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domingo, 21 de enero de 2018

EN EL JAÉN, MI OBITUARIO A COMPAÑERA Y VOLUNTARIA PURIFICACIÓN MOLINA

PURIFICACIÓN MOLINAHoy, domingo recojo y releo la hoja del antiguo grupo Gálatas, y no sé por qué me viene a la mente la reunión del próximo martes dieciséis de enero en los bajos de la parroquia del Salvador. Parece que la estoy reviviendo  y, sin embargo, si echo la vista atrás, se ven sus huellas que nunca se vuelven a pisar. Escucho la  voz de Puri Molina, creando el ambiente de aquel recinto de bondad y generosidad. Todos los intentábamos, pero tú nos acercabas con mayor candor y espíritu cálido las palabras del domingo siguiente. No era una clase de literatura o de lengua española más, era la recitación perfecta, leer en voz alta dirían los latinos,  de hacernos vivir aquellas palabras de la Buena Nueva. Parecía que te iluminaba el aliento machadiano, al que tanto admirabas: Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya. / Y si la vida es larga y el arte es un juguete. /Y si la vida es corta/ y no llega la mar a tu galera, / aguarda sin partir y siempre espera/que el arte es largo y, además, no importa.//.
Me fijo en estos versos y  me imagino a nuestra compañera del grupo de Cáritas  leyéndolos: Resuene como un torrente, /en pueblos, montes y valles, la fuerza de la Palabra, y el fuego de tu mensaje. /Sigue empapando la tierra, / del alma, que en ti renace, /Llegue a los hombres tu Reino/con el clamor de tu sangre. /Alza la voz, Nazareno: / que no te lo impida nadie. //. Y todos  los miembros de aquel cónclave de amor  se hacen presentes y manifiestan  la satisfacción por la belleza y la empathía con que nos transmites el mensaje que te caló y te movió durante muchos años de nuestra convivencia compartida en entregar la generosidad a muchas personas que se convirtieron en una nueva familia ampliada. Muchas horas dedicadas a los demás  y muchos panes y peces repartidos por tus manos dedicadas en la  labor matutina de los despachos, en  la visita al hermano excluido para incluirlo en el mismo redil del reino para todos, y  en muchas campañas de recoger los alimentos básicos. Nunca decías que NO, ni te negabas,  siempre estabas dispuesta abatir el desaliento, a ser útil a los demás, a evitar el mal humor y las ingratitudes del destino,   a manifestar la paz y el optimismo como guías de la vida y a publicar que la  cosa más bella  era el amor. Y, por encima de todos, Dios. Vencías todo para mostrar tu rostro humilde  en todo tipo de actos y las campañas del Banco de Alimentos, y  te sentías orgullosa de vencer el miedo y el desaliento para recoger las muestras de amor en los lugares de recogida. Y te acompañaba siempre Ricardo, y transmitiste esta opción por los más desvalidos a tus hijos. ¡Cómo te hemos echado de menos en esta Navidad! Revivimos aquellos años de que te ofrecías, y cundía el ejemplo de tus hijos,  a llevar la cena y  reanimar a los  alojados en sitios inhumanos. Y reviven, durante estos días, tu familia, tus alumnos y tus compañeros del Instituto Alfonso XI esa noria de bondad y generosidad que movía  y repartía cangilones de acciones amor y de enseñanza. No  nos extraña estas bellas palabras de Rafa Vera sobre tu maestría, inteligencia y dominio docente: “La pérdida de una maestra no es una pérdida, son muchas. Pena egoísta me da que no le pueda enseñar a mis hijas lo mismo que yo pude aprender de ella”. O las de otra compañera de enseñanza como  Loli Muñoz  que la calificaba como excelente compañera, profesora y amiga. Y, me quedo con estos versos de la elegía que le dedicó Nono Vázquez: Con pena pondré a tu pizarra un velo, /que no borre el trazo, tu tiza blanca/y maestra, de versos será tu duelo, /que yo cumpliré en la oxidada banca/del verbo, del sujeto y sustantivo…/Que no es muerte tu muerte, / que es palanca del amor a las letras de este vivo. /. Y recojo de nuevo la hojita de nuestro encuentro y te la entrego para que nos leas estas palabras de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado. Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados. Sin darme cuenta, me resuenan este dicho machadiano que de sobra es reconocido por todos: A las palabras de amor/ les sienta bien/ un poquito de exageración”. Ob tua bene merita.









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