DE DEL VADO DEL CARRIZAL A LAS VENTAS DEL CARRIZAL
Hay un rincón muy encantador en la Sierra Sur de Jaén,
que riega el río San Juan, y, es paso de rutas caminos desde la prehistoria
hasta la actualidad. Desde una vía romana que conectaba con las del valle del
Guadalquivir
hasta las renacidas rutas mozárabe y
califal. Lo curioso es que no
se llamó siempre con el nombre de Las ventas del Carrizal. Pues actualmente,, situada en la carretera Nacional 432, entre Alcalá
la Real y Alcaudete , y enclavada al pie de la sierra de San Pedro, está
rodeada de varias torres defensivas árabes, correspondientes a la frontera fernandina.
Si bien, puede remontarse hasta época púnica, como señalaba el catedrático
Martín Jiménez Cobo, ya que a unos tres
kilómetros se encuentra el yacimiento Ibero-Romano «Encina Hermosa». Hasta
llegar a la actual población de 445 habitantes, se han desarrollado muchos
acontecimientos, en medio de una economía basada actualmente en la agricultura
y el transporte. Pero no siempre primaron estas. El río San Juan vertebró este
lugar con su puente, sus presas, sus huertas, sus molinos y su venta.
.
Aunque siempre se ha comentado el origen de la aldea
de las Ventas del Carrizal relacionándola con este alojamiento para los
transeúntes, no fue este su primer nombre de este entorno en el camino real, que se dirigía de Alcalá la
Real a Alcaudete, cercano al río de San Juan. El carrizal era manifiesto por
encontrarse esta planta en el entorno del río donde abundaba el carrizo, y, por
eso, antes de que naciera la venta, recibía esa parte el nombre de Vado
del Carrizal.
Era una zona muy apetecible para la industria
agroganadera, como los molinos. Y hay constancia del emplazamiento de un molino
de pan y otro de papel (en concreto pertenecía a familias hidalgas, y entre
ellas a las e Jamilena). Una de las utilidades del carrizo consistía en
convertirlo en papel y en cañizo para la construcción. Por eso, no nos extraña el
alcalaíno Francisco de Jamilena, el Viejo, en 1560 manifestara que había
construido un molino " había fecho cierto edificio de molino
para pan en el Puente y Vado El Carrizal, término de esta ciudad". Y
surgió un conflicto con otro hidalgo Juan de Escavias "por
es encima de la presa que tiene fecha el señor Juan de Escavias, regidor
de esta ciudad y vecino de ella, por el riego e aprovechamiento de
las huertas e tierras que el dicho tiene, e yo el dicho Francisco de Jamilena e
hecho otra presa para el agua del dicho molino, e del dicho señor Juan de
Escavias se ha agraviado diciendo que, con la dicha presa, que yo
hago, recibe mucho agravio e perjuicio , o adelante podría recibir"
El segundo documento hace referencia a este
molino de pan moler y otro de papel, que pertenecían a la familia de los
Jamilena. En 1587, aparecieron Catalina de Tobilla, esposa de Martín de
Jamilena y María de Sillo, esposa de
Alonso de Tobilla. Y la primera vendió a Alonso y Lázaro Muñoz unas casas e
molino , que situaban en Encina Hermosa, exactamente en el río del Carrizal.
Entraron en conflicto y se deduce del texto que Francisco de Jamilena lo vendió
al conde de Alcaudete y este a los Muñoz.La ciudad le permitió construir una
presilla y l e dio unos terrenos casi inútiles entre los molinos y la
presilla. En este año , las riadas lo habían destruido y no se sacaba
rendimiento alguno.
Mas, acercándonos al origen de esta aldea, está claro
que siempre se ubicó una venta en las cercanías del Vado del Carrizal. Pues,
Juan de Escavias en 1554 le compró a los hijos de su hermano Pedro de Escavias
una fanega de tierra y la venta que le rodeaba por valor noventa mil en
almoneda en 26 de junio del mismo año ante Alonso de Castro.
Ya
existía la venta y su nombre. Antes de que se llamara este entorno del terreno de las Ventas del Carrizal con
este nombre se denominaba Vado del
Carrizal, Pero, sin menoscabo de lo anterior, se fijó en el cuarto decenio del
siglo XVI, según podemos concluir de un contrato entre el hidalgo Pedro de
Escavias, propietario de los terrenos de la construcción, y los albañiles
Cristóbal y Alonso Pérez. El primero, descendiente de caballeros, afincado en
el Castillo de Locubín, y regidor del cabildo alcalaíno (por varios documentos
notariales poseía grandes peculios, huertas y rozas en esta zona, y sobre todo
en el vado del Carrizal). Por este contrato de obra con los albañiles y el
documento de las condiciones, traza y pago, firman en tres de junio de 1543 el
levantamiento de la Venta. Tanto contratista como albañiles eran vecinos del
Castillo de Locubín.
Si nos fijáramos en las condiciones del contrato, lo hicieron en mancomunidad los albañiles, ya que, a
razones de parentesco, se añadían las de oficio, Pedro de Escavias se
comprometía por su parte a pagarle 34.000 maravedíes, 10 fanegas de trigo, 15
arrobas de vino y, al contado para empezar 15.000 maravedíes, la mitad en
medio de la obra, y el resto al finalizar, ateniéndose a todo el aparato jurídico
de los contratos.
No era de gran dimensión la venta, de unas 25 varas de largo (12 metros) y en
ancho 5 varas (4 metros) y doce pies en grueso, con unas zanjas en grueso
de gran cimiento de la piedra llana bien fajinada, de buena cal y arena,
revocado, desde el principio hasta arriba, de tres pies de grueso. Las tapias lisas
se fundaban en este cimiento y dos pies
y medio, muy derechas y de tierra sazonada, y muchas veces cavada y trastejada.
Dentro de su
entorno se levantó este alojamiento, equipado con puerta de entrada
y colgadizo, dos cuerpos con arcos, y cámaras, para alojamiento, chimenea en
parte baja, caballerizas y sala. Todo techado con un tejado de mojinetes a
doble agua. Las habitaciones se ofrecían en la doble misión de alojamiento del
ventero y pasajeros, y, por otra parte, los medios del transporte en
caballería.
Este edificio de Venta de Pedro Escabias, ubicado en
su terreno heredado, dio nombre a la aldea, porque en su entorno se levantaron
casas a lo largo de los siglos posteriores y dispersas por los cortijos y
molinos en torno a las riberas del río. Por el año 4 de abril de 1554, ya se
había muerto Pedro de Escavias, y sus hijas reclamaban al ventero una cantidad
de dinero por el censo impuesto. Era el ventero Gil Fernández de Cuenca, que
fiaba a Juan Martínez de Cuenca site mil maravedíes `por un censo impuesto y
era el fiador.
Más tarde, el edificio en 1632, estaba en posesión del presbítero Licenciado
Pedro Duran, se lo contrataba a Juan de Rueda, esta Venta, ya con
el nombre de Venta del Carrizal, con sus dos caballerizas y cámaras, por el importe
de 32 reales, como curiosidad no se le permitía tener palomar.
Hasta el Catastro de la Ensenada, esta venta era la
única. Siglos después, otras ventas o mesones, nuevas caserías y posadas se
levantaron a su alrededor de modo que en el siglo XIX
Se ha puesto de moda el camino mozárabe, y se percibe
el gran número de peregrinos y caminantes que recorren las etapas de este
itinerario por la provincia en los últimos meses, y, sobre todo, en los
periodos festivos. El último tramo por la provincia de Jaén enlaza la aldea de
la Venta del Carrizal hasta el final del término municipal de Alcaudete. Dejar
la aldea castillera por la calle de la Fuente y pasar el rio san Juan permiten
otear un lugar que se remonta a tiempos iberorromanos en el entorno cuyos
vestigios de un oppidum importante donde se encuentra esta vía secundaria de la
red comunicaciones de la Hispania Romana. Tras dejar atrás la torre del
Atranque (denominada también de los Ajos, y de Encina Hermosa y confundida con
la de Cañizar Alto y Bajo por estudiosos Valeriano del Castillo), se
encamina el peregrino hacia el castillo calatravo de Alcaudete, y se sigue por
el camino real de la Fuente Amuña, sirviendo de hitos (por lo menos con perspectiva
visual) las torres de Molino del Moro, Caniles, la Harina, y Torre
Blanca. Sin desviarse mucho de ellas, es digno para comprender el mundo de
frontera acercarse a la de la Atranque, musulmana, cilíndrica y y maciza.
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