En
el libro de Leyenda y Cuentos de una Noche
de la Mota ,
escribimos sobre la presencia de san
Juan de la Cruz
y de varios carmelitas en la ciudad de Alcalá la Real , allá por los años ochenta
del siglo XVI. También, citábamos algunas posesiones ligadas a algunas dotes de
monjas carmelitas alcalaínas vecinas de otras ciudades. Por estos años, el
convento de las carmelitas de Beas de Segura, en concreto vendía tierras
ligadas con la ciudad de la Mota. Hubo
también carmelitas en otras ciudades y hay datos sobre algunos exclaustrados de
Úbeda con la desamortización de Mendizábal en Úbeda allá por el siglo XIX.
EL ALTAR DE SANTA
TERESA EN EL CORO DE LAS MONJAS DOMINICAS
En
el legajo 5011 del Archivo Histórico Provincial de Jaén, aparece una Fundación de la Memoria sobre ciertos
principales de censos por parte de Sor doña Francisca de San Casimiro y Guzmán,
moja del convento de la
Encarnación de Alcalá la Real en 1762 ante el escribano Manuel Monte
Lezcano, siendo testigos don Bartolomé de Rojas y don Juan y Antonio de Torres.
Y, encima del título, se muestra un apunte que dicha memoria la dejó para su
hermana. En este documento, se solicitó una fundación al provincial de la
Orden de Predicadores el
27 de marzo de 1719 y , tras la licencia del provincial, la memoria se fundó en 13 días de junio de 1719 ante el escribano firmándose el documento en uno de sus
locutorios ante la presencia del prior del convento dominico del Rosario fray
Francisco de Abril y la priora María Josefa de Escalante y las monjas sor
Catalina de Sena y María Matías de Rivilla con las siguientes cláusulas:
-La fundadora era la madre sor
Francisca de San Casimiro, monja de velo negro.
- La memoria se cargaba sobre ciertos
censos cuyos réditos debían pagar varias celebraciones y objetos
sagrados.
-La cantidad de la fundación se
avalaba con 400 ducados sobre diversos
censos que disfrutaba su sobrina sor Salvadora también monja en este convento.
-En concreto, debía cuidarse del
Altar de Santa de Santa Teresa, que se
hallaba en el coro del convento, poniendo toda la cera en todas las funciones solemnes del año, valoradas poco más o menos
en seis libras de cera.
Años
después, murió la sobrina sor Salvadora
y sobrevivió la fundadora sor Francisca de San Casimiro. Luego sus dos
hermanas y monjas sor Catalina de Siena y sor María Matías de Rivilla heredaron dicha fundación junto con su
sobrina Isabel Josefa de Rivilla. Estando
las primeras en vida y sor Isabel
Josefa novicia del convento mientras vivía
sor Francisca de San Casimiro hizo otra
nueva fundación. Por orden correlativo, en el documento notarial las puso a
cada una de ellas como patronas de la
fundación, dejando en último lugar a las parientas monjas que se hallaren en el
convento una vez rota la cadena de estas primeras sucesoras. Les exigía que se cuidasen de cumplir con las obligaciones de las misas
y ornato del altar de Santa Teresa sin
que nunca se omitieren el deber , y, por
eso, completó el ciclo del patronazgo con el propio convento como patrono en
ausencia de personas de su parentesco. ero aconteció, según dicen las
escrituras, " en cuyo estado y
estando la dicha sor Francisca para que se efectuase dicha segunda fundación (
quasi explico muchas veces) sobrevino un accidente que la dejó totalmente sin haber
podido restituirse a su cabal sentido". Pero las dos primeras
quisieron llevar a efecto la dicha fundación arrogándose la voluntad de la
sobrina por ser menor de edad y acudieron al provincial para que aprobase esta segunda fundación, ya que se agravaba
por días la enfermedad de su tía.
El
padre provincial de Andalucía fray Fernando Til atendió las peticiones , una
vez informado por el prelado del convento del Rosario y de la Encarnación de que
asumía el priorato de los dos conventos. Y, con fecha de 27 de mayo de 1719 y
en el convento de Córdoba, concedió la nueva fundación de memoria a la que se
incorporaron los 400 ducados de los censos comentados, y, además se
especificaba que el capital de la
memoria alcanzaba la cantidad de 4.500
reales a partir de sus bienes propios y de los censos. Eran los
siguientes: uno de 250 ducados contra
Francisco Clemente Muñoz, otro de la misma cantidad contra Juan Romero y el
molinero Pedro Peñalver; otro de 600 reales contra Benito Almirón y sus
herederos vecino del Castillo, otro 600 reales contra Tomás de Quesada, otro 100 ducados contra Francisco José Ruiz Cortecero, (estos
vecinos del Castillo).
Con
sus rentas se especificaba la obligación
de decir misas en el la iglesia del
convento de la Encarnación :
una cantada dedicada San José en el día
de los desposorios con la limosna de tres reales; otra rezada en el día de san Ildefonso con la limosna
de dos reales; y , otra dedicada San Francisco de Asís con limosna de otros dos
reales. Y se volvía especificar " y
asimismo el gasto de cera de que se necesitase en toda las funciones del año en
el dicho altar de Santa Theresa que está en el dicho Coro de este dicho
convento cuyo gasto será hasta seis
libras de cera, poco más o menos, según lo que hasta ahora se ha experimentado y para el cuidado de todo".
Sor
Catalina de Siena y sor María Matías de Rivilla murieron y pasó el patronazgo a sor Isabel Josefa de
Revilla, por aquel tiempo de novicia, nombrándole como sus sucesoras sor Manuel
Francisca y sor Ana de San Juan, que eran también monjas de velo negro y primas de la primera fundadora Sor Francisca..
Y, en cuarto lugar pusieron a una parienta retirada como patrona sor María
Josefa de Rincón , que era monja novicia. Como última receptora de la memoria
fundadora, se quedaba el convento para cumplir las cláusulas del documento
memorial.
Las
misas en el altar de Santa Teresa se celebraron con toda prontitud y anualmente
sin ninguna incidencia salvo en 1762, siendo patrona de la memoria sor Josefa
de Revilla, que se vio obligada a embargar los bienes de Francisco Muñoz Maestre
y de su esposa María del Castillos,
sobre los que se cargaban 150 reales de
vellón ya que no habían cumplido con las obligaciones de
pago, y fueron requeridas por el cura José Ramírez de
Tordesillas representante de la monja y párroco de Santo Domingo de Silos.
Desgraciadamente,
no era este el único el altar y memoria que poseían el convento; hubo otro del Crucificado; y otro que la hermandad de la Coronada también poseyó temporalmente en la iglesia.
Curiosamente, en este coro, se velaba esta mañana el cuerpo de la monja dominica Sor Encarnación, donde estuvo el altar de la Santa de Ávila. Una vela apagada y floreada entre sus brazos, me recordaba los cirios que se encendieron en honor de la Patrona de España durante muchos años. Pero, en este día entre incienso, letanías, avemarías y padrenuestros el coro parecía más bien un encuentro de la familia dominica de Alcalá la Real, que gozaba de la sonrisa eterna de la decana de las monjas alcalaínas.
Ha muerto la monja dominica Sor Encarnación, natural de Alcalá la Real, de un paraje que bebió las fuentes de los Llanos, Santa Ana y la Fuente del Rey, donde sus hermanos cultivaron sus tierras y las arrendadas con gran maestría y conocimientos Sor Encarni, como afectuosamente la llamaban todos los cercanos a ella, representaba para los alcalaínos el hilo conducto de aquel convento que se fundó en la ciudad fortificada de la Mota y bajó al Llano por eso de las aguas de color y contaminadas. En el Hospital del Dulce Nombre de Je´sus, las dominicas se ubicaron y de generación en generación las familias alcaláinas han mantenido este convento con el ingreso de muchas doncellas de familias de Alcalá la Real hasta que a mediados del siglo XX tuvieron que ir acrecentándose con monjas de otros lugares. Sor Encarni representaba el prurito de ser hermana dominica en su localidad. Y tan sencilla como noble, tan amable como cariñosa. Con la sonrisa siempre los labios. Y la oración de la mujer anciana que acudía al templo de Jerusalén y daba aquel óbolo que valía por todos los que acudían al templo.
Que descanse en paz son Encarni, miembro de una prosapia alcaláina apodada con el patrón, como botón de muestra de una familia religiosa.
LA PRESENCIA CARMELITA Y DE SANTA TERESA DE JESÚS EN ALCALÁ LA REAL (II) SANTA TERESA, PATRONA DE ESPAÑA
SANTA TERESA, PATRONA DE ESPAÑA
Pero, sobre el altar de Santa Teresa, no nos extraña que se relacionara con varios aspectos dedicados y algunos comentados sobre la festividad de la Santa en la ciudad de Alcalá. Así cierto es que hace unos años, con motivo de una pago de unas familiares de unas monjas de la Encarnación de la familia de las Córdobas, tuvimos la suerte de comprobar un firma de Santa Teresa en un pequeño cuadro, lo que sería una reliquia de la santa carmelita y doctora de la Iglesia , que quedó en aquella casa tras la Guerra Civil. Se nos ha referido que otra familia también pose una firma autográfica de la santa muerta en Alba de Tormes. Tampoco, no nos extraña el hecho de que se celebró en la ciudad de Alcalá la Real la declaración del patronazgo de Santa Teresa y un convento se obligó a erigir una imagen. El círculo está completo y no hay noticias de otro altar a no ser el que nos hemos referido en el monasterio de la Encarnación de la Orden Dominica. En cuanto el documento se adelanta a la memoria de fundación casi un siglo por la fecha del acta de cabildo de 8 de octubre de 1627. Lo vamos a comentar y transcribir.
En esta sesión del cabildo municipal, por cierto muy diezmada en cuanto al número de sus regidores y jurados se habían reunido don Juan de Cerón y de la Cerda , corregidor de origen jienense, los regidores Francisco de Salazar y Mendoza ( también alférez mayor), Miguel de Utrilla y Juan de Villalba. Trataron sobre varios asuntos referidos a , pero en primer lugar el corregidor presentó una Real Pragmática de Felipe IV referida a Santa Teresa. Estas son sus palabras textuales, que transcribimos por el interés del documento:
El Rey . Concejo, Justicia, regidores, cavalleros, escuderos, oficiales y ombres buenos de la ciudad de Alcalá la Real , estos mis reynos recibiero
El cabildo municipal , tras su lectura, acordó que el domingo diez de octubre se celebrara la fiesta " por estar recibida por patrona de España" y se asistiera a la dicha fiesta formada por ciudad. El cabildo se comprometió comunicarlo al abad de la ciudad don Pedro de Moya para llevar a cabo las condiciones y actos de la fiesta de mutuo acuerdo. Se nombraron comisarios de la fiesta al regidor Miguel de Utrilla y a Felipe Pérez, y se obligó al mayordomo de propios a que pagar todo lo que fuera necesario para la fiesta. Para anunciarlo , el día anterior se pusieron luminarias en los tradicionales lugares de la Mota ( Casas de Cabildo, chapitel de la Torre y murallas de la fortaleza) y se hicieron fuegos artificiales que, en palabras de aquel tiempo, se denominaban "invenciones de fuego". Se hicieron edictos públicos en los que la ciudad comunicaba que Santa Teresa de Jesús había sido declarada Patrona de España y se obligó a la presencia de los miembros del cabildo municipal a que acudieran a la fiesta sopena de una multa de dos ducados por inasistencia para gastos de la fiesta.
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