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jueves, 28 de agosto de 2025

VI. FELIPE IV Y ALCALÁ LA REAL. ENTRE GANADEROS Y AGRICULTORES

 




 

                      

 

Una segunda vertiente se derivó del litigio con el Castillo de Locubín. Pues para pagar su compra, hubo que roturar tierras e imponer arbtirios sobre los agricultores.  Pero se dio la  paradoja que no sólo oprimían a los labradores los continuos arbitrios que debían pagar por las tierras concedidas sino que los ganaderos no tenían donde pastar  por estar roturados los abrevaderos y no encontrar criados que  les guardasen el ganado, ya que se veían continuamente penados por las ordenanzas que impedían  las entradas de sus gandos en las tierras de los poderosos. Esto daba lugar a que no podían  criar ganados, ni se producía el abastecimiento de carnes al mercado de la ciudad ni la elaboración de lanas, limitando, en consecuencia,  los ingresos  impositivos a la Corona.

Además, la corrupción política alcanzaba a las altas esferas del  poder. Pues  la mayoría de los regidores conseguían las tierras por irrisorias cantidades. Se daba el caso de que, por ejemplo en 1629, un escribano y un regidor  habían conseguido más del diez por ciento de  las cinco mil  fanegas roturadas. O, el colmo de las influencias, con el regidor Juan Vázquez Mesía que había conseguido la  dehesa  de carne a mitad de precio en una subaasta que se sacaba para los pobres. Y eso ue todas estas medidas  estaban  revestidas de la máxima legalidad, porque se ocultaban los nuevos propietarios   mediante la intervención de personas interpuestas que lograban conseguir todas las tierras y resultaba “ que con todo el  común se puede verificar que se se labran  por su cuenta y que sus esclavos son los que  los benefican”[1]  . No sólo conseguían sus frutos los regidores sino que el propio corregidor de 1625 favorecía a sus familiares permitiendo el pasto de los ganados en su cortijo y sobrepasando los límites de la legalidad al no dclarar el ganado.

   Con la compra del Castillo, aquí se impusieron  razones de privilegio otorgadas por reyes anteriores y  los intereses de los ganaderos, ya  que estos  se veían privados de unos extensos montes de pasto  cuales eran los comprendidos por la sierras de Valdepeñas, Marroquí y  toda la zona que limitaba con Alcaudete, Martos,  y Valdepeñas.

Relacionado con la anterior, por la parte de Frailes la  delimitación del cuarto de legua dio lugar a  varios conflictos a lo largo del siglo entre los nuevos propietarios y los ganaderos de Alcalá la Real hasta que se delimitó definitivamente. La Majada Cano y la Atalaya eran dos puntos conflictivos, donde pastaban los ganados vacunos en el siglo XVII y no era raro el motivo en el que los guardas del Marqués apresara las vacas de los propietarios como en el año 1633[2].

Para colmo de males, las bajas de la moneda tambien afectaron a la ciudad, que se vio obligada a pagar muchos donativos, servicios reales en plata, provocando contínuos retardos y ejecuciones. A finales de  1629 tuvo lugar una de ellas ,que le supuso un gran desfase en su economía porque estaba practicamente embargada con la compra del Castillo de Locubín.

 

 



[1] AMAR.Acta del cabildo del dos de abril de 1629.

[2]AMAR.Caja 285.Pieza 5.

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