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viernes, 25 de septiembre de 2015

EN ALCALÁ LA REAL, INFORMACIÓN , LA CONCARABA DEL ABUELO.

LA CONCARABA DEL   ABUELO


Son importantes todas las funciones del lenguaje. Desde la  representativa o comunicativa hasta la conativa pasando por la expresiva. Y no digamos las que no descubrió Karl Bühler y se las debemos a Jakobson o a los lingüistas del Círculo de Praga como la metalingüística,  la poética, la  mágica y la lúdica. Aunque estas dos últimas se encuentran a pie de calle y, por otra parte,  falta mucho trabajo de campo para ponerlas en valor, ofrecerían un amplio elenco para una tesis doctoral e, incluso un tratado enciclopédico. Y mucho más en el argot y usos dialectales del habla del pueblo andaluz. Viene a esto a cuento de lo que me contó mi barbero y amigo Juan José en su rebotica, más bien en su lugar de trabajo. Sin pensárselo dos veces, aludiendo a los montajes que algunos proponen para defender lo imposible o alcanzar objetivos inexplicables, zahirió a todos los peludos presentes con este dicho que se lo había comentado un antepasado suyo " Esto es la concaraba del abuelo". Vaya palabreja, sonaba más a un americanismo de procedencia inca o maya que a un étimo grecolatino. Nadie acertaba por donde meterle la mano. Lo primero que vino a la boca de todos fue "esto es la caraba". Por más que le comentaban que hacía referencia a un hecho o dicho extraordinario, positivo y negativo de alguien " Nada de nada, rien de rien",  era la respuesta a la hora de contestar las sugerencias significativas de  aquel prefijo que había engrandecido a la caraba. Pues, esta podía referirse tanto a un hombre como a una mujer, a un animal o un automóvil. Pero, para el ingenioso creador de aquel sintagma "la concaraba del abuelo" sólo se refería a su pariente y  no podía trascender más allá de un instrumento. Ni con esas sugerencias ni esas pistas, nadie daba en el clavo.
Y mira por donde que el barbero  dio una lección magistral, que se remontaba a un aspecto fundamental de las fiestas locales. Sin tener conocimiento ni ciencia  de ello,  esta palabra hacía referencia a las murgas o comparsas  de los gremios que frecuentaban las actividades o actos festivos de las celebraciones extraordinarias de Alcalá la Real ( luego pasaron al Carnaval e, incluso al Corpus), consistentes en un desfile en los que trabajadores de una misma rama laboral e agrupaban para desfilar y ofrecer un ingenio o un invento a la ciudad, con el fin de divertir al público presente ( algo así como un montaje escénico o mecánico). En este caso, este personaje sumamente creativo tuvo la ocurrencia (palabra de moda) de proclamar por todos los lugares y de convocar a los presentes a "La concaraba de su abuelo". Todos los vecinos acudieron a un lugar cerrado en círculo  y picaron como las chinches, porque  atiborraron el recinto dejando un pequeño redondel en el centro y un pasillo, por donde pasó aquel personaje del gremio campesino. Y a la voz de "señores y señoras, entren, pasen todos, quieren  ver la concaraba de mi abuelo",  antes de que fuera respondido al grito de un "venga ya" colectivo, como si esperaran el elixir del físico más prestigioso  o la receta más potente contra todo dolor o antojo, sacó de un saco un viejo arado de madera " con que araba su abuelo". Mas no podía pedirse, reafirmaba su dicho y hacía añicos  el sueño ilusionado de un colectivo que rabiaba viéndose engañado. Esto no era la caraba, era algo más: la concáraba. Mucho más grande, había llegado al  alma de todos los presentes y no se creían engañados. Muy simple y muy real, sin fuegos de artificios ni montajes mágicos. Se sentían autoculpables  recordando   los versos calderonianos " y los sueños sueños son"  y habían caído en la misma trampa que aquel que simuló  un circo  y  atrajo a la gente por otro elemento básico: el pan .En este caso " el pan que habla ".  Y, aún más, en una sociedad donde el " pan y el circo" eran básicos, quién no iba a acudir a la cita, porque, sin lugar a dudas. le surtía de esos dos elementos esenciales para saciar su relación social y personal. Y fue otro fracaso. Pues, tras el desarrollo de las diversas escenas circenses, todos pasaron desapercibidas ante la ansiedad del "pan que habla" ( ni las fieras ni las panteras pudieron con el mago que les prometía la felicidad en el trabajo y en el circo de la vida). El final, en este caso, ni  fue otra concáraba del abuelo ni la caraba de una persona; fue algo más impresionante: el mago sacó el pan, condujo a un espectador de la platea y le preguntó  cómo estaba  el pan. El inocente, inmediatamente, respondió: " esta blando" Y , atónito y pálido como la cera,  bajó con gran esfuerzo la cara mirando  hacia atrás. Había picado como un pardillo.
Dos bellas lecciones, dos cuadros de la realidad puras y duras. Pues hay muchas personas que se montan un circo , en este caso a su apaño o  antojo, o , como los antiguos comparsitas hacían, un ingenio ficticio sin importarle las artimañas de la magia de la retórica del lenguaje ni las invenciones más exorbitantes y  alejadas de la verdad para conseguir lo que no pudieron con las buenas artes de la oratoria y  la verdad de los hechos. Pero, esta interpretación la corrigió mi amigo y mi sugirió que  aquellos inventos no eran sino fruto de una agudeza mental y creativa de nuestros antepasados que afinaban la mente para conseguir los recursos que les negaba su pobreza congénita. Tercera lección al mundo de hoy, decía, porque todo se les da hecho a muchas generaciones.           



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