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jueves, 18 de enero de 2018

LA MARAVILLOSA HISTORIA DE ORIGEN DE PERNIAS, VECINO DE LA CALLE REAL Y SU CORTIJO EN PALANCARES.

 Sigo con los hidalgos de la calle Real Don Juan Manuel de Pernía y Bocos, de 60 años, con cuatro hijos de más de 18 años, una hija y una criada se recoge en el Catastro de la Ensenada con el  número 1121. Su hermano Antonio fue cura capitular de la iglesia de Santa María la Mayor y cumplimentó al abad  don Esteban Lorenzo Mendoza y Gatica, junto con el presbítero don Fernando Góngora y Coello y José Vinuesa para notificarle su nombramiento en Jaén en marzo de 1778. En tiempo de este, se le encargó el retablo de San Juan al maestro Pedrajas de Priego. Me viene a a la mente que este personaje debería estar relacionado con el Cortijo actual de Pernia. No sé si acertaré. Era regidor del  cabildo municipal, miembro de la cofradía de la Soledad  y, en 1550,  junto con los Lastres , Góngora y los Pernias entablaron un pleito contra el  vicario Vera, que  había comenzado a tomar medidas restrictivas contra la cofradía de la Soledad a la que pertenecía. Vivía en una casa de la calle Real, lindera con Francisco del Castillo  por la parte baja, y, por la alta con don Pedro de Góngora y Coello, compuesta de dos cuartos bajos, segundos principales, cocina, cámaras, patio, caballeriza, pajar y corral; de seis varas de frente y nueve de fondo, lo típico de las medidas del repartimiento del siglo XVI.  Si la alquilara, le darían 198 reales, pero es su vivienda familiar. Para una hija, su esposa y una criada, le sobraba o le venía casi justa. También disponía de otra  en la misma calle, lindera con la capellanía del cura don Francisco Márquez por la parte alta, y una casa del convento franciscano de Consolación por la baja, compuesta de  una sala, antesala, tres cuartos pequeños, una despensa, bodega, cámaras, cocina, patio, corral y caballeriza; de doce varas de frente por nueve y media de fondo; se arrendaba en 154 reales. 
Y me acerco al cortijo mencionado con esta declaración de sus bienes rústicos en el mismo Catastro
Poseía como rentista una casa de campo en el Palancares y Peña del Yeso, el actual cortijo de Pernia, a tres cuartos de legua de esta ciudad,  compuesta de habitaciones ( un aposento, cámara, pajar, zahurdón, cocina, paradero y corral)  que le rentaría 100 reales. Rodeada de 176 fanegas de tierra, linderas dele camino de Granada( hoy N 432 y al E), camino Bajo (O), tierras del malagueño  don Alonso Berdugo, un descendiente de una estirpe de regidores malagueños  y cuyo cortijo se mantiene en pie (N), con tierras de Lucas Zamora (S); con diez encinas  que ocupan una fanega de tercera calidad, de sembradura , 145  ( 12 de primera calidad; 50 de segunda calidad, 33 de cuarta;  30 inútiles).
 Por su declaración, observo que fundó primeramente  un legado propio y creó una memoria de dos misas en la Iglesia Mayor a la que pagaba 33 reales  con una haza de ocho fanegas en el Palancares, lindaba con el camino que iba  a dicho sitio (E),  tierras de don Pedro de Pineda (O) de Manuel de Ballartas (N) y de Lucas Zamora (S), con cuatro pies de encina en cuatro celemines de tercera calidad;  dos fanegas y ocho celemines de la misma calidad que producían trigo y cebada en dos años entre cinco, y las cinco restantes inútiles. 
Por otro vínculo de doña Leonor de Pernia poseía una casa de campo en Santa Ana distante a tres cuartos de legua. Sus habitaciones eran cocina, portal, paradero, un cuarto, , una sala pequeña, otro cuarto, cámara, pajar, caballeriza y dos corrales ( renta de 77 reales), rodeada de diez fanegas y ocho celemines , lindra con tierras de Francisco González (E),  los propios concejiles (O), don Pedro de Biedma (N),  el cura Francisco Márquez (S), con un celemín de olivos, y el resto de sembradura de trigo y cebada de segunda y tercera categoría . Y otra pieza de tres fanegas  y dos celemines  de sembradura  de tres cosechas en cinco años en el Guadalcotón. Lindera con tierras de Francisco Díaz (E), Francisco Castillo (O), arroyo del Guadalcotón (N) y de doña Francisca de Tapia (S).
Y una fanega en la Fuente de la Salud, que producía dos cosechas de escaña y yero en seis años,  lindera con la vereda que va los Torcales (E), camino que va a Charilla (O), don Gabriel de Miranda (N y S).
Y un censo de 15.750 reales sobre los bienes concejiles de la Villa de Valdepeñas. con 73 reales de réditos anuales, divididos en dos partes ( 264 a favor del convento trinitario para pagar la dote de doña Ana Ignacio de Pernia; 199 reales a favor de la manutención de esta religiosa durante su vida). Y además con una memoria de misa cantada en el convento trinitario con una limosna de ocho reales.
SU

LINAJE

Procedente del Valle de Liébana, montes de Santander, pasaron a tierras de Campos (Palencia), a Clavijo del partido judicial de Lorgro y Andalucía.


Luis Pernias, sirvió a los Reyes Católicos como Capitán, fue Alcalde de Osuna (Sevilla) y tomó parte en la conquista de Granada.

ARMAS: Un campo rojo, un castillo de plata, de la torre del homenaje sale un brazo armado de plata, brochante sobre el castillo una banda azul ergolada de cabezas serpientes oro.
OTRO de Castilla y Andalucia.- En campo rojo una pierna de hombre, de medio muslo para abajo, con armadura de plata y calzado de tacón con espuela de oro.
Don Juan Manuel estaba relacionado en sus primeros ascendientes alcalaínos, los Pernia y los Bocos que procedían de las montañas palentinas y burgalesas y se asentaron en Sanlucar. De ahí vinieron a Alcalá la Real. A través de  la señora doña Juana Muñoz de Bocos , madre de don Diego de  Pernia y Juana de Bocos, cuyas vidas se encuentran historiadas con motivo de la beatificación de Fray Antonio de San  Pedro, un mercedario  de  origen judío que se convierte al cristianismo y se hizo fraile para redimir cautivos, muriendo con visos de santidad. Marcó la descendencia de esta mujer que se afincó en Alcalá la Real al casarse con don Juan de Pernia, y, en ella le nacieron varios hijos, cuyos testimonios y hechos milagrosos  fueron recogidos en la vida de este siervo de Dios por la pluma del cronista de la orden de mercedarios descalzos fray Andrés de San  Agustín. En la vida de este beato, se relata que pasó de ser un obstinado y cerradísimo judío  e imbuido de los más grandes errores a un cristiano dechado de virtudes. Este se topó con importantes personajes, y entre ellos, con doña Juana que le preguntó  sobre el éxito del embarque de su  hijo a tierras americanas. Y, estando ya dispuesto y con todo el matalotaje, este fraile  le dijo que se lo preguntara a los padres de Santa Ana para que intercediera al Señor. Al día siguiente, se presentó diciéndoles que acontecerían malos acontecimientos para su hijo y no  llegó a efecto el embarque. En otra ocasión, visitó a  su hija Juana  en medio de los dolores del parto, y, colocando la cruz de su pectoral  sobre su viente le hizo la señal de la cruz y posteriormente  se puso de rodillas, y sus manos sobre ella, los familiares y sirvientes le preguntaron
-Por qué te pones de rodillas?
-Quiero dar gracias a Dios, por que va a nacer un ángel y será bautizado inmediatamente de modo  que pronto subirá al cielo. Se a bendecido   Dios.
 Quedaron estupefactos los presentes por este tipo de profecía para el pequeño.

Y efectivamente, el niño nació, e inmediatamente, una hora después, fue bautizado por la comadre. Pero, a los pocos minutos , murió.  Los consoló el fraile recordándole que Dios lo había acogido en el reino de los justos por la redención de su sangre. No quedó así la cosa, sino que un nuevo augurio profético le predijo a doña Juana ante el desconsuelo en el que había caído. Pues caracterizaba a este lego que no dejaba a nadie en la estacada de la tristeza, y redobló su profecía  diciendo:

-No se turbe vuestra merced, dentro de un año, tendrá una nueva prole, que servirá Dios Nuestro Señor. Y vivirá.

Al año siguiente doña Juana Muñoz, se encontraba embrazada y vivía en Sanlucar, donde acudió fray Antonio a visitar a la duquesa de Medina Sidonia, patronos de la orden descalza, Enterándose de esta visita, doña Juan trató de todos los modos que la asistiera el fraile en el momento del parto. Y , como se encontraba con un estado de ánimo debilitante ante el nuevo alumbramiento,  no quería que se marchase en modo alguno. El fraile le respondió que debía marcharse, pero que volvería en el momento del parto, porque se fiaba de Dios. Se marchó  Volvió a su convento  y le pidió al provincial que le permitiera volver a la ciudad costera  para asistir al parto. En el  momento justo de hacer aguas regresó y preguntó por Juana. Se encontraba en la iglesia de la Compañía de Jesús rezando un novenario. En el camino de vuelta, Juana se  sintió los dolores del parto y  la acompañaron al dormitorio. 
 El fraile  acudió raudo junto a ella. Y  cuan grande fue la sorpresa para la casada que no esperaba su visita y se sintió totalmente consolada. Al escucharle decir: 
-Ea, mi señora que e envía mi Señor  a cumplir su palabra Sea por siempre bendecido
Se le fueron los malos presentimientos,  completamente llena de felicidad, le apretaron hasta más no poder los dolores del parto   y tuvo a un hijo muy hermoso como el ángel anterior. Era 1621. Se llamó Ignacio Bocos, que, veinte años más tarde,  se casó en Alcalá la Real  y continuó la prole. 
A este niño, le contó su madre que  había testificado  un milagro como el suyo. Pues, estando en su casa la sirviente María de  Velenzuela y su niño comiendo sardinas Este se atragantó con estas  y creyeron que se había ahogado. Lo acostaron como si estuviera muerto, y le aplicaron un trozo del escapulario de fray Antonio, que había traído María de Carvajal. Sin medicamento alguno, ni ninguna ingeniosa ocurrencia. Al día siguiente, se levantaba completamente sano y jugando como otros niños. Y no fue este el único milagro que le contó, sino que con el mismo paño y a la misma María de Valenzuela le agració con otros dos nuevos milagros. Como era muy pobre, no podía buscar un ama para criar a un nuevo hijo de su numerosa prole, y, además,  se agravó con el haberse surgido unas llagas en sus pezones, se untó con el mismo escapulario y se quedaron sanos sus pechos para mamar abundante leche el niño, que creció y fue integrado en la orden mercedaria con el nombre de Antonio en honor al fraile milagrero, Y a su propio padre Mateo Ortiz, le curó de la enfermedad del clavo en los ojos, privándole  el dolor intenso al colocarle el trozo del escapulario sobre sus párpados durante varias noches hasta que sanó. Dos niños de sus vecinos, un matrimonio cuyo padre era Alonso de Ortega, Tomás y Verónica,  fueron curados con un trozo de túnica y hábito.


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