PANIAGUADO
Hay palabras en desuso, que obedecen a momentos
históricos y que evolucionaron hasta cierto tiempo que , en su diacronía,
se transformaron en su significado manteniendo el significante sin cambio
fonético alguno. Este es el caso de la palabra paniaguado. Está constatada la
presencia de esta palabra como Paniagua. En concreto en los archivos notariales
son muchos los personajes que mantienen este apellido; incluso en los arrabales
de la ciudad de la Mota existía una casa de Panyagua. No es de extrañar la presencia
en estos lares, pues los Nuño Fernández Paniagua fueron unos caballeros muy
favorecidos por el rey Alfonso XI, castellanos nacidos en el reino de León,
que los llamaron el resto de los
hidalgos por esta circunstancia “paniaguados”, al disfrutar del favoritismo del
rey que conquistó Alcalá la Aben Zayde. De ahí parece derivar el origen
semántico de la palabra , que mis
antepasados recogían con un sentido ya evolucionado de persona que gozaba del poder de influencia de
las clases altas y se sometía
servicialmente a las personas importantes de
la sociedad. Muy cercano su significado a lo que el Diccionario de la
Real Academia definía como una persona que, sin tener méritos reconocidos, era
favorecida y protegida por otra. Generalmente, los protectores solía ser
personas que ostentaba cargos. No es de extrañar que mi madre me comentara es
un paniaguado del alcalde o del cura en los años sesenta del siglo XX. Más frecuente
en siglos pasados, esta palabra hacía
referencia al sirviente de una casa, que recibía habitación, alimento y
salario. Ocupaba el puesto de honor en los escalones más bajos de la sociedad.
De ahí que no es de extrañar que se diga
de un señor que se ocupaba de los paniaguados como criados predilectos.
Como adjetivo o adjetivo
sustantivado, esta palabra respondía al vasallo de criazón- Y, competía con
estas palabras como asalariado, protegido, secuaz, partidario, e, incluso, con
los matices semánticos de segundón, seguidor, esbirro, y lacayo. Para
colmo, los hay que lo confundían con el asesino a sueldo, sicario, matón, y
sayón. Sorprende que satélite lo ha desbancado de muchas frases en la
actualidad. Y más aún que los paniaguados contengan un matiz despectivo en
frases coloquiales semejantes a “la
vacante fue cubierta por uno de los
paniaguados del jefe”, refiriéndose a
la persona que ocupa un puesto sin tener méritos algunos reconocidos y
es protegida o favorecida por otra;
responde a su variante antigua de apaniaguado, del latín vulgar panem facere,
cuyo participio panificatus se traducía “mantenido a pan”.
A un tiempo muy lejano nos
hemos remontado, porque durante el Antiguo Régimen, abundaba la persona que
vivía en casa de un señor, noble o magnate y eran mantenidos por él. En un
documento notarial de 1645, nos lo encontramos entre los poderosos, la clase hidalga, en
Alcalá la Real participando de un pleito entre los bandos de la ciudad,
los Cabrera Luna contra el alcaide
Antonio López de Gamboa, ambos estaban rodeados de sirvientes, gañanes, deudos,
clientes y paniaguados que se sentían
reyes para acometer todo tipo de tropelías contra los vecinos invadiendo los
campos linderos con los ganados o roturando las tierras de la propia ciudad.
Como paniaguados no le temían a nadie al amparo de su señor. Y, aunque le
nombre le viene del comer pan a expensas del señor, no debe confundirse con el
sirviente o siervos, quehace labores diferentes como labrador y adquiere una
especial vinculación con su señor. Lo denominan vasallo de criazón, en el
sentido de ser criado o mantenido, y, en los lares de la Sierra Sur recibía del
dueño no sólo el alimento y salario,
sino también la habitación, la casa o el chozón del cortijo. Por lo tanto, de
ahí que esta dependencia lo convirtiera en un allegado a una persona y
favorecido por ella.
Actualmente, la palabra paniaguado se clasifica en los diccionarios como un
término en desuso, y, en decadencia, a favor de sus sinónimos. Y en verdad que
existen muchos personajes que podían identificarse con el paniaguado y con el
señor que le otorga la categoría de vivir con esta excelencia. El paniaguado se
ha convertido en un icono de las redes sociales, que sirve a su señor virtual,
a veces envuelto en disfraz del
anonimato. Unas veces, con signos de lisonja
y corazones blandengues
aplaudiéndolo hasta las acciones más
absurdas. Otras veces, se convierte en un adalid del adversario de su señor y
llega a empuñar los iconos más agresivos e incluso coprofágicos. A veces son
personas de temer y así lo recogen los literatos: “Porque no querria por todas las cosas del mundo que fuese pariente ni paniaguado del señor don Alvaro”, Los hay paniaguados que son
auténticos esbirros y sicarios que no
tienen respeto alguno para destruir a las personas de bien que superan a su
señor; así nos lo recuerda Cervantes: “— No hay camino tan llano —repllicó Sancho— que no tenga algún tropezón o barranco; en otras casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas; más acompañados y paniaguados debe de tener la locura que la discreción”
.Los paniaguados asalariados abundan
pues el hogar se ha transformado en un carguillo y el mantenimiento de pan en
un sueldo sin doblar la espalda; en estos tiempos electorales,
proliferan protegidos exhibiendo pancartas y transmitiendo mensajes en las
redes; como decía Luis Codat: ”Los destinos públicos no han sido desempeñados nunca por hombres de verdadero mérito, de reconocida probidad y honradez, sino por ineptos, por paniaguados de los señores ministros, de los caciques de los partidos, o
de los asquerosos mercaderes de la política”.
A espera del triunfo del candidato, lo dan todo,
son los más fieles secuaces y partidarios y así escribía con buen tino otro escritor reflejando el día de los
comicios: “En otro se colocó la mesa electoral en un descanso de escalera; los votante no podían subir sino de uno en uno, y doce paniaguados de Trampeta, haciendo fila, tuvieron interceptado el sitio durante toda la mañana, moliendo muy a su sabor a puñadas y coces a quien intentaba el asalto”.
Ocupan en la escala social los puestos segundones de los estamentos y son
capaces de sacrificarse hasta la muerte, son auténticos esbirros y lacayos.
Como decía cierto escritor : “ Esa
comparsa que traen alrededor son paniaguados suyos, que les obedecen ciegamente”.
En las redes abundan
estos señores que vienen muy bien descritos por este texto de Juan Moreira, donde se
muestra su supremacía que llega a servirse de los paniaguados a su antojo: “Ei capricho era ley para todos aquellos buenos paisanos, en especial para el populacho, los subalternos y los humildes amigos ó paniaguados de las autoridades; y cuando algún opositor, víctima de mis bromas, que solían ser pesadas, se quejaba á mis padres, nunca me faltó defensa ó excusa, y si bien ambos prometían á veces reprenderme ó castigarme, la verdad es que
especialmente el «viejo “no hacían sino reírse de mis gracias”.
Menos más que estas elecciones son las más cercanas, y
se conocen a los apaniaguados como .si fueran de
la familia. Es una baza para la transparencia,.
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