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domingo, 28 de enero de 2018

en Diario Jaén semana ENTRE TRES PROVINCIAS








El Sur de la provincia de Jaén no ofrece siempre sierras o montes. Pueden encontrarse lugares de amplia llanura, o valles entre arroyos y arroyuelos. Es el caso del partido de campo de Valdegranada, que era como se denominaba la encrucijada formada por el extenso terreno comprendido entre la zona nororiental de Granada, el suroeste de la provincia de Jaén y sudeste de la de Córdoba. Un terreno que supera al partido de La Rábita en municipios colindantes, pues Íllora, Montefrío, Almedinilla y Priego le rodean a lo largo de todo su contorno. Y en el entorno del cortijo de la Cruz, se centra el punto neurálgico que ya señalaron los Reyes Católicos con una cruz de mojón de términos entre el reino de Granada y de Córdoba y las posesiones de la abadía. Para dar constancia de deslinde de términos, su peana se encuentra ilustrada con el yugo y las flechas que simbolizan a Isabel y Fernando. Junto a esta cruz tan emblemática se bifurcan los caminos a unos parajes misteriosos y de significativo valor geológico, la aldea de Venta Valero y el poblado de las Peñas Majalcorón. Pasar por el primer lugar es comprobar los vestigios de una zona volcánica con pequeños hundideros de cráteres apagados y piedras redondas, fruto de la erosión, y negras por el primer contacto de la lava con la atmósfera. Es un paisaje que relaja y te evade del cansancio preventivo que te predispone a quedarte en casa. Entre cortijos y casas de campo abandonados, se extienden las sementeras, el olivar y algún que otro encinar. Es un lugar donde vivió la familia el expresidente de Bolivia Carlos Mesa.
Junto a la Cruz, otro camino te dirige a Lojilla, tierras de Montefrío, donde todavía se mantiene una tradición de esta zona fronteriza. La cuentan los vecinos de estos predios rurales, y en la aldea granadina la reviven y recuerdan los sacristanes de su ermita. Una tradición similar a los toros de caña de la campiña jiennense, que, con muy poca fortuna, aquí la denominaban con el apelativo de Los Tontos. Por su parte en el cortijo de la encrucijada, las eras del laboreo y de las fiestas de mayo, se transformaron hace tiempo en aparcamiento de tractores y de remolques de la aceituna, donde se celebraban las fiestas de la Cruz, de modo que ya a no queda rastro alguno de estos aguilanderos de antaño. Curiosamente, los paisanos de Lojilla y de este cortijo jiennense se vestían con los mismos atuendos: grandes sombreros y mantos llenos de caracoles, campanillas, cintas y cañas, mientras pedían el aguinaldo a los vecinos y espantaban a los caballos que montaban los labradores de los cortijos, que los obsequiaban con buenas viandas para rifarlas. En tierras granadinas, cambiaron de santo y festividad, en lugar de Navidad y mayo la celebran el día San Sebastián, por el 20 de enero, fiesta local que introdujo el cura de la aldea. Estas fiestas ostentan menos esplendor que en años anteriores, y son, más bien. motivo de exhibición turística.
Desde allí, un tercer camino te conduce por una imperceptible, pero empinada cuesta, a las tierras de las Peñas de Majalacorón, un paraje que rememora a tiempos de las viviendas de los ámbitos rurales e las primeras roturaciones, bajo un tajo que la encubre y protege a los vecinos como una atalaya de frontera. Este Majlacorón, nombre de origen musulmán, traducido como prado de los cuernos, dio nombre a aquellas tierras, donde el emir almorávide Tashin ben Alí sufrió la chanza del acemilero de su escolta. Pues según cuenta Ibn Jatib, al referirle que todos aquellos carneros con sus cuernos le pertenecían, le respondió alegándole que era de su dominio y el de su padre todas sus cornamentas.  Y desde la altura y  los pies de sus peñas erosionadas, la vista se dirige a los montes de la frontera desde el Camello hasta la Parapanda pasando por la Cruz de Matute; luego llega a los cortijos de los Llanos Altos.  De allí a los Llanos Bajos, donde entre nuevos campos de espárragos, humedales y sementeras de cereales se adentran los antiguos cortijos de Fuente de la Piedra y del Sapillo dejando atrás el Alamoso. Por un camino de divisoria de términos se llega la Venta de los Agramaderos, una antigua parada en el camino de Montefrío a Alcalá la Real, una aldea envuelta en el encanto del pasadizo legendario que abocaba en la Cañada de Ámbar, cuyo nombre se dirime entre Bramaderos y Agramaderos, entre lugar de poste o de bramar caballo, y de venta de los productores la grama del cáñamo.  Al acercar la mirada a la divisoria y camino de los Playeros, se pasa por la Fuente de la Piedra, Villa Romana y Mojón de las Tres Provincias (Jaén, Córdoba y Granada) hasta terminar en el punto de comienzo junto a la ermita de la Cruz. Otra vez, en la cruz de caminos, cuyo cortijo está marcado por la frontera de la última guerra civil con el letrero y lema patriótico puesto en el dintel de una puerta de un bando los contendientes. Menos que ya no atrajo soldados de frontera, sino que atrajo nuevos y laboriosos vecinos del campo, pues en la ventana se refleja el amor de sus moradores con una ventana protegida para las citas nocturnas.




































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