Hasta el año 1628, el rey , bajo
la batuta de Olivares, aplicó varias
medidas, con las que contribuyeron las
haciendas del clero y la promoción de
los medianos, con el objeto de recabar
hombres y recursos. Pero, todas las medidas fueron insuficientes ante el
fracaso financiero, motivado por los decrecientes ingresos y las dificultades
financieras. Pues, la hacienda nacional
quedó hipotecada por los juros y préstamos, la inflación incidió en un 13 por 100 y se
devaluó la moneada de cobre respecto a la de plata en un 34 por ciento
Los costosos gastos que se
impusieron, a partir de 1624, las guerras de los Paises Bajos por el continuo
desgaste a consecuencia de los largos asedios obligó a emprender medidas financieras para conjugar los gastos que suponían la estancia
de los ejércitos en lugares lejanos y la prolongada permanencia del servicio
militar.
Por eso, en 1627 la comarca alcaláina se vio afectado
por la venta real y adquisición de la villa del Castillo de
Locubín por el Marqués de los Trujillos, todo ello dentro la política de venta
de terrenos de realengo para hacer frente a las guerras de Flandes. La medida
hay que reconsiderarla desde el punto de vista del nacimiento de nuevas villas
independientes y en el afán de recoger todos los fondos posibles para la Corona. Algunos autores interpretana
el proceso desde el punto de vista subjetivo
con óptica competitiva y para
denigrar a Alcalá como villa soberana, considerando que el rey Felipe IV no
recompensó el deseo de vasallaje que los habitantes del Castillo le proponían
en provecho de los privilegios concedidos
a Alcalá.
Esta villa jugaba un importante
papel dentro de la comarca alacalaína, debido a encontrarse en una situación
privilegiada en torno a a las riberas de varios ríos y arroyuelos, produciendo
una agricultura de excedentes, que daba lugar a un comercio extracomarcal e inerno
con la ciudad de Alcalá la Real. Sus huertas del río San Juan, arroyo de
las Parras, la Isla, y el Portillo de
Jaén eran abundantes en hortalizas, sobre todo melones y berenjenas-frutales y
cultivo de la seda. Comerciaban con pueblos de Granada como Montefrío, de la
provincia de Jaén- Torredonjimeno, Martos, Torredelcampo, Porcuna y, por
supuesto, Alcalá la Real y daba entrada
de beneficios a sus agricultures en tiempos de bonanza. Además estaba
organizada administrativa por una delegación de dos alcaldes ordinarios que
recibían poderes del corregidor en las penas menores y por los regidores,
comisionados por el cabildo alcalaíno, que vivían en el pueblo. Un escribano desde el siglo XVI, levantaba
acta de los acuerdos. A finales del siglo XVIII, una junta de propios, formada
por estos mismos llegaba constituirse pra administrar los bienes de propios y
las nuevas roturaciones.
Sin embargo el caso alcalaíno es diferente al
de otras villas que se independizaron en el resto de España. De ahí que nada
más anunciarse la venta de la villa se produjo un gran alboroto que puso en pie
a todos los caballeros con el fin de recuperar la villa. Los alcaldes
ordinarios y todos los vecinos protestaron el acto de posesión el día 27 de
Noviembre de 1627, iniciándose el pleito para la recuperación[1]. Es verdad que estuvo cierto
tiempo en manos del Marqués donde puso una alcalde mayor que regía la ciudad.
Fueron los momentos en los que intervino el regidor alcalaíno, Ruiz de Mendoza
con una serie de maniobras en las que, dentro del marco legal, trató de crear
el ambiente adverso en la villa contra la ciudad de Alcalá, al mismo tiempo que
concertaba con el propio marqués las estipulaciones de la devolución de la
villa. . Se estableció un precio de 7.250 ducados por legua que comprendía a
todos los terrenos. Esta villa tenía por
aquel tiempo dos leguas y media y cuatrocientos vecinos. Por lo tanto la
operación ascendió a 7. 250.000 maravedís. Como síntoma del favoritismo de la
época y de la red de influencias del conde-duque, la finca fue adquirida por
don Antonio Alvarez de Bohorquez, consejero de Hacienda. En veintinueve de
noviembre de 1627, pagó el dicho comprador al factor de la Corte, Ambrosio de
Espínola, diez mil ducados en moneda de plata doble.
La venta del Castillo y las
repercusiones que tuvo con el cuarto de legua que se cedió al marqués de lso
Trujillos significa un momento trascendnetal de la historia local, porque se
cuestionó la importancia de la ganadería
en la economía local. De ahí que todos
los regidores, con todos los medios posibles,
trararan de que la medida real no
se aplicara, invitando a la villa a oponerse mediante una convocatoria de
concejo abierto a campana teñida, con el fin de no perder los pastos de aquella
zona montañosa. Y, no sólo defendieron esta sona sino la lindera con la del
maqués, conocida por el Cuarto de Legua. Lo basaban en estas razones.
.”..muchos aguaderos, criaderos,
abrevaderos y ganaderos se sirven de esta dehesa y oto que habán hecho o
comprado y de la gran sujección de ellos(... )por la gran estrechez del término
por oprimidos los labradores y ganaderos(...)el monte de Cofrida valía más de
100.000 ducados y no los 1.500 que se había vendido..”
El Litigio con el Castillo
El asunto venía de lejos. Se
remontaba al siglo XVII. Además la villa
del Castillo de Locubín ofrecía en este reinado la misma decadencia que Alcalá
en su zona fortificada, donde los vecinos minaban las faldas de su base para
aprovisionarse de yeso con el que pudieran construir sus nuevas casas, dando
lugar a varias medidas de protección del pie de la torre del Castillo[2].
Muchos alcaldes ordinarios eran clientes y amigos de los regidores, y estaban
ligados a ellos por favoritismo y por
dependencia económica hasta el punto que primaba más la lealtad personal que
los conocimientos, dándose el caso de que muchos de ellos ni apenas sabían leer
ni escribir y provocaban situaciones de tensión entre los propios miembros del
cabildo que no permitían reelecciones
entre la población. Así, en el
año 1623, una provisión del Consejo de Estado obligaba a que le quitaran la
vara de alcalde ordinario del Castillo a Miguel de la Peña[3].
En 1624, con motivo de la
llegada del rey a Granada y su fracasado paso por Alcalá, se provocó una serie
de desaveneincias con el cabildo alcalaíno, debido a que los vecinos quisieron
emprender la construcción de un puente, renovando el anterior de madera, que se
hallaba cercano a las Ventas del Carrizal. El alcalde Miguel García, que se
había comprometido a arreglar el camino desde el Castillo hasta Chiclana y a
construir el puente de madera, fue contestado por los propios vecinos
castilleros que se obligaron a pagar un
préstamo de dos mil ducados para que se construyera de piedra con el fin de
lograr una mayor permanencia y resistencia ante los contínuos reparos del
anterior. Llegaron a declararse en rebeldía e, incluso, encargaron un trazado
de la planta y, para ello, se valieron de los regidores Rui Díaz y Vázquez
Mesía residentes en el Castillo para imponer las condiciones. En 1625 la propia Corona recabó un informe vecinal en
el que recogió la situación problemática en la que se encontraba la villa. El
clima se debió alterar bastante porque el último sabado del mes de marzo de
este año los vecinos solicitaron una
junta vecinal. Desgraciadamente las actas de cabildo de los años 1625-1626 han
desaparecido y no se encuentran, y, en otras fuentes, no aparecen ningun tipo
de grandes atercados.
Sin embargo, la nueva política
real de la venta de las villas para recaudar fondos para sufragar su política
militar volivió a renacer los deseos de independencia de la villa. El 22 de
octubre de 1627, ante la venta de los veintidós mil vasallos por la Corona, se
iniciaron los trámites de su valoración y, al instante, Alcalá se opuso a
cualquier tipo de enajenación de esta villa de su territorio, alegando que no
tenía jurisdicción ni bienes propios, pósito ni término pues era administrada
por Alcalá por el privilegio concedido por Alfonso XI tras la conquista de la
ciudad y confirmado por los reyes posteriores. Para seguir el pleito en la
Corte, envió a Rui Díaz de Mendoza como
regidor comisionado y porvisto de todo
tipo de ejecutorias y privilegios en su defensa. Las gestiones de este regidor
no debieron ser muy contundentes ni claras para el cabildo alcalaíno, puesto
que siempre presentaba la información desde Madrid a favor de la permanencia de
la villa en la jurisdicción alcalaína, sin embargo los intereses
personales iban orientados a apoyar la
independencia del Castillo hasta tal punto que el veintisiete de octubre se
presentaron en el Castillo de lOcubín otros dos regidores Juan Vázquez Mesía y
el escribano Luis Méndez a impugnar la toma y posesión del Castillo por don
Antonio Bohorquez, Marqués de los Trujillos. Mientras los alcaldes ordinarios y
el alguacil mayor hacían requerimiento, la ciudad contactó con el regidor Rui
Díaz para que se opusiera en la propia Corte a esta operación de reconocimiento
y tanteara la compra del Castillo por la misma cantidad que había ofrecido el
comprador, ya fuera a plazos o de entradas directas de dinero. Incluso, se
disponía a vender 1000 fanegas de tierra de los Cortijos de Acquia Ata y Baja y
Pinillo para hacer frente, con los arbitrios de sus tierras, a los gastos que ocasionaran.
El día doce de este año se
realizó la venta sin atender las condiciones y ofertas de la ciudad,
calificando la acción cmo el perjuicio que se causa a la ciudad[4]
No onstante, se le pidió una
contraoferta al Marque de los Trujillos y en el día de la
Nuestra Señora de la Concepción
aviendo corrido la voz en éstos de lo que pedía dicho don Antonio fue grande el
rumor y el alboroto que causó y lo mal que se recibió por decir que era mucho
daño y perjuicio para esta ciudad quitar de los montes mejores que hay en el
término donde se albergan tantos ganados
Ante esta situación, de nuevo se
escribió Rui Diaz para quese personara
en la Corte y manifestara el desacuerdo
con la venta y la triste situación a la
que se había llegado con su aplicación sin haber atendido la oferta de Alcalá para comprarla,
al mismo tiempo que propuisera pagar la
villa por la cantidad de treinta mil
ducados y, en el mismo acto, solicitara
una facultad para obtener un censo con el que pudieran pagar mediante los
propios y vecinos la cantidad de la venta. La propia iglesia, en nombre del
abad, se dispuso a cooperar en la restitución de la villa del Castillo.
Las
negociaciones con el marques prosiguieron a finales del año 1627, midiendo
desde Cofrida e Hidalgos hasta Noalejo, apreciando un cuarto de legua que
sirviera de compensación por la venta del Castillo, terreno muy montuoso. Para
ello se sirvieron de la influencia del procurador jiennese en las Cortes de
Castilla Juan de Vera y Ruiz para que
concertara con el comprador las claúsulas del auerdo . Aunque un gran número de
regidores y familias hidalgas,-Alonso de Moya, Jerónimo Narvaez, Pedro Pineda
Mesía- se opusieron el marqués por los privilegios que tenía concedidos la
ciudad, el comprador admitió la postura
y ofreció la contraoferta de convertir
en pasto común para todos los vecinos el resto de los tres cuartos de legua de
su propiedad colindantes con la ofrecida y aceptó recibir los intereses.
En este intervalos de
negociaciones y contraorfetas la noche del sábado día 19 de enero de 1628 se
presentaba esta situación
“ha llegado la noticia que el
sábado a noche a las diecinueve había llegado a la villa del Castillo el doctor
Roger y un juez a tomar posesión del dicho lugar por parte de don Antonio
Bohorquez..se hizo contradicción por don Luis Méndez de Sotomayor y fue a
tiempo cuando tomaban posesión y, para que la tomase y quedase por juez para la
dicha villa, el dicho doctor Roger y otros alguaciles y gente y asistentes a la
dicha notificación que el dicho juez mándó hacer a Martín Sánchez Hidalgo,
alcalde, por el qual por el cual respondieron y apelaron en nombre de esta ciudad y hiço requirimiento por esta ciudad
contradiciendo la dicha posesión así al
dicho juez que no la diese el qual pretendía tomar y otro cual hicieron los
escribanos ofreciendo y protestando ue se quería tantear y que ninguna cosa
lesperjudicase y otras diligencias quedaron en poder de don Luis méndez
deSotomayor en la villa del Castillo por pner autos y testimonios[5]
Para el cabildo de Alcalá, no se
esperaba esta determinación. Pero, la confirmó cuando un escribano vino a la
ciudad con una carta que le manifestaba que el marques se había visto obligado
a tomar posesión por las contínuas dilaciones. No obstante, el cabildo
municipal percibía, en su trasfondo, la
buena disposición por parte del marqués ante el posible convenio que todavía se
prefiguraba por el contenido de la carta.
El día 22 de enero un nuevo juez
de residencia , de nombre Antonio de Castro, llegó al Castillo para medir el
término, a lo que se opuso Alcalá
alegando que no tenía término ni lo hubo desde la antigüedad. También,
envió a un abogado y al comisario Francisco de Mendoza para poner todo tipo de
obstáculos a que se llevara la medida del término castillero.
En este preciso momento, se
recibieron algunas noticias desde Madrid bastante confusas, en las que Rui Díaz les
manifestaba que ya conocía la venta del Castillo y manifestaba el retardo de la
estafeta de correos, alegando que se había perdido toda la correspondencia anterior..
Los regidores y los hidalgos seguían oponiéndose a la compensación y cesión de
Cofrida al marques.
En este intermedio se
interceptó un correo desde la villa de
Bédmar, dirigido a los vecinos del Castillo de Locubín, para que se les apoyara en el derecho de
tanteo con el que pudieran adquirir un
censo en su lucha parecida a la
independcia con respecto a la ciudad de
Baeza. Ante esto, han surgido varias dudas entre los historiadores si no
había una iniciativa común por parte de los vecinos del Castillo y Bédmar con
la que pretendían llevar a cabo una
acción similar para lograr por ellos mismos la independencia.
En los primeros meses de 1628,
Rui Díaz proseguía las gestiones en la Corte, negociando con el marqués y
solicitando un poder para poder asentar en la escritura el cuarto de censo que
exigía en sus condiciones de reversión de la villa del Castillo.
Parece que el abad Moya había
realizado algunas gestiones ante el Consejo de Estado para recuperar la
villa según les informaba a los regidores
Miguel de Utrilla y Luis de Ortega. Sin embargo, no había posiblidad de
acuerdo, porque algunos regidores alegaron queno podía cederse Cofrida que
era el único aguadero que tenían los ganaderos en la sierra y se oponían
al acuerdo.
El día dieciocho de febrero de
nuevo se intentó, con la intervención de dos regidores alcalainos, el
amojonamiento del Castillo por el marqués, a lo que los regidores se opusieron
e hicieron probanzas de que la villa de Castillo no había tenido nunca
diezmería ni alcabalas y, sólo dejaban una escapatoria de acuerdo de que, si se
llegaba a la medida del término,
correspondería una parte de tres en la división del término de Alcalá.
En este
intercambio de negociaciones con la Corte se perdió una estafeta de correos y
surgió la sospecha de que se envió la propuesta de tanteo a los vecinos del
Castillo en detrimento de los privilegios alcalaínos. Los regidores alcalaínos
creían que el pliego de Rui Díaz lo han quitado o lo han hecho con alguna
malicia en ella y, por cartas que se han escrito, han entendido que se tocaban con don Antonio Bohorquez y han
desaparecido y no an llegado a efecto y,
porque los vecinos del Castillo tratan de tantearse y ponerse efecto de
fianzas(...)no halla quien dé censos o
dinero prestado para hacer dicho tanteo y, en caso de que esta ciudad no pueda
conseguir el quedar con la jurisdiccción por la transacción que se trataba de
hacer con Antonio Bohóquez, lo más util que quede en poder de los vecinos que por un fin particular , porque los
vecinos de esta ciudad les es más util y
tienen más bien avenidos que con los otros.[6]
En medio de
esta situación tan confusa, se aceleraron las gestiones con Rui Díaz,
otorgándole todo tipo de poderes para que buscara censos y, con ellas,
pagara al factor general Bartolomé de Espínola al mismo tiempo que
solicitara una facultad real para poder afrontar todos los gastos.
En una corte
rodeada de mediadores y de personajes influyentes, la ciudad agradeció las gestiones del conde
de Olinos en la rerversión del Castillo a Alcalá. Ya no importaron que los
hidalgos Alonso de Aranda, y Luis de Aranda se opusieran a las capitulaciones
hechas por los regidores Francisco de
Salazar y Fernandez Villalba ante el marqués. Pues este instó a que Rui Díaz
ejecutara el pago para la reversión de la villa , porque tenía necesidad de
comprar en otros lugares. Parece que este regidor, residente en el Castillo y
con intereses filocastilleros, no hacía
sino dilatar el asunto al ser proclivede la independencia. Pero, de nada le
sirvió.
Y, el cabildo
alcalaíno descubrió la operación de ese regidor, tal como expresaba por estas
fechas.
“algunos vecinos de Alcalá dicen
que el Consejo de Hacienda ha hecho muy
grande agravio por la venta del Castillo a don Antonio Bohorquez, miembro del
Consejo, y le envió un regidor para que hiciera contradicción a la autoridad
general. presentase privilegios y lebantase con poderes y este maliciosamente y
con poco temor de Dios se aunó con don Antonio Bohorquez y dejó pasar el
término, vendió a su patria y la puso en gran ruyna y hallándose don Antonio,
dueño de esta villa, hiczo concierto con la ciudad que la haría vejación de
ella con que se obliase a dar a S.M. la cantidad de maravedís que montaba la
venta y que se le pagasen el ocho por ciento desde que se compró y tomó en
dinero en depósito y en recompensa S.M
le diese el pedazao de Cofrida y en el se había de hacer dehesa”
Se buscaron
fórmulas hipotecarias con los bienes de la ciudad ante las contínuas dilaciones
que llegaron a prolongarse hasta el mes de junio. A finales de año se consumó
la venta y se inició su pago ante el licenciado Ogañón, alcalde de Granada, al
mismo tiempo que se le retiraba la confianza a Rui Díaz y se le encomendaban
las futuras gestiones al regidor Juan Vazquez Mesía, acudiendo a la corte donde
logró conseguir una facultad real que le permitía tomar un censo de 40.000
ducados que se sacarían de la rotura de 5.300 fanegas de tierras.
Este regidor
se trasladó a Madrid en febrero de 1629, desvelando la trama del regidor Rui
Díaz al que acusa de vende patrias, al admitir la venta del cuarto de
legua por mil ducados cuando se valoraba en 100.000 ducados. Pero, gracias a
sus gestiones, al final la
villa fue recomprada por Alcalá, y el 28
de febrero de 1628, el ayuntamiento
asumió un censo para hacer frente a todas las obligaciones que se había
comprometido el marqués con la Corona.
Aunque pronto la ciudad recuperó la jurisdicción sobre ella por la cantidad de
setenta mil ducados de plata doble , y la cesión de una serie de terrenos
situados en Cofrida y Puerta Alta al dicho marqués (correpondía un cuarto de
legua y el marques se veía obligado a pagar por la cesión 6.404 ducados), ello
le llevó a embargar durante mucho tiempo sus bienes con censos, roturación
nueva de tierras y otros arbitrios.Mientras Vázquez negociaba
y ultimaba todo tipo de detallees, el marques de los Trujillos hacía
valer la posesión de la villa y nombró un gobernador del Castillo, ejerciendo con el
cargo de alcalde mayor .
Al final,
todas las gestiones dieron su fruto y el
regidor Vázquez Mesía consiguió la escritura de la venta y la facultad real
para conseguir un censo de 20.000 ducados con el que hacer frente a todas las operaciones.. Volvió
a Alcalá y expuso las claúsulas ante el
cabildo alcaláino.
De nuevo, por
el mes de septiembre Vázquez Mesía regresó a la Corte y finiquitó el
asunto con el reconocimiento de cesión
del Castillo y la cesión de las las trescentas fanegas del coto de Cofrida al
marqués una vez que se hubo entregado parte del dinero al factor general
Bartolomé Espínola. Días después, se midieron los terrenos de Cofrida, se tomó
posesión de la villa del Castillo de Locubín
y se nombraron de nuevo alcaldes ordinarios y alguacil mayor por el cabildo
alcalaíno.
Por documentación de siglos
posteriores, se nos resume la situación de la siguiene manera:
Habiendo su Magestad determinado
vender y enajenar veinte mil vasallos por reglas defactorias fue rematada dicha
aldea a favor del Marqués de Trujillos, por quien fue zedida a esta Ciudad,
dicha su Aldea, que la pretendió por el tanto , inbitada y rogada por los
vecinos, y con efecto le fue otorgada escritura de venta en la catidad de
catorce cuentos nobecientos setenta y cinco mil trescientos veinte tres mil
mrs. en plata y se le dio posesión para que gozase como antes la tenía por su
aldea, que no por Basallaje.[7]
[1]AMAR.CAJA 475. Pieza 1.
[2]
AMAR. Acta de cabildo de 1622.
[3] AMAR. Acta del cabildo de 30 de junio de
1623.
[4]
AMAR. Acta de cabilñdo del siete de diciembre de 1627.
[5]
AMAR. Acta de cabildo de 20 de enero de 1628.
[6]
AMAR. Acta del nueve de marzo de 1628.
[7]AMAR. Libro de cabildo del 1767.
Acta del 29 de Octubre del mismo año. Recurso hecho por la ciudad en orden de
la pretensión de los diputados y síndico.
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