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lunes, 23 de enero de 2023

FRANGOLLO EN EL JAÉN

 


 

FRANGOLLO

          Con el paso del tiempo, las palabras quedan en desuso  y son sustituidas en su frecuencia de uso por otras que suelen  impregnarse en  el tejido social. Son muchos los estudiosos  que han recogido a lo largo de la historia del lenguaje estos cambios, que los diccionarios académicos elevan a su categoría de término oficial. Viene a cuento un término que, en las tierras del Sur de la provincia, ofrece esta diacronía semántica a lo largo de los siglos. Recuerdo que mi madre, durante mi infancia, me amonestaba  con una palabra con valor adjetival en la  frase “no  seas  frangollo”, y con valor sustantivo “ eres un frangollo”. Como es lógico, de inmediato reaccionaba a esta amonestación, tratando de corregir los fallos o errores ocasionados por mi prisa o rapidez en haber completado la tarea. Pero nunca imaginaba que frangollo se relacionara con  la  palabra derivada del verbo latino frangere ( romper).  Se sabe que, en  Andalucía este era  un acemite, término desusado y arabismo” asasmid” , que se refería tanto al salvado con alguna porción de harina y  a la flor de harina.  Por cierto, que se suele usar este término de acemite  y se mantiene en el triángulo formado entre el sur de Sevilla, Cádiz y el suroeste de Málaga, con la acepción harina más fina. Y la Sierra Sur, tan cercana a la provincia de Granada,  lo recoge y, al principio, con la  acepción que se refiere “ al potaje de trigo remojado y desprovisto del salvado mediante el procedimiento artesanal de la frotación de dos tejas bien adosadas por la parte cóncava”.  No es de extrañar  que estos dos términos sean fruto de una zona de frontera por proceder de dos lenguas tan diferentes,  del conquistador y el conquistado. En términos parecidos,  la Sierra de Segura recoge la misma acepción  y recuerda su clara relación fronteriza con otras provincias , pues esta variante acemite serrana  aparece en el Vocabulario andaluz de Venceslada  como 'pieza de pan de harina de trigo y de maíz'.

 

Desde Andalucía, posiblemente se introdujo  en las Islas Canarias, como  andalucismo, y con el significado de 'salvado' . De los varios significados documentados de acemite, el de `frangollo' está íntimamente relacionado con la que ofrece el DRAE de  acemite  'potaje de trigo tostado y medio molido' documentado en 1606 por médico  Fontecha, de modo que  el frangollo fue la materia prima de dicho potaje, como lo es este  plato conocido en Güevéjar y en el Valle de Lecrín (Granada}. Por ello, tardó la Academia en localizar en Andalucía la acepción hasta  1817; y,  a partir de ese año, desapareció la consideración regional del término.

 

 

 

 

 Sin embargo, centrándonos en frangollo, que se define como maíz triturado  grueso, cocido con agua y otros ingredientes ( canela, pasas, corteza de limón) al que se le añade leche una vez que se ha espesado, es un postre tradicional tradicional canario que se sirve de frío acompañado generalmente de leche y miel. Esta acepción de frangollo ha desbancado otros usos  anteriores. Es decir, esta acepción se ha convertido en norma lingüística frente a la lengua y coincidente con el habla, como diría Coseriu. Por tanto, entre los tres usos que la Real Academia recoge en el diccionario como  granos quebrantados de cereales y legumbres, cosa hecha deprisa y mal  y, en Cuba y Puerto Rico  dulce hecho de plátano machacado, se ha mantenido la variante canaria de frangollo como postre típico a base de leche, harina de millo, limón, huevos, azúcar, mantequilla, pasas, almendras, canela. No obstante existen variantes de la misma receta: en algunos lugares se hace con agua en vez de leche, o se añade matalaúva, En 1899, aparece en Tradiciones  de Alfonso esta referencia: mandó a jacer lebrillos de frangollo [...].  Y, casi un siglo después en 1985, Millares recoge esta tradición en Los inertes: Ni faltaban las castañas el día de finados, los pasteles de carne por Navidad y el frangollo el día de San José. 

Entre todas estas acepciones, la Sierra Sur ofrece una singularidad de pasar de su significado como sustantivo referido a un grano o semilla a su uso de una tarea hecha deprisa y mal hecha. En concreto, se  adelanta el uso de la palabra frangollo casi un siglo a la Academia Española. Pues, en tierras del Castillo de Locubín, a mediados del siglo XVIII el frangollo se manifiesta como grano   quebrantado, astillado y partido de algunos cereales y las legumbres de las fabáceas como el trigo , centeno, frijol o habichuela, el acimate o el millo. Y son frecuentes los registros que los escribanos castilleros inventariaban entre los productos que se encontraba en los molinos de pan moler junto con el trigo limpio como el de la familia del Conde de Humanes en las riberas del río San Juan , e, incluso, aparece en un  singular  paraje de esta villa con el nombre de  la Cañada del Frangollo. No es de extrañar que el término frecuentara en su uso para referirse al mismo tiempo como producto cerealístico y como semilla sembrada en el campo de peor calidad.

De esta peor calidad del frangollo no hay más que un paso para convertirse en una cosa  hecha de mala manera y apresuradamente. Y, entre  sus sinónimos, campen amalgama, argamasa, baturrillo, fárrago, lío, mazacote, mescolanza, revoltijo, incluso granuja pícaro, tahúr, sinvergüenza , estafador y tramposo. Y, sobre todo fullero bribón y tramposo. No está muy extendida la acepción de  frangollo  como mescolanza de personas, cosas o ideas,  que algunos escritores recogen en otros  lares. Así  Guerra,  afirma  en  sus Memorias : En el frangollo, alharaquientas todas, las culingas nuevas chillaban  al modo de ratas, las maduras alzaban el  gatillo hasta las torres y las viejas resoplaban clamores por las ánimas benditas, todo mientras rebullían como condenadas. Más bien predomina con la acepción de frangollón, referido a una persona que hace mal las cosas y de prisa Y, en la Sierra Sur no se  ha encontrado frangollero  y  menos escasa  es frangollón, que  la anota  el professor Alvar en el dialecto canario como «Persona desastrada», y  MacCurdy recoge como frangullón con el sentido de «chapucero».

          Ahora corren tiempos de frangollo. A más de uno hay que amonestarle con esta acepción  que ya utilizaba Benito Pérez Galdós en sus Crónicas futuras “ Puede usted suprimir la sopa, el puchero, la ropa vieja, el salmorejo y el frangollo”.  Es decir, hay que ir al grano, al trigo limpio y a la harina blanca. Pues abundan, en estos tiempos los que ofrecen el frangollo como un dulce, unas gachas de harina de maíz o de trigo, a las que a veces se añade leche, miel, pasas, almendras u otros ingredientes. El ejemplo que se transcribe es canario. Hoy es una voz por completo viva y general en el archipiélago. La palabra se encuentra también en el uso americano, aunque a veces con sentidos diferentes al canario o al que recoge la Academia de pan molido. Pero de poca calidad,  como los frangollones que abundan en nuestras tierras.

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