En su patio enredado,
Subía verde la yerba,
De poemas enredada,
Y, oliendo a madreselva.
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En las tierras de su cuma
Resonaron por su casa
Nanas de la media luna,
Despertares de un mañana.
El espíritu de Bernarda aletea en Valderrubio, entre aperos y ubios, ¡mientras el niño descansa! |
Un recuerdo a Orueta su famoso profesor, conterulio y señor de este afamado poeta. |
Nos ilustra con su verbo y su pasión machadiana este poeta del pueblo con su savia soberana. |
Y se mostró un fantasma, entre hilos y marionetas, Lorca con una comedieta en las trojes de la cámara. |
Aquel día le nos juntamos |
disfrutando de su sede, el rutero alcalaíno |
Daniel, un asturiano célebre |
Y el labriego de los campos y de las huertas de orfebre |
Un requisen le dedicamos en aquel árbol inmenso donde reposan sus restos, según cuentan sus paisanos. Pues no se creen el invento de un poeta sin encanto ni vivencias de misterios. |
Entre las ventanas suenan los grilletes de los guardias y los gritos de sus amas, mientras el piano recuerda un míserere de lágrimas. |
No hay cosa más humanista, para recordar el poeta que las clases que no dicta nuestro guía con su ciencia. |
Que por mayo, era por mayo,
Sin apretar el calor
Ligeros íbamos de sayo
A honrar al ruiseñor.
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Y se hicieron poetas, junto a la piedra de agosto, derramando honda pena por la Fuente del fondo. |
En aquel barranco siniestro a instancias de un saldado. el poeta, en la noche, fue y , rezó un forzado padrenuestro, sin saber que su maestro no era muestra de perdón. |
Y las hoces levantaban entre cuchillos der sangre asolando los ideales de personas desalmadas. |
En lo alto de la trinchera, asomada está Granada, por los altos del Fargue, y la bayoneta apuntan gritando mientras se asusta: ¡Dios mío, no hay quien nos salve! |
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