tengan su yerro  y señal conocido, el qual y todos los demás cortaduras de que usaren, acudan a reseñarlo en el oficio del cabildo, donde mandamos se forme libro y cuaderno judicial en que se estampen los dichos yerros, y se pueda dar de ello testimonio  siempre que convenga, y absolutamente prohibimos, trasseñalar ganado alguno, ni recargarle otro yerro, porque para hacerlo así se ha de acudir a la Justicia, y sacar lizencia para ello, quedar anotado. Pues, sucediendo esto con ganado comprado, se distinguirá de esta forma, del que fuere de labranza y crianza, y se asegurarán los reales derechos  que se deben por negociación. Y qualquiera que fuera aprehendido con alguna caveza traseñalada, sin las dichas licencias y quentas y razón, le penamos en dos mil maravedíes y que pierda la dicha res. Y no se llevarán derechos en el oficio, más que solo un real y quarto por tomar la razón de dichos yerros, siendo de cargo del escrivano el poner papel de oficio, y su se ofreciere sacar testimonio , que las partes lo paguen según estilo y real arancel”.  
Como su  padre le decía al  Tele, “Niño, que no se te olvide la guía, que nos jugamos el pescuezo” y  me comentaba la anécdota de un gitano al que una pareja de la Guardia Civil le pidió la guía, documento acreditativo  del animal de la compraventa, y, astutamente, el patriarca se hizo pasar por analfabeto, al mismo tiempo que le decía a la autoridad. “señor guardia, ¿no ve, que este churumbel, se le han caído las letras de las guías por el camino?”.
En “Alcalá la Real. Cancionero, Relatos y Leyendas”, decíamos con Domingo Murcia.”una muestra de ganado regional”. Los animales domésticos todavía juegan un papel importante en el sector agrario(…) . Esta faceta ganadera de la feria afecta al personal del campo, fundamentalmente. Pero no hay que olvidar que feria viene unida a diversión desde hace algún tiempo.


FECHAS Y FERIAS NO OFICIALES DE GANADO

La actividad comercial  y de feria de  ganado se remonta a  tiempos de los romanos, más bien de los musulmanes. “Siempre, mi don Paco, desde que me nacieron los dientes, hubo feria, mi abuelo me decía que le hizo el primer canasto a  un payo cuando  vivía a las espaldas de  la iglesia de Santo Domingo”. No es, pues, extraño que los propios alcalaínos trataran de institucionalizar y fijar en el calendario anual este comercio espontáneo, atendiendo al repertorio ferial de los pueblos del entorno. El primer intento se hizo en tiempos de Felipe IV, en el año 1655, cuando el cabildo municipal solicitó una feria, que comenzara el día de San Agustín a finales del mes de agosto hasta el cuatro de setiembre, aludiendo que era ya una costumbre este tipo de transacciones comerciales, sobre todo, entre los ganaderos de la comarca y en la que se vendía, además de las cabezas de ganado, enseres del campo y otras menudencias.

LA PRIMERA FERIA OFICIAL

Aunque,  hasta el año 1688, Carlos II, no concedió el reconocimiento oficial  de la feria, ésta  se celebró de forma ininterrumpida  porque era una fuente de  crear riqueza e ingresos para la Corona por su voraz afán recaudatorio en tiempos de los Austrias Menores con motivo de la deuda del Estado comprometida en  las guerras contra Portugal, Cataluña y Francia.
Cuando Carlos II la reconoció atendió el interés social y económico, pues la comarca se encontraba abatida por la epidemia que por los años 1680-1682 había asolado una parte de la comarca, sobre todo, en el Castillo de Locubín, perteneciente a la ciudad de Alcalá la Real. Con la instauración de la feria se pretendía reavivar la decadencia de la economía local afectada por los años  de sequía y la falta de recursos provocados por la total pérdida de la industria local, principalmente, la seda que había decaído con el cierre de un gran número de talleres transformadores de la seda. Además, era notoria la primacía de la agricultura sobre la ganadería, ya que se habían roturado un gran número de campos para poder afrontar todos los gastos de la hacienda local, derivados por la política nacional comentada. A todo esto había que añadir  que el pujante comercio del vino ya no tenía una salida en el mercado regional, afectado por los nuevos vinos cordobeses y la competencia de los vinos locales del reino de Granada. Sirva de ejemplo, que el mantenimiento de la dependencia del Castillo de Locubín, entre otras  deudas, provocó una carga financiera enorme en la depauperada hacienda local.
Tele me resume esta feria: .”Paco mío, que yo sepa, yo con conozco otra feria que la del veintiuno de septiembre y el siguiente para el ganado; lo otro era para los payos”
FERIA DE LOS COCHINOS

“Déjame que te lo diga,- es cosa de feria., hay un refrán  muy alcalaíno que dice del mes de Noviembre  “no hay mes más Santo, que empieza por Todos los Santos y termina con San Andrés, el de la feria de los cochinos”. Curiosamente, esta última fecha se celebraba esta feria  junto al pilarejo de las Tórtolas,  en la ladera de las Cruces. Decíamos “Cientos, miles de cerdos de diferentes razas y tamaños se ponen a la venta, con vistas a próximas matanzas. Esta particular feria se prolonga hasta la Inmaculada. La transacción suele contar con la presencia de los romaneros municipales, que vigilan el peso de cada animal, evitando fraudes”.

FECHA/FERIA DE SAN MATEO

La Feria de Alcalá la Real no recibió, en sus primeros orígenes, el nombre de  San Mateo, porque no coincidía la actividad ferial con la efemérides de este santo evangelista; más bien, en los primeros momentos se le denominó de San Agustín, luego, incluso coincidió con la fiesta de la Natividad de la Virgen, para acabar a principios del siglo XX con el nombre de San Mateo. El motivo no era otro sino que  chocaba con los intereses  de otros ganaderos que buscaban mercados más asentados en ferias  de gran renombre como la de Noalejo,   coincidente con la alcalaína entre finales de agosto y primeros de septiembre. A mediados del siglo XX, se fijó esta feria de ganado el día 21 y 22 de septiembre, porque coincidía con la de Torredondjimeno, luego con la de Alcaudete, y, así, hasta fijarse definitivamente, estos dos días a finales del siglo XX.  

           
FIEL O CORREDOR PÚBLICO

El que anunciaba que habían llegado mantenimientos de primera mano  a los tenderos y se aseguraba de que no acudieran los recatones a inflar los precios. También, lo hacía en las subastas públicas de vino, jabón, aceite y aguardiente  y procuraba  que se realizaran de acuerdo con la Ley o se le encargaba que guardaran las reglas del comercio establecidas por el municipio.  En el siglo XVIII, se le multaba con dos ducados si actuaba con cautela o fraude para estorbar  los fines de las ordenanzas de mercado. Los corredores de vinos lograban precios armonizados entre el comprador y el vendedor, pero hubo momentos que se confundieron los tres personajes: el corredor se hizo comprador y vendedor al mismo tiempo  valiéndose de sus malas artes y sus conocimientos de oficio. Siempre se intentó cortar por lo sano. Pero, lo cierto es que, en Alcalá, por su tradición comercial ( en el vino, ganado, cereales…) abundaron los correores, y, llegó esta figura mercantil estereotipada del  corredor oficial  con gran profusión a la calle. Cómo no, en esta  feria abundaban. “En medio , siempre, el ‘correor´. Se dice que Alcalá es el paraíso del trato. Corridas hacia aquí, galopadas hacia allá, y el sol de media mañana que  cayendo sobre el personal provocando chorros de sudor. Huele a caliente y el polvillo se agarra a la garganta(…)el  corredor intenta acercar las posturas de las dos partes, como momento  cumbre del acuerdo, no sin recibir algún que otro exabrupto mímico, de carga electrizante ”.
Al final bendice el acuerdo y se lleva una cantidad de corretaje, para el joven Teleforo, en los años cincuenta,  le servía para convidar por la noche a su familia en el recinto de los puestos de diversión de la Feria. 

GANANCIAS

Es imposible reflejar un estudio de las ganancias en los tratos, porque el control del IVA  ni los bancos estaban sometidos a  recoger los movimientos comerciales, porque abundaban los billetes de mil pesetas, quinientas y veinte duros en mano en detrimento de las letras de cambio, pagarés,  o  cheques bancarios. Pero  el Tele le echa números a sus tratos “ los burros valían más que mulos en muchas ocasiones. Llegué a vender alguno de  ellos a veinte mil duros,  y  los había comprado  diecisiete mil duros, calcule usté, lo que ganamos eran  tres mil duros, ya teníamos para celebrarlo por la noche en la feria con todos los gitanos”.

EL GANADO

Durante el siglo XVI y XVII, incluso en siglos posteriores, la actividad agropecuaria centraba la mayoría de los movimientos económicos de nuestra localidad. En su mayor extensión, los terrenos baldíos y comunales eran pasto  para el gran número de ganados que recorrían todos los inmensos terrenos que abundaban en las sierras del Castillo de Locubín, de an Pedro en la Rábita, la Martina, Frailes y el Camello. A ello había que añadir las dehesas que itinerariamente se acotaban en las Nogueruelas, Charilla, Fuente Álamo, la dehesilla, la Hondonera, Fuente Tétar, Mazuelos, Entretorres y  Mures. Allí se repartían gran número de cabezas de ganado vacuno, mular, yeguar, potros y caballos. “Aquí traíamos dos tipos de ganado, domados y cerriles, muy famosos eran los de las Alpujarras, los traían en parejas de cuatro o seis, también se vendían bueyes” me cortaba el Tele.
  No hay datos fidedignos hasta el catastro de la Ensenada sobre la cantidad de reses de la cabaña de los distintos ganaderos, amén de los pequeños rebaños, numerosos por cierto, de ganado ovino, caprino y de cerdos en los cortijos particulares. También hay referencias de ganaderos de Martos, Torredonjimeno, Valdepeñas y, sobre todo, de Alcaudete que acudían a nuestros montes en busca del alimento de sus ganados. Ya, por los años sesenta compartíamos esta descripción en Cancionero, relato y leyendas. “ Por este lado, se ven cochinos, cerca de la volatería. Más allá jaulas de conejos. Contigua, una manada de cabras y ovejas, que aumenta cada año. Despistada, una manada de pavos cruza el haza en busca de un lugar adecuado. Especial atractivo tiene el grupo de patos y gansos, nuevo en la plaza, que va a llamar la atención de los curiosos. Y, sobre todo, burros, mulos y caballos. Los hay a cientos, a  miles…” Y, a esto se añadía, siglos antes,  los animales  de caza como liebres o aves perdices o codornices, los toros de nuestras dehesas  para  las corridas de las fiestas de san Juan, Santiago y la Virgen de Agosto;  y, sin embargo, en la actualidad, tan sólo caballos  y yeguas de raza, en manada o individuales, algún poney  ( por cierto, a precios elevadísimo para capricho de sus compradores). 


GITANOS

El  Tele es la sabiduría en pleno: en cuestiones de feria claro. No  sabe  con exactitud fijar la presencia gitana  en las ferias, pero nos dice “llevamos en la sangre la feria, desde que vinimos de la India, o que sé yo….famosos eran  Ramón de Íllora,  el Veneno de Moraleja de Zafarraya, el Chino  y los Galos de Alcaudete, Antonio y  Manuel Pelos del Castillo y mi tío Rabico, Victorino de Baena, “Gabino y Diego de Bailén, Enrique de Torredonjimeno, mucha gente de Jaén,  de Pinos, Torrecampo, Luis de Montefrío, Antoñillo de Priego, Manuel de Martos y otro Manuel con el Tingue de Alicante,  algunos lo eran de Loja, Sevilla, Frailes, Úbeda, Linares, Andújar, Rute,.  y hasta  Málaga, se me olvidaba el Máximo de Albolote, . ” Y, es que, a pesar de que los primeros gitanos se asentaron en Alcalá a finales del siglo XVI y algunos figuraban como soldados, como decía Carmen Juan,  la mayoría se dedicaba al comercio y en la feria se movían como pez en el agua. Y decíamos en Cancionero” no está de mal que recordemos e protagonismo de los gitanos en la compra-venta. Ante la mirada de churumbeles y de sus progenitoras, top-less, se les ve con enormes tijeras de esquilar entre la faja, dando trotes al animal en venta o mostrando  a los compradores su perfecta dentadura(…)Hay tal cantidad  de cabezas, que se dedica un espacio amplísimo  a la feria, que va de la Cruz de los Muladares al Coto, desde el Canapé al Cerrico de los Caballeros”.


  LA JUSTICIA

Este  movimiento mercantil siempre estuvo controlado por alguna autoridad civil  o judicial. De seguro que, en época medieval el fiel del rastro  y   los alfaqueques jugaron un gran papel  para mantener el orden y la autoridad. Pero, desde que tenemos  documentos  escritos en castellano, el corregidor asumía las competencias represivas de todo aquel tráfico de mercancías junto con los regidores delegados para actividades comerciales. No obstante,  el orden  siempre había que mantenerlo, porque no era raro que cualquiera ajustara cuentas con el rápido desenvainar de la  espada o con una puñalada trapera. Por eso, se nombraban ministros de justicia o alguaciles, mayores o menores. Luego, vino el servicio de  la Guardia Civil. Ya no sólo se vigilaban el recinto de la feria. “ Todo el camino nos lo veíamos, y  nos pedían papeles para saber que estamos en regla, de feria a feria  y de  pueblo a pueblo, no podíamos caminar sin guías. Altercados, sí que hubo, un mal paso en un trato, se saldaba con  unas peleas en las que brillaban las cuchillas de las facas, y en ello había muchos goliscones que nos provocaban…·. Por  esta  fecha ferial, se reforzaba el servicio de la guardia con la llegada de nuevos miembros de la benemérita procedentes de Jaén que pernoctaban en fondas y hostales, pagados por el municipio.


OFICIOS RELACIONADOS CON LA FERIA

Los esquiladores, herradores, los aguadores,  los vendedores de cereales y maíz, los aladreros,  albarderos. Entre los esquiladores, “te voy a a decir que  fueron famosos, de los que yo conozca,  hasta mediados del siglo XX, los gitanos Celestino y José, el castellano Illo, que realizaban la ceremonia del  afeite con su solemne parsimonia de trasquilar el animal  de cabo a rabo, recortando todas sus puntas,  adecentando las crines y  estriando al animal con el fin de que pudiera soportar los duros calores del agosto alcalaíno”; entre los herraores,  el más célebre de aquellos tiempos fue  el “Illo” que  cortaba las uñas de las pezuñas de los mulos con tanto esmero que cuadraba perfectamente el  plano rasante de la herradura con el del corte del afilado cuchillo para fijar los clavos de sujeción; los aguadores eran pobres de solemnidad, muchos de las Cruces, incluso yo lo fui, también muchos gitanos que transportaban en las cantareras de asnos y mulos  agua para beber  a los tratantes de la feria del ganado al precio de perra chica, gorda, real  dos reales según el el trago  de pipo o botijo; también algunos vendedores de maíz aprovechaban la mañana para cargar, en sus fincas, sus mulos con grandes manojos  de este cereal  y revenderlo a los vendedores o compradores de animales; los aladreros buscaban algún portal cercano o una casilla de aperos para montar su tenderete con almocafres, azadas, bieldos,  y otros instrumentos de labranza;  lo mismo hacían los albarderos que abastecían a los campesinos con albardas, cinchas, jáquimas, tirantes…..

     PAYOS

Nombre con el que los gitanos nombran a sus interlocutores mercantiles, que suelen compartir con el de castellanos. Tele conoció a muchos “Marfil , de Montefrío, Alobi(sic)  de Santa Ana,… en sus relaciones comerciales y a los que tiene mucho aprecio a pesar de que el “ filtreo” le podía provocar situaciones embarazosas..

POSADAS, FONDAS, MESONES Y HOTELES

Desde época musulmana, una red básica de ventas y mesones jalonaban estas rutas en La Venta de los Agramaderos, del Carrizal, de Acequia, de Fuente Granada, de la Rábita, y, sobre todo, todas aquellas ubicadas en   la calle de los Mesones, cerca de la Mota, y, a partir del siglo XVI en una calle que se convirtió en radial de la ciudad tal cual fue el Llanillo junto con la de la Tejuela y los Álamos. Curiosamente,  una de aquellas aceras recibía también el nombre  de los Mesones, porque era lugar de posada obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad. El Comercio, León, La Aurora, Lac, los Arcos, la Estación, Facundo fueron los nombres de algunas de ellas. Estas posadas  y mesones de los Álamos resistieron el envite del desarrollismo hasta que se inauguró el hotel de los Tres Amigos. Y, de nuevo, hoy vuelven los lugares de hospedería en este recinto. “Pero, nosotros, Paco mío, la luz de la luna como techo y, a lo más, las piedras de una era o del Coto eran nuestros camastros; en el camino, un  curvado lindazo o bajo la sombra de una noguera o moral para descansar cuando íbamos de feria en feria”.

            PUESTOS

Había dos clases de  puestos. Las casetas de los gubernativos y los tenderetes de comercio. Los primeros se llamaban también casetas de arbitrios que se colocaban en las dos entradas de la ciudad, la puerta Villena y Paseo de los Álamos, los puestos comerciales son pequeños tenderetes  bajo el cobijo de  fardos de aceituna y lonas y sostenidos con cuatro palos y sus cruceros: a su sombra se venden bebidas dentro del improvisado recinto ferial, Pero en sus entorno, abundan los puestos   de calderería, sobre todo al margen de la carreteras de Granada, junto con algún improvisado puesto  de turrón y de buñuelos que acudían puntualmente a la cita festiva procedentes de Lucena, Rute y Baena. “No queríamos hacer los tratos allí, porque nos calentábamos, y no podía ser, pero en los puestos se fraguaron muchos”.

RAMO DEL VIENTO

Se refiere al comercio de mercadurías durante los días de feria que tenía un impuesto oficial y era arrendado a algunos vecinos de la ciudad para recaudar fondos  y pagar algunos servicios a  la Corona. “Yo no sé qué eso, nosotros libres como el viento, sí que lo somos, hoy en Alcalá, mañana en Jaén, otro día en Lucena…”.
Cuando el  corregidor Alfonso Montoya, los miembros del cabildo y el grupo de expertos, que elaboraron el Catastro de la Ensenada, respondieron a la rentabilidad de la feria alcalaína  a mediados del siglo XVIII, no debía ofrecer gran rentabilidad a la entidad municipal, pues la respuesta era de la siguiente manera: .” Hay una feria que se celebra el día 14 de septiembre y sigue los ocho días siguientes y la utilidad, que contempla y  resulta de ella, es para el ramo del viento, la que ascenderá a 1.000 reales que percibe el arrendatario de este ramo, que lo s Pedro Mellado, a quien no pueden considerar alguna por el respecto a tener que pagar rentas provinciales 8.100 reales, en que está arrendado y que no hay otra cosa”.
El tráfico de mercancías consistía en la tradicional  compraventa de ganado, y alimentos,  al mismo tiempo que servía de foco de atracción de diversos tipos de artesanos que acudían a vender  los utensilios de labranza y los objetos domésticos. Famosos eran por aquellos tiempos todos los objetos derivados de la calderería y del   cobre de Lucena, así como los buenos vinos de las tierras cordobesas.

LOS RECATONES

Son aquellos intermediarios  y estanqueros que procura












ban encarecer las cosas que compraban para volverlas a vender y, según las Ordenanzas Municipales de 1760,  convenía poner remedio en eso y en el tiempo que las han de comprar.. No podían comprar mantenimientos ni alimentos de importación ( higos secos, passas, arroz, almendra, azucar, limones, naranjas sin pasar dos días”.   “Había algunos famosos ganaderos que traían mucho ganado, pero no llegaban a esas caraduras”, decía con el  ceño fruncido el Tele




SITIO DE LA FERIA

El comercio siempre se ejercía en la  fortaleza  de la Mota o en su entorno ( Plaza Alta, Alhóndiga y Rastro). Cuando no se necesitaba como defensa militar Alcalá, la feria bajó al Llanillo. Cambiaron los sitios del comercio y los géneros de transacción.
Desde este tiempo hasta  el siglo XX. el recinto de la venta de ganado comenzó a ubicarse el espacio comprendido  desde la Puerta de los Álamos hasta la ermita de la Magdalena, ya que era un lugar adecuado para todo tipo de transacción económica que se desarrollaba en medio de los caminos de Madrid, de Baena, de Montefrío y Frailes. A partir del siglo XIX, el Llanillo y  el Paseo de los Álamos se convirtieron en el eje radial de la ciudad.  Curiosamente,  una de aquellas aceras recibía también el nombre  de los Mesones, porque era lugar de posada obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad. No sólo había posadas, sino que también se jalonaban todos los comercios y todas las tiendas artesanales, donde se mezclaba el trabajo con la venta directa.  
Y, una parte de la feria-no ganadera y festiva-  se hizo amiga fiel de esta columna vertebral urbana.  Poco a poco, la llegada de comerciantes de nuevas mercadurías, aperos de labranza y de calderería dio lugar a que se ampliara el recinto y comenzó a  ocupar el Llanillo, la calle Real, el Juego Pelota y parte del camino de Madrid por los Álamos hasta el punto que el paso y el aumento del número de coches de caballos ocasionaron algún que otro incidente por la intensidad de tráfico cada vez más numerosa. Y así, el año 1879, por este motivo  se trasladó  por primera vez y en exclusiva al Paseo de los Álamos, aunque se mantuvieron tiendas de comercio de forasteros a lo largo del Llanillo, incluso se alquilaron las dependencias del Palacio Abacial por aquellos días los feriantes y comerciantes. Como lugar definitivo de la feria, se estableció en el Paseo de los Álamos en el año 1899, para evitar el peligro de peatones que corrían en la carretera entre Alcaudete y Granada, según manifiesta el acta del trece de septiembre de este año.
Esta ubicación se mantuvo hasta el año 1983, que se trasladó provisionalmente al recinto ferial de la Magdalena, y en el año 1988, se inauguraron las excelentes instalaciones que hoy día disfrutamos los alcalaínos, siendo alcalde Felipe López García. No obstante la feria genuina del ganado tuvo que adaptarse a los lugares cercanos, que ofrecían un lugar para el reducido comercio ganadero que todavía se mantiene entre los pueblos. Me corta el Tele este introito histórico y me dice:
“ Que yo sepa., la feria de ganado no es como tu me dices, se extendió hasta los dos cerritos, el de la Luna y Vilches, llegaba hasta la Cruz de los Muladares, el Coto. Hoy , ya ves, en el llano de las Aves Fría, poca cosa, pero todavía es importante”

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