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martes, 23 de mayo de 2017

CHARILLA. DE SU PASADO AL SIGLO XXI (II)




Cada lugar suele tener un emblema distintivo, El vuestro es la torre-atalaya, que se yergue en la cima del cerro de Flora. Vuestro cimiento  histórico, en palabras de un historiador local: “El cerro de la torre que domina la población debió ser algún antiguo pueblo fortificado, por los restos y vestigios que todavía se encuentran , ladrillos, pedazos de ánforas, cimientos de edificios, sepulcros con vasos lacrimatorios y monedas. Aquella torre parece como si quisiera  manifestar  que fue vigía de  tantos esfuerzos vuestros y  callados en convertir el monte  bajo mediterráneo  en una tierra rica en olivo, vid y  cerezos. Y, eso sin contar tantas iniciativas que, de seguro, vuestros  hombres del campo han experimentado  a lo largo de la historia y lo siguen haciendo hoy.
Porque, en Charilla,  se ha cultivado con sabiduría  la apicultura , y  la miel  de la colmenas ha abastecido muchos hogares de la comarca; aquí el queso de cabra ha porfiado con el famoso manchego en mercados andaluces; aquí la  vid  ha producido los vinos más ricos e impregnados de nutrientes minerales y de los soles de los Arrañales de la Fuente del Gato, de la Vega o de las faldas del Camino de Charilla; aquí, la cereza ha dado los mejores calibres y los mejores sabores, siempre conseguidos por el sabio equilibrio que se produce en vuestra agricultura al  unir  la destreza humana y   la generosidad del humus de vuestras tierras.  
Esta tierra recuerda aquellos versos, donde otro poeta de la zona cantaba: Ea, trae el  vino.// Su llegada es la alegría y no   hay más tristeza que en su continuo alejamiento.//Cuando se va, las gotas del porrón son lágrimas,/ y//, cuando viene, la boca del vaso ríe como burbujas//.
Esta es vuestra  historia, la historia colectiva por crear una comunidad de vecinos afables y laboriosos. Sus hitos o momentos históricos son sencillos, no son de caballeros ni hidalgos de batallas; su lucha fue por hacer fértil la tierra o  por  intentos en sacarle de sus entrañas sus frutos como “ los muchos pozos y minas que se abrieron a las faldas de Rompezapatos en busca de metales”; su  historia es la de su Sociedades Obreras y sus Centro o Casas del Pueblo, donde se apreciaba la enseñanza de adultos y se experimentaba en la seguridad social con los más desfavorecidos; su historia es la de un pueblo nombre que siempre se defendió  democráticamente en los momentos más difíciles;  su historia es la de los colonos y la de los pujareros; la de los propietarios y campesinos, la de  los  ganaderos y  la de  los hortelano.
Pero, no sólo Charilla es  su historia, tierra y su laboriosa gente, sino que también es la cultura que empapa  y se  absorbe a través de los poros del saber. Ya en 1851, “  Existía  una escuela de primera enseñanza, con cien ducados de dotación, a la que concurrían 30 niños”. (Hoy, es una escuela primaria, que cubre todo un ciclo muy importante en la formación del hombre antes de integrarse en  la Enseñanza Obligatoria). Aquella escuela y este nuevo sistema escolar dejan entrever vuestro perenne amor por la educación.  Pues,  los charilleros son gente abierta al saber  y, por eso,  en  esta tierra  siempre recalaron aires de libertad, desde  finales del siglo XIX. Aquí llegaron famosos maestros que dieron cultura a todos los vecinos, trajeron nuevas corrientes, y os hicieron pioneros de muchas iniciativas que  luego se extendieron en el resto de la comarca. Desde los anónimos zahoríes, personas que recalaban en vuestras tierras tras un periplo  por todo el mundo, donde  habían aprendido desde la curación de enfermedades, los cambios científicos de  los países y  la cordura  ante las situaciones difíciles hasta los recientes maestros del siglo XX..
En  nuestra comarca los charilleros  fueron  de los primeros en tener una escuela oficial  fuera de la ciudad de Alcalá la Real,  supieron defender los principios  ciudadanos por los que, luego,  lucharon muchas aldeas y muchos pueblos. Aquí, fue la tierra, donde camparon  personas defensoras de la Ilustración, de los principios de la solidaridad, fraternidad e igualdad, los que no se sentían timoratos por manifestar sus creencias y sus ideología, los que convivían en paz, los que entablaban el bello diálogo en fe y razón con el sano diálogo de la convivencia pacífica. Muestra de ello fue que  aquí hubo hasta dos cementerios para las personas católicas y para el resto del pueblo,  un ejemplo de una convivencia entre los agnósticos y cristianos sin compartir momentos de estridencias ni siquiera  o, menos aún,  odios ni rencores, sino que siempre procurasteis el diálogo y acuerdo entre vecinos. De vuestra tierra, salió hacia tierras americanas ese sabio charillero Alfonso López Martín,  hace unos años fallecido, que compartió con miembros de  su familia la generosidad y la entrega a favor de los pueblos subdesarrollados, al mismo tiempo que  transmitió la enseñanza de nuestro idioma  regentando una cátedra de lengua española en tierras dominicanas. También, no encerró la cultura en un tarro de perfume de cristal sino que la divulgó con varios libros escritos sobre el español e intervino en muchos programas televisivos de la Universidad Abierta de aquel país. Bella lección.

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