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sábado, 15 de agosto de 2015


III. EL FINAL DE LA ABADÍA Y LA RELIGIOSIDAD DE ALCALÁ LA REAL HASTA LA ACTUALIDAD

Decía un escritor que por la Abadía pasaron eminentes prelados, figuras destacadas de la Iglesia, de la nobleza, de las letras y de las ciencias, que mantuvieron, a veces, con problemas, su privilegiada estructura fundamental, hasta que en el año 1551, por el Concordato con la Santa Sede, quedó extinguida. Este fecha marcó un nuevo giro en la vida religiosa de la localidad a al integrarse en la diócesis  de Jaén y compartiendo toda la vida pastoral, administrativa y caritativa de esta diócesis. Al principio, el obispo de Jaén ostentó el cargo de administrador de la Abad, aunque pronto quedó extinguido este cargo, pero en la comarca de Alcalá la Real siempre se mantuvo la religiosidad de sus gentes. Vicente de la Fuente, ya en 1859 publicó Historia eclesiástica de España, en la que describe la Abadía de Alcalá la Real en un momento que se extinguía y no resume su vida religiosa con estos datos. Tenía veinte leguas de circunferencia, 10.754 vecinos, once parroquias, de ellas seis urbanas y cinco filiales, siendo tres de término. Del paso de la abadía a  la administración apostólica del Obispado de Jaén, la abadía contaba con un gobernador eclesiástico, que era a la vez provisor, un beneficiado propio, y cinco sirvientes o suplentes, un tribunal con un fiscal, secretario del gobierno eclesiástico, un  notario apostólico, archivero y alguacil mayor, cuatro arciprestes (Alcalá, Priego, Noalejo y Carcabuey) y 14 examinadores sinodales, 39 monjas con seis capellanes.  Poco a poco, la abadía de Alcalá la real fue privada de su independencia y se dividieron sus territorios entre la Diócesis de Jaén y Córdoba, y toda la curia abacial fue convirtiéndose en la nueva estructura arciprestal y parroquial de ambos obispados.  Hubo muchas vicisitudes y algunos desencuentros  hasta 1874, que pude considerarse el punto final del régimen abacial.
Hay momentos fundamentales en la Historia de todos los rincones de la Iglesia. Entre ellos, hablar de los periodos republicanos en Alcalá significa conocer y analizar un momento histórico, en el que la ciudad se  organizó, como nunca jamás había existido en épocas  anteriores, con una nueva estructura social, donde los obreros, la clase media, las asociaciones populares, las aldeas, los profesionales, los industriales, los propietarios,  y los campesinos alcanzaron los mayores cauces de representación social. Y eso, que, en palabras de Montañés Chiquero, se comentaba con unos hombres que ofrecían esta tipología[1]:
            “No busquéis de ordinario en los hijos de esta tierra, las violentas efusiones que provocan tempestades de amor o de odio.; tampoco encontraréis aquí la rigidez y sequedad hierática y amanerada, distintivos de esos falsos superhombres, que con ello se esfuerzan” 
Dos años antes de morir, este escritor alcalaíno y arcipreste hizo unas reflexiones sobre la religiosidad de los alcalaínos, que manifestaban el trasfondo de la situación en la que vivían  los alcalaínos. Tal vez la respuesta a sus preguntas hubiera evitado el  combate entre hermanos:  “Las naturales diferencias que separaban las distintas capas sociales, diferencias ahondadas hoy por la  malicia de enemigos declarados y de falsos amigos, y en gran parte por la ignorancia y la pasión, nos apremian, nos invitan a limar tales rozamientos y a salvar esos profundos abismos. Necia pretensión es, sin duda, la de borrar o  allanar del todo las diferentes clases y organismos de la sociedad, porque sería tan absurda como el intento de igualar a golpe de hacha los dedos de mano; pero en cambio, sería muy legítimo el deseo, el ansia noble y sana de aproximar los polos opuestos, respetando y armonizando mutuamente los respectivos derechos, para llegar al logro de la santa paz social. Y bien ¿no os parece, benévolos lectores; que esta especial idiosincrasia, esta disposición de ánimo en los habitantes de la histórica ciudad, es la más adecuada preparación  de los distintos sectores que frente a frente  se miran n actitud de desafío, a fin de que depuestas cuanto antes las preocupaciones y rencores pueda cada uno desarrollar cumplidamente sus variadas aptitudes y energías?”[2].
           
Sin embargo estos fueron las buenas intenciones de un eclesiástico e intelectual de Alcalá al que no atendió ni entendió ningún grupo para evitar el conflicto. Pues, si a unos nos le dio tiempo ni a reorganizar localmente los mecanismos de la Justicia desbordados por una guerra que ellos no motivaron, a otros  le sobrepasaron y pesaron  más  los sentimientos más crueles que pueden estar inmersos en el corazón.


LA VIRGEN DE LAS MERCEDES EN EL SIGLO XX






   EL SECTOR ALCALAÍNO 21 DE SEPTIEMBRE DE 1921
La estudiantina alcalaína, dirigida por el abanderado José Ignacio Sánchez Molero Jiménez,  y acompañada por jóvenes postulantes d la ciudad (Antonia Valdecasas, Enriqueta Mouton, Maria Ignacia Santaolaya, María Ferreira, María Utrilla, Eloisa y Rosario López, Paquita y María Zafra. Ángeles Hinojosa, Manuela La Rosa, Pura Aceituno, Teresa Piñas, Atocha y Grisela Castillo, Matilde Castillo, Elia Utrilla, Antonia Sánchez, Mercedes Ocete, Engracia Azpitarte, Carmen Sierra, Mercedes Zafra y Mariquita Ferreira., llevó a cabo una actuación ven Alcalá por los días 12 y 13 de diciembre  con el fin de recaudar fondos para los soldados heridos y enfermos de Melilla. Lo titulaban “Patriotismo y Humanidad”.
            Primero le entregaron la bandera en el ayuntamiento por parte del alcalde don José Hinojosa Ríos, todos descubiertos al acorde de la marcha real y disparo de cohetes, y le invitaron a dulces, vinos y habanos.
A continuación “la estudiantina partió del ayuntamiento hacia la iglesia de Santa María la Mayor para saludar a Nuestra Señora de las Mercedes y poner bajo su amparo el resultado que se perseguía. De allí empezaron a visitar sociedades y a particulares, siendo en todas partes atendidísimos y alcanzando una recaudación total de 4.040 pesetas, cuya cantidad se remitirá a Melilla para que sean distribuidas de la forma adecuada. Actuaron en el Centro de la S.O. La Paz. Después cantaron en la ermita del Señor de la Misericordia que celebraba la fiesta por aquel día., y como despedía se dirigieron a la carrera de las mercedes a la iglesia de Consolación, y, ante la puerta, como despedida de nuestra Excelsa patrona en cuyas divinas manos se puso la protección de  esta hermosa obra, se cantaron unas coplas. A continuación rezaron por el soldado muerto don Baldomero Peñalver Garrido, “en palabras del cronista mientras se enarbolaba la bandera, la Virgen de las Mercedes estaría bendiciendo aquel cuadro hermoso, sublime, tierno y conmovedor. 

1924. Hubo candelaria  y a ella se invitó
1925. Rogativa el día cuatro de mayo y el párroco invitaba a la fiesta  y función de iglesia de la Patrona. Se celebraron también Juegos Florales en honor de la Virgen de las Mercedes.
1930. Rogativa  el 31 de mayo.

[1] MONTAÑÉZ CHIQUERO, Antonio. Rincón de  Visitantes  Ideal 1934. Separata con motivo de las fiestas de la Virgen de las Mercedes.
[2]  Ibídem.

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