DICCIONARIO BÁSICO PARA LA FAMOSA FERIA DE GANADO DE ALCALÁ LA REAL
Háblamos de la feria en 2008 y se
concretaba en divertirse en casetas de asociaciones y grupos sociales
variopintos, o en disfrutar de algunas actividades derivadas del mundo del ocio
y, a lo más, en sentir nostalgia por la feria de un ganado
que se nos marchita. Pero, si nos remontáramos a mediados del siglo XX, e,
incluso, a siglos anteriores, tal vez el
núcleo de dinamizador de la feria era la compraventa del ganado y sus protagonistas fueron los
correores, ganaderos, campesinos, gitanos, veterinarios, la guardia civil, la
caseta de los arbitrios y, cómo no, el mundo animal. Tal vez, todo se dirimía
entre payos y gitanos, y los personajes
fueron los miembros de la familia de los Fajardo, los Fernández, los Flores,
los Muñoz, y quien sabe si algún que
otro. Por eso, vayamos a alguna fuente oral
que nos comunique el presente con el pasado, y haya participado de aquellos
tiempos y de aquellos negocios. Y,
Teleforo Flores, un gitano enraizado en la feria desde que le salieron
los dientes, nos decía.: “Hombre, don Paco, qué aquí hay un duende especial
para los tratos, no sólo sé se remonta a
mi bisabuelos, mis tatarabuelos, que sé yo….”.
ALCALÁ, CENTRO COMERCIAL DEL BAJO GUADALQUIVIR
Decíamos ayer “Alcalá la Real
fue siempre un lugar de paso y de
intercambio comercial, social y cultural entre los pueblos de los antiguos
reinos de Granada, Jaén y Córdoba. Era, en efecto, un cruce de caminos
obligado los diversos tipos de viajeros que
cruzaban y recorrían las tierras de
Andalucía o bajaban de Castilla
hacia el reino de Granada. Desde que se instituyó la Corte en Madrid, a partir del siglo XVII, el camino real era
frecuentado por todos aquellos que se
dirigían a Granada o volvían de la capital de España, a través de una
importante vía del Llanillo alcalaíno. Secretarios, miembros del Consejo de
Estado, escribanos de la Corte ,
abogados, religiosos de las nuevas órdenes y mercaderes pasaban por la ciudad alcalaína para pernoctar o, simplemente, de paso hacia sus destinos en donde debían
resolver los pleitos judiciales en la Chancillería de
Granada o los complicados asuntos relacionados con la Corona. Por el
camino de Córdoba, los viajeros y los comerciantes de la campiña cordobesa y de las antiguas tierras de la orden de Calatrava se
adentraban en una extensa red comercial,
en la que grandes grupos de arrieros traficaban
el vino, el aceite, el trigo y otros
alimentos con destino a la capital granadina y malagueña. Por otro lado, desde Murcia procedía otra
ruta comercial que, además de
comercializar el trigo desde Totana y
los puertos del Mediterráneo a través de Iznalloz, tuvo gran importancia en el
abastecimiento de las libras de seda para este tipo de artesanía que fue muy
pujante en Granada, y, también, en el siglo XVI y XVII en la comarca alcalaína. Desde Málaga,
los playeros, hasta principios de siglo XX, acercaban a los pueblos de Córdoba
y Jaén por un camino que desde Vélez –Málaga atravesaba la comarca alcalaína
y se bifurcaba hacia Priego y el Castillo de Locubín. A todo ello hay que
añadir las redes intercomarcales de los mercados de ganado y de productos
básicos, cuyo centro más importante se
asentaba por el mes de septiembre en la feria de Noalejo sin olvidar otros
caminos de menor trasiego comercial que enlazaban con Montefrío, Castillo de
Locubín, Baena, Priego o Moclín”. . Y, aunque un poco más lejanos, también
comunicaban con los pueblos del corregimiento: Loja y Alhama de Granada”.
Tras este largo exordio, el Tele me corta.”Yo eso no lo sé, pero aquí debieron
llegar hasta los gitanos de Egipto, mi don Paco, y los gitanos de la corte de
Faraón”.
ALCALÁ, CIUDAD DE FERIA
Seguíamos
con el diccionario y, al día siguiente, Teleforo me trajo unas palabras anotadas. “Feria, mi
don Paco, sí siempre hubo feria de
ganado que yo conozca”. Le confirmo que,
en el siglo XII, ya lo escribía Pero
Marín refiriéndose a la venta de esclavos cristianos que se realizaban en la
fortaleza de Aben Zayde. Luego, allí, tras la conquista cristiana, se colocaron
el rastro, la alhóndiga, la casa de los pesos de la harina, los mesones y los
mercados. Como diría el profesor de la
universidad sevillana Pedro Cano Ávila acerca de la enorme importancia de este
puerto terrestre de entrada de Castilla al reino de Granada: “Si nos atenemos ahora al valor económico del
comercio entre los reinos de Castilla y Granada, y sobre todo a través del
puerto de Alcalá la Real ,
llegaremos a la conclusión de que fue
realmente importante”
EL ALMOTACEN
“
Que no, que yo no conozco a ese hombre; yo conozco, Paco mío, al correor”. Bueno, se lo voy
a describir.
Era
el encargado del cabildo municipal para
controlar los pesos, pesas y medidas de
granos, frutos, carne, y vino, así como la tipología de los cántaros de los
aguadores según le ordenaba el caballero o fiel ejecutor del cabildo y de
acuerdo con las tasas que imponía el ayuntamiento. Debía presentarse en todos
los tratos con el marco, pesas y medidas. A este oficio, se le añadía el ser el
encargado del corral del Conejo (se hallaba por el Pilar de las Tórtolas) donde
se encerraban los animales de abasto de la ciudad, y asumía, además, las
funciones de limpieza de las calles y
vías públicas, el uso de las fuentes y
lavaderos públicos. . Especialmente,
recibía el nombre de fiel corredor de granos el que se encargaba de controlar
el peso de los cereales, por los que cobraba una tasa diferente entre
compradores forasteros o locales. De ahí proviene el nombre de correor, como mediador
entre compradores y vendedores de las ferias de ganado. Con lo recaudado, se le
pagaban cuatro reales si se ocupaba una mañana y otros cuatro por la tarde; si
denunciaba una situación de fraude, se llevaba la tercera parte.
Y,
de nuevo, el gitano me interrumpe: “Que no, que no, que nosotros pasábamos de
un trato a otro, de compradores a
vendedores, e, incluso, nos convertíamos
en auténticos correores en un santiamén:
por eso, lo éramos todo, correores, correores, eran pocos”
Bueno
dejemos, que el fiel almotacén fue sustituido por otros personajes y, entre
ellos, los veterinarios actuales que
vigilan todos los aspectos de animal que se vende, salud, aspectos físicos,….Su
presencia en el recinto era imprescindible para controlar la sanidad y la
pureza del ganado.
COMPRA-VENTA
“Tratos, muchos
tratos”, nos decía el Tele. La
compraventa era el acto central de la
feria de ganado, revestido con el protocolo del acto comercial, y la
satisfacción de las esperanzas del camino recorrido y, con su ejecución, cubrir el
mantenimiento anual de la vida de la
familia campesina. Durante su
desarrollo, se afinaba la mente, se cuidaba
la semiología y se cronometraban hasta los silencios. Los espectadores
sobraban, pero miraban, a lo lejos, de reojo y sabían que no debían intervenir.
Se le denomina trato, venta, negocio,
“meollo” o asunto, más finamente
el mercado o la transacción. Y decíamos: “Es hora de exhibiciones y
exhibicionismo. Con un fondo sinfónico de rebuznos, cencerro y campanos, se
inicia un masivo ‘Streep-teese¨´ , con
desfiles y trotes de animales. Lo más intimo sale a relucir ante
cualquier gesto de negocio: dentaduras limpísimas, rabos bien peinados,
traseros aseados, pezuñas y calzado recién estrenado”. El honor juega un papel
importante en el trance del aguzado
diálogo, el tono de voz y la porfía se suben y se rebajan según la
intuición del protagonista circunstancial del
acto mercantil; como fondo de escena, el movimiento de danza y adiestramiento del animal; en medio de ellos, la batuta del corredor armoniza el convulso movimiento de los dos
contrincantes de turno, y , al final, el rondón
se simboliza “con una subida de la gorra por parte del armonizador, mi don Paco, y el apretón de
manos de los protagonistas”. “Trato hecho”
a lo que se responde sacralizando y deletreando el lenguaje con la
mismas frase “trato hecho. Es la palabra
de un hombre”, saludo final acompañado
de la entrega de una cantidad de dinero al comprador como señal de que se ha
ejecutado el fallo comercial. Y, el vendedor
asentía con el posesivo “mío” que le
provocaba el comprador con su respectivo
“tuyo”.
Así decía el capítulo
tercero de las Ordenanzas de 1760:
Déjame que te lea. “Que los
señores de ganado usen de yerro conocido y lo rexistren como se manda.
Para muchos efectos es muy
preciso y conveniente de esta ciudad y su villa del Castillo tengan yerro
conocido y distinto, con que marcar sus ganados, principalmente para poder gozar de los pastos y que otros
forasteros nos los desfrauden, y asimismo para librar de hurtos sus ganados y
recuperarlos si se los hurtaren, y finalmente para gozar de buena fe de la
libertad de alcabalas en las ferias, y demás partes donde las vendan, según el
privilegio de esta ciudad de que hace memoria la ley real. Por tanto, ordenamos
y mandamos que los dichos señores de ganado tengan su yerro y señal conocido, el qual y todos los demás
cortaduras de que usaren, acudan a reseñarlo en el oficio del cabildo, donde
mandamos se forme libro y cuaderno judicial en que se estampen los dichos
yerros, y se pueda dar de ello testimonio
siempre que convenga, y absolutamente prohibimos, trasseñalar ganado
alguno, ni recargarle otro yerro, porque para hacerlo así se ha de acudir a la Justicia , y sacar
lizencia para ello, quedar anotado. Pues, sucediendo esto con ganado comprado,
se distinguirá de esta forma, del que fuere de labranza y crianza, y se
asegurarán los reales derechos que se
deben por negociación. Y qualquiera que fuera aprehendido con alguna caveza
traseñalada, sin las dichas licencias y quentas y razón, le penamos en dos mil
maravedíes y que pierda la dicha res. Y no se llevarán derechos en el oficio,
más que solo un real y quarto por tomar la razón de dichos yerros, siendo de cargo
del escrivano el poner papel de oficio, y su se ofreciere sacar testimonio ,
que las partes lo paguen según estilo y real arancel”.
Como su padre le decía al Tele, “Niño, que no se te olvide la guía, que
nos jugamos el pescuezo” y me comentaba la
anécdota de un gitano al que una pareja de la Guardia Civil le pidió la guía,
documento acreditativo del animal de la
compraventa, y, astutamente, el patriarca se hizo pasar por analfabeto, al
mismo tiempo que le decía a la autoridad. “señor guardia, ¿no ve, que este
churumbel, se le han caído las letras de las guías por el camino?”.
En “Alcalá la Real. Cancionero ,
Relatos y Leyendas”, decíamos con Domingo Murcia.”una muestra de ganado
regional”. Los animales domésticos todavía juegan un papel importante en el
sector agrario(…) . Esta faceta ganadera de la feria afecta al personal del
campo, fundamentalmente. Pero no hay que olvidar que feria viene unida a
diversión desde hace algún tiempo.
FECHAS
Y FERIAS NO OFICIALES DE GANADO
La actividad comercial y de feria de
ganado se remonta a tiempos de
los romanos, más bien de los musulmanes. “Siempre, mi don Paco, desde que me
nacieron los dientes, hubo feria, mi abuelo me decía que le hizo el primer
canasto a un payo cuando vivía a las espaldas de la iglesia de Santo Domingo”. No es, pues,
extraño que los propios alcalaínos trataran de institucionalizar y fijar en el
calendario anual este comercio espontáneo, atendiendo al repertorio ferial de
los pueblos del entorno. El primer intento se hizo en tiempos de Felipe IV, en
el año 1655, cuando el cabildo municipal solicitó una feria, que comenzara el
día de San Agustín a finales del mes de agosto hasta el cuatro de setiembre,
aludiendo que era ya una costumbre este tipo de transacciones comerciales, sobre
todo, entre los ganaderos de la comarca y en la que se vendía, además de las
cabezas de ganado, enseres del campo y otras menudencias.
Aunque, hasta el año 1688, Carlos II, no concedió el
reconocimiento oficial de la feria, ésta se celebró de forma ininterrumpida porque era una fuente de crear riqueza e ingresos para la Corona por su voraz afán
recaudatorio en tiempos de los Austrias Menores con motivo de la deuda del
Estado comprometida en las guerras
contra Portugal, Cataluña y Francia.
Cuando Carlos II la
reconoció atendió el interés social y económico, pues la comarca se encontraba
abatida por la epidemia que por los años 1680-1682 había asolado una parte de
la comarca, sobre todo, en el Castillo de Locubín, perteneciente a la ciudad de
Alcalá la Real. Con
la instauración de la feria se pretendía reavivar la decadencia de la economía
local afectada por los años de sequía y
la falta de recursos provocados por la total pérdida de la industria local,
principalmente, la seda que había decaído con el cierre de un gran número de
talleres transformadores de la seda. Además, era notoria la primacía de la
agricultura sobre la ganadería, ya que se habían roturado un gran número de
campos para poder afrontar todos los gastos de la hacienda local, derivados por
la política nacional comentada. A todo esto había que añadir que el pujante comercio del vino ya no tenía
una salida en el mercado regional, afectado por los nuevos vinos cordobeses y
la competencia de los vinos locales del reino de Granada. Sirva de ejemplo, que
el mantenimiento de la dependencia del Castillo de Locubín, entre otras deudas, provocó una carga financiera enorme
en la depauperada hacienda local.
Tele me resume esta feria:
.”Paco mío, que yo sepa, yo con conozco otra feria que la del veintiuno de
septiembre y el siguiente para el ganado; lo otro era para los payos”
FERIA DE LOS COCHINOS
“Déjame que te lo diga,- es
cosa de feria., hay un refrán muy
alcalaíno que dice del mes de Noviembre
“no hay mes más Santo, que empieza por Todos los Santos y termina con
San Andrés, el de la feria de los cochinos”. Curiosamente, esta última fecha se
celebraba esta feria junto al pilarejo
de las Tórtolas, en la ladera de las
Cruces. Decíamos “Cientos, miles de cerdos de diferentes razas y tamaños se
ponen a la venta, con vistas a próximas matanzas. Esta particular feria se
prolonga hasta la Inmaculada. La
transacción suele contar con la presencia de los romaneros municipales, que
vigilan el peso de cada animal, evitando fraudes”.
FECHA/FERIA DE SAN MATEO
FIEL O CORREDOR PÚBLICO
El
que anunciaba que habían llegado mantenimientos de primera mano a los tenderos y se aseguraba de que no
acudieran los recatones a inflar los precios. También, lo hacía en las subastas
públicas de vino, jabón, aceite y aguardiente
y procuraba que se realizaran de
acuerdo con la Ley
o se le encargaba que guardaran las reglas del comercio establecidas por el
municipio. En el siglo XVIII, se le
multaba con dos ducados si actuaba con cautela o fraude para estorbar los fines de las ordenanzas de mercado. Los
corredores de vinos lograban precios armonizados entre el comprador y el
vendedor, pero hubo momentos que se confundieron los tres personajes: el
corredor se hizo comprador y vendedor al mismo tiempo valiéndose de sus malas artes y sus
conocimientos de oficio. Siempre se intentó cortar por lo sano. Pero, lo cierto
es que, en Alcalá, por su tradición comercial ( en el vino, ganado, cereales…)
abundaron los correores, y, llegó esta figura mercantil estereotipada del corredor oficial con gran profusión a la calle. Cómo no, en
esta feria abundaban. “En medio ,
siempre, el ‘correor´. Se dice que Alcalá es el paraíso del trato. Corridas
hacia aquí, galopadas hacia allá, y el sol de media mañana que cayendo sobre el personal provocando chorros
de sudor. Huele a caliente y el polvillo se agarra a la garganta(…)el corredor intenta acercar las posturas de las
dos partes, como momento cumbre del
acuerdo, no sin recibir algún que otro exabrupto mímico, de carga electrizante
”.
Al
final bendice el acuerdo y se lleva una cantidad de corretaje, para el joven
Teleforo, en los años cincuenta, le
servía para convidar por la noche a su familia en el recinto de los puestos de
diversión de la Feria.
GANANCIAS
Es imposible
reflejar un estudio de las ganancias en los tratos, porque el control del
IVA ni los bancos estaban sometidos
a recoger los movimientos comerciales,
porque abundaban los billetes de mil pesetas, quinientas y veinte duros en mano
en detrimento de las letras de cambio, pagarés,
o cheques bancarios. Pero el Tele le echa números a sus tratos “ los
burros valían más que mulos en muchas ocasiones. Llegué a vender alguno de ellos a veinte mil duros, y los
había comprado diecisiete mil duros,
calcule usté, lo que ganamos eran tres mil duros, ya teníamos para celebrarlo
por la noche en la feria con todos los gitanos”.
EL GANADO
Durante
el siglo XVI y XVII, incluso en siglos posteriores, la actividad agropecuaria
centraba la mayoría de los movimientos económicos de nuestra localidad. En su
mayor extensión, los terrenos baldíos y comunales eran pasto para el gran número de ganados que recorrían
todos los inmensos terrenos que abundaban en las sierras del Castillo de
Locubín, de an Pedro en la
Rábita , la
Martina , Frailes y el Camello. A ello había que añadir las
dehesas que itinerariamente se acotaban en las Nogueruelas, Charilla, Fuente
Álamo, la dehesilla, la
Hondonera , Fuente Tétar, Mazuelos, Entretorres y Mures. Allí se repartían gran número de
cabezas de ganado vacuno, mular, yeguar, potros y caballos. “Aquí traíamos dos
tipos de ganado, domados y cerriles, muy famosos eran los de las Alpujarras, los
traían en parejas de cuatro o seis, también se vendían bueyes” me cortaba el
Tele.
No hay datos fidedignos hasta el catastro de la Ensenada sobre la
cantidad de reses de la cabaña de los distintos ganaderos, amén de los pequeños
rebaños, numerosos por cierto, de ganado ovino, caprino y de cerdos en los
cortijos particulares. También hay referencias de ganaderos de Martos,
Torredonjimeno, Valdepeñas y, sobre todo, de Alcaudete que acudían a nuestros
montes en busca del alimento de sus ganados. Ya, por los años sesenta
compartíamos esta descripción en Cancionero, relato y leyendas. “ Por este
lado, se ven cochinos, cerca de la volatería. Más allá jaulas de conejos.
Contigua, una manada de cabras y ovejas, que aumenta cada año. Despistada, una
manada de pavos cruza el haza en busca de un lugar adecuado. Especial atractivo
tiene el grupo de patos y gansos, nuevo en la plaza, que va a llamar la
atención de los curiosos. Y, sobre todo, burros, mulos y caballos. Los hay a
cientos, a miles…” Y, a esto se añadía,
siglos antes, los animales de caza como liebres o aves perdices o
codornices, los toros de nuestras dehesas
para las corridas de las fiestas
de san Juan, Santiago y la
Virgen de Agosto; y,
sin embargo, en la actualidad, tan sólo caballos y yeguas de raza, en manada o individuales,
algún poney ( por cierto, a precios
elevadísimo para capricho de sus compradores).
El Tele es la sabiduría en pleno: en cuestiones
de feria claro. No sabe con exactitud fijar la presencia gitana en las ferias, pero nos dice “llevamos en la
sangre la feria, desde que vinimos de la India , o que sé yo….famosos eran Ramón de Íllora, el Veneno de Moraleja de Zafarraya, el
Chino y los Galos de Alcaudete, Antonio
y Manuel Pelos del Castillo y mi tío
Rabico, Victorino de Baena, “Gabino y Diego de Bailén, Enrique de
Torredonjimeno, mucha gente de Jaén, de Pinos,
Torrecampo, Luis de Montefrío, Antoñillo de Priego, Manuel de Martos y otro
Manuel con el Tingue de Alicante,
algunos lo eran de Loja, Sevilla, Frailes, Úbeda, Linares, Andújar,
Rute,. y hasta Málaga, se me olvidaba el Máximo de Albolote,
. ” Y, es que, a pesar de que los primeros gitanos se asentaron en Alcalá a
finales del siglo XVI y algunos figuraban como soldados, como decía Carmen
Juan, la mayoría se dedicaba al comercio
y en la feria se movían como pez en el agua. Y decíamos en Cancionero” no está
de mal que recordemos e protagonismo de los gitanos en la compra-venta. Ante la
mirada de churumbeles y de sus progenitoras, top-less, se les ve con enormes
tijeras de esquilar entre la faja, dando trotes al animal en venta o
mostrando a los compradores su perfecta
dentadura(…)Hay tal cantidad de cabezas,
que se dedica un espacio amplísimo a la
feria, que va de la Cruz
de los Muladares al Coto, desde el Canapé al Cerrico de los Caballeros”.
Este
movimiento mercantil siempre estuvo
controlado por alguna autoridad civil o judicial.
De seguro que, en época medieval el fiel del rastro y los
alfaqueques jugaron un gran papel para mantener
el orden y la autoridad. Pero, desde que tenemos documentos
escritos en castellano, el corregidor asumía las competencias represivas
de todo aquel tráfico de mercancías junto con los regidores delegados para
actividades comerciales. No obstante, el
orden siempre había que mantenerlo,
porque no era raro que cualquiera ajustara cuentas con el rápido desenvainar de
la espada o con una puñalada trapera.
Por eso, se nombraban ministros de justicia o alguaciles, mayores o menores.
Luego, vino el servicio de la Guardia Civil. Ya
no sólo se vigilaban el recinto de la feria. “ Todo el camino nos lo veíamos,
y nos pedían papeles para saber que
estamos en regla, de feria a feria y
de pueblo a pueblo, no podíamos caminar
sin guías. Altercados, sí que hubo, un mal paso en un trato, se saldaba
con unas peleas en las que brillaban las
cuchillas de las facas, y en ello había muchos goliscones que nos provocaban…·.
Por esta
fecha ferial, se reforzaba el servicio de la guardia con la llegada de
nuevos miembros de la benemérita procedentes de Jaén que pernoctaban en fondas
y hostales, pagados por el municipio.
Los esquiladores, herradores, los aguadores, los vendedores de cereales y maíz, los aladreros, albarderos. Entre los esquiladores, “te voy a a decir que fueron famosos, de los que yo conozca, hasta mediados del siglo XX, los gitanos
Celestino y José, el castellano Illo, que realizaban la ceremonia del afeite con su solemne parsimonia de
trasquilar el animal de cabo a rabo,
recortando todas sus puntas, adecentando
las crines y estriando al animal con el
fin de que pudiera soportar los duros calores del agosto alcalaíno”; entre los herraores, el más célebre de aquellos tiempos fue el “Illo” que
cortaba las uñas de las pezuñas de los mulos con tanto esmero que
cuadraba perfectamente el plano rasante
de la herradura con el del corte del afilado cuchillo para fijar los clavos de
sujeción; los aguadores eran pobres
de solemnidad, muchos de las Cruces, incluso yo lo fui, también muchos gitanos
que transportaban en las cantareras de asnos y mulos agua para beber a los tratantes de la feria del ganado al
precio de perra chica, gorda, real dos
reales según el el trago de pipo o
botijo; también algunos vendedores de maíz aprovechaban la mañana para cargar,
en sus fincas, sus mulos con grandes manojos
de este cereal y revenderlo a los
vendedores o compradores de animales; los
aladreros buscaban algún portal cercano o una casilla de aperos para montar
su tenderete con almocafres, azadas, bieldos,
y otros instrumentos de labranza;
lo mismo hacían los albarderos
que abastecían a los campesinos con albardas, cinchas, jáquimas, tirantes…..
PAYOS
Nombre
con el que los gitanos nombran a sus interlocutores mercantiles, que suelen
compartir con el de castellanos. Tele conoció a muchos “Marfil , de Montefrío,
Alobi(sic) de Santa Ana,… en sus
relaciones comerciales y a los que tiene mucho aprecio a pesar de que el “
filtreo” le podía provocar situaciones embarazosas..
POSADAS, FONDAS, MESONES Y HOTELES
Desde época musulmana, una
red básica de ventas y mesones jalonaban estas rutas en La Venta de los Agramaderos,
del Carrizal, de Acequia, de Fuente Granada, de la Rábita , y, sobre todo,
todas aquellas ubicadas en la calle de
los Mesones, cerca de la Mota ,
y, a partir del siglo XVI en una calle que se convirtió en radial de la ciudad
tal cual fue el Llanillo junto con la de la Tejuela y los Álamos. Curiosamente, una de aquellas aceras recibía también el
nombre de los Mesones, porque era lugar
de posada obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad. El
Comercio, León, La Aurora ,
Lac, los Arcos, la Estación ,
Facundo fueron los nombres de algunas de ellas. Estas posadas y mesones de los Álamos resistieron el envite
del desarrollismo hasta que se inauguró el hotel de los Tres Amigos. Y, de
nuevo, hoy vuelven los lugares de hospedería en este recinto. “Pero, nosotros,
Paco mío, la luz de la luna como techo y, a lo más, las piedras de una era o
del Coto eran nuestros camastros; en el camino, un curvado lindazo o bajo la sombra de una
noguera o moral para descansar cuando íbamos de feria en feria”.
Había dos clases
de puestos. Las casetas de los
gubernativos y los tenderetes de comercio. Los primeros se llamaban también
casetas de arbitrios que se colocaban en las dos entradas de la ciudad, la
puerta Villena y Paseo de los Álamos, los puestos comerciales son pequeños
tenderetes bajo el cobijo de fardos de aceituna y lonas y sostenidos con
cuatro palos y sus cruceros: a su sombra se venden bebidas dentro del
improvisado recinto ferial, Pero en sus entorno, abundan los puestos de
calderería, sobre todo al margen de la carreteras de Granada, junto con algún
improvisado puesto de turrón y de buñuelos
que acudían puntualmente a la cita festiva procedentes de Lucena, Rute y Baena.
“No queríamos hacer los tratos allí, porque nos calentábamos, y no podía ser,
pero en los puestos se fraguaron muchos”.
RAMO DEL VIENTO
Se
refiere al comercio de mercadurías durante los días de feria que tenía un
impuesto oficial y era arrendado a algunos vecinos de la ciudad para recaudar
fondos y pagar algunos servicios a la
Corona. “Yo no sé qué eso, nosotros libres como el viento, sí
que lo somos, hoy en Alcalá, mañana en Jaén, otro día en Lucena…”.
Cuando el corregidor Alfonso Montoya, los miembros del
cabildo y el grupo de expertos, que elaboraron el Catastro de la Ensenada , respondieron a
la rentabilidad de la feria alcalaína a
mediados del siglo XVIII, no debía ofrecer gran rentabilidad a la entidad
municipal, pues la respuesta era de la siguiente manera: .” Hay una feria que se celebra el día 14 de
septiembre y sigue los ocho días siguientes y la utilidad, que contempla y resulta de ella, es para el ramo del viento, la que ascenderá a 1.000
reales que percibe el arrendatario de este ramo, que lo s Pedro Mellado, a
quien no pueden considerar alguna por el respecto a tener que pagar rentas
provinciales 8.100 reales, en que está arrendado y que no hay otra cosa”.
El tráfico de mercancías
consistía en la tradicional compraventa
de ganado, y alimentos, al mismo tiempo
que servía de foco de atracción de diversos tipos de artesanos que acudían a
vender los utensilios de labranza y los
objetos domésticos. Famosos eran por aquellos tiempos todos los objetos
derivados de la calderería y del cobre
de Lucena, así como los buenos vinos de las tierras cordobesas.
LOS RECATONES
Son aquellos
intermediarios y estanqueros que
procura
SITIO DE LA
FERIA
El
comercio siempre se ejercía en la fortaleza de la
Mota o en su entorno ( Plaza Alta, Alhóndiga y Rastro).
Cuando no se necesitaba como defensa militar Alcalá, la feria bajó al Llanillo.
Cambiaron los sitios del comercio y los géneros de transacción.
Desde este
tiempo hasta el siglo XX. el recinto de
la venta de ganado comenzó a ubicarse el espacio comprendido desde la Puerta de los Álamos hasta la ermita de la Magdalena , ya que era un
lugar adecuado para todo tipo de transacción económica que se desarrollaba en
medio de los caminos de Madrid, de Baena, de Montefrío y Frailes. A partir del siglo
XIX, el Llanillo y el Paseo de los
Álamos se convirtieron en el eje radial de la ciudad. Curiosamente,
una de aquellas aceras recibía también el nombre de los Mesones, porque era lugar de posada
obligatoria para viajeros y caballerizas en el paso por la ciudad. No sólo
había posadas, sino que también se jalonaban todos los comercios y todas las
tiendas artesanales, donde se mezclaba el trabajo con la venta directa.
Y, una parte de la feria-no ganadera y festiva- se hizo amiga fiel de esta columna vertebral
urbana. Poco a poco, la
llegada de comerciantes de nuevas mercadurías, aperos de labranza y de
calderería dio lugar a que se ampliara el recinto y comenzó a ocupar el Llanillo, la calle Real, el Juego
Pelota y parte del camino de Madrid por los Álamos hasta el punto que el paso y
el aumento del número de coches de caballos ocasionaron algún que otro
incidente por la intensidad de tráfico cada vez más numerosa. Y así, el año
1879, por este motivo se trasladó por primera vez y en exclusiva al Paseo de
los Álamos, aunque se mantuvieron tiendas de comercio de forasteros a lo largo
del Llanillo, incluso se alquilaron las dependencias del Palacio Abacial por
aquellos días los feriantes y comerciantes. Como lugar definitivo de la feria,
se estableció en el Paseo de los Álamos en el año 1899, para evitar el peligro
de peatones que corrían en la carretera entre Alcaudete y Granada, según
manifiesta el acta del trece de septiembre de este año.
Esta ubicación se mantuvo hasta el año 1983, que se
trasladó provisionalmente al recinto ferial de la Magdalena , y en el año
1988, se inauguraron las excelentes instalaciones que hoy día disfrutamos los
alcalaínos, siendo alcalde Felipe López García. No obstante la feria genuina
del ganado tuvo que adaptarse a los lugares cercanos, que ofrecían un lugar
para el reducido comercio ganadero que todavía se mantiene entre los pueblos.
Me corta el Tele este introito histórico y me dice:
“ Que yo sepa., la
feria de ganado no es como tu me dices, se extendió hasta los dos cerritos, el
de la Luna y
Vilches, llegaba hasta la Cruz
de los Muladares, el Coto. Hoy , ya ves, en el llano de las Aves Fría, poca
cosa, pero todavía es importante”
…..
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