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domingo, 14 de mayo de 2017

EN LA REVISTA DE LAS CASERÍAS DE SAN ISIDRO. MI APORTACIÓN PARA LAS FIESTAS.

DEL PARTIDO DE LAS CASERÍAS A LAS CASERÍAS DE SAN ISIDRO 



LA CIUDAD Y SU ENTORNO RURAL


En el siglo XVII, los partidos del campo del municipio eran: el de Frailes, Riberas y Mures que limitaba con el camino de Granada; el del Palancares, Valdegranada, el de la Hortichuela hasta el camino de Priego;  el de Rábita y Fuente Álamo;  de las Caserías; el de Charilla;  y el de Santa Ana. A lo largo de sus grandes extensiones, se encontraban diseminados los cortijos y los núcleos rurales, formados por una concentración de éstos. Unos eran de propiedad particular, y en ellos los propietarios concedían permiso para  levantar capillas que mantenían con fundaciones, otros eran terrenos de baldíos o de propios que la ciudad daba licencia para que fueran habitados y construidos en forma de albergues sin más requisitos que el levantamiento de la construcción por el solicitante, que solía edificarlo junto con un corral donde encerraba al ganado. Este fue el origen de muchas aldeas a lo largo de estos dos siglos e intensificado en los últimos cincuenta años del siglo XVIII. A esto había que añadir las continuas reformas que se realizan en los cortijos de propios pertenecientes al cabildo municipal, que dio lugar a su permanencia y su grado de atracción para formación de estos departamentos rurales. Así, el cortijo del Piojo, Pinillo, Acequia Alta y Baja en el futuro asentamiento de Ermita Nueva. Allozarejo, en Villalobos. Sapillo en Valdegranada. Medianil, Atalaya en Mures.
Una división particular venía dada por la protección de los montes ante las clandestinas talas y roturaciones de las tierras. Los guardas divididos en parejas de dos vigilaban seis zonas correspondientes:
-Encina Hermosa, Fuente Tétar
-Hoya Redrada, Robledo, Cueva el Moro y Loberuelas
-Navasequilla y Mures
-Camello, Llano de los Muchachos, Chaparral de Nubes
-Dehesa de Fuente Álamo, Rabita y Sierra de san Pedro.


EL PARTIDO DE LAS CASERÍAS

Antes de que recibiera el nombre de Caserías de San Isidro, aparece con el genérico nombre de Caserías, incluso Caserías de la Moraleda en los siglos anteriores al siglo XVII. Este partido de campo no ofrece un núcleo tan definido como el de Santa Ana, Frailes o, incluso, las Riberas. Desde el rey Alfonso hasta Carlos III, los diversos repartimientos dieron lugar a importantes haciendas compuestas de grandes extensiones de tierra de labor, monte y alguna que otra viña.

DE FUENTE DE LA MORALEDA A FUENTE DE SAN ISIDRO

Sin embargo, poco a poco, la ermita de san Isidro ubicada en tierras de un hidalgo relacionado con la familia del abad Moya y los Aranda, definió la zona que se denominará como Caserías de san Isidro. Era un paso importante en el camino hacia Priego y sus puentes y fuentes van  a ser lugares protegidos de la ciudad para el abrevadero de ganados. La fuente y el pilar que se  encontraba entre las dos moraledas era objeto de mantenimiento por parte del cabildo municipal y hay constancia de una obra importante de arreglo en 1671. Las fuentes públicas es una preocupación de la ciudad tanto en el casco urbano como los abrevaderos de animales en las aldeas. Entre las primeras, destacamos la Fuente de la Mora Vieja y Nueva, la del Pozuelo de saÁlamos o Fuente Nueva, y Fuente Tejuela, más a las afueras del casco urbano en el ruedo , el Cañuelo,  Granada, el Conejo y la  Pilillas. Todas ellas eran fuentes que se habían realizado por importantes artistas del renacimiento alcalaíno, los hermanos Martín y Miguel de Bolívar. Sin embargo, a lo largo de estos siglos, reciben una transformación importante de encañamiento y de alcantarillado. Para ello, el ayuntamiento alcalaíno se vale de los maestros alarifes o de obras locales con la colaboración de maestros granadinos. Hay constancia de que en el siglo XVI, vino a la ciudad el maestro mayor de la Alhambra Francisco de Potes y en el siglo XVII el maestro mayor del agua, descendiente de los Machuca, Francisco de Machuca, que junto a Antonio Martín Espinosa de los Monteros emprendieron una reforma muy importante del encañamiento del agua desde la Mora Vieja, reformando la red en los puntos del pilar de las Tórtolas o Mari Ramos y en dirección hacia una nueva fuente como la del Tesillo. Lo mismo sucedió con la fuente de los Álamos y la del Pozuelo de san Juan. También, las fuentes de las aldeas son puntos importantes que permitirá el desarrollo de núcleos urbanos a lo largo de estos siglos. Las fuentes también jugaron un papel importante como abrevaderos de ganados como la Fuente Ardales, que fue diseñada por Antonio Martín. En las aldeas, la fuente de Santa Ana data de principios del siglo XVII, y será realizada por canteros alcalaínos, la de la Fuente Rey y Somera en el partido de santa Ana, la de la Hoya en la zona de la Pedriza y Villalobos, la de Piedra en Valdegranada,  la de la Encina en Fuente Álamo, esta  de san Isidro, que fue reconstruida en el siglo XVII, del Piojo en Ermita Nueva, la de las Pilas de la Fuente el Soto, la Blanquilla en la Rábita, dan lugar al nacimiento de los partidos del campo y definen zonas rurales, ya que era el sitio de abastecimiento de la población y, muchas de ellas, abrevaderos de animales.
Por otro lado, muchas de ellas se transforman con el paso del tiempo en lugar de lavadero público como es el caso de la Fuente Rey, donde acudían a la labor de lavandería las mujeres de aquellos entornos y, reedificadas y techadas con la ayuda del abad Mendoza. Lo mismo  sucedió en las fuentes de la localidad como la de los Álamos o su ruedo como la Fuente Granada.
La importancia del abastecimiento de la ciudad va a ser tan significativa que los antiguos maestros alarifes, encargado de informar, tasar, e, incluso, realizar todas las pequeñas obras de la  ciudad se van a transformar en los maestros cañeros como Juan Manuel de Contreras en el 1783.



LA DEVOCIÓN DE SAN ISIDRO

Alcalá compartió con otros lugares aquel clima religioso del Siglo de Oro, que continuamente celebraba canonizaciones  en conventos e iglesias. En 1681, en el Convento de san Francisco que se enladrillaba el claustro, tuvo lugar la de  san Juan Capistrano ; y este mismo año, con mucha solemnidad  la fiesta de san Isidro. E, incluso, en el año 1689, murió una mujer de nombre Isabel de Aranda que recogían las actas del cabildo de la ciudad con gran atención especial que despertó en el vecindario por su cuerpo incorrupto

            La devoción a San Isidro se propagó con los Austrias Menores, y, aunque  La ciudad manifiesta su  carácter independiente del reino de Jaén ante las continuas demandas de fondos municipales recurriendo a todo tipo de órdenes que en realidad no eran puras  medidas de la Corona para el gasto militar y fastuoso de la Corte, una significativa contribución aportó para la Iglesia de san Isidro en Madrid con el donativo de 200 ducados en 1659. Año aproximado , que corresponde con la llegada de la imagen de san Isidro al oratorio de aquel cortijo y con la disuasión del nombre para denominar esa zona de Alcalá la Real. 
             
SAN ISDRO EN EL CAMINO
 

Siempre fue lamentable el estado de calzadas, puentes y calles que se arreglaron con la colaboración de los vecinos, sobre todo en los siglos XVII y XVIII la de las calles Braceros, Santillán, Llanillo hasta Álamos e Izquierdo, la calzada de la Magdalena desde el Coto hasta la Peña el Yeso , la vereda del Carmen,  los puentes de la Ribera y  del arroyo de las Parras y del río Carrizal. Lo mismo se arregló el aguadero de las Caserías de san Isidro, situado entre las dos Moraledas, en el camino real que se dirigía a Priego desde la Fuente  Tejuela. En estos tiempos, el servicio de locomoción de coches de caballos obligaba a todas estas reformas, sobre todo, los del Presidente de la Audiencia de Granada y, por otra parte, no se podía olvidar el importante comercio de esta zona de Andalucía.:
  zonas como el Camello, Maleza Prieta, Frailes, Encina Hermosa y Hoya con una gran masa arbórea de quejigos y encina que no hubo que replantar. No obstante, para protección del ganado caballar  y abastecimiento se crearon dos dehesas de pastos , denominadas carnicera y se persiguió a los roturadores de tierras que invadían las cabezadas y las zonas montañosas como la Cañada del Membrillo. Algunas dehesas o tierras que se habían roturado como las Nogueruelas o los Llanos de nuevo se convierten en zonas de pasto.  Se tomaron medidas de la remedida de tierra de las ocho mil fanegas roturadas anteriormente y en la protección de las veredas, descansaderos y abrevaderos como el de la Fuente de los Chopos para los ganaderos de Fuente Álamo. El viñedo sequía siendo uno de los frutos más importantes, que ocupaba los partidos de la Camuña, Prado Gordo y Caserías, monte Rey y Boca de Charilla y Castillo. Algunos cotos particulares se desacotaron en Bohórquez y el de Menchón, que comprendía Malabrigo, La Parrilla, Quejigar, y Moralejo en beneficio del pasto común. Otro  aspecto relacionado con lo anterior fue levantar los cotos de dehesas para pasto común la zona del Sabariego  por la comunidad de pastos que se mantenían con la vecina villa de Alcaudete por el sitio de que venía de la Rábita  hasta el altar de san Pedro corriendo por el Portillo de la Harina y el vado de Paloma Un grupo especial de ellos eran los que se van a encargar poco a poco de la administración de las ermitas de los núcleos rurales como santa Lucía en Frailes, santa Ana, san Miguel en Charilla, y san José de la Rábita, que subsistieron  de las limosnas de los fieles, un tanto por ciento del cobro de los diezmos de los distintos lugares y  de las misas en  dichas ermitas. En el siglo XVIII, aumentarán el número de capellanes en la Pedriza, san Juan de Valdegranada, la Venta de los Bramaderos, la Hortichuela, las Ribera Alta, Mures, Ermita Nueva y las Caserías.
-Dehesa de Charilla, Zarzalejos y Maleza de santo Domingo

Desde los años setenta del siglo XVIII se va producir un aumento constructivo de albergues de campo, casas de campo y aldeas en terrenos de propios, concejiles y baldíos cercanos a los cortijos y cortijadas, muy cercanos a vías pecuarias, veredas de campo y caminos de paso a otros lugares comarcanos hasta tal punto que la propia ciudad denuncia la situación en el año 1777 ante la Corte, porque no sabe cómo arreglar el entuerto de las licencias concedidas y las casas construidas ilegalmente. Se lamenta que su número había excedido más de las doscientas casas , que habitadas por cuatro o más vecinos no era de extrañar que la población del campo hubiera crecido hasta 1000 o 2000 habitantes en estos años. Sus núcleos son la aldea de Frailes,  Santa Ana, la Hortichuela, la Rábita, Charilla, Mures etc.
A finales de siglo XVIII y principios del XIX las dos  parroquias, el partido del Campo, agrupando los diversos partidos de aldeas y cortijadas, anteriormente mencionados  y el de Frailes, van a ser los cuatros departamentos administrativos que  servirán para configurar los distintos padrones, censo, y reemplazos militares.  

FRANCISCO MARTÍN ROSALES
















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