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lunes, 30 de junio de 2014

EL VINO DE LA SIERRA SUR DURANTE LOS SIGLOS XVI y XVII.


EL VINO DE LA  SIERRA SUR DURANTE LOS SIGLOS  XVI y XVII.

 

            El paisaje se gradúa de urbano hacia viñedo con zumacales, algún que otro olivar, cereal y monte. En medio, la zona molinera y de huertas ( Frailes, los 3 de Cabrera, Huejcar, las Juntas). El monte dedicado a la ganadería  con el pasto y el encinar. Los bueyes, cabras, ovejas y cerdos  contrataban al cabildo su servicio. Frailes, zona ganadera, paso obligado a la feria de Noalejo. En el casco  urbano, se buscaban los desniveles para bodegas, y  se horadaba la roca, caso de la Mota. O en la nueva ciudad se construían casas de tres plantas y una bodega, que las había hasta de 60 y 70 vasos ( tinajas, candiotas y cubas) .

 

Son los años en los que el comercio del vino juega un papel fundamental. Hay una extensa red de arrieros y comerciante, en manos de los moros gaçís. Sus mercados más importantes se fijaban en Granada, donde había un privilegio para entrarlo- en Granada, en su alhóndiga y en la Alhambra-, en Jaén y en muchos pueblos   de Córdoba.

El vino baladí, torrontés, añejo, trasañejo, mosto, y tinto en sus variantes de yema, estrujón  y vinagre llegaba a lugares insospechados como Villacarrillo, Antequera o el mismo Madrid a la corte del Rey Felipe III en 1608.

Poco a poco se fueron reduciendo a dos únicas variantes. Tinto y blanco, prohibiéndose las mezclas. Y solía exportarse en pequeñas cantidades de cargas de 15 arrobas y en forma de yema o estrujón.

Distinguían  los viñedos nuevos y viejos, situados junto a los ruedos ( en Alcalá, carrera de San Bartolomé, ladera de la ciudad, san Marcos,  san Sebastián; en Castillo, Viñuela y Clavario; en Frailes junto a las laderas de la ribera ) y en los nuevos (Acamuña, Cerrico de Caballeros y Mentiras, Valcargado, Valdedueñas, Monterrey, Rosalejo , Barrero).

Un capítulo como el de los particulares que compraban el vino de Alcalá nos haría ver que era importante. Si alguna personalidad lo probaba en nuestra tierra, de seguro que posteriormente encargaba a algún arriero que le enviara alguna carga. Fue el caso de Pedro Veneroso, regidor alcalaíno, que estando en Granada como alguacil mayor junto con su familia fundó el Colegio Universitario de San Bartolomé y Santiago o el del corregidor Enríquez de Baldelomar.  O el de los miembros de la Audiencia de Granada, que solían ser regalados con vino, jamones de la tierra por su fama cuando tomaban el cargo de presidentes, oidores, alcaldes del crimen  u otros cargos. Sancho de Flores en 1617. Sobre todo, los conventos eran uno de los lugares que más solicitaban este vino: los franciscanos de Úbeda, la Alhambra y Martos el convento del Rosario, el de Santa Isabel la real, los carmelitas descalzos, trinitarios en Granada en Málaga, los canónigos de Granada. Incluso a ciudades con tradición vitivinícola se enviaban como era el caso de Priego y Baeza a regidores y alcaldes mayores.

Curiosamente, los avaladores eran muchas veces regidores alcalaínos que controlaban el mercado.

Los alcalaínos que se iban de nuestra tierra hacían buena propaganda de su calidad es el caso del abad don Pedro de Moya que en 1609 como racionero de la Catedral de Málaga solicitaba varias cargas de vino para el obispo de Málaga y enviaba a un arriero.  

 Entre los pueblos comarcanos, debemos citar que el vino se intercambiaba con el aceite en Alcaudete y algunos pueblos de Córdoba. En Motril, las cantidades elevadas de venta nos insinuaban un posible sitio de salida para las tierras americanas. Las ventas – hoy auténticos pueblos – eran lugares de consumo del vino alcalaíno: Puerto López, Vélez, Domingo Pérez, Agramaderos, .. Cosa frecuente era su capacidad para nutrir los estancos de una ciudad a través de algún intermediario: Iznalloz, Moclín, Campillo y Noalejo.

            Toda la población estaba comprometida en este comercio. Las bodegas surtían a las haciendas familiares y al mercado. Los artistas invertían las plusvalías de sus ingresos en el negocio del vino. El propio padre del escultor  Pablo de Rojas y sus hermanos adquirieron viñas y tenían bodegas para comercializarlo. 

            Henríquez de la Jorquera, ese cronista de la Granada de finales del siglo XVI y principios del XVII, decía de este terreno, que era abundantísimo de pan y vino, lo mejor del Reino, de que abastece a Granada , con privilegio que tiene de meter vino en Granada tres meses al año, que son los de mayor gasto de Mayo, Junio y Julio.

            Incluso, unos años después, Rodrigo Méndez de Silva abundaba en los mismos términos y decía que tenía un gran trato de trigo, cebada, vino, aceite y ganados.

            En estos siglos,  la vid no sólo era importante por dar empleo a un gran número de agricultores ( labradores de sus propias viñas, pequeños y grandes propietarios , labrador arrendador de cortijo y alguna viña y cereal y pequeño artesano de fin de semana que comparte con otro oficio su labor), sino también por la serie de oficios secundarios y terciarios que se generaban desde su plantación hasta su elaboración. Los aladreros abundaban en la comarca para realizar todo tipo de instrumental que sirviera  en las distintas fases de su cultivo: azadas, tijeras podadera, esparteros para componer los zurrones, mimbreros, los canastos. Tuvieron que  venir alfareros de Jaén para abastecer a los productores y cosecheros de tinajas. Se ubicaron en la calle Tejuela y en sus inmediaciones. Los propietarios o arrendadores- de padres a hijos,  hidalgos y de origen jiennense- solían tener en su cortijo un lagar y ellos mismos vendían el producto, aunque muchas veces era controlado por los mercaderes de origen francés. Las funciones de los propietarios y viñadores eran:

            -que las viñas y olivares los labren, cultiven y amugronen, como si fueran propias, a los tiempos y sazones que se requiere y no corten cepas, aunque sean viejas.

            Los enteramente dedicados a la vid, que solían ser clasificados en peones de cavada, de rosada, de vendimia, los pisadores, los manigeros, los propietarios de lagares...La labor de cavar viñas se reglamentaba específicamente :

 

            Que no entren bestias  salvo las que llevaren la comida o transportaran las herramientas y se aten en los cercados, no derribaran las cepas en el cavado.

            El manigero o propietario controlaba a varios cortadores, que cobraban jornal y se les deba de comer y beber. Los arrieros o portadores se dedicaban a llevar la uva al lagar ante el apareador.

 

 

Peón de cavar
Dos reales y medio
Comida del medio día y vino
El vino que se gasta en el trabajo
Peón de vendimiar
Real
Comida de tres días
 
Peón de podar
Dos reales y medio secos
Vino de dieciocho cuartos
 
Peón de rozar
Real y medio
Aceite, vinagre y aceitunas o lo del tiempo
El pan por el trabajador

Los apareadores no podían cambiar las bases

            Y en el sector terciario, los corredores de vino, los comerciantes o mercaderes, los arrieros , mesoneros y los vendedores.

Los corredores de vino procedían desde la fundación de la ciudad y eran encargados de controlar las medidas, de inspeccionar las ventas y de cargar adecuadamente las tinajas- pequeñas, grandes y medianas- , candiotas y cualquier otro tipo de medio de transporte. Y no sólo se quedaban en eso, si no que conocían perfectamente el mercado del vino, los momentos álgidos y los oportunos de venta, se reservaban  el vino para sus clientelas. En suma, eran una especie, que a veces caía en el feo vicio del tráfico de influencias, y fue cuestionado en muchas ocasiones. De ahí que hubo intento que fueran elegidos anualmente y no fueran cargos vitalicios. 

            Los comerciantes o mercaderes podían ser los mismos cosecheros o productores, personas dedicadas a este oficio, con frecuencia, especializadas en los principales puntos del mercado regional: Granada, Málaga, Jaén y Motril, e intermediarios de otros puntos de venta, en sus dos vertientes, de estancos para una  ciudad o de tabernas y casas importantes.

            Los  arrieros se dividían en los que tenían su propio servicio, muchos de ellos de campesinos de otras comarcas, otros estaban relacionados con los comerciantes y mercaderes, y un tercer tipo, auténticas compañías o cooperativas de  arrieros que se encargaban del traslado de esta preciada bebida a Granada o Jaén. Suelen ser esclavos y criados y jornaleros.

            Para el comercio con la zona jiennense, solían trasportarlo los arrieros de Martos, Alcaudete y Alcalá; para los de Granada , los de Colomera, que eran moriscos; para Córdoba, los de Lucena. Curiosamente, se producía otro intercambio con estos pueblos que venían trayendo el vino cordobés y a veces se llevaba la nieve de Valdepeñas.

 

            Los vendedores  tenían una variada tipología: en primer lugar estaban los particulares, que traficaban desde sus mismas casas y desde los lagares; los mesoneros que expendían vino al por menor y mayor;  en  Alcalá dio lugar a una calle llamada de los Mesones e, incluso, una de las aceras del camino del Llanillo, llegó a llamarse la de los Mesones; las tabernas de otras ciudades, las alhóndigas, las ventas en los terrenos rurales, los estancos, la lonja del puerto de Motril.

            Con frecuencia, aparece en los puntos importantes, un especialista o corredor de venta, representante del vino alcalaíno, en ciudades importantes como Granada, Málaga y Málaga, que controlaba la venta del vino a los compradores para su abastecimiento o para transportarlo a América.

            En la propia Alcalá  hubo necesidad de crear una alhóndiga, cercana a la fortaleza de la Mota para regular el trato entre comerciantes. Pues hubo años que sobrepasaron los 505.000 litros de exportación.

            Esto dio lugar a que se evitara el almacenamiento que hubo a hasta 169 puntos en Alcalá.  Los grandes propietarios eran los que más acumulaban en las bodegas. Es el caso de Juan de Aranda Italia que llegó a tener 56 tinajas en diversas bodegas.

 

            Una viña producía quinientas arrobas de yema. A la que se quitaba el diezmo y se quedaba en 452, sesenta y ocho arrobas de estrujón, aplicado el diezmo 61. El trabajo que necesitaba era de 4 o5 cortadores durante 9 días, acarreadores a real y medio, el pisador costaba diez día a 3 reales, l burro del acarreador a real y medio, el pan 11 reales. En total 5.585 ms.

            El vino era importante con fines religiosos para la misa y era una de las ofrendas de los devotos junto con  la cera, y el pan.

            La fiesta del Corpus con el desfiles de comparsas y diablillos y danzas y la del quince de agosto se celebrar con gran derroche de espectáculo y de vino para sus participantes. Unos meses antes, se hace la Candelaria que anuncia la Víspera en Alcalá y aldeas con fogatas y vino.

 

            El vino impregnaba todas las facetas de la vida, acompañado de garbanzos y almendras o sustituido por el resoli  solía ser un ingrediente primordial de las fiestas de campo, los días de rifas, bautizos, bodas y romerías. En las bodas los brindis por todas aquellas personas que regalaban tras la bandeja con el vino del mismo vaso

-          me da licencia para hacer una dádiva a su hija

-          haga la dádiva y Dios se lo premie

-          quisiera que fuese una cosa como él se merece

-          - brindo por fulano

-          y- usted una de ellas

            E, incluso, en los entierros de los niños y los adultos. Curiosamente, en los primeros solían bailar los presentes el baile de castañuelas en derredor del cadáver y después se le repartían  vino y garbanzos. En los adultos, los hombres se topaban con un pañuelo de colores en la cabeza para manifestar el sentimiento.

 

            Era lo único que se podía beber en los días de fiesta tras la ceremonia de la Misa Mayor, que era cuando estaba permitido abrir los mesones  para disfrute de todos los trabajadores que no podían ejercer trabajo alguno.

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            Un momento clave para la caída de los vinos fue la entrada de los vinos cordobeses, que traían fingidamente sus vinos hacia Valdepeñas y aprovechaban sus cargas de regreso con nieve.        Esto provocó una auténtica liga entre los comerciantes y productores alcalaínos en 1632. Los segundos hicieron Concejo abierto y destruyeron las cargas de los arrieros. Se produjeron luchas de bandos entre los Cabreras y los Sotomayor. Cada uno partidario de  unos intereses diferentes: la no importación de vino y el libre comercio. Tuvo que intervenir el corregidor Soria y Vera: castigó a culpables y prohibición de venta de vino de fuera

 

 


 
            Esto fue el canto de cisne de los hidalgos. Pues el monopolio y su privilegio acabó ante la competencia de los viñedos granadinos.  También, la s sequías y la peste hicieron rozar muchas viñas a finales del siglo XVIII.

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