Archivo del blog

martes, 24 de junio de 2014

DESDE EL MIRADOR DEL PORTILLO DE LAS CARRETAS. EN ALCALÁ IDEAL


DESDE EL MIRADOR DEL PORTILLO DE LAS CARRETAS

                Me hubiera gustado haberme subido a un mirador más cercano y adentrarme en el alma colectiva que , por estos momentos, se vive en nuestro entorno. Y no es porque falten atalayas de privilegio y de  postín en  la ciudad de la Mota.  Faltan, todavía,  meses y no se ha pasado el ecuador del año. Pues, sobran miradores  y balcones  naturales para  recorrer  la vida de  nuestra ciudad.  Y eso que la ciudad bulle más que nunca. Ahora, una nueva generación lucha por  cualquier motivo  que  puedan prevenir  las  autoridades. Antes, se hacía por los derechos básicos y la conquista de la libertad y de la democracia; ahora, en un día cualquiera  puede provocarse  una concentración por  un simple motivo de  reajuste administrativo o  por  un conflicto latente entre administraciones por  resolver, o  por el simple hecho de disputarse el protagonismo  entre el aventurismo populista  y  las consecuencias de los recortes de la crisis. Por eso, como vulgarmente se comenta, hay  tela que cortar y no voy a ejercer de masoquista  de  convertirme en un Sísifo  de los vaivenes de la propaganda  actual y  del oportunismo político.

                Prefiero  dirigirme al  camino de la Cruz de la  Sardina, tomar la senda de la fuente  del  Cañuelo ( ese abrevadero construido por  Martín de Bolívar a mediados del siglo XVI)  y, Chinares  arriba, a través del camino del Portillo de las Carreteras  , alcanzar la cima de la Torre y sentarme en los restos de la base  de  la atalaya, mientras contemplo entre  cerros  la  plataforma de la ciudad fortificada en  una visión poco frecuente y no acostumbrada por los vecinos de Alcalá. No pretendo la evasión sino la búsqueda de la sensatez, que a buen puerto siempre nos  ha conducido.

                Allí, aquella fortaleza se muestra desnuda y nos descubre la huella, pura  y sin adornos,   del paso de las civilizaciones  en su suelo. Entre torres, murallas y  restos de edificios e iglesias,  sólo ha quedado una trama  entretejida de viales empedrados con piedra ígnea, el anillo interior y  envolvente de las casas abandonadas, el arranque de las paredes sustentantes de las  mansiones, la Iglesia Abacial, el Alcázar y la Cárcel Real. Se nos  convierte más que en Roca del Al Ándalus o Riñón de Andalucía en un corazón  generoso que nos tiende su  abrazo generoso y hospitalario, como si nos guiñara  entre esta curiosa perspectiva. Reluce actualmente  por la blancura de  las piedras  picadas y se vende  como  prenda de gran valor y brillo de oro por una limpieza urbana que se le ha aplicado. Parece como si  estuviera vestida de gala para anunciarnos un gran acontecimiento, o, hecha anfitriona, esperara la llegada de muchos  visitantes.  Muestra su tarjeta de invitación  con dignidad  y  con espíritu de excelencia entre anagramas de rutas  ( de los Castillos y Batallas de Jaén, Caminos  de Pasión, Ciudad del Olivo, Ruta de Carlos V, del Califato, de los Almohades, Camino Mozárabe de Santiago,  de  la Sierra Sur, de la Abadía,...) y  desentraña su mundo interior entre cuentos, leyendas  y romances.  El duende  de la Mota  recorre el alma del monasterio dominico,  invita al sabor del vino torrontés  en las tabernas y  lagares  restaurados, nos traslada a tiempos de frontera. El fuego napoleónico  ha purificado tantos años de historia que se testimonia con los dos cañones abandonados  y convertidos en reclamo de  la fotografía de turno. El duende se hace sonido silencioso entre los romeros  y las lavandas. Y acompasa el caminar  por  entre los adarves  y con la vista fijada  en el fondo paisajístico de Sierra Nevada. Todavía, la campana  "María" simula con su balanceo monótono un  volteo lento  y nos trae al recuerdo los toques pasados  de queda, de rebato y de misa de difuntos.

                Este punto geodésico invita a la serenidad y a la reflexión, a saber distinguir el trigo de la  paja, a no caer en el  aventurismo suicida, a  esperar tiempos mejores, cuando  la libertad y la responsabilidad permitan emitir unos juicios más sabios,  y a evitar la  imprudencia  y el acoso de los  Kamikazes y  aquellos  catilinas que hicieron temblar a la respublica romana en tiempos de Cicerón.           

 

 



 

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario